1. Es el nuevo hogar de Teresa. En él aprende a ser carmelita. Y en él reside más de 27 años (1335-1562). Ahí inicia su periodo de experiencias místicas. Desde él emprende su periplo de fundadora. Yo -escribe Teresa- estaba contentísima en aquella casa. Al fundar el Carmelo de San José, le cuesta abandonarla, pues tenía grandísimo contento en la casa que estaba, porque era muy a mi gusto y la celda en que estaba, hecha muy a mi propósito (Vida 32, 10.12). Aquí trataremos brevemente sólo tres aspectos: los antecedentes históricos del monasterio; cómo era éste al ingresar Teresa; qué acontecimientos vivió en él la Santa.
2. El monasterio tenía historia reciente, menos de un siglo. Había sido fundado intramuros de la ciudad, hacia la Puerta de San Vicente, por doña Elvira González de Medina, como simple beaterio, en 1479. En 1485 lo traslada doña Beatriz Guiera a la Calle del Lomo. El beaterio se convierte en monasterio, que pronto resulta demasiado angosto. Y la misma doña Beatrizerige otro de sana planta extramuros, en la ubicación actual. Se inaugura el mismo año natal de Teresa, el 4 de abril de 1515, pero su construcción prosigue lenta. Es un edificio amplio, encarado a poca distancia con la muralla de la ciudad, con iglesia espaciosa de doble coro y dotada de buen órgano. Amplia huerta. Escasea el agua para el riego y el servicio comunitario, lo que ocasiona pleitos con la ciudad. Inicialmente está habitado por un alto número de monjas (40?), que pronto se incrementa hasta llegar a las cien, y en tiempo de Teresa a las 180 o las 200. Viven en extrema pobreza. Económicamente se sostienen a base de fincas de arriendo (en Grandes, Mancera, Duruelo, Goterrenduda, Grajos ), administrando las dotes de las monjas, y del trabajo de éstas. En la ciudad el monasterio tiene un patrón seglar. Jurídicamene depende del Provincial carmelita. Al hacer su profesión, las monjas prometen obediencia al Padre General de la Orden y a la priora de la casa, según la Regla. Se rigen además por estatutos ocasionales emanados por el Provincial y, con probabilidad, por un texto constitucional que hasta hoy desconocemos en su materialidad, pero que dependía del difundido ese mismo siglo en los Carmelos franceses e inspirado en las Constituciones de los carmelitas. En su profesión, las religiosas no prometían expresamente la clausura. Pero al ser visitadas por el Padre Rubeo (1567), atestiguan practicarla, si bien en términos muy ambiguos. De hecho, salían frecuentemente del monasterio.
3. Al ingresar Teresa en él, era priora doña Francisca del Águila. A causa del excesivo número de monjas, se exigía a cada candidata que aportase antes de profesar una dote conspicua para su alimentación. Dentro del monasterio residían además numerosas seglares, ora a título de educandas, ora como criadas. Teresa misma tendrá consigo a su hermana Juana desde los 15 a los 25 años. El núcleo comunitario está integrado por religiosas coristas (de velo negro) y por hermanas de velo blanco o freilas. Sólo las coristas tienen voz y voto en la asamblea capitular. En la comunidad existe la distinción de títulos: las hay 'doñas', procedentes de familias linajudas, y las hay sin título, no-doñas. También está en vigor la distinción de habitaciones: hay celdas personales y hay dormitorios comunes. Teresa tendrá su celda personal, parcialmente visible todavía hoy. Principalesprioras del monasterio en tiempo de Teresa son la de su ingreso y profesión, doña Francisca del Águila, a quien sucede doña María Cimbrón (1539), que será también priora en 1562 cuando hará regresar a Teresa del recién fundado Carmelo de San José. Al ser nombrada Teresa misma priora de la comunidad, dará el relevo a su predecesora doña Ana de Toledo (1568-1571), la cual será de nuevo elegida en 1578, cuando se anule la elección de Teresa como priora del monasterio.
4. Durante los 27 años de estancia en la Encarnación, Teresa vivió jornadas intensas. Imposible enumerarlas aquí puntualmente. Hizo su ingreso en la casa el 2 de noviembre de 1535. Antes de su toma de hábito, don Alonso su padre ha tenido que formalizar la escritura de dote de Teresa (31 de octubre de 1536), en solemne acto comunitario y ante notario. En ella otorga «para su alimento y sustentación 25 fanegas de pan de renta, mitad trigo e cebada en el lugar e término de Gotarrendura Y en defecto de no le dar el dicho pan, que les dé en lugar dello 200 ducados de oro..; e más les ha de dar una cama para la dicha doña Teresa, que tenga una colcha, e unos paramentos de raz, e una sobrecama, e una frazada e seis sábanas de lienzo e seis almohadas e dos colchones e una alhombra, e dos cogines, e una cama de cordeles. E vestir a la dicha doña Teresa de los vesidos e hábitos necesarios para su entrada y profesión: en que le ha de dar para todos hábitos, uno de belarte y otro de veintidoseno, e dos sayas, una de grana y otra de estameña, e un zamarro, e sus tocados e camisas e calzado y libros, como se da a las otras religiosas » (BMC II, p. 94). Interesante todo ello, por acercarnos al ajuar personal de Teresa y a las usanzas del monasterio.
5. El suceso más fuerte fue, sin duda, la enfermedad de Teresa recién profesa, los tres meses de ausencia en Becedas, los cuatro días de paroxismo en agosto de 1539 teniendo día y medio abierta la sepultura en mi monasterio, los tres meses de parálisis, seguidos de tres penosos años de recuperación en la enfermería conventual: cuando comencé a andar a gatas, alababa a Dios (Vida 6,1-3).
6. Pero son mucho más importantes los acontecimientos que van jalonando su crecimiento espiritual: la lectura de san Agustíny la vista de un Cristo muy llagado dieron un vuelco definitivo a la vida religiosa de Teresa. Ahí en la Encarnación le acontecen las gracias místicas que refiere ella en el Libro de la Vida, desde las experiencias cristológicas, pasando por la merced del dardo, hasta las gracias carismáticas que la impulsaron a fundar un nuevo Carmelo.
7. Durante el trienio 1571-74, en que Teresa ejerció de priora en la Encarnación, se asoció íntimamente a san Juan de la Cruz. Recibiendo de sus manos la comunión, fue enriquecida con la gracia mística que la introdujo en las séptimas moradas (Rel 35). En ese mismo trienio había recibido gracias especiales referentes al monasterio. Por mencionar sólo las más explícitas, fue entonces cuando entronizó a la Virgen en la silla prioral del coro alto y, mientras la comunidad cantaba la Salve, pareció animarse la imagen y le dijo: 'bien acertaste en ponerme aquí: yo estaré presente a las alabanzas que hicieren [las monjas] a mi Hijo y se las presentaré' (Rel 25), promesa ratificada en una nueva visión en que el Señor me dio esperanza de que esta casa se iría mejorando, digo las almas de ella (Rel 31). Y todavía una especie de requiebro intercambiado entre ella y su Señor: ella requiriendo al Señor por el peligro espiritual que corre en América uno de sus hermanos, y el Señor desviando el diálogo hacia las Hermanas de la Encarnación: 'Oh hija, hija, hermanas son mías éstas de la Encarnación. ¿y te detienes? Pues ten ánimo, mira lo quiero Yo!' (Rel 20). Era el momento crítico en que Teresa aceptaba la misión de ponerse al frente de su antiguo monasterio. De hecho, se consideró siempre 'hija de la casa' (cta 226,5).
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