Vocablo culto, no presente en el léxico teresiano. Indica el acto de elevarse en el aire una persona u objeto corpóreo sin intervención de un normal medio físico. Se designa así a los fenómenos paranormales, estudiados en psicología. O bien, al fenómeno religioso de ciertos místicos. Aquí recordamos la presencia de éste último en los escritos de santa Teresa. Ella lo designa con el término ‘vuelo de espíritu’ (V 20; M 6,5). Término que ha heredado de la literatura espiritual de su tiempo: ‘vuelo que llaman de espíritu’, escribe al mencionarlo por primera vez (V 20, título del c.).
En el plano autobiógrafico, ella misma lo consigna en el relato de Vida, capítulo 20, al hablar de ‘la diferencia que hay de unión a arrobamiento’. La levitación es algo que acontece dentro del ‘arrobamiento’. Teresa lo describe como una fuerza incontenible: ‘veisos llevar y no sabéis dónde’. ‘Muy muchas veces querría yo resistir, y pongo todas mis fuerzas… Algunas (veces) podía algo, con gran quebrantamiento, como quien pelea con un jayán fuerte…; otras (veces) era imposible (resistir), sino que me llevaba el alma y aun casi ordinario la cabeza tras ella…, y algunas todo el cuerpo, hasta levantarle’ (n. 4).
Advierte enseguida que eso último ’hasta levantar todo el cuerpo’ ‘ha sido pocas veces’. Pero inmediatamente pasa a describir una de ellas, más señalada: fue estando todas juntas en el coro, yendo a comulgar y estando ella de rodillas: ‘mandé a las monjas no lo dijesen. Mas otras (veces) como comenzaba a ver que iba a hacer el Señor lo mismo…, tendíame en el suelo, y allegábanse a tenerme el cuerpo, y todavía se echaba de ver’ (n. 6). ‘Parecía, cuando quería resistir, que desde debajo de los pies me levantaban fuerzas tan grandes, que no sé cómo lo comparar, que era con mucho más ímpetu que estotras cosas de espíritu, y así quedaba hecha pedazos. Porque es una pelea grande y, en fin, aprovecha poco cuando el Señor quiere, que no hay poder contra su poder’ (n. 6). ‘No parece se contenta con llevar tan de veras el alma a Sí, sino que quiere el cuerpo…’ (n. 7).
Más tarde, al codificar en las Moradas sextas la fenomenología mística previa a la unión plena de las séptimas, vuelve a colocar los fenómenos de levitación entre los que posiblemente sobrevienen al místico. Y lo hace evocando en anonimato su propia experiencia: ‘¿Pensáis que es poca turbación estar una persona muy en su sentido y verse arrebatar el alma (y aun algunos hemos leído que el cuerpo con ella), sin saber adónde va, qué o quién la lleva o cómo?…’ (M 6,5,1).
A propósito de esos testimonios de Teresa, se ha cuestionado si documentan únicamente una sensación meramente subjetiva (ilusoria) de levitación, o si corresponden a una real elevación física de toda la persona, atraída por una fuerza superior. Sin intentar aquí una discusión del problema, nos limitamos a apuntar algunos testimonios ajenos:
a)Ya a raíz de la muerte de T, su primer biógrafo, Francisco de Ribera, por lo general objetivo y bien documentado, escribía hacia 1587: ‘En Avila, un día de san José, estando en el coro después de comulgar, la vieron levantarse en el aire dos o tres palmos del suelo’ (Vida de la Madre Teresa, 4, 12, p. 422).
b)En la preparación del proceso de beatificación de T, el tema pasa a uno de los artículos del ‘Rótulo’ o interrogatorio preparado para el examen de los testigos. En el artículo 15 se leía: ‘que con la eficacia del divino Espíritu en tal manera era arrebatada, que no sólo el alma de esta sobredicha virgen, mas también algunas veces el cuerpo era elevado de la tierra… (Favores divinos) ‘los cuales ella fuertemente resistía por no ser notada de otros, unas veces asiéndose de las rejas de hierro de la iglesia, otras veces asiendo reciamente las esteras del suelo, y otras veces amonestando a sus compañeras que fuertemente la detuviesen…’ (BMC 20, p. XVII).
c)Entre los testigos que deponen, no sólo afirmativamente, sino con detalles de color realista, merecen especial mención la célebre sobrina de la Santa, María Bautista (BMC 2,46), Juan Santa Cruz (que alega el testimonio del obispo titular de Troya, don Rodrigo Vázquez Dávila: ib pp. 283-284), Isabel de Santo Domingo (ib 463-464), y sobre todo, Ana de la Encarnación (Arbizo), antigua dama de la Princesa de Eboli), siendo ya priora del carmelo de Granada. Recogemos únicamente el testimonio de ésta última. Tras contar el episodio vistoso de un éxtasis de la Santa en Segovia, refiere con igual realismo:
‘Otra vez, entre una y dos del día, estaba yo en el coro esperando la campana, y entró nuestra santa Madre, y puesta de rodillas como medio cuarto de hora, y mirándola yo muy bien, se levantó del suelo como media vara, los pies sin llegar a él, de que me atemoricé mucho, y le temblaba el cuerpo, y llegándome adonde estaba puse las manos debajo de los pies, en los cuales estuve llorando como media hora que duró estar aquí, y luego se bajó y quedó en pie. Y volviendo el rostro hacia mí, me preguntó quién era y si había estado allí, y le respondí que sí, y me mandó debajo de obediencia, muy encarecidamente, que no dijere cosa ninguna de lo que había visto, lo cual no lo he hecho hasta ahora’ (‘Escritos de S. T.’ por V. de la Fuente, BAE, 2, p. 388).
Entre los más célebres episodios de levitación, habría que recordar el famoso éxtasis de fray Juan de la Cruz y de la Santa en el locutorio de la Encarnación. Sin embargo ese episodio está escasamente documentado en los procesos de esta última.
BIBL. Tomás Alvarez, Extase, en el Dict. de Spiritualité; Olivier Leroy, Examen des témoignages sur la lévitation extatique chez saint Thérèse de Jésus, en Rev. Asc. Et Mystique 33 (1957) 302-313.
T. Alvarez