Vejamen se titula en los escritos teresianos una pequeña composición, entre mística y humorística, escrita por Teresa a finales de 1576 (poco antes de las Moradas) en respuesta a varios escritos de un grupo heterogéneo de amigos, entre los que figura san Juan de la Cruz. Especie de velada informal. De todos estos escritos sólo nos han llegado la respuesta de su hermano Lorenzo de Cepeda y el texto de Teresa, conservado autógrafo en las carmelitas de Guadalajara. (El vocablo del título Vejamen no es de cuño teresiano: ni él ni sus flexiones lexicales se hallan en sus escritos).
1. El episodio del Vejamen. Ocurre en el clima de intimidad y fervor espirituales que cunden entre la Santa y su hermano Lorenzo, recién llegado de América y adoctrinado por ella en la práctica de la oración. En ese clima de confianza le comunica ella el lema escuchado en su interior durante la oración: 'búscate en mí!' Lorenzo se lo toma en serio y con la anuencia del Obispo don Álvaro de Mendoza reúne a un grupo de amigos que buceen y glosen por escrito el significado de ese lema espiritual. Será don Álvaro quien luego decida que esos comentarios sean juzgados a la manera de las justas literarias por un tribunal de espirituales que se constituirá en el Carmelo de San José (Ávila), integrado sobre todo por las monjas de la comunidad. Ocurre luego que todo ello es enviado a la Santa en Toledo para que también ella emita su parecer. (La Santa en esos días está ocupadísima. Entre el 7 y el 8 de febrero sufre un serio accidente de estress y el médico le prohibe escribir de propia mano).
2. Los concursantes. Son todos residentes en Ávila. Los enumeramos en orden:
fray Juan de la Cruz, que es confesor en la Encarnación.
Julián de Ávila, capellán del monasterio de San José.
Francisco de Salcedo, 'el Caballero Santo', que ahora es ya sacerdote.
Lorenzo de Cepeda, hermano de Teresa, indiano recién llegado a Ávila.
las carmelitas de San José de Ávila.
a respetuosa distancia, el Obispo don Álvaro.
Luego el episodio se extiende hasta Sevilla, de donde Teresa ha regresado hace poco. El 2 de marzo de 1577, ésta envía el dossier de respuestas a la priora de Sevilla y le cuenta: Ahí van esas respuestas, que envié a mi hermano a preguntar esa pregunta, y concertaron responder en San José (y que allá juzgasen las monjas) las que ahí van. Y el Obispo hallóse presente, y mandó que lo enviasen que lo juzgase yo, cuando aún para leerlo no estaba la negra cabeza. Muéstrelo al padre prior y a Nicolao [Doria]; mas hales de decir lo que pasa, y que no lean la sentencia hasta que vean las respuestas; y si pudiere, tórnelo a enviar para que guste nuestro padre [Gracián] , aunque no sea éste camino del arriero (cta 188,11). Como se ve, el episodio había alcanzado un espacioso radio de difusión. Lástima que en ese trasiego se haya perdido la respuesta de fray Juan de la Cruz.
3. La judicatura. La Santa comienza así su sentencia: Si la obediencia no me forzara, cierto yo no respondiera ni admitiera la judicatura. La alusión a la obediencia indica la presión del Obispo don Álvaro para que ella se pronuncie en el tema misterioso de la búsqueda de sí mismo en Dios. Con las respuestas de los concursantes en sus manos, Teresa se da cuenta de que los interpelados se lo han tomado realmente en serio. Ella, en cambio, opta por humorizar: A todos los quiero mucho Mas no tengo intención de decir de cosa bien de cuanto han dicho. Es decir, la Santa, que a duras penas ha tenido tiempo para leer 'los papeles', adopta el tono vejatorio de las justas literarias. Y concluye su veredicto: Todos son tan divinos esos señores, que han perdido por carta de más.
4. Las sentencias más fuertes han recaído sobre el propio hermano Lorenzo (Mande Vuestra Señoría que se enmienden, que yo me enmendaré en no parecer a mi hermano en poco humilde), y sobre fray Juan de la Cruz, que harto buena doctrina dice en su respuesta para quien quisiere hacer los ejercicios que hacen en la Compañía de Jesús. Pero al final lo sentencia:Dios me libre de gente tan espiritual que todo lo quiere hacer contemplación perfecta, dé do diere. (Desafortunadamente no poseemos ese texto de fray Juan, que hubiera sido uno de sus primerísimos escritos.)
5. Obviamente, don Álvaro hizo llegar la crítica de Teresa a todos los encausados. Dos de ellos no entendieron el tono, no cáustico sino jocoso, del dictamen teresiano y tuvieron su momento de enojo: fueron Salcedo y Lorenzo. El primero no aceptó que la Santa humorizase sobre tema tan alto y así lo hizo saber a la Santa: La respuesta del buen Francisco de Salcedo me cayó en gracia Harto para su humor respondió (cta 172,18). A Lorenzo, en cambio, tuvo que darle una explicación del por qué no se sufría responder en seso, sino humorizando (cta 182,12). El bueno de Lorenzo había aportado una respuesta cuidadosamente estudiada, con unos versos preciosos
6. La respuesta de Teresa. En realidad el tema misterioso 'búscate en Mí' había calado en el alma de Teresa, tanto como en la de fray Juan de la Cruz o en la de Lorenzo, y no tardó en dar su propia respuesta. Lo hizo en un hermoso poema titulado Alma, buscarte has en Mí, que desdobló en el estribillo: 'Alma, buscarte has en Mí, / y a Mí buscarme has en ti'. Luego desarrolló el doble tema en seis quintillas: las tres primeras sobre la búsqueda de sí en Dios; las tres postreras sobre la consigna agustiniana de buscarlo a Él dentro de sí. Ambos temas condensados en la primera y en la penúltima estrofa.
El tema primero, sobre el lema del Vejamen, 'buscarse a sí misma en Dios':
De tal suerte pudo amor,
alma, en mí te retratar.
que ningún sabio pintor,
pudiera con tal primor
tal imagen estampar.
La penúltima estrofa es un anticipo poético de las Moradas:
Porque tú eres mi aposento,
eres mi casa y morada,
y asi llamo en cualquier tiempo,
si hallo en tu pensamiento
estar la puerta cerrada.
Así, el episodio de Vejamen terminaba con el único poema en que Teresa pone la palabra y los versos en boca del Personaje trascendente. (El tema también había dejado su huella en las Relaciones; cf 18,2).