Digresiones doctrinales en fundaciones

1. Buena prueba de la libertad con que la Santa emprende la tarea de escribir es que, apenas ha narrado la primera fundación de la serie, cambia de rumbo y dedica cinco capítulos a dar 'avisos y consejos' a las lectoras. Primero lo hace por propia iniciativa: hame parecido, antes que vaya más adelante (porque no sé el tiempo que el Señor me dará de vida ni de lugar, y ahora parece tengo un poco), de dar algunos avisos para que las prioras sepan entender y lleven las súbditas con más aprovechamiento (4,1). Luego y dentro de esa misma digresión, introduce otro largo paréntesis -el famoso capítulo de las melancólicas- para secundar la petición expresa de sus monjas de Salamanca. La digresión versa sobre temas ya tratados en Vida y en Camino, pero con diverso enfoque: el más extenso es el tema de la oración; algo de refilón, el de la obediencia y la autoridad en sus Carmelos; y en medio de ambos, el tema psicopatológico de la 'melancolía'.

2. Avisos en materia de oración. Afronta ahora un aspecto que había soslayado en la pedagogía del Camino: qué actitud adoptar frente al fenómenos de las revelaciones y visiones (cf los títulos de los cc. 4, 5 y 8). Primero ha recordado en qué consiste la sustancia de la perfecta oración, para responder linearmente que no está ni en largos momentos de concentración, ni en pensar mucho sino en amar mucho, y en la disponibilidad para el servicio y la obediencia: que no todas las imaginaciones son hábiles desu natural para esto (para el mucho pensar), mas todas las almas lo son para amar (5,2.8.15). Y luego, afronta de lleno el tema de las revelaciones (místicas y pseudo-místicas). Sin perderse en elucubraciones. Era un fenómeno que cundía en la psicosis religiosa de su tiempo, como en el nuestro el de las apariciones. En su crítica, Teresa comienza por devaluarlas: no está en ello la santidad. Y a continuación las juzga y discierne desde la conducta de la visionaria, las obras y virtudes que acompañan el fenómeno.

3. Es igualmente original el enfoque dado al tema de la obediencia. Importante, según ella en la vida religiosa para imitar a Cristo, obediens usque ad mortem (5,3). Refiere episodios concretos, extraídos de la vida cotidiana de sus Carmelos (6,9). Y ante cierto pseudoascetismo de la obediencia, previene a las prioras en el uso de la autoridad para que estén alerta frente a ese tipo de obediencia irracional, inspirada quizá en la lectura anecdótica de las Vitas Patrum.

4. Pero los avisos más fuertes recaen sobre el tema de la melancolía. Afronta el tema porque se lo han requerido las monjas del Carmelo salmantino, sabedoras de que está enfrascada en la tarea de escribir: estas hermanas de Salamanca, adonde estoy cuando esto escribo, me han mucho pedido diga algo de cómo se han de haber con las que tienen humor de melancolía (7,1). Bajo el nombre de melancolía/melancólicas, la Santa se refiere a un fenómeno complejo, quizá frecuente en el mundillo religioso de su tiempo. Fenómeno en parte patólógico y en parte de baja conducta, por derrotismo y desmoralización frente a los ideales de la vida comunitaria, utilizando las propias depresiones como pretexto de cómoda automarginación dentro de la comunidad religiosa. Ella -que ha visto y tratado muchas personas de este mal (7,4)- lo diagnostica con competencia médica. Y lo resuelve con esmero pedagógico. Quiere que la priora, responsable de la enferma y de la comunidad, haga de médico para aquella y de madre para ésta. Y analiza el caso con la sutileza de un psiquiatra de hoy.

(Ofrecemos a continuación un esquema del libro: trazado del autógrafo, serie de fundaciones y cronología de las mismas).

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