Nacido en Lebrija (Sevilla), en 1523. Ingresó, ya sacerdote, en la Compañía de Jesús (12.8.1566), a pesar de tener más de 40 años y ‘ser tuerto, feo… y tosco en el hablar’. Profesó el 22.4.1574. Había cursado estudios en Alcalá y, antes de su ingreso en la Compañía, fue procesado, encarcelado y luego rehabilitado por la Inquisición de Sevilla, de la que más tarde él mismo sería asesor. Falleció en Sevilla el 17.4.1587. Su encuentro con T (1575-1576) ocurrió en Sevilla al ser citada ésta ante la Inquisición, casi a la par que era denunciado y secuestrado su Libro de la Vida por los inquisidores de Castilla. El P. Rodrigo era calificador de la Inquisición sevillana. Ese mismo año 1575 había intervenido en el castigo de ‘una doña Catalina, por cosas de ilusiones, y la azotaron, siendo tenida antes en reputación de gran santa’ (Gracián, Escholias). Actuó directamente en el escrutinio de la Santa, juntamente con los jesuitas Jorge Alvarez y Enrique Enríquez (cf BMC 18,15-18). Rodrigo Alvarez estaba mal prevenido contra T. A él dirigió ésta las Relaciones 4 y 5 (escritas entre 1575 y 1576). A partir de ese momento queda decididamente afecto a la Santa. Ambos se cartean con relativa frecuencia (cf cta 121 a Gracián del 9.9.1576; a María de san José, cta 319 de diciembre 1579; a Doria, cta 325,1 del 13.1.1580). ‘Ese santo de Rodrigo Alvarez’, lo calidicará ella, que, sin embargo, se opone a que la priora de Sevilla, María de San José, lo ponga al corriente de las anomalías psicológicas de dos hermanas jóvenes de la comunidad: ‘Con el P. Rodrigo no hay que tratarlo [‘la oración de esas hermanas’] en ninguna manera’ (cta 132,6). Pero sí solicita su ayuda tras las turbulencias del Carmelo hispalense (cta 347,12: a María de san José, del 4.7.1580). Y no sólo accede a que la priora de Sevilla le lea el texto de las séptimas moradas, para que sepa ‘que en aquel punto llegó aquella persona con aquella paz que ahí va…’ (cta 412,18), sino que una vez escuchada la lectura, él mismo escribe en la última página del autógrafo del Castillo, una calurosa aprobación de la obra desde el punto de vista teológico (firmada el 22.2.1582). El es, por tanto, uno de los primeros teólogos que aceptan, sin reticencias antifeministas, el valor de los escritos teresianos. El P. Rodrigo no nos trasmitió carta alguna de la Santa. Inquisición.
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