Poema festivo para la profesión de una joven carmelita, quien profesando abraza la clausura perpetua. La clausura es prisión de amor.
Pues que nuestro Esposo
nos quiere en prisión,
a la gala gala
de la Religión.
¡Oh qué ricas bodas
ordenó Jesús!
Quiérenos a todas,
y danos la luz;
sigamos la Cruz,
con gran perfección:
a la gala gala
de la Religión.
Este es el estado
de Dios escogido,
con que del pecado
nos ha defendido.
Hanos prometido
la consolación,
si nos alegramos
en esta prisión.
Darnos ha grandezas
en la eterna gloria,
si por sus riquezas
dejamos la escoria
que hay en este mundo,
y su perdición,
a la gala gala
de la Religión.
¡Oh qué cautiverio
de gran libertad!
Venturosa vida
para eternidad.
No quiero librar
ya mi corazón.
A la gala gala
de la Religión.