La liturgia carmelitana celebraba la fiesta de san Hilarión –soldado que se hace monje y que se creía pertenecer al santoral del Carmelo–, el día 21 de octubre.
Hoy ha vencido un guerrero
al mundo y sus valedores.
–Vuelta, vuelta, pecadores,
sigamos este sendero.
Sigamos la soledad,
y no queramos morir,
hasta ganar el vivir
en tan subida pobreza.
¡Oh, qué grande es la destreza
de aqueste nuestro guerrero!
–Vuelta, vuelta, pecadores,
sigamos este sendero.
Con armas de penitencia
ha vencido a Lucifer,
combate con la paciencia,
ya no tiene que temer.
Todos podemos valer
siguiendo a este caballero.
–Vuelta, vuelta, pecadores,
sigamos este sendero.
No ha tenido valedores,
abrazóse con la cruz:
siempre en ella hallamos luz,
pues la dio a los pecadores.
¡Oh, qué dichosos amores
tuvo este nuestro guerrero!
–Vuelta, vuelta, pecadores,
sigamos este sendero.
Ya ha ganado la corona,
y se acabó el padecer,
gozando ya el merecer,
con muy encumbrada gloria.
¡Oh venturosa victoria
de nuestro fuerte guerrero!
–Vuelta, vuelta, pecadores,
sigamos este sendero.