1. Carecemos de datos sobre la iniciación litúrgica de Teresa en sus primeros años. En la diócesis de Ávila era preceptiva para las niñas la comunión a los doce años (para los niños a los 14). Las celebraciones en las parroquias de la ciudad eran excelentes, sobre todo las de la catedral, que disponía de un cabildo numeroso y un coro de excepción, con músicos de gran calidad, como T. L. de Vitoria y S. de Vivanco. Para dicho coro estaban en vigor normas precisas. La diócesis tenía breviario propio, el llamado Breviario abulense. Era solemnísima y popular la procesión del Corpus, muy popular también la Semana Santa y otras rogativas que asumían las grandes calamidades socialeso las urgencias ciudadanas. Hacían de intermedio entre la liturgia eclesial y la religiosidad popular.
2. Pero la verdadera iniciación litúrgica de Teresa tuvo lugar en la Encarnación, donde se incorporó a una comunidad contemplativa que daba suma importancia a la oración litúrgica y disponía de un buen coro juvenil para solemnizarla. (Es de principio del XVII el célebre caso de las hermanas Eugenia Clara y Clara Eugenia, artistas en el manejo del arpa, del órgano y del bajón.) El rezo litúrgico 'era la ocupación principal, y en torno a ella giraban los demás quehaceres ordinarios'. Se cuidaba igualmente de los sacramentos número de comuniones y frecuencia de confesiones, así como de las celebraciones comunitarias de la Eucaristía: para la comunidad se celebraba la Misa Mayor, aparte las misas de fundación.
3. Teresa, sin embargo, progresará en el espíritu litúrgico sobre todo al adentrarse en la experiencia mística. Será ésta la verdadera mistagoga que la haga ahondar en el misterio de la oración eclesial, tanto en la liturgia de las horas como, sobre todo, en el gran misterio de la celebración eucarística. El rezo del Oficio divino y la Eucaristía diaria serán los dos puntales de toda su vida espiritual. Veamos uno y otro:
4. La Liturgia de las Horas. Teresa aprende a rezar el Oficio Divino en la Encarnación a sus 20/21 años, en una comunidad orante muy numerosa, bajo la dirección de la Maestra de Novicias. La Constitución imponía esmero especial: 'con mucha diligencia trabajen las novicias dentro del año de noviciado de estudiar y ser enseñadas en la cantoría del salmear y divino oficio, y sean enseñadas de las rúbricas del ordinario y instituciones que más convenga' (BMC 9,494). Las rúbricas del breviario constituían un auténtico crucigrama por estar en latín, tupido de abreviaturas. Necesariamente la Maestra tenía que recurrir a la ayuda asidua del capellán o de otro carmelita competente. Las horas que se rezaban en el coro se distinguían en nocturnas y diurnas (en la enfermería se rezaban sólo las diurnas, para las que se usaba un diurnal especial): nocturnas eran maitines y laudes, que se rezaban antes del amanecer; diurnas, prima, tercia, sexta, nona, vísperas y, para despedir el día y comenzar el gran silencio, completas, que terminaban con el canto de la Salve Regina. De guía absoluta paratodo ello hacía el breviario carmelitano. Nos interesa conocerlo de cerca. Teresa, como las restantes carmelitas, disponía de un breviario personal del rito jerosolimitano: 'Breviarium carmelitanum secundum usum Ecclesiae Hierosolymitanae et Dominici Sepulchri', que más adelante precisaba: 'extractum de approbato usu dominici sepulchri ecclesiae Hierosolymitanae, in cuius finibus dictorum fratrum religio sumpsit exordium'. Se conserva todavía en el Carmelo de Medina el ejemplar usado por la Santa a partir de 1568/69. Había sido editado 'sub R. P. Jo. Baptista Rubeo, ipsius ordinis generali, solerti cura editum et emendatum' (Venecia 1568). Todo él en latín, texto y rúbricas, con una introducción que reproducía las páginas de san Agustín 'de laude et utilitate psalmorum', y tras el salterio cotidiano y el santoral, concluía con oficios especiales: de la Virgen (Asunción y Concepción), de la Corona de Espinas, etc y numerosas bendiciones de uso cotidiano. El núcleo central lo constituían los textos bíblicos: salmos y lecturas selectas de casi todos los libros sagrados, minuciosamente distribuidas en los diversos oficios y tiempos litúrgicos. Más un extenso santoral, muy del gusto de Teresa, frecuentemente ilustrado con la correspondiente xilografía que ocupa toda la página. Este breviario no sólo fue vector de las oraciones de Teresa, sino que se convirtió en su libro de compañía: en el rezo coral de San José, en las celebraciones dentro del carromato de fundadora, o en una parada del camino para rezar sin agobio, en una floresta de Andalucía acompañada de trinos y flores, en cualquier ermita campestre, o en el tugurio de la venta donde pernoctan las fundadoras y se reúnen para rezar. Tantas veces reza ella a solas o con una compañera los maitines a media noche tras bregar largas horas con la pluma y el carteo. Teresa hace esfuerzos especiales por penetrar el sentido de los salmos. Frecuentemente pide al amigo letrado le explique determinados textos que le interesan. Pero, sobre todo, fue ese humilde breviario el incorporado a su experiencia mística de la liturgia. Son numerosas las gracias profundas recibidas (y anotadas) por ella mientras reza una hora, o recita en prima el Quicumque trinitario, o una oración muy devota por los difuntos cual las había al final del breviario, o mientras canta inusualmente la calenda de Navidad. Nada ni nadie la ha acompañado como su breviario.
5. Su liturgia eucarística. Es incomparablemente más intensa que la precedente. También poseemos ejemplares del misal carmelitano usado en sus Carmelos. Era, con toda probabilidad, el editado por el predecesor de Rubeo, el P. General N. Audet (Lión 1559). No parece que Teresa tuviese una especial formación eucarística comparable a la del rezo de las horas. Fue la experiencia mística su gran puerta de ingreso en el mistero de la liturgia eucarística.
6. Es significativa la pequeña historia de sus comuniones: las Constituciones de la Encarnación (las 'constituciones antiguas') prescribían estrictamente un número limitado de comuniones. De suerte que en el breve período de tibieza espiritual de Teresa joven, también la frecuencia eucarística viene a menos, y cuando se recupera empieza a comulgar 'de quince a quince días' (Vida 7,17). En las Constituciones de San José la Santa duplica el número prescrito. Pero en su vida personal, ella practica ya invariablemente la comunión diaria. Y, con fino sentido fraterno, procura que, a ser posible, comulgue a su lado al menos una de sus monjas. Habitualmente quería que la comunidad participara activamente en la celebración de la misa. Ella misma solía servirse de un misalico para seguir el rito. Concedía importancia especialísima a todo lo referente a la celebración: el altar, los corporales, las flores, la limpieza del local, hasta extremarse en la limpieza de la ermitilla ocasional en que se detiene la caravana de fundadoras para la celebración. Con el ingreso en la experiencia mística, la eucaristía pasa a ser el soporte de toda su vida. Las gracias más intensas las recibe con ocasión de la comunión. En uno de esos momentos, recibe el carisma de fundadora. Son numerosas las gracias místicas documentadas por ella como acaecidas en la misa o después de comulgar. Es singularísima la gracia eucarística de un Domingo de Ramos, o la del matrimonio místico al recibir la comunión de mano de fray Juan de la Cruz, o las que recibe en momentos decisivos de sus fundaciones.
7. Pero en sus escritos, el texto que mejor documenta la hondura de su piedad eucarística es la improvisada anáfora con que termina en el Camino su glosa al 'panem nostrum' : Teresa ora en nombre de todas las contemplativas de la casa, presenta al Padre Eterno el Pan sacrifical de Jesús, y lo ofrece por toda laIglesia como único sacrificio o única ofrenda válida para poner límite a los males que en ese momento afligen a la humanidad. (cf Ficha 74).
- Aprendizaje en el hogar: Primeras letras y primeras lecturas
- Lecturas de adolescencia
- Amiga de buenos libros
- Iniciación en los espirituales españoles
- Al habla con teólogos y espirituales
- Formación cristológica
- La formación bíblica de Teresa
- Formación litúrgica
- Formación humanística
- La experiencia, sabiduría de vida