1. Entre los escritos teresianos, Vida y Fundaciones forman un díptico en contraste: paisaje del alma, en el primero; caminos y paisaje de andariega, en el segundo. Este último lo escribe Teresa en el último decenio de su vida, entre los 57 y los 67 añosde edad: 1573-1582. Lo redacta a medida que va fundando. Frecuentemente lo lleva consigo en el carromato. Con pausas de redacción: en Salamanca, Ávila, Toledo, Palencia, Soria y Burgos. Por el libro desfila un largo centenar de personajes, aventuras variopintas, paisajes castellanos y andaluces, clases sociales y jerarquías religiosas, arrieros y obispos. Trances místicos y problemas financieros.
2. El autógrafo. Es el primero que llega a manos de fray Luis. Muerto él, pasa directamente de su depositario Doctor Sobrino (Valladolid) a la Real Biblioteca del Escorial (1592), donde se le asigna la signatura 'Nº 158 B. Escorial'. Guardado actualmente en la sección de Reservados. Y como la Santa lo dejó sin título, se lo dio en fecha tardía uno de los bibliotecarios: 'Libro original de las Fundaciones de su Reformación / que hizo en España la gloriosa Virgen Santa / Teresa de Jesús, escrito de su mano ' Es un cuaderno de 303 x 210 mm. Con un total de 135 folios, numerados de mano ajena: 1-133, a los que se han añadido varios folios en blanco al principio y al final del manuscrito. Códice de confección artesanal casera, que agrupa dos series de cuadernillos bien diversificados. La primera serie (folios 1-100) está integrada por quinternos registrados por la Santa en el margen inferior y capítulos correctamente numerados, del I al XXVII. La serie segunda consta de cuadernillos sin registro en el margen inferior y capítulos no numerados, sino simplemente adosados a la serie precedente: folios 101-131. Entre una y otra serie incluyó la Santa un medio folio suelto, con los Cuatro Avisos a estos padres descalzos, cuartilla que originariamente no formó parte del libro y que actualmente está pegada al folio 100v. Grafológicamente, el manuscrito es un esplendor. Refleja los cambiantes estados de ánimo de los últimos diez años de la autora. Por las páginas de la primera serie ha pasado una mano ajena, atropellando el texto autógrafo, emborronándolo de tachas y notas marginales e interlineares. Se deben todas ellas a la mano de Jerónimo Gracián, tachadas a su vez por un segundo corrector. En cambio están impolutas las páginas de la segunda serie (capítulos 28-31). Una vez al menos la Santa cede la pluma a una de sus monjas, María Bautista, priora de Valladolid, que escribe íntegro el título del capítulo 12 (f. 38v), con la semblanza ('vida y muerte') de la Hermana Beatriz de la Encarnación.
3. Redacción del libro. Según la autora, escribe el Libro de las Fundaciones por orden de su confesor, el jesuita Jerónimo de Ripalda: habiendo visto [Ripalda] este libro de la primera fundación (Vida c. 32..), le pareció sería servicio de nuestro Señor que escribiese de otros siete monasterios que después acá se han fundado (Prólogo de Fund n. 2). Pero en realidad ya antes Teresa había sido solicitada por la voz interior para que historiase las fundaciones de sus Carmelos: Díjome [el Señor] que escribiese la fundación de estas casas (Rel 9: hacia 1570). De hecho comienza la redacción de la obra en agosto de 1573 y la va escribiendo por etapas. En cuatro jornadas, a saber:
Primera jornada, 1573. Teresa es priora de la Encarnación, pero está en Salamanca, tramitando malamente con Pedro de la Banda la adquisición de la nueva casa. Situación penosa, porque aún no ha podido instalar el Santísimo en la vieja casona de los estudiantes. Escribe ahí los capítulos 1-9: fundaciones de Medina y Malagón, más varios capítulos doctrinales. En total 29 folios.
Segunda jornada, 1574. Finales de año. Teresa alterna residencia entre Ávila y Valladolid. Colean en su ánimo tres episodios recientes: entrada fulgurante de Casilda de Padilla en el Carmelo de Valladolid; salida de la Princesa de Éboli del Carmelo de Pastrana; cese del priorato de Teresa en la Encarnación de Ávila. Comienza el relato por la fundación de Valladolid, pero antes tiene que eliminar tres folios precedentemente escritos. No sabemos por qué. Rápidamente llena 66 páginas, hasta el folio 65 del cuaderno. Fundaciones de Valladolid, Toledo, Pastrana y Salamanca, más el comienzo de Duruelo por fray Juan de la Cruz.
Tercera jornada, 1576. El viaje a Andalucía ha impuesto a su pluma un largo paréntesis. De regreso a Toledo, entre agosto y noviembre de 1576 Teresa escribe las fundaciones de Alba, Segovia, Beas, Sevilla y Caravaca. Son los capítulos 20-27, que ocupan 34 folios (desde el 55v hasta el 99). Pero los escribe mientras atraviesa la situación más crítica de su vida. No sólo da por concluidas las fundaciones de nuevos Carmelos. También da por terminado el libro. Por eso cierra el capítulo 27 con dos epílogos emocionados.
Cuarta jornada, 1580/82. Han mediado cuatro años de interrupción (1576-80). En el cuaderno hay dos folios en blanco: 99-100. Ahí aloja en 1579 los Cuatro avisos a estos padres. Siguen las cuatro fundaciones finales, folios 101-131. Las historía a medida que las va erigiendo: en 1580, Villanueva y Palencia (capítulos 28-29). En 1581, Soria (capítulo 30). Y en 1582, Burgos (capítulo 31). Concluye el relato burgalés en julio. El 26 de ese mes emprende el último viaje. En una pausa del camino redacta el apéndice, folios 132-133. Sin epílogo alguno, como sí había hecho al finalizar la primera serie (capítulo 27).
4. Edición de la obra. El primer editor de las Obras de la Santa, fray Luis de León, no creyó oportuno incluir las Fundacones en la edición salmantina de 1588. Preparaba su publicación en volumen aparte, cuando en 1591 lo sorprendió la muerte. La primera edición del libro se haría muchos años más tarde en Flandes, por iniciativa de la madre Ana de Jesús y por obra del P. Gracián. El libro vio la luz 'en Bruselas, en casa de Roger Velpio año de 1610', con el título 'Libro de las Fundaciones de las Hermanas Descalças Carmelitas, que escrivió la Madre Fundadora Teresa de Jesús'. Al texto teresiano Gracián le añadió un par de documentos pontificios y, tras la fundación de Burgos, agregó la historia de la fundación del Carmelo de Granada, escrita por la Madre Ana. En su destierro lejos de España, Gracián no tuvo acceso al autógrafo teresiano. Se sirvió de una copia hecha en el Carmelo de Valladolid, en la que se había suprimido por razones obvias todo el relato de Casilda de Padilla (capítulos 11-12) y se habían incorporado al texto las tachas y enmiendas introducidas por Gracián en el autógrafo. A causa de ello, y sobre todo por reproducir el flamante elogio que de este último hace la autora en el capítulo 23, la edición bruselense tuvo en España acogida dispar: denostada y repudiada por los superiores y frailes carmelitas; pero gozosamente celebrada en los Carmelos de las monjas. La edición de Gracián tendría la suerte de servir el texto de las Fundaciones a las ediciones y traducciones de casi tres siglos.
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