1. Es uno de los períodos más intensos en la experiencia de la Santa Fundadora. Doble fundación en Pastrana: 1569, y erección del Carmelo de Segovia: 1574. Quinquenio de plenitud en la vida espiritual de Teresa. Priorato en la Encarnación. Progreso espiritual bajo el magisterio de fray Juan de la Cruz. Ingreso en el sumo estadio de experiencias místicas: Rel 25 y 26. Sobre todo, Relación 35.
2. Desde esa altura, la fundadora tiene que habérselas con una mujer de la corte y de la política, quizás la mayor intrigante de su siglo. Será precisamente su tarea de fundadora la que ocasione el enfrentamiento entre ambas. En el plano literario, ella dedicará unas páginas a plasmar el anverso y reverso de la escena: el capítulo 17 de las Fundaciones para narrar las fundaciones de Pastrana. El capítulo 21, para referir la fundación del Carmelo de Segovia. Ambos relatos, escritos retrospectivamente pero a escasa distancia de los hechos: el año 1576. Antes de resumir el quinquenio, remitimos a esas fundamentales páginas de la Santa.
3. Las dos fundaciones de Pastrana. Recordemos que en tiempo de la Santa el título de 'fundador/a' se atribuía tanto al laico que financiaba la erección de la casa religiosa, como a quien la lideraba espiritualmente. En el caso de Pastrana, doña Ana de Mendoza princesa de Éboli hace de fundadora financiadora. Teresa, de fundadora espiritual. Ambas se habían conocido en Toledo, en el palacio de doña Luisa de la Cerda, el año 1562. Ahora, desde hace un año, doña Ana insiste en que Teresa venga a fundar un Carmelo en su predio de Pastrana. Sabedora aquella de que Teresa ha ultimado la fundación de Toledo, envía, sin previo aviso, su carroza para que la Santa se traslade, en el acto, a la villa de Pastrana. Refiere ésta el descortés episodio en Fund 17. Se resiste, pero finalmente accede por motivos superiores, y se pone en camino. De paso por Madrid, conoce y convence a dos ermitaños italianos de que pasen a su Carmelo y funden un convento en Pastrana a la vez que ella. Los dos aceptan. Perouna vez llegada a la villa pastranense, Teresa tiene que alojarse, demasiado tiempo, en el palacio de la Señora, y allí resistir a sus propuestas impositivas. Está a punto de marchar sin hacer la fundación. Por fin cede la Princesa, presionada por su marido Ruy Gómez, y Teresa acepta. Para priora del nuevo Carmelo trae de Toledo a una monja excepcional, Isabel de Santo Domingo.
4. Poco después llegan a Pastrana los dos italianos, Mariano Azzaro y Juan de la Miseria, y erigen el nuevo convento, no como el recién fundado en Duruelo, sino en absoluto plan ermitaño: habilitan unas cuevas de la colina entorno a la ermita de San Pedro. Hacen vida asperísima, que inesperadamente atrae numerosas vocaciones jóvenes de la cercana Universidad de Alcalá. Tiene que intervenir fray Juan de la Cruz, invitando a la mesura. Interviene también el dominico P. Báñez con una carta perentoria. Intervendrá luego la propia Santa, impartiéndoles una refinada lección de humanismo espiritual en su Respuesta a un desafío, que los ermitaños pastranenses han enviado a la comunidad de la Encarnación donde ella sigue de priora. De momento, todo en vano. Sólo con los años ese noviciado de Pastrana irá acercándose al buen orden teresiano.
5. La noticia bomba: que la Princesa se hace monja. Ocurre que el 29.7.1573 muere en Madrid Ruy Gómez, el marido de doña Ana. Y, automáticamente, la Princesa viste el hábito carmelita, monta en su carruaje y se presenta en el Carmelo de Pastrana, que por fuerza le abre las puertas. La muerte del marido ha dejado pendientes negocios económicos y asuntos familiares y la Princesa viuda, ahora monja carmelita, tan impositiva como siempre, se salta por las buenas cualquier barrera comunitaria e impone su voluntad a la priora, la cual a su vez no puede faltar a los cánones tridentinos ni a las normas de vida establecidas por la Madre Teresa. Finalmente la Princesa no resiste y vuelve a su palacio pastranense, pero no batiéndose en retirada sino aumentado la hostilidad hacia las monjas de su ex-Carmelo. La Santa no acepta esa especie de declaración de guerra. Silenciosamente emprende la retirada y suprime la fundación. Lo cuenta ella sin una nota de encono ni resentimiento: aún después que dejó el hábito (la Princesa), estando ya en su casa, le dabanenojo las monjas , y yo procuré con cuantas vias pude que quitasen de allí el monasterio (Fund 17,17).
6. La retirada al Carmelo de Segovia. Era ya el último año del priorato de Teresa en la Encarnación de Ávila. Acompañada de fray Juan de la Cruz y del capellán de San José Julián de Ávila, la Santa viaja a Segovia y pronto inaugura el nuevo Carmelo. El exceso de facilidades la hace incurrir en las iras del Provisor, suprema autoridad diocesana en ausencia del Obispo. Y el colérico canónigo le prohíbe tener misa en la casa, suprime el Santísimo Sacramento y está a punto de meter en la cárcel al buen fray Juan de la Cruz por haber celebrado la primera misa.
7. Cuando, por fin, el huracán del Provisor se amansa, la Santa envía recado a la priora de Pastrana y, acto seguido, se presentan en la villa Julián de Ávila y Antonio Gaitán, caballeros en sendos alazanes. Nos lo cuenta el propio P. Julián, que ejerce de estratega en la retirada; «llegamos a Pastrana lo más secreto que pudimos, y hablamos a la Priora, que no estaba descuidada ni poco deseosa de verse salida de allí. Concertóse con quien nos diese cinco carros en que viniesen las monjas y algunas alhajas que ellas debían haber llevado. Y, puesto todo recaudo, se consumió el Santísimo Sacramento y, concertados de salir a media noche sin que la Princesa lo sintiese, aunque no se pudo hacer tan secreto que no se viniese a saber aquella noche y enviase un su criado o mayordomo a decir muchas cosas Y como teníamos concertado, ansí se hizo, saliendo en procesión , y subieron una cuesta arriba fasta llegar donde los carros nos estaban esperando...» (Vida de Santa Teresa ed. de Lafuente. Madrid 1881, p. 275).
8. Frente a este pintoresco relato del P. Julián, es admirable la mesura con que la Santa refiere los hechos, sin una palabra de acidez para la Princesa. De mujer a mujer, Teresa es toda tersura, bondad y comedimiento. Bastaría leer los dos números finales del capítulo 17 de las Fundaciones, que en pocas líneas resumen lo sucedido en esos cinco años. La supresión del Carmelo se efectuó a primeros de abril de 1574.
9. La experiencia de Pastrana es única en la vida de la Fundadora. Dolorosa pero enriquecedora. Ni frente a la nobleza nifrente a la política, la Santa doblega su criterio. Ni siquiera cuando, poco después, la Princesa delate a la Inquisición el teresiano Libro de la Vida, logrará una mínima inflexión en el ánimo de la Santa. El nuevo problema del Libro, una vez secuestrado por los inquisidores, seguirá su curso sin turbar la calma en el alma de la autora. Y cuando la Princesa, tras sus últimas intrigas políticas dé con sus huesos en la cárcel de Santorcaz, todavía será recordada con ternura por la Madre Fundadora (cf cta 344,4: del 3.6.1580).
- En la Encarnación: Periodo de crisis y lucha
- La primera fundación: San José de Ávila
- La primera salida: El Carmelo de Medina
- Duruelo: primera fundación de descalzos
- Cinco fundaciones más, en Castilla y La Mancha: Malagón - Valladolid - Toledo - Salamanca y Alba de Tormes
- Teresa reanuda las fundaciones. último ciclo: Villanueva de la Jara - Palencia - Soria y Burgos
- El carisma del carmelo teresiano
- De Pastrana a Segovia: Teresa y la princesa de Éboli
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- Cesan las fundaciones: Periodo de dura prueba