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Carta 337

Teresa de Ávila

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10 abril 1580 (Toledo)
A don Lorenzo de Cepeda

Ha regresado de Villanueva (26 de marzo). En Toledo enferma: «un accidente de los grandes que he tenido en mi vida, de perlesía y corazón» (31 de marzo: carta 335, 2). Proyecta ya nuevo viaje a Segovia, cuando llega a su carmelo toledano Pedro de Ahumada, medio loco, huido de la casa y de la presencia de Lorenzo, camino de Sevilla pero sin rumbo y desesperanzado. Escribe la carta abogando por él, aguijoneada por dos amores tan diversos, a cada uno de los dos hermanos.

1. Jesús. — La gracia del Espíritu Santo sea con vuestra merced. Yo le digo que parece permite Dios nos ande a tentar este pobre hombre1, para saber hasta dónde llega nuestra caridad. Y cierto, hermano mío, que la mía es tan poca para con él que me da harta pena; porque no sólo no es como con hermano, mas aun como prójimo (que sería razón dolerme de su necesidad) tengo bien poca. Remédio-me con tornar luego a lo que debo hacer para contentar a Dios; y en entrando Su Majestad de por medio, me pondría a todo trabajo por él. A no ser esto, yo digo a vuestra merced que no le estorbara poco ni mucho el camino; porque era tanto lo que deseaba verle fuera de casa de vuestra merced, que sobrepujaba harto más el contento que me daba esto que su trabajo. Y así suplico a vuestra merced, por amor de nuestro Señor, me la haga a mí de no tornarle más a su casa, por ruego que haya y necesidad en que se vea, para que yo esté con sosiego; porque verdaderamente, cuanto en este punto de estar con vuestra merced, él está loco, aunque no lo esté en otras cosas, que yo sé de letrados que puede esto muy bien ser. Y ni tiene culpa La Serna (que antes que hubiese memoria de ir a ella quería hacer lo mismo), sino su gran enfermedad; y cierto que he traído harto temor de algún desmán.
2. El dice que tiene vuestra merced razón en estar muy enojado, mas que no puede más. Bien entiende que va perdido y debe estar harto fatigado; mas dice que es tanto lo que sentía de estar aquí2, que quiere más morir. Ya tenía concertado con un arriero de ir a Sevilla mañana; mas yo no entiendo a qué, que está el cuitado que un día del sol del camino le matará —y ya venía con dolor de cabeza— y allá no tiene más remedio de gastar los dineros y pedir por Dios; que aun pensé que tenía algo en su hermano de doña Mayor, y no lo tiene. Hame parecido, por solo Dios, hacerle esperar hasta que venga respuesta de esta carta de vuestra merced, aunque él está muy cierto que no ha de aprovechar nada. Mas, como va ya entendiendo su perdición, en fin, espera. Por caridad me responda luego y envíe la carta a la priora 3, que ya le escribo que con el primero me la envíe.
3. Esa tristeza que vuestra merced me escribe, tan a deshora, he pensado fue la causa la venida de éste, porque Dios es muy fiel4; y si éste está loco (como yo lo creo) en esto, está claro que estaría vuestra merced más obligado en ley de perfección a acomodarle como pudiese y no dejarlo ir a morir, y quitar de otras limosnas que hace y dárselo a él como a quien tiene más obligación cuanto al deudo, que en lo demás ya veo no tiene ninguna; mas menos la tenía José a sus hermanos5.
4. Créame que, a quien Dios hace las mercedes que a vuestra merced, que quiere haga por El cosas grandes, que harto es ésta. Mas yo le digo que, si se muere por ese camino, que no acabe vuestra merced, según su condición, de llorarlo, y aun quizá Dios de apretarlo, y así es menester nos miremos antes que se haga el yerro que no se pueda remediar; que si se pone delante de Dios, como se ha de poner, no será vuestra merced más pobre por lo que le diere, que Su Majestad lo dará por otras partes.
5. Vuestra merced le daba doscientos reales para vestir y más de comer y otras cosas de que él se aprovechaba de su casa; que, aunque parece no se sentían, al fin se gasta más quizá de lo que vuestra merced entiende. Ya tiene en lo que le ha dado, para comer este año en donde quisiere. Con otros doscientos reales que vuestra merced le dé cada año para comer, sobre los que le daba para vestir, se estará con mi hermana (que según él dice se lo rogaron) o con Diego de Guzmán 6. El le dio cien reales, que gastará en estos caminos. Será menester no se lo dar junto el otro año cuando vuestra merced se lo diere, sino a quien le diere de comer, poco a poco; porque, a lo que yo entiendo, no estará mucho en una parte. Ello es gran lástima; mas a trueco de que no esté en casa de vuestra merced lo tengo todo por bueno. Haga cuenta que parte de esto me da a mí como lo hiciera si me viera en necesidad, que yo lo tomo como si me lo diese y quisiera harto poder yo no dar a vuestra merced ninguna pesadumbre. Yo le digo que ya ha días que no estuviera en su casa, según lo que sentía algunas veces de ver a vuestra merced con ese tormento y de los miedos que he dicho 7.
6. Porque ésta no es para más, no más de que yo procuraré del padre Nicolao8 los despachos, que creo él los trae de Sevilla y hame dicho me verá. Harto me he holgado que estuviese Lorencico tan cerca9. Y Dios sea con él. Yo procuraré estar aquí poco, porque no me hallo tan bien de salud como por otras partes. A Segovia será la ida, si Dios qui-siera.
7. Fray Antonio de Jesús dice que, aunque no sea sino por ver a vuestra merced, ha de ir por allá. El padre Gracián no está ya aquí. A don Francisco mis encomiendas10.
Es hoy domingo de Cuasimodo.
Indigna sierva de vuestra reverencia,
Teresa de Jesús.

1. Este pobre hombre es su hermano Pedro de Ahumada: víctima de la melancolía y de su incompatibilidad con Lorenzo, ha abandonado la casa de éste en La Serna y va a la deriva, pero aterrizando certeramente en el carmelo donde está su hermana Teresa.
2. Aquí: más bien ahí, en La Serna.
3. La priora de Avila, María de Cristo, para que envíe la carta a Toledo.
4. Dios es fiel: es el texto bíblico (1 Cor 10, 13) que tan vivamente ha impresionado a la Santa hace muchos años (Cf. Vida 23, 15).
5. Alusión al relato bíblico de los hijos de Jacob (Gen. 42-45).
6. Mi hermana: Juana de Ahumada (en Alba). — Diego de Guzmán, hijo de la hermana mayor de la Santa, María de Cepeda. Que Pedro pase a residir con ellos, es la solución que propone a Lorenzo.
7. Miedos: ya ha dicho su «temor de algún desmán» por parte del pobre Pedro (n. 1).
8. Es Nicolás Doria. — Los despachos son las cartas de pago a favor de Lorenzo.
9. Lorencico es el hijo menor de Lorenzo de Cepeda: se halla en Sevilla (cerca de Doria), camino de las Indias.
10. Llegará a Segovia el 13 de junio, y en seguida escribirá a Lorenzo (15, 1). — Personas mencionadas a continuación: Antonio de Jesús (Heredia), Jerónimo Gracián y Francisco de Cepeda, hijo de Lorenzo. — Domingo de Quasimodo era el primero después de Pascua.

S.316  E.312  Lf.281  A.III 35  T.13

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Santa Teresa de Jesús

Santa Teresa de Jesús nace en Ávila un 28 de marzo de 1515, siembra nuevos Carmelos por los caminos de España, vive una experiencia mística plena, que luego transmite en múltiples escritos y un nutrido epistolario. Doctrina y magisterio que avalará la Iglesia incluyéndola en el Catálogo de sus Santos y otorgándole, pro vez primera a una mujer, el título de Doctora.

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