Nacida en Villafría (Burgos). Hija de Bernardo Temiño y de Leonor Mendoza. Novicia todavía, es llevada por la Santa al Carmelo de Toledo, donde profesa el 15 de abril de 1571. Pasó luego a Malagón, donde fue elegida priora, muy joven todavía, con gran satisfacción de la Santa. Pero bien pronto cayó enferma, y después de numerosos cuidados hubo de trasladarse a Toledo (entre 1576 y 1577: cf cta 139,4; 153,1), donde fue priora dos veces. Apenas elegida en 1586 para su segundo priorato toledano, falleció el 6 de junio de 1586. Brianda era pariente del canónigo toledano don Pedro Manrique (tío a su vez de Casilda de Padilla, y posteriormente jesuita), que ayudó de corazón a T en la fundación del Carmelo de Toledo (F 15, 4.11). Todavía en agosto de 1582, una de las hermanas de Brianda pretendió ingresar carmelita, pero no obtuvo la aprobación de la Santa, que desde Valladolid escribía a Toledo a Ana de los Angeles: ‘En lo que toca a la hermana de la madre Brianda de san José, ni para freila ni para monja no será’ (cta 463,3), y eso no por falta de talentos sino por su edad y otros inconvenientes.
La persona y la salud de Brianda fueron uno de los casos penosos que pusieron a prueba las dotes de bondad y de paciencia de T. Cuando ésta tiene noticia por primera vez de la enfermedad de Brianda, escribe alarmada: ‘La madre priora [Brianda, que es priora de Malagón] está mejor…; harta pena me da su mal, y más me daría si no tuviese esperanza de que ha de sanar…, porque perderíamos el mejor sujeto que tiene la Orden’ (cta 108,6, del 15.6.1576). A partir de ese momento, el epistolario teresiano está tupido de una interminable serie de partes clínicos, ora acusando la mejoría, ora el desahucio de la enferma, ora la nueva incertidumbre acerca de su salud. Además, la joven priora incurrió en serias imprudencias de gobierno, de las que ya en esa fecha (1576) está alertada T: ‘de las faltas que tenía está ya tan escarmentada a lo que dice que no ha de hacer cosa sin acuerdo’ (ib). Pese a lo cual sigue ganándose el afecto de la Santa: ‘mucho la quiero…; quedaría perdida, a manera de decir, esta casa sin ella’ (ib.La Santa escribe desde Malagón). Se preocupa de hacerle llegar golosinas y naranjas dulces (179,6). Se interesa por saber si ‘el agua de Loja’, traída ‘desde tan lejos’, podrá mejorarla (175,3). Ella misma se hace con el diagnóstico médico, aunque sea por carta (163,6). Aún en 1580, la Santa vuelve a encontrarse con ella en Toledo (344,5),
Entre ambas mediaron cartas frecuentes. La Santa llegó a escribirle ‘cartas terribles, sino que me aprovechaba poco’ (319,2). Pero Brianda nos trasmitió una sola de cuantas le escribió T (cta 166). Entre las cien religiosas primitivas que merecieron el elogio del historiador oficial, P. Jerónimo, se encuentra ella (n. 39 de la serie, p. 173). Cf Reforma, II, 7, 43.