1. En la segunda parte del Camino -21 capítulos- Teresa propone su pedagogía de la oración. Para ello se concentra en la oración que nos enseñó Jesús, el Padrenuestro. No escribirá ni un tratado de oración ni una glosa sistemática a las palabras del Padrenuestro. Va por libre. Irá entrelazando sus convicciones y su ideario con intervalos de oración espontánea, dirigida a Dios, pero vivida ante las lectoras sin disfraz alguno. Tratando de empatizar con ellas. Para Teresa resulta imposible hablar de oración sin hacerla. Glosará una a una las peticiones del Padrenuestro educando a las lectoras a sintonizar con los sentimientos que embargaban el alma de Jesús cuando las pronunció: desde su manera de decir la primera palabra, Padre, hasta el perdónanos como perdonamos, incluyéndonos siempre en ese plural orante en que Él (y ella) entremezclan sus sentimientos con los nuestros.
2. Observaciones previas. La lección de oración arranca del capítulo 22 del libro. Lo titula: En que declara qué es oración mental. Antes de rezar el Padrenuesto, Teresa escribe varios capítulos preambulares. Ella conoce libros sobre la oración dominical. Pero prescinde de ellos. Son recientes los incluidos en el Indice de libros prohibidos, entre ellos las famosas obras, ya en romance, de Erasmo y de Savonarola, ambos con el título de 'Exposición del Pater noster' (Cathalogus, 1559, pp. 40-41). Para ella, el Padrenuestro es punto de referencia en doble sentido: como oración y como magisterio de aprendizaje. Es la oración del Maestro, que no sólo oró esa oración en el momento en que se lo requirieron los apóstoles, sino que sigue orándola con nosotros siempre que la rezamos orando. Para afirmarlo, ella se funda en su idea básica de que la oración es relación bipolar (trato de amistad) entre Dios (o Jesús) y nosotros. Sin realizar esa relación no hay oración. No hay oración, dice ella, de solas palabras. Expondremos en el n. 3 el contenido de esos capítulos preambulares. Damos aquí el esquema de los 21 capítulos finales:
Comentario a la oración del Padrenuestro (cc. 22-42)
Capítulo Texto del Padrenuestro* Tema del comentario
22-25 qué es oración vocal-mental-contemplación preámbulo al Padrenuestro
26-29 Padre nuestro que estás en los cielos (cap. 27) oración de recogimiento
30-31 sanctificetur nomen tuum/ adveniat regnum tuum oración de quietud
32 fiat voluntas tua sicut in coelo et in terra contemplación perfecta
33-35 panem nostrum quotidianum da nobis hodie oración eucarística
36 dimitte nobis debita nostra
37 Excelencia de esta oración del Padrenuestro 'andar en amor y temor de Dios
38-41 Et ne nos inducas in tentationem
42 Sed libera nos a malo. Amen
* En los títulos de los capítulos, la Santa transcribe en latín las invocaciones del Padrenuestro. En latín lo rezaba ella en la liturgia de la Misa y de las Horas. A las carmelitas que no pudieran rezar el Oficio de las Horas, la Regla del Carmelo les imponía el rezo del Padrenuestro un alto número de veces.- En el texto de los capítulos transcribe las invocaciones como ella las rezaba en castellano.
3. Consignas previas, cc. 22-25. Antes de comenzar el rezo y la glosa del Padrenuestro, la autora se concede una pausa para inculcar a las lectoras sus propias convicciones. La primera es su idea de la oración como pura relación de amistad 'Dios-hombre' y 'hombre-Dios'. Pero dentro de esa relación, al orante deben interesarle más las personas que los posibles contenidos relacionales: según ella, al orante le interesa ante todo caer en la cuenta del 'quién con Quién'. Y eso, tanto en la oración vocal, como en la mental, o en la contemplación pura. Se plantea envivo el problema de la oración de solas palabras. (Alude quizásal riesgo del rezo coral en latín, sin entenderlo.) El rezo de solas palabras es palabrería. Pero a la vez el rezo bien rezado puede desarrollarse normalmente en contemplación perfecta (mística). Sólo que en ésta, la palabra la tiene el Otro, que se convierte en fuente de agua viva de nuestra actividad interior. En todo caso, 'no penséis que Él está callado'. Aunque no le oímos, bien habla al corazón cuando le pedimos de corazón (24,5).
4. Primera invocación del Padrenuestro, cc.26-29. La palabra Padre en boca de Jesús tiene eco profundo en el alma de Teresa. La pone en recogimiento: Oh Señor mío, cómo parecéis Padre de tal Hijo, y cómo parece vuentro Hijo hijo de tal Padre! ¡Bendito seáis por siempre jamás! ¿No fuera al fin de la oración esta merced, Señor, tan grande? E inmediatamente inicia a las lectoras en esa forma de orar: el recogimiento, según ella, consta de dos componentes. Psicológica, la primera: entrar en la propia interioridad, apagar lo más posible el asedio desordenado de los sentidos. Acallarlos. La componente segunda es cristológica: centrar la atención en Cristo y hacer convergir en él toda nuestra atención. La oración de recogimiento es algo íntimo y profundo. (Teresa repetirá muchas veces el dato agustiniano: en lo íntimo del alma, en lo muy hondo e íntimo, en lo más íntimo del alma). Cuanto más personal e íntima sea esa mutua relación, tanto más desbordante será hacia los demás. Incluso la contemplación perfecta -la mística- es impelente, nunca es inactiva, según ella.
5. Los capítulos 30-31 tratan del ingreso en esa oración mística. La denomina ella oración de quietud. En la relación con Él se serena el bullicio de la voluntad: surge otra forma de amor, que ayuda a acallar a la loca de la casa. Será el pasaje cercenado por los censores en las primeras ediciones del libro. Se titulaba ese capítulo 31: Declara qué es oración de quietud. Pone algunos avisos para los que la tienen.
6. Sigue el capítulo 32: Que trata de estas palabras Fiat voluntas tua sicut in celo et in terra, y lo mucho que hace quien dice estas palabras con toda determinación. Y cuán bien se lo paga el Señor. Indica la llegada a la fuente de agua viva: esto es contemplación perfecta, lo que me dijisteis os escribiese (n. 9). Es el punto de empalme de la presente lección del Camino con la que ella ha impartido en el otro libro que anda medio-secreto, el de laVida. Teresa, a pesar de las resistencias del teólogo asesor, P. Báñez, no sólo se remite a ese libro, sino que invita a las lectoras a procurarlo , pero sólo a las que hayan llegado a la fuente de agua viva, y sólo después de muerta ella (25,4).
7. Sigue la petición del pan de cada día cc. 33-35, que Teresa traslada al Pan Eucarístico, para impartir a las lectoras una lección de oración litúrgica. Ella no sólo ora y enseña a orar en el acto de la comunión o ante la Real Presencia, sino que se siente investida de unción sacerdotal y prorrumpe en una ardiente 'prez eucarística'. Termina con la petición de perdón, y reserva uno de los capítulos finales para proclamar las excelencias de esta oración del Paternóster (c. 37).