En el ámbito de los estudios teresianos fray Luis de León es el primer editor de las Obras de la Madre Teresa. Lo habían precedido Gracián con la edición de las Constituciones teresianas (Salamanca 1581) y don Teutonio de Braganza con la edición del Camino de Perfección (Evora 1583), repetida por el mismo Gracián (Salamanca 1585) y por un editor valenciano (Valencia 1587). El mérito teresiano de fray Luis consiste ante todo en la excepcional carta-prólogo que antepuso a su edición salmantina, y en el hecho de haber patrocinado a la Santa abulense en su paso de los Pireneos para penetrar con sus libros en los idiomas europeos y en el latín.
Fray Luis había nacido en Belmonte (Cuenca, 1527). Cursó estudios en Salamanca y Alcalá, en las aulas de los más famosos catedráticos de mediado el siglo XVI. Profesó en los agustinos de Salamanca en 1544. Y a partir de 1560 opositó a las cátedras universitarias salmantinas, consiguiendo la de Santo Tomás (1561), la de Durando (1565), la cátedra de Prima (1566), la de Sagrada Escritura en 1579. Autor de numerosos comentarios teológicos y bíblicos en latín, es también autor de libros clásicos en castellano: La perfecta casada, Los nombres de Cristo, Exposición del Libro de Job, numerosos poemas, la versión del Cantar de los Cantares,etc. Fue esta última la que ocasionó su prisión por parte de la Inquisición, que lo mantuvo alejado de la cátedra, encarcelado en Valladolid, desde 1572 a 1576, año en que regresó a la enseñanza. Fray Luis falleció en Madrigal el 23 de agosto de 1591.
Fray Luis no conoció a la Madre Teresa (‘Yo no conocí ni vi a la madre Teresa de Jesús mientras estuvo en la tierra…’, comienzo de su carta-prólogo a las Obrasde la Santa). Su relación con la obra y la familia teresiana comienza en 1586, al recibir la encomienda de la edición. Ya antes tuvo, probablemente, entre sus oyentes a fray Juan de Santo Matía (1566), el futuro fray Juan de la Cruz.
Ese año 1586 la edición de la Santa lo pone en contacto con la carmelita Ana de Jesús (Lobera), con los carmelitas de Madrid y con el P. Nicolás Doria. A la Madre Ana dedicará él su comentario al Libro de Job (‘…mandarme V.R. le declare el Libro… de Job’: carta dedicatoria). En cambio sus relaciones con el P. Doria y la cúpula del Carmelo teresiano terminarán tensas y dolorosas (cf carta de fray Luis del 28.4.1590: MHCT 4, 36). Fiel a la M. Ana y a las carmelitas, fray Luis terminará en neta rotura con el P. Doria (ib. cartas de fray Luis al Rey, con fecha 13.12.1590 y 9.1.1591; y carta de Doria al Rey, de 28.1.1591: ib. pp. 344. 365. 454), si bien admirado e invocado por el Padre Gracián (ib. 9, p. 92).
La edición de la Santa.Hacia 1584 había tomado la iniciativa fray Juan de la Cruz, sugiriendo en su comentario al Cántico Espiritual la conveniencia de editar las Obras de la Santa (Cántico A12,7). El mismo formaba parte del Definitorio que en septiembre de 1586 decidía la edición. Apenas un año después, ‘ocho de septiembre de 1587’, firmaba fray Luis en ‘San Felipe de Madrid’ la censura aprobatoria de ‘los libros que compuso la Madre Teresa de Jesús’. Y sólo ocho días más tarde, ‘a quince de septiembre de 1587’, firmaba él mismo su carta dedicatoria ‘a las Madres priora Ana de Jesús y religiosas carmelitas descalças del monasterio de Madrid’, según la cual para esa fecha ya había realizado el minucioso cotejo de copias y originales sobre las galeradas de la edición en prensa. Con todo, los libros de la Santa no verían la luz hasta entrado el año siguiente, pues la ‘tassa’ de la cámara regia se les asigna el 28 de abril de 1588.
Fray Luis rotuló su edición: ‘Los libros de la Madre Teresa de Jesús fundadora de los monesterios de monjas y frailes carmelitas descalços de la primera Regla… En Salamanca. Por Guillermo Foquel. 1588’. Aunque encuadernados casi siempre en un solo volumen, eran tres tomos en octavo, de 560, 268 (más ocho pp. iniciales no numeradas) y 304 pp. respectivamente. En total , 1140 pp. El tríptico estaba integrado por Vida (tomo 1º), Camino (2º) y Moradas (3º). A cada uno de ellos se les agregaba un complemento a modo de apéndice: a Vida le añade varias ‘Relaciones’ de la Santa (pp. 544-560). Tras el Camino, siguen los ‘Avisos’ pseudoteresianos, ya editados por don Teutonio de Braganza (1583), pero ahora readaptados a las lectoras carmelitas y titulados ‘Avisos de la Madre Teresa de Jesús para sus monjas’ (pp. 260-268). Y a las Moradas les añade el texto de las ‘Exclamaciones del alma a Dios (pp. 270-304).
Por diversas razones, fray Luis omitió la edición de otras piezas, como el Libro de las Fundaciones, el comentario al Cantar de los Cantares, las Cartas, los Poemas…
Más interés merece el tratamiento dado por el editor a los textos de la Santa. Ya en la carta-prólogo aseguró que ‘el trabajo que he puesto en ellos no ha sido pequeño. Porque no solamente he trabajado en verlos y examinarlos…, sino también en cotejarlos con los originales mismos, que estuvieron en mi poder muchos días, y en reducirlos a su propia pureza… Que hacer mudanza en las cosas que escribió un pecho en quien Dios vivía… fue atrevimiento grandísimo y error’ (p. 11-12: a pesar de ello, tampoco fray Luis escapará a la tentación de los retoques. Baste recordar el pasaje de Vida 34 10, y el más penoso de Vida 38,15, sobre la Compañía de Jesús). De nuevo, en la portada misma del Caminoanotó: ‘impreso conforme a los originales de mano, enmendados por la misma madre, y no conforme a los impresos en que faltaban muchas cosas, y otras andaban muy corrompidas’.
Sin embargo, no nos informó fray Luis de cuáles fueron los originales que efectivamente tuvo en su poder. De ello dependería la fiabilidad de cada uno de los textos de su edición. Asegura la citada Ana de Jesús a propósito de los autógrafos de la Santa: ‘Yo, con licencia y orden de los prelados, los junté que estaban en diferentes partes, para darlos al Maestro fray Luis de León’ (BMC 18, 485). Ciertamente el editor tuvo en su poder el autógrafo de Vida y probablemente los dos autógrafos de Camino. De seguro, no manejó el autógrafo de las Moradas. Los dos autógrafos del Camino le permitieron reintegrar en un solo texto obra suya las dos redacciones de la Santa. La carencia del original de las Moradas le impuso un texto sumamente deficiente. Tampoco tuvo en su poder autógrafo alguno de los Avisos. Ni el de las Exclamaciones. Sí, el de las Relaciones, al menos en parte. De los materiales llevados por fray Luis a las prensas de Foquel, no ha llegado hasta nosotros resto alguno.
Tras la edición, fray Luis siguió cuidando su texto. Aunque con cierto retraso, elaboró un índice de erratas que agregó a la última hornada de ejemplares en venta. En previsión de los probables ataques de antifeministas y antialumbrados contra los libros de la Madre Teresa, no sólo había proclamado en la carta-prólogo su origen inspirado (‘no dudo sino que hablaba el Espíritu Santo en ella, en muchos lugares y que le regía la pluma y la mano’, p. 9), sino que había acotado alguno de los pasajes vulnerables, con notas marginales en defensa de su ortodoxia: así por ejemplo, Moradas 7,1,6, más un par de pasajes en Camino cc. 1 y 2, ninguno en Vida. Aún así, pronto llegó a su noticia la andanada de acusaciones, resabio de teologuillos sabuesos, destinadas a la Inquisición. Las más osadas se contenían en la serie de memoriales de Alonso de la Fuente, enviadas desde Llerena tierra de alumbrados al tribunal inquisitorial a partir de agosto de 1589. Más de una vez el delator tomaba de mira al propio fray Luis y sus anotaciones marginales: ‘el P. Maestro León, alias vir doctus, no entendió o no quiso entender lo que está claro’ en los escritos de la monja, alguna de cuyas páginas ‘consta ser estulticia herética y secta infernal y sueños que enseñó el demonio, los cuales quiso el Maestro León reducir a doctrina católica’ (cf E. Llamas, Santa Teresa de J. y la Inquisición española. Madrid 1972, p. 396-397). Pasajes especialmente atacados: las gracias místicas y revelaciones de Teresa, sus alusiones a la certeza de la gracia o de las gracias, la experiencia mística del misterio de la Trinidad referida en las moradas 7,1,6, pasaje acotado por fray Luis con una nota que ocupa el margen de las pp. 234-235 (tomo 3º de su edición).
No había pasado un año desde esa edición de los ‘Libros de la Madre Teresa’, cuando el maestro salmantino decide componer una ‘Apología’ de los mismos, que él difundirá entre lectores y amigos y que más tarde será editada por Tomás de Jesús en su ‘Compendio de los grados de oración’ (Roma 1613), con el título: ‘Apología del Maestro fray Luis de León, catedrático de Escritura de la Universidad de Salamanca: donde muestra la utilidad que sigue a la Iglesia en que las obras de la bienaventurada Madre Teresa de Jesús y otras semejantes anden impresas en lengua vulgar’. En ella se remite a ‘los libros de la santa (sic) M. Teresa… que el pasado año se imprimieron y extendieron por toda España’. Difundidos especialmente entre ‘los religiosos y religiosas carmelitas descalzos, que se han criado con su doctrina y la saben de coro’ (cf. ‘Obras completas castellanas’ de fray Luis: Madrid, BAC, 1944, pp. 1359-1362).
Obviamente, fray Luis no ha tenido acceso a los memoriales remitidos a la Inquisición. Las objeciones que según él serpean contra la autora son tres: que sus libros enseñan ‘la oración que llaman de unión’, que ‘tienen algunas cosas oscuras’, y que ‘cuentan muchas revelaciones que tuvo’ la Santa (ib. p. 1359).
No sabemos si fray Luis tuvo noticia de que ese mismo año 1588-1589 un impresor barcelonés había plagiado y relanzado su edición salmantina de las obras de la Madre, reproduciendo incluso su carta-prólogo y sus notas marginales (‘En Barcelona. Con licencia impresso en casa de Iayme Cendrat, Año 1588’. Título idéntico al de fray Luis. Su misma carta-prólogo, en los ff. iniciales n. n. También idéntico el título de esta carta dedicatoria, pero omitiendo el nombre de ‘Ana de Jesús’). Ambas ediciones, la salmantina y la pirata, habían tenido tal acogida por parte del público, que al año siguiente preparó fray Luis una nueva edición (‘En Salamanca. Por Guillermo Foquel. 1589’), en la que no se limitó a reproducir el texto y corregir erratas, sino que introdujo nuevas citas apologéticas en la carta-prólogo (pp. 22-23), y añadió nuevas notas marginales a lo largo de los tres libros: tres aclaraciones al texto de Vida (cc. 10.1; 12,5; 20,1); una apostilla al texto de la Relación 15 (p. 164 de su nueva edición); y cuatro apuntes más a pasajes delicados de las Moradas(M 5,1,9; 5,2,13; 6,6,10; y 7,4,2, pasaje este último que ya había sido introducido en la revisión de la carta-prólogo). Era un modo de dialogar con los opositores de los textos ‘femeninos’ y audaces de la Madre, previniendo y rebatiendo sus dardos. Era a la vez una confesión tácita de la sensibilidad teológica de fray Luis frente a ciertos flecos de la experiencia mística de la Madre Teresa.
Para esas fechas, ya otro profesor y biblista salmantino, el jesuita Francisco de Ribera había redactado la primera biografía de la Santa. Compuesta entre 1586 y 1587, por dificultades surgidas entre el autor y sus superiores romanos no vio la luz hasta 1590 (‘En Salamanca, En casa de Pedro Lasso. 1590’). Por ese retraso y ante el auge imparable del prestigio de T, fray Luis abordó, por iniciativa de la Emperatriz, Dª María (cf EstTer, 1,577), la composición de una biografía de la Madre: ‘De la vida, muerte, virtudes y milagros de la santa (sic) Madre Teresa de Jesús…, por el Maestro fray Luis de León’ (cf la edición facsimilar, recientemente preparada por María Jesús Mancho y J. Miguel Prieto: Universidad de Salamanca 1991).
Fray Luis tenía ultimadas apenas 26 páginas, cuando lo sorprendió la muerte: 23 de agosto de 1591. Quedó así truncada su obra de biógrafo teresiano, que sin duda hubiera contenido un brillante correctivo a sus tesis feministas de La Perfecta Casada.
En síntesis conclusiva, la aportación de fray Luis a favor de la Madre Teresa y de sus libros había sido inmensa. Gracias a él, T entró con pie firme y flancos bien protegidos en el espacio cultural europeo.
BIBL.Gustavo Vallejo, Fray Luis de León, su ambiente, su doctrina espiritual, huellas de Santa Teresa. Roma 1959; Enrique Llamas, Santa Teresa de Jesús y la Inquisición Española.Madrid, C.S.I.C., 1972; Tomás Alvarez, Fray Luis y Santa T de Jesús. En ‘Teresianum’ 1983, pp. 7-100; Fray Luis de León ante el ‘Castillo Interior’ de Santa T. En ‘Lteras de Deusto’ 21 (1991) 325-337; Fray Luis de L. ante la monja escritora. En ‘Santa Teresa y la mística hispánica’. Madrid 1984, pp. 493-502; Fray Luis de L. revisa la edición príncipe de las Obras de Santa T. En ‘Mte Carm’ 100 (1992) 521-532.