1. Es el argumento tratado en la postrera morada, término del proceso y objetivo del libro desde su primera proyectación: referir las últimas vivencias de Teresa, no narradas en el Libro de la Vida por haberle acontecido en ese último quinquenio. Eran precisamente las que daban sentido a su situación presente y las que explicaban la razón de todas las experiencias anteriores. Por eso en las moradas séptimas afrontará el tema desde un enfoque netamente autobiográfico: no desde unas premisas teóricas, sino la santidad tal como se ha realizado en ella; desde la propia mirilla extenderá el oteo al misterio de la santidad cristiana en sí misma.
2. El tema de la santidad. Teresa no utiliza ese vocablo abstracto a lo largo de la exposición (moradas séptimas). Ella toma de mira, ante todo, 'la santidad modélica', es decir, la encarnada en los tipos bíblicos o en los santos modelos: san Pablo y la Magdalena, o la simbólica esposa de los Cantares son los más recurrentes, como arquetipos del sumo amor a Cristo. Aparecerán también en estas moradas, san Elías el del hambre de la gloria de Dios, San Pedro en Roma, santos más cercanos como san Francisco y santo Domingo, o el P. Ignacio el que fundó la Compañía (moradas quintas). Ya ha quedado lejos la galería de héroes del Flos Sanctorum, como si hubieran sido superadospor la nueva visión teresiana de la santidad. Emerge sobre todos Cristo, como dechado absoluto: repite la consigna inicial. Los ojos en el Crucificado! (7,4,8).
3. La exposición. Rara vez ha sido tan sistemática y ordenada. Analiza el tema y lo expone en cuatro capítulos perfectamente organizados, a base de las cuatro componentes fundamentales de la santidad cristiana. A saber:
cap. 1º: la santidad es ante todo un hecho trinitario en el cristiano
cap. 2º: a partir de un hecho cristológico: el matrimonio espiritual
cap. 3º: realiza la plenitud humana del hombre nuevo
cap. 4º: es un hecho eclesial que sitúa al cristiano en pleno servicio.
De suerte que se van sobreponiendo, una a una, las cuatro componentes del misterio: la trinitaria, con la inhabitación; la cristológica, con la plena configuración a Cristo; la antropológica, con la plenitud humana a base de la dotación sobrenatural; y la eclesial, con el total servicio de la Iglesia. Teresa desarrolla esos cuatro aspectos de la santidad, evocando cómo han sucedido en su experiencia personal. A saber:
4. Los cuatro temas:
Capítulo 1º: cómo experimenta ella a la Trinidad en su alma: aquí es de otra manera: quiere ya nuestro buen Dios quitarle las escamas de los ojos, y que vea y entienda ; metida en aquella morada se le muestra la Santísima Trinidad, todas tres Personas, con una inflamación que primero viene a su espíritu a manera de una nube de grandísima claridad (n. 6). Aquí se le comunican todas tres Personas, y la hablan, y la dan a entender aquellas palabras que dice el Evangelio que dijo en Señor: que vendría Él, y el Padre, y el Espíritu Santo a morar en el alma que le ama (ib). ¡Oh, valgame Dios!, ¡cuán diferente cosa es oír estas palabras y creerlas, a entender por esta manera cuán verdaderas son! (n.7) Pareceros ha que [el alma] no andará en sí, sino tan embebida que no puedaentender en nada. Mucho más que antes en todo lo que es servicio de Dios (n. 8).
Capítulo 2º: El hecho cristológico. A otras personas será por otra forma, a ésta de quien hablamos se le representó el Señor, acabando de comulgar. Con forma de gran resplandor y hermosura y majestad , y le dijo que ya era tiempo de que sus cosas [de Él] las tomase ella por suyas [de ella], y El tendría cuidado de las de ella (n. 1). Es el hecho del matrimonio espiritual, referido en la Relación 35, al recibir la comunión de manos de fray Juan de la Cruz, que origina una fortísima tensión de esperanza teologal: anhelo de la parusía final.
Capítulo 3º: Trata los grandes efectos que causa esta oración dicha. A la precedente palabra de Cristo, ella responde como san Pablo ¿qué queréis, Señor, que haga?, como en el poema ¿qué mandáis hacer de mí? Y enumera los cuatro rasgos que caracterizan al hombre nuevo: a/ un olvido de sí, que verdaderamente parece ya no es (n. 1); b/ un deseo de padecer grande, mas no de manera que la inquiete como solía, porque es en tanto extremo el deseo de que se haga la voluntad de Dios en ellas ; c/ Tienen también estas almas un gran gozo interior cuando son perseguidas , sin ninguna enemistad con los que les hacen mal; d/ cede la fortísima tensión escatológica (anhelo de la parusía), y, como san Pablo, prefiere la diaconía (n. 6: es lo que más espanta [asombra] de todo).
Capítulo 4º: De nuevo comparecen las figuras modélicas. Ante todo, Cristo Crucificado; su gloriosa Madre y los apóstoles; san Pablo, con tan grandísimos trabajos; san Pedro , la Magdalena, 'nuestro padre Elías' (nn. 4-5.11). Ha llegado la hora del trabajo sacrificado e incondicional por la Iglesia:
Para qué pensáis que son aquellas inspiraciones y aquellos recaudos que envía el alma del centro interior a la gente de arriba del castillo , para que se echen a dormir?. ¡No, no, no!... la compañía que tiene le da fuerzas mayores que nunca (n.10). ¿Sabéis qué es ser espirituales de veras? Hacerse esclavos de Dios, a quienes, señalados con su hierro que es el de la cruz, porque ya ellos le han dado su libertad, los pueda vender por esclavos de todo el mundo, como Él lo fue, queno les hace ningún agravio ni pequeña merced (n. 8). Y de nuevo: poned los ojos en el Crucificado y todo se os hará fácil (ib).
5. ¿Hay un seguro de vida en las moradas séptimas? Teresa es hija de la Iglesia tridentina. Vive intensamente el problema de 'la certeza o la incertidumbre del estado de gracia'. Consigna su angustia en una de sus Relaciones: Sobre el temor de pensar si no está en gracia (Rel 28). Ya lo había constatado igualmente en Vida 38,9. Personalmente ha escuchado palabras absolutamente confortantes: No hayas miedo que nadie sea parte para apartarte de mí (Rel 35), recordadas aquí en las moradas séptimas (2,1). Con todo, persiste en ella el realismo con que terminaba el Camino: vivir con amor y temor. A la altura de las moradas séptimas se plantea de nuevo el tema y lo resuelve así:
Parece que quiero decir que, llegando el alma a hacerle esta merced [matrimonio espiritual] está segura de su salvación y de tornar a caer. No digo tal, y en cuantas partes tratare de esta manera, que parece está el alma en seguridad, se entienda mientras la Divina Majestad la tuviere así de su mano, y ella no le ofendiere. Al menos sé cierto que, aunque se ve en este estado y le ha durado años, que no se tiene por segura, sino que anda con mucho más temor que antes en guardarse de cualquier pequeña ofensa de Dios (M 7,2,9).