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Carta 269

Teresa de Ávila

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4 octubre 1578 (Avila)
Al padre Pablo Hernández

Pablo Hernández es un viejo amigo. Promotor de la fundación de Toledo (Fund. 15, 1-3) y confesor de la Santa desde la estancia de ésta en casa de doña Luisa de la Cerda (1562). Hace «ocho días» se ha enterado ella de que reside en Madrid y es amigo y compaisano del Presidente del Consejo (c. 266, 6). Recurre a él pidiendo ayuda y justicia: que alguien llegue al nuncio Sega con un informe autorizado sobre los descalzos, y especialmente sobre Gracián, calumniado desde hace un año y fustigado hace dos meses por un durísimo breve del mismo Nuncio (23.7.1578). La carta hace el balance de la situación; el portador completará el informe.

Al muy magnífico y reverendo señor y padre mío el doctor Pablo Hernández, de la Compañía de Jesús, mi señor, en Madrid, en propia mano.
1. Jesús. — La gracia del Espíritu Santo sea con vuestra merced, padre mío. Habrá ocho días que recibí una carta de la priora de Toledo, Ana de los Angeles, adonde me dice está vuestra merced en Madrid. Hame dado gran consuelo, por parecerme ha traído Dios a vuestra merced ahí para algún alivio de mis trabajos; que yo digo a vuestra merced que son tantos, desde este agosto pasado hizo un año1, y de tantas maneras, que me fuera harto descanso poder ver a vuestra merced para descansar contándole algunos, que todos sería imposible. Para remate de ellos, estamos ahora de la manera que dirá a vuestra merced quien lleva esta carta, que es persona que por tenernos amor le cabe mucha parte y de quien nos podemos fiar2.
2. El demonio no puede sufrir cuán de veras estos descalzos y descalzas sirven a nuestro Señor, que yo digo a vuestra merced se consolase de entender con la perfección que van. Hay ya nueve casas de descalzos3 y muchos buenos sujetos en ellas. Como no está hecha provincia por sí, son tantas las molestias y trabajos que se tienen con los del paño4, que no se pueden escribir.
3. Está ahora todo nuestro bien o mal, después de Dios, en manos del nuncio5, y por nuestros pecados hanle informado de manera los del paño y él dádoles tanto crédito, que no sé en qué se ha de parar. De mí le dicen que soy una vagamunda e inquieta6, y que los monasterios que he hecho ha sido sin licencia del Papa ni del general. Mire vuestra merced qué ma
Ver manuscrito
yor perdición ni mala cristiandad podía ser.
4.Otras muchas cosas que no son para decir tratan de mí esos benditos. Y del padre maestro Gracián7, que ha sido el que los ha visitado, es cosa de lástima los testimonios tan incomportables; con que certifico a vuestra merced que es uno de los grandes siervos de Dios que he tratado y de más honestidad y limpieza de conciencia, y crea vuestra merced que digo en esto verdad. En fin, criado en la Compañía toda su vida, como puede vuestra merced saber, de Alcalá.
5.Ha venido la cosa, que está malísimamente el nuncio con él8por ciertas causas, que, si le oyesen. tiene bien poca culpa o ninguna. Y conmigo lo mismo, sin haber hecho cosa contra su servicio sino obedecido un breve que aquí envió, con toda voluntad, y escrítole una carta con la mayor humildad que yo pude9.
6.Pienso que viene de arriba, que quiere el Señor que padezcamos y no hay persona que torne por la verdad y diga alguna buena palabra por mí. Con verdad digo a vuestra merced que ninguna turbación ni pena me da por lo que a mí toca, antes particular contento; sino que me parece que, si se averiguase no ser verdad lo que dicen de mí esos padres, quizá no creería lo que dicen del padre maestro Gracián, que es lo que más nos va; y así envío traslado de las patentes que tengo autorizadas, porque dice que estamos en mal estado, por estar fundadas las casas sin licencia. Yo entiendo que el demonio pone todas sus fuerzas por desacreditar estas casas; y así querría hu
Ver manuscrito
biese siervos de Dios que tornasen por ellas. ¡Oh, mi padre, que hay pocos amigos al tiempo de la necesidad!
7.Dícenme que quiere mucho a vuestra merced el presidente10, que está ahí vuestra merced por su causa. Yo creo que él está informado del nuncio de todo esto, y más. Haríanos mucho al caso que vuestra merced le desengañase, pues puede como testigo de vista, pues lo es vuestra merced de mi alma11(creo que hará un gran servicio a nuestro Señor), y le diga vuestra merced lo que importa ir adelante estos principios de esta sagrada Orden, pues, como vuestra merced sabe, estaba tan caída.
8.Dicen es Orden nueva e invenciones. Lean nuestra primera regla, que sólo es que la guardamos sin mitigación sino en el rigor que la dio el Papa la primera vez12, y no se crean sino de lo que vieren, y sepan cómo vivimos y viven los calzados, y no los escuchen: que no sé de dónde sacan tantas cosas que no son, y con ellas nos hacen la guerra.
9.Y también suplico a vuestra merced que de mi parte hable al padre que confiesa al nuncio y le dé mis encomiendas, y vuestra merced le informe de toda la verdad, para que ponga al nuncio en conciencia que no publique cosas tan perjudiciales hasta informarse13, y le diga que, aunque soy ruin mucho, no tanto que me atreviese a lo que dicen. Esto si a vuestra merced le pareciere, y si no, no.
10.Podrále mostrar, si a vuestra merced le parece, por dónde he fundado14, las patentes que la una es con precepto que no deje de fundar. Y en una carta me escribió nuestro padre general, pidiéndole yo no me mandase fundar más, que querría fundase tantos monasterios como tengo pelos en la cabeza15. No es razón se desacrediten tantas siervas de Dios por testimonios; y pues en la Compañía me han, como dice, criado y dado el ser, razón sería, a mi parecer, declarar la verdad, para que persona tan grave como el nuncio (pues viene a reformar las Ordenes y él no es de esta tierra) fuese informado de a quién ha de reformar y a quién de favorecer, y castigase a quien le va con tantas mentiras. Vuestra merced verá lo que ha de hacer.
11.Lo que yo le suplico por amor de nuestro Señor y de su preciosa Madre, que, pues vuestra merced ha favorecídonos desde que nos conoce, que lo haga en esta necesidad, que ellos se lo pagarán muy bien, y vuestra merced lo debe a mi voluntad y a tornar por la verdad de la manera que mejor viere que conviene. Y suplico a vuestra merced me avise de todo, y principalmente de su salud. La mía ha sido muy poca, que de todas maneras me ha el Señor apretado este año; mas lo que me toca poca pena me daría, sino que me la da ver que por mis pecados padecen estos siervos de Dios. Su Majestad sea con vuestra merced y le guarde. Hágame saber si ha de estar muy de asiento en ese lugar, que me han dicho que sí.
Es hoy día de San Francisco.
Indigna sierva y verdadera hija de vuestra merced.
Teresa de Jesús, carmelita

1. A fines de agosto de 1577 había llegado el nuncio Sega a Madrid.
2. El portador es Roque de Huerta: ver c. 259, 2.
3. En realidad eran 10 conventos de descalzos: Mancera (Duruelo 1568-1570) Pastrana (1569), Alcalá de Henares (1570) Altomira (1571), La Roda (1572), Granada (1573) La Peñuela (1573), Sevilla (1575), Almodóvar del Campo (1575) y El Calvario (1576).
4. Los carmelitas calzados.
5. El nuncio Felipe Sega.
6. Alude a la famosa expresión del Nuncio Sega en su primer encuentro con Juan de Jesús Roca: «Fémina inquieta, andariega, desobediente y contumaz, que a título de devoción inventaba malas doctrinas, andando fuera de la clausura contra el orden del concilio tridentino y prelados, enseñando como maestra contra lo que San Pablo enseñó, mandando que las mujeres no enseñasen» (Francisco de S. María, Reforma I, libro 4, c. 30, n. 2).
7. Jerónimo Gracián de la Madre de Dios.
8. El 23 de julio 1578, Sega había emanado un mandato que retiraba a Gracián todos los poderes y lo descalificaba en términos sumamente duros (MHCT II, p. 20).
9. Carta perdida. Alude a ella en c. 261, 1.
10. El presidente del Consejo Real: D. Antonio Mauricio de Pazos.
11. El P. Hernández había sido confesor de la Santa ya en 1562 (cf. Rel. IV, 1).
12. Estaba la Santa en error: La Regla carmelitana vigente en sus conventos fue aprobada por el Papa Inocencio IV en 1247: la primera aprobación de la Regla era anterior (1228 y 1229).
13. Alude al terrible Breve de Sega mencionado en la nota 8, que contenía dicterios infundados contra Gracián. — A la vez había escrito una carta al mismo confesor del nuncio, por medio del portador de la presente: «también le envío un recaudo (al confesor): désela vuestra merced aparte y háblele a solas» (c. 270, 2).
14. Alude a la patente del 6 de abril de 1571 (cf. MHCT I, pp. 110-112).
15. Cf. carta 259, 7.

S.252  E.248  Lf.210  A.III 2  T.342

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Santa Teresa de Jesús

Santa Teresa de Jesús nace en Ávila un 28 de marzo de 1515, siembra nuevos Carmelos por los caminos de España, vive una experiencia mística plena, que luego transmite en múltiples escritos y un nutrido epistolario. Doctrina y magisterio que avalará la Iglesia incluyéndola en el Catálogo de sus Santos y otorgándole, pro vez primera a una mujer, el título de Doctora.

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