Novicia carmelita en el Carmelo de Sevilla (1576). Tristemente famosa por dos motivos: por su rápida salida del convento, al no lograr los pretendidos elogios de la Santa; y por haber denunciado a ésta y a las carmelitas de Sevilla a la Inquisición, que, como de costumbre, hizo caso a la denunciante y se presentó en el convento a pedir cuentas y razones. María del Corro no está presente en los escritos de T. Sí, en los de Gracián (Escholias, pp. 397-399; y MHCT 3, 584-585), y en los de María de san José, que la define ‘mujer de cuarenta años’, ‘gran beata tenida por santa’, o ‘gran beata que ya estaba canonizada por toda la ciudad’, y que ‘era la pobre muy más santa en su opinión que en la del pueblo’ (Libro de recreaciones, recr. 9, p. 206.211). Un implicado en el caso de las denuncias, el clérigo Garciálvarez, asegura que la Santa ‘sabiendo quién era la persona de quien había salido la ocasión, siempre que trataba de ella, hablaba muy bien, y con blandura y caridad’ (BMC 19,148)
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