Por fortuna o por infortunio, más lo segundo que lo primero, a los restos mortales de la Santa les cupo en suerte una época extrañamente ávida de reliquias. Unas veces, con afán de apoteosis y veneración, como es el caso del Escorial, otras con ansias de protección y milagrería. Teresa misma parece haber asistido llena de admiración, al traslado de ‘las reliquias de los Santos Pastorcicos’ (santos Justo y Pástor) a Alcalá en 1568 (cta 6,1). Luego de muerta, los procesos de beatificación prestaron singular atención, en los interrogatorios, a las reliquias corporales de ella misma (cf el Rótulo, nn. 97-11: BMC 20, pp. lxix y ss.).
Su primer biógrafo, Francisco de Ribera dedicó al tema casi todo el libro quinto de su obra.
El efecto de ese afán espiritual y sociológico fue doble: por un lado, la destrucción de numerosos autógrafos teresianos para convertirlos en reliquias portátiles con su firma o con una de sus sentencias espirituales; por otra parte, a ese achaque devoto se debió en gran parte la demolición de los restos mortales de la Santa, conservados incorruptos y aromáticos después de su muerte. No existe aún una monografía, más o menos complexiva, de este singular fenómeno social, que en lo tocante a los restos de la Santa comenzó en Castilla, pero que desbordó pronto las fronteras de la Península, como exponente de la fama de santidad de T. Precedió, a lo que parece, la difusión de sus escritos. Les siguieron de cerca los relicarios y reliquias. Imposible historiar aquí ese fenómeno devocional barroco. Nos limitaremos a recordar lo referente a los restos mortales de la Santa.
1.º Su cuerpo incorrupto.Ya antes de incoar los procesos, en la primera biografía de la Santa, escrita por el P. Ribera hacia 1587-1588, se dedicó la postrera sección del libro (L 5, cc. 1-8) a historiar el acontecimiento, entonces clamoroso, de los restos incorruptos de la Madre Teresa: ‘c. 1, De cómo a cabo de algún tiempo fue hallado entero y sin corrupción el cuerpo de la madre Teresa de Jesús, y cómo fue llevado a Avila. c. 2, De cómo se comenzó a publicar el milagro del santo cuerpo, y cómo fue vuelto a Alba. c. 3, En que se da entera noticia de cómo están el brazo y el cuerpo… etc.’.
Ribera es testigo ocular de lo que refiere: ‘el santo cuerpo vi muy a mi contento a 25 de marzo deste año de 1588’. Sigue una descripción detallada del mismo, y concluye: ‘Quédame una lástima, si le han de partir algún día, o por ruegos de personas graves, o a instancia de los monesterios, porque en ninguna manera se debía hacer, sino que esté como Dios le ha dejado’ (ib p. 527).
Llegaba tarde esa recomendación. Ya a los pocos meses de sepultados, los restos mortales de la Santa fueron exhumados por Gracián (finales de junio de 1583). Comenzó entonces la penosa serie de amputaciones.
El cuerpo mismo de la Santa fue objeto de un penoso itinerario, a causa del contencioso que medió por su posesión, entre las ciudades de Avila y Alba de Tormes, no muy desemejante a las tensiones entre Asís y Perugia por el cuerpo de san Francisco. El 27 de octubre de 1585, el provincial Nicolás Doria y su definitorio deciden el traslado del cuerpo de la Santa, de Alba a Avila (cf MHCT 3, 105). Decisión rápidamente ejecutada por Gregorio Nacianceno, el 24 de octubre siguiente (cf Ribera, p. 518). El 21 de julio del año siguiente, el duque de Alba iniciaba ante el Nuncio papal César Speciano pleito formal, reclamando la devolución del Cuerpo (cf MHCT, 6, 247), y el 18 de agosto de ese año el Nuncio Speciano decretaba, por orden del Papa, la restitución del Cuerpo a Alba de Tormes (ib p. 256). De hecho, el 23 de ese mes ya llegaban a Alba los restos de la Santa (cf Ribera, p. 522). Sigue todavía la apelación de la comunidad de Avila en contra de lo hecho (20 de dic. de 1586: MHCT 6, 258), hasta que el primero de diciembre de 1588, el nuncio Speciano dicta sentencia a favor de Alba, donde deberán quedar ‘para siempre’ (‘decernimus… corpus et ossa dictae… Teresae de Iesu minime amovendum nec amovenda absque sanctae Sedis Aposolicae licentia speciali, sed in dicto monasterio monialium de Incarnatione de Alba perpetuo dimittendum et reliquendum’: MHCT 6, 491).
Aún hoy el venerado cuerpo de la Santa se custodia en el carmelo de Alba de Tormes en una preciosa urna, colocada en la hornacina del retablo de la iglesia.
2.º La mano izquierda.Fue la primera amputación infligida al cuerpo incorrupto de la Santa. La ejecutó el P. Gracián, en calidad de Provincial de la familia teresiana, en julio de 1583, a los nueve meses de muerta la Madre, al exhumar por primera vez sus restos en Alba. Lo refiere con todo detalle Ribera (L. 5, c. 1, p. 516), cuyo texto glosó al margen el propio Gracián: ‘Esta mano traía yo en una arquilla con papeles, y destilaba de ella aceite que me los manchó. Dejéla en Avila en un cofrecito cerrado, y dentro la llave del arca de que daba el olor. Yo diciendo a las monjas que me guardasen aquel cofrecico que tenía de reliquias, preguntóme Ana de san Pedro que de quién eran las reliquias que tenía en aquel cofrecico, y diciéndole que por qué me lo preguntaba, dijo que entrando en el coro había visto visiblemente a la madre Theresa, y le había dicho: tened gran cuenta con aquel cofrecito, que está allí mi mano…’ (Glanes, pp. 135-136). Comenzaba así la historia azarosa de aquella reliquia. El P. Gracián la lleva personalmente a Lisboa poco después de fundado el primer Carmelo teresiano portugués (San Alberto de Lisboa: 1585). En ese Carmelo de San Alberto sigue hasta la supresión del mismo en 1890. Al año siguiente (1891) el Cardenal Patriarca de Lisboa, José Sebastián Neto, entrega la reliquia a las carmelitas de Olivais, de reciente fundación (1889). Al ser suprimido también este Carmelo (1910) y expulsadas sus religiosas, la mano de la Santa peregrina con ellas a España. Momentáneamente se detiene en Avila, en los Padres Carmelitas de ‘La Santa’. Y cuando las carmelitas portuguesas fundan el carmelo de Ronda (Málaga, 15 de octubre de 1924), recuperan para esta comunidad la preciosa reliquia: Navidad de 1924. Ahí sigue, hasta que doce años después, al desencadenarse en España la guerra civil, también es desalojada esta comunidad rondeña, y la reliquia de la Santa es incautada por el Comité Revolucionario de la ciudad: 29 de agosto de 1936. Meses más tarde febrero de 1937, el relicario que contiene la mano de la Santa es recuperado en Málaga por el ejército de Franco: ‘un soldado, encargado de la requisa, encontró la preciosa reliquia escondida en un estante del cuartel que tenían los marxistas en esta ciudad’ (Rafael Mejía, Carmelos de España y Portugal, p. 393). El general Franco la retuvo durante los años de la guerra. Primero en Salamanca, luego en Burgos y Madrid; y la instaló en el oratorio privado de El Pardo, hasta su muerte en 1975.
El 9 de diciembre de 1975, doña Carmen Polo de Franco, ejecutando la voluntad de su esposo difunto, hizo entrega del precioso relicario al Cardenal Primado, don Marcelo González Martín, quien la hizo llegar al Carmelo de Ronda el 21 de enero de 1976, donde actualmente se custodia. Sobre otras reliquias de Santa T en Lisboa cf David do C. de J., La Reforma teresiana em Portugal…, p. 270-271).
3.ºEl brazo izquierdo. Es precisamente el brazo al que ya en 1583 se le había amputado la mano. Dos años más tarde, cuando el P. Gregorio Nacianceno viene a Alba para realizar el traslado de los restos mortales de la Santa al Carmelo de Avila, opta por dejar a aquella comunidad el brazo de la Madre Teresa. Lo refiere el Padre Ribera, como testigo presencial del acto, asegurando que ‘el padre Gregorio Nacianceno [lo hizo] harto contra su voluntad, porque me decía que era aquel el mayor sacrificio que había hecho a nuestro Señor de sí’ (p. 519). Y Gracián, también presente al acto, anota al margen de ese pasaje de Ribera: ‘No tuve yo ánimo para cortársele’ (Glanes, p. 143). Custodiado en un sencillo relicario, el brazo incorrupto sigue todavía en el Carmelo teresiano de Alba.
4.º El corazón. Se venera también en el Carmelo de Alba de Tormes. Su extracción tuvo lugar con ocasión del proceso de beatificación de la Santa, para verificar que la incorrupción del cuerpo no se debía a técnicas de embalsamamiento. Ocurrió en 1591. Una de las testigos del acto, la priora de la comunidad, Catalina de san Angelo, refiere: ‘Demás desto, declara esta testigo que el señor obispo don Jerónimo Manrique, de buena memoria, obispo que fue de Salamanca, al tiempo que en este convento hizo información de la incorrupción del cuerpo de la dicha santa madre Teresa de Jesús, le vio y tocó con sus manos, y trajo médicos muy famosos que viesen el dicho santo cuerpo. Los cuales, viendo el dicho santo cuerpo incorrupto y con grande olor, quisieron hacer experiencia si el dicho santo cuerpo estaba embalsamado; y así abrieron el dicho santo cuerpo por un lado, y hallaron estaba entero e incorrupto y sin preservativo ninguno; y entonces fue cuando al dicho santo cuerpo le sacaron el corazón, que al presente está en este convento en un viril de plata’ (BMC 20, 207: cf el dicho de sor Inés de Jesús, ib pp. 185-186).
Durante el siglo pasado fue célebre el fenómeno de las presuntas espinas. Todavía en el nuestro, el corazón de la Santa ha sido objeto de observaciones e interpretaciones patológicas, más fantasiosas que científicas, con miras a regresar sobre la ‘gracia del dardo’ descrita por la Santa en su autobiografía (V 29,13), cf por ejemplo, los ensayos de R. Nóvoa Santos. Patografía de santa Teresa, y Biopatología de la estigmatización mística.
Actualmente, el corazón de la Santa se venera en una ampolla de cristal. Ya ‘el 1617 se colocó en la ampolla de cristal en que actualmente se venera, montada en un artístico relicario de plata que regaló el Duque de Tarsis’ (Silverio de Santa Teresa, Historia del Carmen Descalzo, 7, 833).
5.º El pie derecho. En 1588, anotaba F. de Ribera, entre otras observaciones hechas con ocasión de la exhumación de los restos de la Santa (25.3.1588): ‘Los pies están muy lindos y muy proporcionados, y en fin todo el cuerpo está muy lleno de carne… Fueme de gran consuelo ver este tesoro escondido, que a mi parecer no debo de haber tenido mejor día en mi vida, y nunca me hartaba de verle’ (ib p. 527). La amputación del pie derecho tuvo lugar en 1616, por iniciativa del P. General de los Carmelitas españoles, José de Jesús María, para enviarlo a sus hermanos los carmelitas de la Congregación de Italia. Escribía así dicho padre general: ‘Constándome el gusto de Su Santidad, me atreví a sacar una santa reliquia notable y no más… Las reliquias que sacamos fue el pie derecho entero, cortado con la choquezuela, con su empeine carnal y planta, vestido de carne, y con demostración conocida de sus venas y nervios, que aspiraba un olor celestial…’ Líneas antes había asegurado que ‘nuestro santísimo padre y señor [el papa Paulo V, que recientemente había beatificado a T] gustaba de ello, y había ordenano al ilustrísimo señor cardenal Gayo me escribiese’ (Silverio de Santa Teresa, Historia,7, 834-835).
La reliquia llegó a Roma en mayo de 1616. El 25 de ese mes, el papa Paulo V ‘vino él mismo con mucho acompañamiento de cardenales y prelados y otros cortesanos’ a venerar la reliquia en la iglesia de Santa María della Scala, templo en el que sigue todavía hoy.
6.º Todavía una reliquia menor, pero con historia aventurosa. Es el dedo meñique de la misma mano izquierda, amputada por Gracián en 1583. Cuenta éste: ‘Cuando le corté la mano, corté también un dedo meñique que traigo conmigo… Y cuando me captivaron me le tomaron los turcos, y le rescaté por veinte reales y unas sortijas de oro que hice hacer con unos rubinicos que traía el dedo’ (Glanes, p. 137).
Gracián cayó en mano de piratas tunecinos a finales de 1592, y trajo consigo la reliquia de la Santa hasta el final de sus días (1614). Él mismo escribe en la Peregrinación de Anastasio: ‘Sería menester escribir muchos pliegos de papel para contarte lo que me ha acaecido con este dedo, que ha más de veintisiete años corté y traigo conmigo…’ (BMC 17,251). Al morir él en Bruselas, destinó la reliquia a su hermana Juliana, carmelita en las descalzas de Sevilla. Pero sin efecto. Los archiduques Alberto e Isabel consiguieron del Papa Paulo V un breve (del 20 octubre 1614), en virtud del cual la reliquia sigue todavía hoy en el carmelo de Bruselas.
No es posible reseñar las numerosas reliquias menores de la Santa, desparramadas por doquier, en numerosos Carmelos de Italia, Francia, Bélgica… Más copiosas aun en los Carmelos españoles de Burgos, Valladolid, Avila, Malagón, Toledo, Segovia, Beas, Villanueva de la Jara, Soria, Sevilla, Palencia, Granada, Consuegra, Sanlúcar… (cf Silverio de santa Teresa, Historia…, 7, 845-851). A título meramente folclórico, recordamos otro tipo de reliquias-recuerdos de la Santa. Escribe el mismo padre Silverio: ‘En el Museo Teresiano que se hizo adosado al convento [de San José de Avila] durante las fiestas centenarias del siglo actual hoy convertido en Museo Histórico Provincial, se reunieron laúdes y otros instrumentos que la Santa tocó para alegrar a sus hijas, encaje de bolillos, jarritas, escudillas, una cartera de viaje, muy útil y completa, y otros muchos objetos de este tenor (ib p. 845). Más copioso en recuerdos es actualmente el ‘Museo Teresiano’, organizado en ‘La Santa’ de Avila. Autógrafos. Cartas.