Santa Teresa fue afortunada en la transmisión autógrafa de sus libros. Especialmente de sus escritos mayores, todos ellos llegados hasta nosotros en su redacción original, tal como brotaron de su pluma. Fue menos afortunada, en cambio, en la transmisión de sus opúsculos o escritos menores, de los que ningún autógrafo ha llegado íntegro hasta nuestros días. Ella misma arrojó al fuego su comentario a los ‘Cantares’ bíblicos. De sus ‘Exclamaciones’ sólo nos han llegado manuscritos malamente amañados por manos ajenas. Nada, al parecer, de sus ‘Constituciones’. Y sólo unos retazos fragmentarios de su precioso poemario.
Ofrecemos en un primer momento los autógrafos página por página -junto con su respectiva versión- de sus cinco obras mayores, más sus ‘Cartas’. De éstos, seis sí han llegado llegado íntegros hasta nosotros tras la aventura de cuatro siglos. Cuatro de ellas –‘Vida’, ‘Camino’ (E), ‘Fundaciones’ y ‘Modo de visitar los conventos’– custodiadas en la biblioteca del Real Monasterio de san Lorenzo de El Escorial. Otras dos –‘Moradas’ y ‘Camino’ (V)– en dos conventos de carmelitas, como veremos luego. Y seguidamente, los que denominamos escritos menores: ‘Relaciones’, ‘Conceptos de Amor de Dios’, ‘Exclamaciones’, ‘Constituciones’, ‘Modo de visitar los conventos’, ‘Poesías’, ‘Vejamen’, ‘Respuesta a un desafío’, ‘Apuntes y memoriales’; más un ‘Apéndice’, con avisos seudoteresianos.
En su travesía de siglos, el único episodio grave ha sido la aventura bélica de los 4 mss. escurialenses. Llevados durante la guerra civil de 1936, primero a Valencia, luego a Barcelona, y finalmente a las estribaciones de la frontera pirenaica (Castillo de Perelada), de donde regresaron incólumes a los estantes de El Escorial en 1939, una vez terminada la triste contienda bélica.