Desarrolla el tema de la «igualdad de amor» entre Dios y el alma, motivo místico que será glosado por san Juan de la Cruz (Cántico 28,1; 38,3).
Si el amor que me tenéis,
Dios mío, es como el que os tengo,
decidme: ¿en qué me detengo?
O Vos, ¿en qué os detenéis?
Alma, ¿qué quieres de mí?
–Dios mío, no más que verte.
–Y ¿qué temes más de ti?
–Lo que más temo es perderte.
Un alma en Dios escondida
¿qué tiene que desear,
sino amar y más amar,
y en amor toda escondida
tornarte de nuevo a amar?
Un amor que ocupe os pido,
Dios mío, mi alma os tenga,
para hacer un dulce nido
adonde más la convenga.