1. Teresa escribe desde las grandes ciudades de Castilla. Del medio millar de cartas que actualmente conservamos, más de un centenar lo escribe desde Ávila. También más de otro centenar desde Toledo. Especialmente interesante el bloque de los años 76-77, en el período de las Moradas (Toledo-Avila). Casi una treintena desde Valladolid y otras tantas desde Palencia. Menos numerosas las que envía desde Salamanca (9), Segovia (14), Soria (10). Interesante el cupo que escribe desde Sevilla, unas 25. Emocionante la que redacta a medio camino, desde Villacastín a Sevilla (n. 405). No menos interesantes las escritas desde Burgos, el último año de su vida, 27 misivas. Todavía de camino escribe once largas misivas durante el último viaje, Burgos-Alba de Tormes, verano de 1582. Casi coincide con esas localidades elradio de ciudades destinatarias. Dignas de nota especial son las dirigidas a Quito, Lisboa, Évora, Roma, Piacenza, Madrid, o las enviadas desde Castilla a la capital de Andalucía, o desde Ávila y Toledo a Alba de Tormes, residencia de su hermana Juana.
2. El flujo de cartas se intensifica a medida que avanza su obra de fundadora. Aún cuando el abanico de misivas que actualmente poseemos no permita diagramar la curva estadística de las innumerables que ella escribió, podemos esbozar un balance aproximativo del último septenio (1576/82):
en 1576, 71 cartas
en 1577, 53 cartas
en 1578, 58 cartas
en el bienio15 79-80, 64 cartas
en 1581, 64 cartas
en 1582 (enero-septiembre), 40 cartas.
3. Son más de 110 los destinatarios del actual carteo teresiano, individuos o comunidades. Sobre todo, muy variados: desde el rey hasta unas aspirantes innominadas o los sobrinos Lorenzo y Teresita. En arco de tantas dovelas, es normal que varíen los niveles de intimidad o de simple relación humana, que no sólo gradúan el diverso tono del texto, sino la policromía anímica de Teresa en la escala de sus relaciones sociales.
4. Podemos distinguir los diversos niveles de comunicación en otros tantos grupos de cartas:
Un grupo primero de cartas a sus familiares, con una decena de destinatarios, entre los que destacan las 17 cartas a su hermano Lorenzo de Cepeda, con el que comienza tratando de dineros, asuntos y quiebros familiares (n. 2), y termina entablando una intensa comunicación espiritual sobre temas de oración y de incondicional servicio fraterno.
El grupo segundo se sitúa ya en el extremo opuesto: cartas a personajes de la alta sociedad, civiles y religiosos, interesantes por ofrecernos una serie de instantáneas de Teresa al habla con el rey don Felipe (4 cartas) o con su propio Obispo don Álvaro (6 cartas) o con un prelado de la corte portuguesa (otras 6 cartas) oel Gran Inquisidor Quiroga (2) y su secretario, incluso una carta deliciosa al P. Granada (n. 82).
Cambio de registro en el grupo tercero: cartas íntimas a Gracián (no menos de 114!) y a otros carmelitas descalzos (Ambrosio Mariano, Doria, Roca). Gracián es 'su Pablo, o su sancta sanctorum'. Por su tamiz pasan, uno a uno, los centenares de asuntos, problemas, escrúpulos, proyectos de Teresa en el último septenio de su vida (1575/82), incluso el arco de su maduración afectiva. Gracián es el número uno del epistolario. Él es también el gran arsenal de recordatorios teresianos. Alguna vez lo compara con fray Juan de la Cruz: 'si con tan buena vida tiene [V. P.] ese cerro, ¿qué hubiera hecho con la que ha tenido fray Juan de la Cruz?' (n. 265,3).
El grupo cuarto lo integran las numerosas cartas dirigidas a las carmelitas descalzas, todo un mundo aparte. Ya en el grupo primero y segundo había misivas de tonalidad y entrañas femeninas, de mujer a mujeres. Pero ahora se vuelve polícromo e intenso, materno a veces, otras veces llano y plácido. Son misivas a los Carmelos de Sevilla, Valladolid, Malagón, Avila, Toledo... Pero sobre todo, hay un historial de intimidad con la priora de Sevilla, a la que refiere incidencias de otros Carmelos, achaques físicos, problemas de fundadora, incidencias de Gracián. La consuela en la situación tristísima de su comunidad hispalense, y finalmente le confía la guarda del autógrafo de las Moradas, sin omitir reprimendas fuertes en los momentos de disenso. Si bien la más fuerte de todas, 'la carta terrible', la dirige a otra de sus prioras, Ana de Jesús, fundadora del Carmelo de Granada bajo la dirección de fray Juan de la Cruz (n. 451).
El grupo quinto está integrado por las cartas a sus letrados: teólogos, sacerdotes o religiosos. No menos de 24 diversos destinatarios. Entre ellos, el carteo con su teólogo preferido, Báñez. Pero entre ellos figura igualmente el jurista romano Diego de Montoya: 'nos ha dado la vida!', asegura de él cuando la ha sacado de ciertos atolladeros legales (n. 295,5).
Y, por fin, el grupo de colaboradores amigos, empleados regios, toda una gavilla de damas de la alta nobleza: Luisa de la Cerda, María de Mendoza, Maridíaz, Inés Nieto hasta JuanaDantisco la madre de Gracián, o la admirable burgalesa-vizcaína Catalina de Tolosa.
5. Algunos especímenes para el sondeo.. Si bien el epistolario teresiano es como una gran ciudad, y para conocerla habría que recorrer todas sus calles, podemos sugerir su buceo a base de un muestrario, extremoso y selecto. Proponemos media docena de modelos:
a) la primerísima carta a Lorenzo (n. 2), por su densidad temática y familiar.
b) las cuatro cartas al rey, representativas de aquel ambiente teocrático (nn. 52, 56, 208, 218);
c) el carteo con su Padre General, Juan Bautista Rubeo (nn. 83, 102, 271).
d) las cartas a la comunidad de Sevilla, semidestruida por los opositores (nn. 283, 284, 294).
e) el conflicto con los amigos de la Compañía de Jesús (nn. 228, 229, 342, 475);
f) una carta equivocada, la famosa 'carta terrible' a Ana de Jesús (n. 451).
6. Ediciones. Se retrasó casi un siglo la edición primera del epistolario teresiano. Se la confió al venerable Juan de Palafox, que la publicó en dos tomos (Zaragoza 1658), con 41 cartas (no todas auténticas) el primero, y 24 el segundo, tituladas 'Cartas de la seráfica y mística doctora santa Teresa de Jesús'. Glosada cada una de ellas con amplio comentario espiritual. La edición completa (?) del carteo teresiano llegó a mediados del siglo XIX por obra de don Vicente de la Fuente, que publicó 403 cartas de la Santa en el tomo segundo de sus obras: Madrid, BAE, 1862. Ya en el siglo XX hizo su edición crítica el P. Silverio de santa Teresa en los volúmenes 7-9 de la BMC (Burgos 1922-1924), que contenían 440 cartas con abundante documentación. Sigue a los pocos años (1959) la preciosa edición de los PP. Efrén y Otger Steggink, que reúnen 457 unidades epistolares. En las ediciones recientes (Tomás Álvarez, Burgos, Monte Carmelo, 1979-1997) se han ido incorporando los últimos hallazgos de autógrafos teresianos y se colacionan ya 486 cartas de la Santa.