1. La España que conoció Teresa era de cuño reciente. Unificada territorialmente tras la conquista de Granada (1492) y la posterior adhesión de Navarra (1512), en la que habían intervenido don Alonso, padre de la Santa, y varios otros futuros amigos de ella. La unificación de la península culminaría ya al final de la vida de Teresa con la agregación de Portugal (1579), de breve duración, pero que tuvo especial repercusión en Teresa, tanto por el trágico episodio de la muerte del rey don Sebastián en Marruecos (cta 258,2), como por la subsiguiente guerra de anexión (cta 305). Como nación ibérica, la península había logrado su unidad bajo los Reyes Católicos, Isabel y Fernando. (En sus escritos nunca alude la Santa a la reina Isabel, que para los escritores coetáneos fue singular modelo de mujer).
2. En ese siglo la vida de Teresa se extiende a lo largo de dos grandes reinados: el periodo imperial de Carlos V (1516-1556), de ritmo triunfal y dilatación de horizontes y fronteras a casi medio mundo; y luego el reinado de Felipe II (1556-1598), acosado y nervioso, tenso, vigilante y controlador. Teresa nace y se forma en el período primero y desarolla su actividad y personalidad en el segundo. Pero actúa con la mentalidad que se ha forjado en el período imperial. Conoce al emperador Carlos a su paso fastuoso por Ávila, donde asiste en el Mercado Chico a una gran corrida de toros, justamente cuando ella, de 19 años, está para entrar en el claustro (1534). En cambio, no parece haber conocido a Felipe II. (Es apócrifa la carta en que Teresa misma contaría su encuentro personal con el rey). Pero se cartea con él. Primero con gesto reverencial: a la sacra, católica, cesárea, real majestad del rey nuestro señor (cta 52: del 11.6.1573). Posteriormente le escribirá con llaneza, casi con familiaridad. Le agradece los favores que otorga a su obra de fundadora. En definitiva, al favor regio deberá ella la superación de la hostilidad y crisis gravísima en que se hallaba enredada su obra. El rey, a su vez, apoyó decisivamente la creación del Carmelo teresiano en provincia autónoma en 1581(gestión regia del capítulo de Alcalá). Teresa mantiene igualmente buenas relaciones con la Corte, pero no disimula su desazón por la lentitud de la burocracia. A causa de ésta, motejará irónicamente de El Pausado al plenipotenciario Mauricio Pazos, Presidente del Consejo de Castilla (cta 272), sucesor del diligente Covarrubias.
3. Las regiones peninsulares ostentaban todavía perso-nalidad propia, si bien muy disminuida por el centralismo de la corte. También Ávila gira ya en torno a ese centro orbital de Madrid. Las regiones más presentes en los escritos teresianos son las dos más pobladas, Castilla y Andalucía. En detalle y como índice de presencias en la mente de Teresa podrían valer unos sencillos datos estadísticos: a España ella la menciona en sus escritos apenas doce veces; a Castilla, 18; a Andalucía, 23. Pero el mundo relacional teresiano está superpoblado de personajes castellanos. Teresa es y se siente castellana de tierra adentro. No llegó a contemplar el mar, aunque aluda a él tantas veces.
4. En tiempo de Teresa, su tierra de Castilla cesa de ser una región recoleta cerrada sobre sí misma y se abre a espacios dilatados: al horizonte europeo de Italia, Francia, Flandes (la Santa será especialmente sensible a las cosas de Francia: C 1,2; y al espacio 'luterano'), así como al mundo africano (también Teresa -si bien nunca menciona a Africa- lleva en el fondo del alma la preocupación por Africa y por los turcos). Pero, sobre todo, Castilla invierte la mirada de la península (¿y de Europa?), antes orientadas hacia el Mediterráneo y el Oriente, y ahora con la mirada mucho más dirigida hacia el océano y las Indias recién descubiertas en Occidente. Teresa no sólo sufre por la quiebra de la 'cristiandad', sino que tiene sensibilidad especial para el vastísimo panorama de América y de sus problemas. De joven, asiste al flujo migratorio de jóvenes abulenses y de casi todos sus hermanos a tierras americanas. Luego mantiene relaciones intensas con ellos. De uno de ellos recibe dineros para la fundación de su primer Carmelo. Y cuando llega a Ávila el misionero P. Maldonado y le desvela el fondo del problema de los 'conquistadores' en América, ella adopta una actitud anímica rotunda y definida, en clave humana, cristiana y misionera. Se le ha abierto un ventanal clarificador y Teresa se convierte en 'una abulense con mirada realista hacia el mundo americano reciéndescubierto'. En pequeños detalles, el epistolario teresiano se hace eco de las novedades que llegan de América, como las patatas, el anime, la tacamaca, el coco A nivel más alto, formula su implicación personal en aquel hecho histórico: esos indios no me cuestan poco! (cta 24,13).
5. En aquella España monárquica del XVI, Ávila no gozaba de buena fama desde el episodio del simbólico destronamiento del rey Enrique IV y desde la implicación en la guerra de los comuneros, con sede de la Santa Junta en Ávila, después de Toledo (1521). Castilla (y toda España) sigue siendo pobre. Expuesta a años cíclicos de carestía o de epidemias: recuérdese la del catarro universal en que incurre Teresa misma (1580). Con grandes dificultades para el comercio interno por su maltrecha e improvisada red de caminos: Teresa tendrá que 'caminar y viajar' tanto! Ha surgido ya la clase media de asentistas y banqueros, con fáciles relaciones internacionales (Génova, Francia, Alemania, América), pero con poco beneficio en el interior de la nación. Grandes dificultades en el cruce de vidas y relaciones entre ricos y pobres. (Baste recordar el caso de los padres de fray Juan de la Cruz). Proliferación de maleantes y bandidos, con grandes bolsas de bandoleros en determinadas regiones y con un fuerte sistema represivo, la horca o la condena a galeras. Persiste en España, como en parte de Europa, el marginal fenómeno social de los esclavos, no presentes en la familia de don Alonso, pero sí en el entorno. (Recordemos el episodio de los esclavos traídos por Cristóbal Colón en uno de sus viajes, y más tarde 'liberados' por la reina Isabel a propias expensas).
6. En su Libro de la Vida, Teresa criticará los tres grandes pseudovalores de aquella sociedad: el culto de la honra, el afán de dineros, y lo que ella etiqueta como búsqueda de deleites (Vida, 20). Querría dar voces para dar a entender qué engañados están, y aún así lo hace algunas veces, y lluévenle en la cabeza mil persecuciones (Vida 20,25). El culto de la honra (la negra honra, escribe ella) derivaría en leyes de pureza de sangre. Teresa protestará contra aquéllos, y no se plegará a las exigencias sociales de la pureza de sangre: no les da paso en sus Constituciones. Ni en su léxico habrá cabida para el concepto de 'cristianos viejos o nuevos'. Se mofará, como veremos enseguida,de la jerga de los títulos y tratamientos nobiliarios, pero compartirá con la masa popular la veneración a ultranza de la persona del rey. Y ella misma se verá inevitablemente involucrada en el sistema de clases sociales que urden el entramado de la nación, como veremos en la ficha siguiente.
(Sería interesante señalar el manojo de personajes históricos de todo género que penetran en el mundillo teresiano. O bien, cuáles fueron los acontecimientos mayores que tuvieron repercusión en los escritos de Teresa y cuáles, en cambio, no dejaron huella).
- Santa Teresa: Datos generales
- Ávila y su entorno
- Santa Teresa en la España del siglo XVI
- Teresa ante las clases sociales de su tiempo
- Ambiente y nivel culturales
- La mujer coetánea de Teresa. cultura y nivel social
- El entorno de religiosidad popular
- Teresa en la mira de la inquisición española
- En la estela de la contrarreforma y de trento
- El clero coetáneo de teresa