La madre Teresa había fundado ya los carmelos de Avila y de Medina del Campo. El tercero va a ser erigido en la pequeña villa manchega de Malagón (1568). También éste, bajo la advocación de San José. La señora del lugar, la dama toledana D.ª Luisa de la Cerda, ha logrado vencer la resistencia de T, que hasta ese momento no creía posible fundar otro carmelo de pobreza absoluta en una población de escasas posibilidades económicas. Los letrados la convencen: puesto que los cánones del Concilio de Trento permiten a los monasterios tener rentas estables, ella no debe aferrarse a su ‘opinión personal’ (F 9,3) y la del difunto fray Pedro de Alcántara. Teresa accede. En enero de 1568 sale de Medina. Ha de viajar a lo ancho de la vieja Castilla y buena parte de la Nueva. Son muchos kilómetros. Hace una pausa en Alcalá de Henares, donde visita el Carmelo de la Imagen, fundado por su amiga María de Jesús. Nueva pausa en Toledo, donde ella y D.ª Luisa firman las escrituras de la fundación: 30 de marzo de 1568 (BMC 5, 375-382), tras obtener la licencia del Provincial carmelita, Alonso González (el 24.3.68). A Malagón llega la caravana el 2 de abril siguiente. E inmediatamente, el día 11 de ese mes, inaugura el monasterio y tiene la suerte gozosa de dar el hábito a la futura priora de Sevilla y de Lisboa, María de San José, Salazar.
T queda en Malagón un par de meses, mientras su amiga doña Luisa emprende viaje a tierras andaluzas, rumbo a Antequera (Málaga). Y la Santa le hace una encomienda delicada: que lleve consigo el autógrafo del Libro de la Vida y, una vez en Andalucía, lo haga llegar a manos del Maestro Juan de Avila, para que éste lo lea y evalúe, proyecto que la madre Teresa acaricia desde el lejano 1565, al terminar el escrito (V carta epílogo, n. 2). Desde Malagón, y luego desde Toledo y desde Avila (ctas 7,8,9) seguirá los pasos y los retrasos de la portadora, hasta tener la seguridad de que, por fin, el manuscrito ha tocado puerto en las buenas manos del Maestro, en Montilla. (Desde Montilla le escribirá él una extensa y preciosa carta en septiembre siguiente, al devolverle la obra).
La Santa ha historiado la fundación del Carmelo de Malagón en el capítulo 9 del Libro de las Fundaciones. Es el capítulo más breve de la obra: solas dos páginas en el original teresiano. En realidad ha dejado incompleta la narración, por haberla escrito en 1573, antes de construir el edificio del nuevo Carmelo, que de momento se había instalado en unos caserones provisionales. En mayo de 1576, el P. Gracián envía de nuevo a la Santa a Malagón. Días después, ella firma las trazas y las escrituras del edificio que se hará de sana planta extramuros de la villa (30.6.1576), firma otrosí poderes para contratar albañiles y maestros de obra (30.8.1576), y ella misma preside y, en parte, dirige las obras del nuevo Carmelo. Lo testifica, aún hoy, la estatua que la recuerda sentada en la plaza frontera del edificio, vigilando la construcción. ‘El día de la Concepción escribe pasaron estas hermanas a la casa nueva. Yo estaba acá ocho días había, que no fueron de menos trabajo que los del camino’ (cta 316,1, a Gracián): era ya el 8 de diciembre de 1579. En la última escritura, firmada por Teresa y por D.ª Luisa, se establecía que ‘acabado de construir el dicho monasterio, una vez que se hayan pasado a él las monjas, las casas en que agora habitan y están [las de la fundación inicial] han de pasar por de la dicha señora doña Luisa, para que haga e disponga dellas como de hacienda que es suya’ (BMC 5,590). Desde su nueva residencia, la Santa escribía a la priora de Sevilla, novicia que había sido de Malagón: ‘Aquí están todas contentísimas, y la priora es tal, que les sobra razón. Yo le digo que es de las buenas que hay…’ (cta 330,16).
Aún hoy, el viejo Carmelo de Malagón sigue siendo todo un relicario de recuerdos teresianos. La Santa sigue misteriosamente presente en la villa manchega.
Bibl.La documentación sobre el Carmelo de Malagón puede verse en la BMC 5, pp. 375-396; Matías del N. J., Santa Teresa en Malagón. Malagón 1968.
F. Domingo