Los maitines eran, en tiempo de la Santa, una de las horas litúrgicas del Oficio, para el rezo nocturno. Constaban de tres nocturnos (a ellos alude la Santa: V 31,10), y solían durar una hora de reloj, juntamente con Laudes. En el monasterio de la Encarnación se rezaban a media noche. En los carmelos fundados por la Santa, al comienzo de la noche: ‘Los maitines se digan después de las nueve y no antes, ni tan después que no puedan, cuando sean acabados, estar un cuarto de hora haciendo examen…’ (Const., 1,1). En algunas ocasiones eran cantados (ib 1,4). En cambio en Duruelo y en los conventos de los Descalzos se rezaban a media noche (Constituciones primitivas, 1). La Santa recuerda con admiración que los primitivos de Duruelo ‘después que acababan maitines hasta prima… se quedaban en oración’ (F 14,7: y cf cta a Gracián, octubre 1577).
Se festejaban de forma especial los maitines de Navidad (24 de diciembre), precedidos o seguidos de villancicos y fiesta: la Santa celebra los versos que con esa ocasión le envían de otros carmelos (cartas a María de San José,173,5; 175,5; 177,6) y ella misma los compone para ese momento.
En el silencio nocturno de antes y después de maitines, suele ella escribir sus cartas (cf cartas a Gracián: 258,10 y 359,4).
En la historia personal de Teresa, son varias las gracias místicas que recibe durante maitines. Así el 24.12.1561, ‘estuve todos los maitines o gran parte de ellos en gran arrobamiento’ (V 34,2; y 40,14). Años más tarde, en una especie de rebrote de gracias extáticas, de nuevo se le repiten éstas en los maitines. Se lo escribe confidencialmente a su hermano Lorenzo: ‘me han tornado los arrobamientos… y así me ha acaecido en maitines…’ (cta 177,3). Ocurre eso en Toledo, unos meses antes de comenzar la redacción del ‘Castillo Interior’. Liturgia de las Horas.
T. Alvarez