1. Veremos más adelante la redacción de cada libro teresiano. En la presente ficha trataremos sólo de la postura literaria adoptada por Teresa al enfrentarse con la tarea de componer un libro. Para ella, escribir un libro no es cosa muy diversa que redactar una carta de mayores proporciones: idéntica postura dialogal, la misma espontaneidad, igual interés por conectar con los problemas o los supuestos interrogantes del destinatario.Como la carta, el libro es un vaso comunicante, para el travase de convicciones y experiencias. Pero a Teresa, que no ha tenido formación académica ni ha practicado ensayos de redacción, al proyectar un libro se le plantean problemas concretos, que no surgen en la escritura de una carta: cómo afrontar el tema, ¿en directo o a base de apuntes y notas previas?; ¿titularlo o basta prologarlo para conectar con el lector?; cómo estructurar el texto ¿en capítulos o como un discurso continuo?; cómo concluirlo: ¿basta el epílogo o prefiere recurrir a una carta de envío? Son aspectos que repasaremos, uno a uno.
2. ¿Apuntes previos? Ella no conoce o no practica la normal técnica de tomar notas o elaborar esquemas previos para fijar ideas. Sí, es cierto que más de una vez toma apuntes. Pero sin conexión alguna con un futuro proyecto literario. Por ejemplo, en las páginas iniciales de su breviario anota 'pensamientos' varios. En la portada escribe con mano temblorosa una palabra de Jesús (Mt 11,29): 'deprended de mí que soy manso y humilde'. Y en otra de esas páginas iniciales hoy conservada aparte en el Carmelo de Medina apunta varias sentencias de san Juan Crisóstomo acerca del 'perfecto martirio'. Pero ni el texto de Mateo ni los del Crisóstomo reaparecerán en alguno de sus escritos. Se conserva además copia (no autógrafa) de otra serie de 'apuntes' con textos de la Biblia, o de Casiano (un dicho del abad Sereno!), o alusivos a Elías y Eliseo, o a los 24 ancianos del Apocalipsis. Pero nada de todo ello se refleja en sus escritos. Son apuntes devocionales para el recuerdo, no preparativos de una redacción. De haber pergeñado algún esquema preparatorio por ejemplo en la redacción de las Moradas ciertamente sus monjas de Toledo o las de Ávila nos hubieran transmitido algún retazo-reliquia. Al contrario,Teresa escribe en directo. No usa fichas ni apuntes. Caso aparte serán algunos capítulos de las Fundaciones, como veremos más adelante.
3. ¿Hay que titular la obra? La Santa no suele titular el libro ni antes ni durante la redacción. Aún hoy sigue sin título original la mayoría de sus autógrafos. Años después de redactar el Camino, le da por primera vez un título en que lo dedica a todos sus Carmelos. Este libro trata de avisos y consejos que da Teresa de Jesús a las hermanas religiosas e hijas suyas de los monesteriosque ha fundado. Pero cuando aluda a él en sus cartas, lo llamará el librillo o el Paternoster (cta 190,4; 217,1; 172,8). Quedó sin título el Libro de la Vida, y sólo al final de su epistolario nos informa que lo intitulé 'de las misericordias de Dios' (cta 415,1; de 19.11.1581). Sin título igualmente el de las Fundaciones. Único rotulado de propia mano es el Castillo Interior.
4. Cómo articular el texto. De primeras, Teresa extiende el texto como una conversación, sin fragmentarlo en capítulos ni en puntos y aparte. Así aparece en los escritos de primera redacción. Sólo las Fundaciones constituirán un caso especial, bien estructuradas desde el comienzo. El caso más significativo será el Camino en su primera redacción. Terminada ésta, la autora regresa a las primeras páginas e intenta fraccionar el texto y rotular los capítulos. Pero ante la dificultad de la empresa, recurre a la ayuda de una hermana que, mientras ella revisa lo escrito, vaya escribiendio los títulos de cada capítulo, a modo de índice al final del libro (sólo un par de veces empuñará Teresa la pluma para asignar título a los capítulos 56 y 57). Pero la fragmentación ha sido tan minuciosa que han resultado 73 capítulos. De suerte que cuando redacte de nuevo la obra, tendrá que reducirlos a solos 42, esta vez asignándoles título nuevo en el lugar respectivo dentro del texto.
5. En cambio, el libro de las Moradas, que no llega a una segunda redacción, intenta estructurarlo mientras lo va escribiendo, pero posteriormente tiene que enumerar la serie de moradas y los respectivos capítulos después de concluido el libro, dibujando un pequeño recuadro en un rincón de la página para asignar el número de cada capítulo. Y, como había hecho en la redacción del Camino, opta por añadir en folios aparte los títulos respectivos. Perdidos estos folios sueltos, ha sido Gracián quien nos los ha transmitido en su copia de la obra. Única sección no autógrafa.
6. ¿Epílogo o carta de envío? La Santa termina sus libros acentuando el tono dialogal. Es típico el caso de Vida, con doble conclusión. Primero resume la narración al finalizar el capítulo 40, dialogando en la intimidad con el principal destinatario de la obra, García de Toledo: De esta manera vivo ahora, señor y padre mío. Suplique vuestra mrced a Dios o me lleve consigo o me dé cómole sirva... Pero en vista de que este 'señor y padre mío' solicita el libro con toda urgencia, la autora añade en ese mismo folio una simpática 'carta de envío' con las últimas recomendaciones y algún postrer encargo.
7. También el Camino lo concluye con una sencilla palabra de despedida a las lectoras carmelitas de San José, a la vez que lo somete a la aprobación del padre presentado fray Domingo Báñez que es mi confesor (42,7). Pero ocurre que las destinatarias de la obra han oído rumores acerca de otro libro de la Madre, que anda secreto, el de la Vida, y la Santa no tiene inconveniente en remitirse a él y proponerlo como ulterior acercamiento a 'la fuente de agua viva': procuradle, que el P. fray Domingo le tiene. Si éste [el Camino] va para que lo veáis y os le da, también os dará el otro (ib). Era un modo de insinuar la unidad doctrinal de las dos obras y como tal proponerlas a sus monjas. Pero no era de ese parecer el padre fray Domingo. Y la Santa hubo de suprimir en la 2ª redacción ese 'procuradle!'
8. Similar al doble epílogo de Vida es la conclusión de las Moradas. Primero se despide de las lectoras al final de las séptimas: En fin, hermanas, con lo que concluyo es que no hagamos torres sin fundamento Pero luego añade, en folio aparte, una especie de carta de envío, humorizando con las lectoras, folio que el P. Gracián dislocará al comienzo del libro. Ahí escribía la Santa el colofón de la obra: Acabose esto de escribir en el monasterio de San José de Ávila, año de 1577 para gloria de Dios que vive y reina por siempre jamás, amén.
9. El caso de las 'Fundaciones'. Teresa redacta el libro sobre la marcha. Con grandes intervalos. Debido a ellos, lo da por concluido al menos tres veces: al final del capítulo 27, cuando cree terminada su tarea de fundadora por contraorden de los superiores: Hase acabado hoy, a 14 días del mes de noviembre, año de 1576 (n. 23). Lo reanuda y de nuevo lo cierra al tener noticia de la erección de provincia de descalzos en el capítulo de Alcalá: conclusión emotiva (29,33). Y por fin, después de la fundación de Burgos, en una especie de apéndice sobre el cambio de obediencia del Carmelo abulense de San José.
Y la Santa termina siempre su conversación escrita sin necesidad de añadirle un índice, como usaban los libros de molde.
- Teresa aprende a escribir
- Primeros escritos de Teresa
- El problema de la redacción
- El problema del estilo
- Mandantes y destinatarios de los escritos teresianos
- El escollo de la censura y los censores
- Los autógrafos teresianos
- Seudoautógrafos y escritos espúrios
- La leyenda teresiana
- El 'Corpus Scriptorum' de Teresa