Carmelita en la Encarnación de Avila. Comparece ante Rubeo, en 1567, solicitando dispensas y licencia para recibir dentro del monasterio a su propia madre (EstTer 1, 307). En 1572 participa en la Respuesta a un desafío (n. 22), alegando ‘el tormento que el Señor padeció cuando le enclavaron’. De hecho, ella es cofrade de la ‘Hermandad de Nuestra Señora de la Transfixión’, erigida en el monasterio desde 1560 (cf N. González, El monasterio de la Encarnación 2, 349). Será una de las adictas a la M. Teresa en la célebre elección de priora del año 1577 (ib 312).
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