Escrito por la Santa a petición del P. Gracián y destinado a éste. Tiene por tema la Visita Canónica de los Carmelos, que era entonces un acto jurídico de alta responsabilidad, urgido por el Concilio de Trento (ses. 25, 8 y 20). El Visitador revisaba la vida religiosa de la comunidad y la conducta de cada monja. Teresa, sin embargo, escribe en la más estricta intimidad y da sugerencias al Visitador de aquel momento, P. Jerónimo Gracián.
1. Composición del escrito. Es el año 1576. Teresa ha regresado de Andalucía. Se halla confinada en el Carmelo de Toledo. También el P. Gracián ha venido poco antes de Andalucía, donde ha ejercido de Visitador e incluso ha escrito una Forma y manera de proceder que llevaba en la visita (MHCT I, 304-310). El Nuncio Ormaneto le ha conferido autoridad sobre la Madre Teresa y sus monjas. Para ejercer ahora funciones de visitador de los Carmelos pide a la Santa que le dé unos 'avisos' que le permitan hacerlo provechosamente. Y ella, a pesar de su resistencia interior (me ha sido grandísima mortificación y hecho gran repugnancia: n. 1), escribe rápidamente 43 cuartillas y se las entrega.
2. El autógrafo. Se conserva íntegro en la Biblioteca del Escorial, sección de reservados. Es un manuscrito de 22 hojas en formato menor. Dividido el texto en párrafos que van señalando cada serie de sugerencias. La última hoja es una carta a Gracián: Suplico a vuestra paternidad Este anotó los márgenes con pequeñas llamadas de atención, mutiladas a veces por la guillotina. Él mismo entregó el manuscrito a fray Luis de León para la edición de 1588, pero el Maestro agustino optó por no publicarlo. Después de su muerte el manuscrito pasó, con el de las Fundaciones los dos no publicados a manos del Dr. Sobrino (Valladolid), que en 1592 lo entregó a la Biblioteca del Escorial, a petición del P. Doria, sumiso al requerimiento del Rey don Felipe. Ya en la Regia Biblioteca, una mano tardía lo tituló: 'Modo de visitar los Combentos de Religiosas. Escrito por la Santa Madre Theresade Jesús, por mandado de su Superior Provincial fray Jerónimo Gracián de la Madre de Dios'. (Título repetido -y cancelado- en la página final del manuscrito.)
3. El contenido. A nivel de plena confianza, la Santa imparte consignas prácticas, incluso detallistas, a Gracián. Con su acostumbrado realismo, empieza por lo material: Aunque parezca cosa no conveniente comenzar por lo temporal, me ha parecido que para que lo espiritual ande siempre en aumento es importantísimo, aunque en monasterios de pobreza no lo parece (n. 2). Elogia la manera que tiene Gracián en la práctica de las visitas canónicas. Pero de ningún modo quisiera que éstas se conviertan en algo rutinario, ni que la revisión de la vida comunitaria o personal ceda a blandas transacciones: al prelado le conviene grandísimamente haberse de tal manera con las súbditas, que aunque por una parte sea afable y las muestre amor, por otra dé a entender que en las cosas sustanciales ha de ser riguroso y por ninguna manera blandear Le recomienda que no haga actas: sería cosa insufridera si cada perlado o a cada visita hiciese mandatos Y le añade al margen: esto importa mucho. En definitiva, le traza el perfil de un Visitador perfecto.
4. Según Teresa, el día de la Visita marca un paréntesis especial en el 'estilo de hermandad y recreación' de los Carmelos. Como si fuera la hora del punto y aparte para el examen serio y las correcciones oportunas. Abunda en sugerencias prácticas. Las escribe con ánimo de colaboración: sus 'avisos' deben servir para que Gracián escriba por su cuenta un libro en que los incorpore y complete con autoridad de Visitador. De suerte que el resultado sea un tratado de molde: porque ya ahora comenzaré a acabar [el libro de] las Fundaciones, y podráse poner allí, que aprovecharía mucho (n. 54). Ni Gracián ni fray Luis de León secundaron ese proyecto editorial de la autora.
5. Edición del libro. Es el episodio más penoso de cuantos acaecieron a los escritos de la Santa. El autógrafo del Modo de visitar yació olvidado en la Real Biblioteca durante más de treinta años. Y no lo acompañó la fortuna en el paso a las letras de molde. En el entretanto, su destinatario, P. Gracián, había sido extrañado de la Orden, había pasado dos años de durísimo cautiverio en las mazmorras tunecinas (1593-1595) y, de regreso, se habíarefugiado en Flandes, acogido por los carmelitas de la Antigua Observancia. Allí publicó, por su cuenta, el teresiano Libro de las Fundaciones, al que ya no agregó el inaccesible texto del Modo de visitar. Lo suplantó con un capítulo sobre la fundación del Carmelo de Granada, redactado por la Madre Ana de Jesús. Pero esa su edición de las Fundaciones (Bruselas 1610) tuvo mala acogida en los ambientes carmelitanos españoles. Sobre todo, por parte de los superiores y de sus adictos los historiógrafos oficiales. Única razón de fondo, los elogios prodigados en el libro a favor de Gracián mismo, ahora fuera de la Orden.
6. Probablemente fue ése el hecho que indujo a uno de sus mayores adversarios a publicar rápidamente el manuscrito teresiano. Lo editó el General de los carmelitas españoles, P. Alonso de Jesús María, en un tomito de 11 x 7.50 cm. con el título: 'Tratado del modo de visitar los conventos de religiosas descalzas de nuestra Señora del Carmen. Compuesto por la santa Madre Teresa de Jesús, su Fundadora Impresso en Madrid por Alonso Martín año 1613'. Constaba de 43 hojas, precedidas por una larga epístola dedicatoria 'a las religiosas descalzas de nuestra Señora del Carmen. Fray Alonso de Jesús María, su General', en que decía: 'tuve por muy conveniente hacer imprimir este breve tratado de las Visitas, que yo hallé en el Escorial entre los originales que allí tiene el Rey nuestro Señor guardados, de la mano de nuestra Santa Madre, por ser su doctrina enderezada a este fin'.
Pero en el impreso no sólo no se hacía mención alguna de Gracián, aún en vida, sino que se eliminaban del texto teresiano todas las posibles alusiones a él y se suprimían las dos páginas finales en que la autora le hacía las últimas recomendaciones sobre la ulterior elaboración del escrito.
No sabemos si algún ejemplar de la edición llegó a manos de Gracián, que fallecería en Bruselas al año siguiente (21.9.1614), unos meses después de la Beatificación de la autora. El texto original tardó siglos en ver la luz en su integridad. En 1883 fue publicado en facsímil por Herrero Bayona a continuación del facsímil escurialense del Camino (Valladolid, Imprenta de Luis N. de Gaviría).