Carta 440

1. Jesús. — La gracia del Espíritu Santo sea con vuestra merced. He andado después que vuestra merced se fue de España con tantas ocupaciones y poca salud, que puedo tener disculpa de no haber hecho esto; aunque no me ha dejado de caber parte de contento del buen cuñado que nuestro Señor dio a vuestra merced, que la señora doña María¹me lo escribió junto con mandarme encomendase a Dios algunos negocios de vuestra merced, que no me parece le han faltado trabajos. Sea por todo bendito.

2. Yo y estas hermanas lo hemos hecho, y deseo saber si ha cesado la tempestad. Este cuidado siempre le tengo y tendré, aunque ruin, como soy obligada. No tengo por malo que entre las prosperidades dé Dios alguna adversidad, pues por este camino ha llevado a todos sus escogidos. Acá ahora parece estamos en paz, como sabrá vuestra merced del padre Nicolao de Jesús María², que es el que la presente lleva. Y, porque de su reverencia sabrá vuestra merced todo lo que yo aquí podría decir, no me alargo más. Cuya ilustre persona nuestro Señor guarde y aumente en su servicio.

Indigna sierva de vuestra merced,

Teresa de Jesús.

3. Del buen obispo de Canaria³no he sabido desde poco antes que embarcase. Iba bueno.