‘Ventas’, en tiemp de T, decíanse los albergues colocados al lado de caminos importantes. ‘Venta define Covarrubias es una casa en el campo, cerca del camino real, a donde los pasajeros suelen parar el medio día y a necesidad hacer noche’. En ellas se alojó T en sus viajes de fundadora. Pero las ventas y los venteros están mucho más presentes en las populares leyendas teresianas que en los escritos de la Santa, donde rara vez emplea ese vocablo. Ella prefiere hablar de ‘posadas’ (F 3,4.5; 19,2; 24,5…). De hecho, el alojamiento en ellas fue estudiado cuidadosamente por T. Lo dice ella en dos pinceladas: ‘Ibamos en carros muy cubiertas, que siempre era ésta nuestra manera de caminar. Y, entradas en la posada, tomábamos un aposento, bueno o malo, como lo había, y a la puerta tomaba una hermana lo que habíamos menester, que aun los que iban con nosotras no entraban allá’ (F 24,5). Lo describen también F. de Ribera, Gracián, María de san José y numerosos testigos de los procesos de canonización. Gracián en sus Escolias lo refiere así: ‘antes que llegásemos a la posada hacía [ella] adelantar a uno de los compañeros, el cual buscaba posada y aposentos y alguno grande o que tuviese dos o tres debajo de una puerta, porque todas [las monjas] estuviesen juntas. Y hacía poner todo lo necesario para que no tuviesen las monjas que pedir nada ni las huéspedas a qué entrar adonde ellas estaban… Cerraban las puertas del aposento del mesón teniendo portera, con el mismo recato que si estuvieran en el monasterio… Cuando los aposentos no tenían puerta, mandaba la Madre que nos pusiésemos todos de la parte de afuera a guardar que no llegase nadie…’ (Escolias p. 74). Alguna vez la venta está de tal suerte, que ‘no se podía entrar en ella’ y la comitiva tiene que alojarse en ‘una parva’ de al lado (cta 108,9). El más numeroso hospedaje ventero ocurrió en el viaje de Castilla a Andalucía. Recuerda ella con humor la famosa venta de Albino, no lejos de Ecija ‘un día antes de Pascua del Espíritu Santo’ (F 24,7-8): es pleno mes de julio en Sevilla y ‘calorcita hace, mas mejor se lleva que el sol de la venta de Albino’ (cta 85,3). El suceso de esa venta de Albinos lo refiere el capellán del grupo, Julián de Avila, en el proceso de canonización de T: ‘llegamos a una venta adonde estaban unos hombres, los más perversos que yo he visto en mi vida… Fueron tantas las bellaquerías que dijeron aquellos hombres a [fray Gregorio Nacianceno], que ni por bien ni por mal bastaba hacerlos callar, antes las reprensiones les encendían en mayor cólera para decir cuanto se les venía a la boca, hasta que el Señor permitió que entre ellos se levantase cierta cuestión, con que echando mano a las espadas unos contra otros, se salieron todos de la venta y nos dejaron en paz’ (BMC 18,201). María de san José recuerda ‘los gritos y juramentos de la gente que había en la venta, y el tormento de los bailes y panderos…’ (Recreaciones, 9, p. 197). El recuerdo de las ventas y su entorno llega a penetrar en las moradas de su Castillo Interior: ‘¿Paréceos, hijas, si yendo a una tierra desde otra pudiésemos llegar en ocho días, que sería bueno andarlo en un año por ventas y nieves y aguas y malos caminos?… ¡Oh qué buenas señas podré yo dar de esto!’ (M 3,2,7). Viajes. Carreteros.
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