Es una de las principales Horas del Oficio Divino. En los Carmelos teresianos eran generalmente rezadas (recitadas) coralmente por la comunidad. Eran cantadas en días festivos. Ya en la Regla del Carmen se hacía mención especial en la rúbrica ‘De las Horas Canónicas’. En las Constituciones de la Santa (1567-?) se fijaba la hora precisa de su rezo: ‘en dando las dos se digan vísperas; excepto en tiempo de cuaresma, que se dirán a las once’ (Const 2,3). Complemento de ellas era la ‘lectio’, que podía trocarse por un tiempo de oración ‘En acabando vísperas, el tiempo que se dice a las dos, se tenga una hora de lección; y la hora de lección en cuaresma se tenga en dando las dos’, menos en las fiestas, en que dicha hora de lectura se traslada al final de completas (ib 2,3). Reviste importancia especial esa hora de lectura, pues si después de vísperas no se ha hecho, habrá de tenerse ‘una hora antes de que se digan maitines… En esto hagan conforme a lo que más vieren les ayuda a recoger’ (ib 6). En las Constituciones de 1581, de seguro por indicación de T, se precisó: ‘En dando las dos, digan vísperas, y después de dichas, se tenga la lección, de suerte que en vísperas y lección se gaste sola una hora, agora sean las vísperas solemnes, agora no)’ (Const, ed. de Salamanca 1581, c. 5,7, p. 26). ‘Vísperas solemnes’ eran las cantadas ‘los domingos y días de fiesta’ (Const 1,4). En su larga tarea de fundadora, al menos en la fundación de Toledo, T hubo de luchar para que tanto los capellanes como los fundadores de las capillas respetasen ese sencillo plan de rezo, sin añadiduras ni complicaciones (cta 33, 2; 28,1-2).
T. Alvarez