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Carta 219

Teresa de Ávila

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7 diciembre 1577 (Avila)
Al padre Gaspar de Salazar

Responde a vuelta de correo. Situación agobiante: son recientes las groseras calumnias contra ella, Gracián y las descalzas al rey; sigue pendiente la critica situación de La Encarnación, con más de 50 monjas excomulgadas, tras la fallida elección de ella por priora. Pese a la borrasca, ha podido escribir su «Castillo Interior», ultimado hace ocho días (29.11.77); se lo comunica gozosa. Aún no ha logrado rescatar de manos del inquisidor mayor el autógrafo de Vida. — De salud, mal; «¡este ruido de cabeza!», pero con sosiego imperturbable (n. 10), y como «insensible» a la marea de desafueros (n. 2) que la rodea.

Al muy magnífico y reverendísimo señor y padre mío, en Granada.
1. Jesús. — Sea con vuestra merced el Espíritu Santo, mi padre. Hoy víspera de la Concepción me dieron una carta de vuestra merced. Páguele nuestro Señor el consuelo que me dio. Bien es menester, porque sepa que ha más de tres meses que parece se han juntado muchas huestes de demonios contra descalzos y descalzas. Son tantas las persecuciones y cosas que han levantado —así de nosotras como del padre Gracián—1, y de tan mala digestión, que sólo nos quedaba acudir a Dios; y así creo ha oído las oraciones (que en fin son buenas almas), y se han desdicho los que dieron los memoriales al rey de estas lindas hazañas que decían de nosotras2. Gran cosa es la verdad, que antes se gozaban estas hermanas. De mí no es mucho, que ya la costumbre no es mucho me tenga en estas cosas insensible.
2. Ahora, para remate, acuerdan las de La Encarnación de darme votos para priora, y, con tener catorce o quince más3, se han dado tan buena maña los frailes, que hicieron y confirmaron otra4con los menos votos. Y habíanme hecho harta buena obra, si fuera en paz.
3. Como no la quisieron obedecer sino por vicaria, descomúlganlas a todas, que eran más de cincuenta. Aunque en hecho de verdad no lo estaban, a dicho de letrados, mas hanlas tenido dos meses sin oír misa ni hablar con los confesores5 y muy apretadas; y aunque las mandó ahora el nuncio6absolver, lo están harto. ¡Mire qué vida ver todo esto!
4. Anda el pleito en el Consejo Real; que aunque es harto trabajo ver esto, lo será mucho mayor si allá me llevan. Encomiéndelo vuestra merced a Dios, por caridad, que hasta estar apartada provincia7nunca creo hemos de acabar con desasosiegos. Esto estorba el demonio cuanto puede.
5. ¡Oh, quién pudiera ahora hablar a vuestra merced para darle cuenta de muchas cosas!, que es una historia lo que pasa y ha pasado, que no sé en qué se ha de parar. Cuando haya alguna nueva escribiré a vuestra merced largo, pues me dice irán seguras las cartas. Harto me hubiera aprovechado saber que tenía vuestra merced amigo tal en Madrid, y aun quizá aprovechará ahora.
6. Desde Toledo escribí a vuestra merced largo; no me dice si recibió la carta. No será mucho vaya vuestra merced allá, ahora que estoy acá, según soy dichosa: ¡es verdad que fuera pequeño alivio para mi alma!
7. Peralta8ha agradecido mucho a Carrillo lo que hace con su parienta, no porque se le dé nada de ella, sino por conocer en todo que se paga su voluntad. Si le viere vuestra merced, dígaselo, y que, en fin, en ningún amigo halla tanta ley.
8. Bien parece quién anduvo en los conciertos de esta amistad. Que le hace saber que por el negocio que escribió desde Toledo a aquella persona, nunca ha habido efecto9. Sábese cierto que está en poder del mismo aquella joya y aun la loa mucho, y así hasta que se canse de ella no la dará, que él dijo se la miraba de propósito. Que si viniese acá el Sr. Carrillo10 dice que vería otra11 que —a lo que se puede entender— le hace muchas ventajas; porque no trata de cosa, sino de lo que es El...12 y con más delicados esmaltes y labores; porque dice que no sabía tanto el platero que la hizo entonces y es el oro de más subidos quilates, aunque no tan al descubierto van las piedras como acullá13. Hízose por mandado del vidriero, y parécese bien, a lo que dicen.
9. No sé quién me ha metido en recaudo tan largo. Siempre soy amiga de hacer pieza, aunque sea a mi costa, y como es amigo de vuestra merced no le cansará dar estos recaudos.
10. También dice que no escribió a vuestra merced con aquella persona, porque había de ser cosa de cumplimiento y no más. Siempre me diga vuestra merced si tiene salud. Contento me ha dado en parte de verle sin cuidado. Eso no estoy yo, sino que no sé cómo tengo sosiego y —gloria a Dios— ninguna cosa me lo quita. Este ruido de cabeza me pena14, que es ordinario.
11. No se olvide vuestra merced de encomendarme a Dios, y esta Orden, que hay harta necesidad. Su Majestad guarde a vuestra merced con la santidad que yo le suplico, amén.
12. Estas hermanas se encomiendan mucho a vuestra merced; son harto buenas almas. Todas se tienen por hijas de vuestra merced, en especial yo.
Indigna sierva de vuestra merced,
Teresa de Jesús.

1. Nosotras: las carmelitas descalzas. Y Jerónimo Gracián de la Madre de Dios.
2. Los memoriales al rey contra Gracián y «nosotras» fueron presentados por dos descalzos, el intrigante Baltasar de Jesús Nieto y el lego Miguel de la Columna. Ver la carta de esos días a Felipe II (c. 218) y la retractación en MHCT 1, 393-399, 406-415, 418-419.
3. El episodio de la elección anulada había acaecido el 7.10.77. Datos numéricos más precisos los da la Santa en la c. 152. Cf. MHCT 1, 435.
4. Otra priora: fue designada doña Ana de Toledo.
5. Confesores: entre ellos fray Juan de la Cruz, apresado por esas fechas.
6. Nuncio: Felipe Sega.
7. Hacer provincia aparte de descalzos.
8. Comienza el lenguaje cifrado: Peralta es Cristo, Carrillo el mismo P. Salazar; la parienta, la Santa.
9. El negocio: la delación del Libro de su Vida a la Inquisición («aquella joya», de que hablará luego); aquella persona, el gran Inquisidor Gaspar de Quiroga, a quien quizás escribió el P. Salazar, que había estado en Toledo a mediados de noviembre 1576 (c. 185, 8: 150, 3; 125, 6). Sigue refiriéndose a Vida.
10. Carrillo: Gaspar de Salazar.
11. Otra joya: el Castillo Interior, recién escrito.
12. Texto mutilado. Quizás se lea: «de lo que es el...»
13. El oro y las piedras (preciosas) son las gracias místicas. No tan al descubierto como acullá (en el relato de Vida), porque en el Castillo se mantiene el anonimato. El vidriero: Cristo.
14. Ruido de cabeza: los achaques de que habla en el prólogo de las Moradas.

S.205  E.207  Lf.171  A.II 44  T.337

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Santa Teresa de Jesús

Santa Teresa de Jesús nace en Ávila un 28 de marzo de 1515, siembra nuevos Carmelos por los caminos de España, vive una experiencia mística plena, que luego transmite en múltiples escritos y un nutrido epistolario. Doctrina y magisterio que avalará la Iglesia incluyéndola en el Catálogo de sus Santos y otorgándole, pro vez primera a una mujer, el título de Doctora.

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