1. Fueron dos los Carmelos fundados por la Santa en tierras andaluzas; el 1º en Beas (Jaén), y el 2º en Sevilla. Desde Andalucía organizó ella misma la fundación del Carmelo de Caravaca (Murcia: cf Ap 13), primer Carmelo que erige sin estar presente. Y todavía al final de su vida, mientras prepara el viaje a Burgos, confía a fray Juan de la Cruz y a la Madre Ana de Jesús la fundación del Carmelo de Granada (20.1.1582).
2. Pero ya antes de su viaje a tierras andaluzas, Teresa ha vivido dos episodios importantes: a/ en su admiración por el Apóstol de Andalucía, el Maestro san Juan de Ávila, somete a su aprobación el Libro de la Vida. Le hace llegar el autógrafo por medio de su amiga doña Luisa de la Cerda. Y recibe de él una magistral carta de aprobación, firmada en 'Montilla, 12 de septiembre de 1568'. b/ Poco antes le ha llegado, también de tierras andaluzas, la invitación a fundar un Carmelo en Segura de la Sierra (Jaén), muy al comienzo de sus viajes fundacionales, cuando aún no ha fundado Duruelo. De ambos episodios, en la historia de la fundadora nos interesa sólo el segundo. Trataremos por tanto de:
la fundación fallida en Segura de la Sierra: 1568
fundación del Carmelo de Beas de Segura: 1575
dolores y gozos en el Carmelo de Sevilla: 1575-1576
3. Intento de fundación en Segura de la Sierra: junio de 1568. Ocurre apenas ha regresado Teresa de la fundación de Malagón. Desde los valles del naciente río Segura en el extremo norte de la provincia de Jaén llega un requerimiento formal de Cristóbal Rodríguez de Moya, caballero y mercader de la villa de Segura de la Sierra, sita en Andalucía, pero que en aquel momento era jurisdicción de la Orden de Santiago, provincia de Castilla. (Teresa no tenía facultades para fundar en Andalucía). Don Cristóbal es padre de tres hijas. Al morir una de ellas en mayo de ese año, se propone fundar un convento de la Madre Teresa en que ingresen las otras dos, que actualmente hacen vida retirada en un improvisado beaterio de la villa. A la Santa le trae esa oferta el franciscano Antonio de Segura, guardián del convento de Cadalso de los Vidrios (Madrid). Pero la fundación deberá estar sometida, extrañamente, a la obediencia de los jesuitas. La Santa acepta entusiasmada. Incluso entrevé la posibilidad de erigir allí una casa de descalzos (aún no ha surgido Duruelo!). Todo, menos la cláusula que dejaba el Carmelo 'sujeto' a los jesuitas (cta 11: del 11.6.1568, con noticias muy confusas, porque esta carta 11 ha sido interpolada por un falsario). Y, en vista de la respuesta de la Santa, don Cristóbal cambia de parecer y opta por fundar un colegio de la Compañía de Jesús.
Ni en las Fundaciones ni el epistolario teresiano vuelve a hacerse mención del fallido intento de fundación. Una cosa ha quedado clara: que la Santa está decidida a fundar sus Carmelos sólo dentro de la Orden, como le ha prescrito el P. General.
4. Fundación del Carmelo de Beas. Beas es también una villa de la provincia de Jaén, a poquísima distancia de Segura. Ambas muy alejadas de Ávila (400 km?) donde reside la Santa. Lo singular del caso es que cinco o seis años después del fracaso de Segura, todavía siga viva la memoria de la Madre Teresa y de sus Carmelos. Lo referirá ella al detalle en el capítulo 22 de las Fundaciones. Es indispensable su lectura para hacerse una idea de la complejidad de la fundación: el enredo en que se halla la Madre Teresa, apremiada por jóvenes de Beas; la actitud del Visitador Pedro Fernández, adverso a nuevas fundaciones; resistencia de los jerarcas de la Orden de Santiago; recurso al rey en persona, etc. Destacamos únicamente tres detalles: a/ estandoen Beas, llega a la Santa la dura noticia del secuestro del Libro de la Vida a manos de la Inquisición; b/ entre todos los actores de la escena fundacional emerge la figura de la fundadora local, Catalina de Jesús, cuya autobiografía es tan singular que llega a ser transcrita por san Juan de la Cruz; c/ y ahí, en Beas, hace acto de presencia ante la Santa el P. Jerónimo Gracián: primer encuentro de ambos.
5. Pero lo más notable en la fundación del Carmelo de Beas es, sin duda, la presencia de fray Juan de la Cruz ejerciendo de maestro espiritual. Fray Juan llega a Beas apenas ha escapado de la carcelilla de Toledo. Por primera vez entabla la dirección espiritual, estable y sistemática, de un Carmelo teresiano. Viene semanalmente desde el Calvario, y algo más espaciadamente desde Baeza. Pronto supera los recelos de la priora, Ana de Jesús, que pasará a ser una de sus discípulas más aventajadas. Pero él se hace cargo del magisterio espiritual de toda la comunidad. Les escribe avisos y les dirige cartas comunitarias, como las dos preciosas que han llegado hasta nosotros. Es el momento en que la Santa escribe de él: Hombre celestial y divino. No he hallado en toda Castilla otro como él, que tanto fervore en el camino del cielo (cta 277,1). En Beas, fray Juan de la Cruz fue el primero en realizar el ideal de la Santa en cuanto a hermanar las dos familias de descalzas y descalzos.
6. El Carmelo de Sevilla. A la fundación del Carmelo hispalense le dedica la Santa cuatro extensos capítulos: 23-26 de las Fundaciones, buen índice de su predilección por ese Carmelo andaluz. Además incluye en el relato la semblanza de Jerónimo Gracián y el reencuentro con sus propios hermanos y familia regresados de América. Para todo ello remitimos a las deliciosas páginas de su libro. Aquí recordaremos sólo las dos experiencias más fuertes vividas por la Fundadora en Sevilla.
a) Ahí tuvo que someterse a un careo frontal con la Inquisición, que llamó a las puertas de su Carmelo. Aparte las molestias acarreadas a la comunidad por el atuendo de los visitantes, ella salió boyante del careo. Más bien achantó a los inoportunos visitantes. Y con esa ocasión nos dejó dos joyas de su pluma, las Relaciones 4ª y 5ª.
b) Mucho más penoso fue el otro episodio: el oscurecimiento de sus relaciones con el admirado P. General, Rubeo. Estando ella en Sevilla, celebró éste en Piacenza el capítulo general, del que llegó a la Santa la orden categórica de recluirse en un Carmelo y no fundar más. Desafortunadamente se lo notificó de malas formas uno de los capitulares, el Provincial de Castilla, Angel de Salazar: ha dicho que vine [a Sevilla] apóstata y que estaba descomulgada (cta 102,15). Desde Beas y Sevilla escribe ella al P. General media docena de cartas. Sin obtener respuesta (cta 271,1), a pesar de sus reiteradas declaraciones de amor filial y de total sumisión. Pero obedece. Regresa a Castilla decidida a recluirse en el Carmelo de Toledo o en el de Ávila. Desde esta última le envía todavía un extenso memorial (octubre de 1576), que ya no llegará a manos de Rubeo, fallecido poco antes. Al recibir la noticia, escribe ella a Gracián: Ternísima estoy, y el primer día llorar que llorarás, sin poder hacer otra cosa cta 272,1). Fue, sin duda, uno de los grandes dolores de su vida, no restablecer las buenas relaciones con el Padre General: fue el mayor trabajo que yo he pasado en estas fundaciones (Fund 28,2).
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