Arzobispo de Sevilla, gran amigo y colaborador de la Santa. Había nacido en Fuenterrabía (Guipúzcoa), hijo natural del Marqués de Denia, Bernardo de Rojas y Sandoval. Cursó estudios en Alcalá. Acompañó a Carlos V en su viaje a Flandes. Intervino en el Concilio de Trento (período segundo). Fue sucesivamente obispo de Oviedo (1546), Badajoz (1556), Córdoba (1562) y finalmente de Sevilla (1571-1580). Lo conoció y trató personalmente la Santa con ocasión de la fundación del Carmelo sevillano (1574). Pero ya antes se habían carteado, al menos él con ella (F 24,15: ‘habíame escrito [él] algunas veces’). Aunque reacio, en un principio, a la fundación hispalense, apenas conoció personalmente a la Santa, se asoció de corazón a los planes de ésta. Escribe ella que, después de dilaciones y reticencias, ‘fue Dios servido que [el arzobispo] nos vino a ver. Yo le dije el agravio que nos hacía. En fin, me dijo que fuese lo que [yo] quisiese y como lo quisiese. Y desde ahí adelante, siempre nos hacía merced en todo…’ (F 24,20). Por esas fechas escribía ella a su colaborador Antonio Gaytán: ‘El arzobispo vino acá e hizo todo lo que yo quise, y nos da trigo y dineros y mucha gracia’ (cta 85,2). En Sevilla, don Cristóbal apoya a Gracián, por reiteradas indicaciones del rey y del Nuncio Ormaneto (MHCT 1,205. 259. 270. 271; cf cta 134,6), y llega a escribir una circular a toda su diócesis solicitando ayuda incondicional para la visita del Gracián al Carmen andaluz (MHCT 1,340) Al enfermar gravemente el propio Gracián, el Arzobispo lo lleva a su palacio, ‘donde le visitaba y regalaba’ (ib 3,624). Al saber las intrusiones y enredos del clérigo Garciálvarez, lo remueve de sus funciones en el Carmelo hispalense y le prohíbe actuar en las descalzas (cta 294,4). Cuando llegan a Sevilla las poco afortunadas decisiones del Nuncio papal F. Sega (MHCT 2,90), don Cristóbal escribe a la Santa (cta 292,5) y facilita buenas soluciones (ib 6). La Madre T se lo agradece. Más tarde, Don Cristóbal fue designado por el rey para asistir en Alcalá al Capítulo de erección de la provincia de descalzos (cf MHCT 2,279; 3,623), asamblea en la que ya no participó, prevenido por la muerte. En el postrer año de su vida, don Cristóbal acompaña a Felipe II en su viaje a Portugal. Y de regreso fallece en Cigales (Valladolid) el 22.9.1580, víctima del catarro universal de ese verano. Falleció asistido por el P. Gracián, que cuenta cómo después de administrarle los sacramentos, ‘quedóse solo con él diciendo salmos y ayudándole a bien morir, y con grandísima paz y espíritu dio su alma a Dios aquel santo prelado como a las cuatro de la mañana, habiéndolo dejado solo en aquel punto todos los de su casa’ (MHCT 3,624). Por esas fechas, también la Santa estaba gravemente enferma en Valladolid, no lejos de Cigales. Es revelador el episodo referido en los Procesos de T por Ana de Jesús (Lobera), quien después de contar cómo el obispo de Osma ‘al tiempo que ella [Teresa] le llegó a pedir la bendición, se le arrodilló él’, añade: ‘Lo mismo le sucedió con el arzobispo de Sevilla, D. Cristóbal de Rojas y Sandoval, y de esto quedó ella tan confusa, que me acuerdo me escribió: Mire qué sentiría cuando viese un tan gran prelado arrodillado delante de esta mujercilla sin quererse levantar hasta que le echase la bendición en presencia de todas las religiones y cofradías de Sevilla’ (BMC 18,469). Sevilla, fundación de.
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