1. En la Iglesia, lo mismo que en la sociedad española de aquel siglo, una de las instituciones más condicionantes y perniciosas fue la Inquisición. También en la vida de Teresa. Las intervenciones inquisitoriales cuestionan tanto su persona como el primero y principal de sus escritos, el Libro de la Vida. Ella, por su parte, replicará en diversas formas al famoso Indice de libros prohibidos de 1559. Es frecuente presentar a Teresa entre las personas no sólo reprimidas intelectualmente, sino vejadas por los inquisidores. Interesa puntualizar lo uno y lo otro. Sobre todo la incidencia de esa fuerza social en la libertad de pensamiento, de vida y de acción por parte de ella.
2. Desde el punto de vista social, la Inquisición ejerció un influjo funesto. Su presencia expresa o latente doquier, así como su poder casi ilimitado y los tétricos autos de fe necesariamente conocidos por Teresa originaron una ola de miedo especialmente en los sectores religiosos. Es patente que esa ola de miedo rozó también el clima y el alma de Teresa. Al irrumpir en ella las incontenibles gracias místicas de los años 1554-60, son precisamente sus asesores novatos quienes le recuerdan los casos recientes de pseudo-visionarias intervenidospor la Inquisición, e iban a mí con mucho miedo a decirme que andaban los tiempos recios, y que podría ser me levantasen algo, y fuesen a los inquisidores. A pesar de la profunda turbación que está atravesando Teresa en ese momento, ella misma cuenta su reacción frente a ese mucho miedo:
A mí me cayó esto en gracia y me hizo reír, porque en este caso jamás [!] yo temí,... Dije que de eso no temiesen , que si pensase había para qué, yo misma me la iría a buscar [a la Inquisición] (Vida 33,5).
No sabemos si a los portadores del rumor esa respuesta les pareció una baladronada. Pero ciertamente, en cuanto a miedo o no-miedo, Teresa se desmarcaba del denominador común. Subrayamos la afirmación de que ella jamás lo había tenido. Sin embargo en lo sucesivo sobrevendrá una serie de incidentes, en torno a sus escritos y a su persona, que evidencian hasta qué punto cayó ella en la órbita inquisitorial. Basta enumerarlos.
3. Ante todo, en el primer escrito que redacta para instrucción de sus monjas de San José, el Camino de Perfección, adoptará una franca posición: en la famosa apología de las mujeres, su alusión a los jueces de este mundo, todos varones , que no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa, con la subsiguiente tácita apelación al tribunal del juez supremo, es tan directamente alusiva a los abusos inquisitoriales, que el censor amigo P. García de Toledo, se apresura a borrar todo el párrafo, que ya no pasará a la segunda redacción del libro. Lo que sí persistirá en él son las categóricas alusiones al hecho de que la Inquisición quite a los lectores espirituales los libros de oración (dicho reiteradamente y también anotado por el censor, pero no borrado).
4. Mucho más grave es el incidente del Libro de la Vida. Ocurre en 1575 y años sucesivos, hasta después de muerta la autora. Denunciado a la par desde Andalucía y desde Castilla, lo secuestra la Inquisición ese año, en febrero lo entrega don Álvaro de Mendoza, en julio firma Báñez el voto favorable a la obra, pero ésta sigue en secuestro. En 1577, siendo ya gran Inquisidor el Arzobipo de Toledo, García de Quiroga, la Santa y Gracián solicitan su restitución, pero en vano. El libro seguirá 'enprisiones' al morir la Santa en Alba (1582). Y sólo se lo pondrá en libertad al preparar su edición en 1587. Entonces pasará a manos de Ana de Jesús, y de ésta a las de fray Luis de León, que lo edita en 1588. Afortunadamente el autógrafo no había sufrido ni tachas ni anotaciones (sólo alguna, de mano benévola), ni malos tratos. Pero se había impedido su difusión. Y Teresa había sufrido como si estuviera presa su alma.
5. Por las mismas fechas que Vida, había quedado implicada ante la Inquisición la 'persona' de Teresa. Se hallaba en el Carmelo de Sevilla. Recelada y denunciada por diversos cauces andaluces, finalmente es delatada por una beata que había probado la vida carmelitana en dicho Carmelo hispalense. Y la Inquisición se presentó, con todo atuendo, a investigar el caso y el espíritu de la Madre Teresa, que salió ostentosamente ilesa del percance. Dos de los consultores (P. Rodrigo y P. Enríquez) quedaron afectos y sumos admiradores de Teresa. Para ellos escribe las Relaciones 4ª y 5ª, la primera para hacer el recuento de los letrados y los espirituales con quienes se ha dirigido; la otra para exponer la graduatoria de la oración mística, tal como ya la había expuesto en el tratadillo de Vida (11-22).
6. Suele relacionarse con la presión inquisitorial el hecho de que Teresa arrojase al fuego el autógrafo de sus meditaciones sobre el bíblico Cantar de los Cantares, episodio que ocurre muy probablemente en el quinquenio en que fray Luis de León yace en las cárceles inquisitoriales por su versión castellana de ese poema bíblico. Es posible que influyese en ese incidente el clima inquisitorial del momento. Pero el hecho sucedió, según una testigo, así: «El Padre Yanguas dijo a esta testigo que la dicha Madre [Teresa] había escrito un libro sobre los Cantares, y él, pareciéndole que no era justo que mujer escribiese sobre la Escritura, se lo dijo, y ella fue tan pronta en la obediencia y parecer de su confesor, que lo quemó al punto » Lo atestigua María Gracián (BMC 18, 320). Según ello, no sería la Inquisición la causante del fuego, sino el prejuicio antifeminista del teólogo segoviano.
7. La actitud de Teresa frente a las decisiones inquisitoriales queda más patente en el texto primitivo de las Constituciones teresianas. Al precisar los libros preferibles para la bibliotequilla deun Carmelo, no duda en incluir en el listado los libros de fray Luis de Granada, cuando todavía era reciente su inclusión en el Indice de libros prohibidos, si bien quizá ya rehabilitados por Roma. Las más duras y persistentes denuncias de la Santa a la Inquisición ocurrirán después de muerta ella, a raíz de la publicación de sus libros por fray Luis, cuando ya se había iniciado en Salamanca su proceso de canonización (cf E. Llamas, Santa Teresa y la Inquisición. Madrid 1872).
8. En resumen: es verosímil que, de niña, Teresa conociese el sambenito impuesto por la Inquisición a su abuelo y familia en Toledo: de ello sin embargo no queda huella en los escritos de la Santa. Queda en firme que ella no sucumbe al ambiente de miedo anti-inquisitorial que cunde en Castilla. También ella es víctima de la prohibición inqusitorial de libros espirituales en Romance. Personalmente es investigada en Sevilla por los inquisidores. Durante los últimos años de su vida sufre el secuestro inquisitorial de su autobiografía. En 1577-78, apenas terminado el libro de las Moradas, envía el autógrafo a Sevilla, para ponerlo a buen seguro en manos de la Madre María Salazar, pero no tiene inconveniente en que lo conozca uno de los consejeros inquisitoriales, P. Rodrigo. En definitiva, ni la persona de Teresa ni el secuestrado autógrafo de Vida sufrieron vejaciones o malos tratos de parte de la Inquisición.
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