Poseemos un bosquejo de Teresa en vivo. Lo ha trazado uno de sus primeros teólogos asesores, el dominico Pedro Ibáñez (+1565), antes adverso a ella, ahora su colaborador y admirador. Lo escribe cuando aún reside Teresa en la Encarnación. Y lo destina, no a ella, sino a los teólogos colegas del autor, que todavía titubean si es bueno o mal espíritu el que la mueve y que inspira sus presuntas experiencias místicas.
El breve texto de Ibáñez se ha titulado tradicionalmente Dictamen, porque contiene una serie de 33 enunciados, a modo de apuntes brevísimos, que servirán al grupo de teólogos para discutir y discernir el espíritu de Teresa. De ahí que el argumento central del texto sean sus gracias místicas y la repercusión que tienen en su conducta, en la comunidad de la Encarnación y en cuantos la tratan. Para el lector de hoy, contienen una serie de instantáneas de Teresa mientras hace vida de monja en medio de la comunidad.
De esos 33 apuntes, aquí seleccionamos únicamente los más relevantes. (cf el texto íntegro en la BMC II, p.130-32)
1. Todas las visiones y las demás cosas que pasan por ella la llegan más a Dios y la hacen más humilde, obediente etc.
2. Nunca tiene estas cosas que no quede con grande paz y contento, tanto que todos los placeres de la tierra juntos la parecen no son como el menor.
3. Ninguna falta tiene ni imperfección de que no sea reprendida del que la habla interiormente.
4. Jamás pidió ni deseó estas cosas, sino cumplir en todo la voluntad de Dios Nuestro Señor.
6. Tiene muy gran puridad de alma, gran limpieza, deseos ferventísimos de agradar a Dios y, a trueco de esto, atropellar a cuanto hay en la tierra.
9. Ninguno la trata, si no lleva prava intención, que sus cosas no le muevan a devoción, aunque ella no las dice.
13. Es tan grande el aprovechamiento de su alma con estas cosas y la buena edificación que da con su ejemplo, que más de cuarenta monjas tratan en su casa de grande recogimiento.
14. Estas cosas ordinariamente le vienen después de larga oración, y de estar muy puesta en Dios y abrasada en su amor, o comulgando.
15. Estas cosas le ponen grandísimo deseo de acertar, y que el demonio no la engañe.
16. Causan en ella profundísima humildad; conoce lo que recibe ser de la mano del Señor, y lo poco que tiene de sí.
18. Cáusanle holgarse y consolarse con los trabajos, mur-muraciones contra sí, enfermedades, y así las tiene terribles, de corazón, vómitos y otros muchos dolores, los cuales, cuando tiene las visiones, todos se le quitan.
20. Las cosas que en la tierra le pueden dar contento alguno y los trabajos, que ha padecido muchos, sufre con igualdad de ánimo, sin perder la paz y quietud de su alma.
21. Tiene tan firme propósito de no ofender al Señor, que tiene hecho voto de ninguna cosa entender que es más perfecto, que no la haga.
23. En oyendo hablar de Dios con devoción y fuerza, se suele arrebatar muchas veces, y con procurar resistir, no puede, y queda entonces tal a los que la ven, que pone grandísima devoción.
25. Con estas cosas no puede sufrir a los que están en estado de perfección, que no la procuren tener conforme a su instituto.
28. Hale dado Dios un tan fuerte y valeroso ánimo, que espanta. Solía ser temerosa; ahora atropella a todos los demonios. Es muy fuera de melindres y niñerías de mujeres. Muy sin escrúpulos. Es rectísima.
29. Con esto le ha dado nuestro Señor el don de lágrimas suavísimas, grande compasión de los prójimos, cono-cimiento de sus faltas, tener en mucho a los buenos, abatirse a sí misma. Y digo, cierto, que ha hecho provecho a hartas personas, y yo soy una.
30. Trae ordinaria memoria de Dios y sentimiento de su presencia.
31. Ninguna cosa le han dicho jamás que no haya sido así y no se haya cumplido. Y esto es grandísimo argumento.
32. Estas cosas causan en ella una claridad de entendimiento y una luz en las cosas de Dios admirable.
33. Que le dijeron que mirase las Escrituras, y que no se hallaría que jamás alma que deseaba agradar a Dios hubiese estado engañada tanto tiempo.
(Otras auto-semblanzas de Teresa en ese mismo período últimos años de vida en la Encarnación pueden verse en las Relaciones 1 y 2, escritas por ella hacia 1560-1562. Y un auto-relato más extenso y más referente a su vida interior, en los capítulos 23-31 del Libro de la Vida).
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