1. ¿Qué formación recibe Teresa en la Encarnación? Poseemos pocos datos para responder a esa pregunta. Casi la única fuente informativa sería la legislación vigente entonces en los monsterios carmelitas españoles. Y más concretamente en el de la Encarnación abulense (aparte de la Regla, de que trataremos luego). Para acercarnos a esa posible fuente informativa, tenemos que responder previamente a un doble interrogante: 1ª/ ¿Tenía Constituciones el monasterio carmelitano de Ávila? Y 2ª/ ¿Conocemos ese texto o al menos las líneas maestras de su contenido?
2. Al interrogante primero hay quien responde negativamente, aduciendo la negación categórica de la historiadora del monasterio, María Pinel (s. XVII), segura de que la Encarnación no tuvo Constituciones hasta que le vinieron de Roma en 1595. Sin embargo esa negativa es inverosímil. Santa Teresa se refiere a ellas reiteradamente, contraponiéndolas a las de San José. Ella misma las habría leído con gran interés (Vida, 35,2). Más de una vez las designa con el título de Constituciones antiguas, a base de las cuales puntualiza algo de sus constituciones nuevas, de San José (Ap 2). Probablemente de ellas copió literalmente los capítulos 'de culpas y de penas', que inicialmente no había integrado en el texto de San José.
3. Pero ¿conocemos el texto vigente en la Encarnación? Hasta el momento, no lo conocemos. Las llamadas 'Constituciones de la Encarnación', publicadas por el Padre Silverio (BMC; IX. pp. 481 ) no son las vigentes en el monasterio, pues en ellas se prescribe con todo rigor y detalle la observancia de la clausura, mientras ésta no estaba en vigencia en el monasterio abulense. Con todo, ese texto -derivado de los monasterios de carmelitas francesas, fundadas por el B. Soreth- contiene la praxis vigente en los monasterios españoles, a excepción del problemático tema de la clausura. De esa adaptación española del original francés poseemos dos manuscritos: el más antiguo, en las carmelitasdescalzas de Sevilla, de fines del s. XV o principios del XVI: es el editado por el Padre Silverio. El otro, muy posterior, se halla en las carmelitas de Osuna, presentado por el Padre B. Velasco en Carmelus 88 (1991) pp. 155 y ss. Ciertamente Teresa conoció en la Encarnación alguna de esas versiones españolas y más tarde la tendrá presente al redactar las Constituciones de sus Carmelos. Esos textos que han llegado hasta nosotros eran, en todo caso, hermanos del usado en la Encarnación y por ellos podemos seguir, en términos generales, las líneas maestras de la formación de Teresa.
4. Las etapas de la iniciación carmelitana de Teresa son tres: un año de postulantado a los 20 de edad; a los 21, otro año de noviciado, que culmina en su profesión a los 22; y todavía cuatro años más bajo la maestra de novicias, cuadrienio que se interrumpe con la grave enfermedad que la hace salir del monasterio a finales de 1538. Luego, la formación de Teresa proseguirá años y años en la vida comunitaria, que la ayudará definitivamente a tomar clara conciencia de su vocación carmelitana.
5. El año de 'postulantado' es de suave y parcial inserción en la vida religiosa. Teresa se ejercita en 'la obediencia voluntaria'. Está bajo el magisterio de la maestra, doña María de Luna (expriora del convento), que la entrena en los modales religiosos, a la vez que evalúa su vocación. Al finalizar el año de postulantado, Teresa tiene que disponer de sus bienes 'según le parecerá', y de acuerdo con don Alonso renuncia a la legítima que le había cedido Rodrigo y la destina a la hermana menor, Juana (BMC II, p. 95). Un par de días después (2 de noviembre de 1536), tiene lugar la solemne toma de hábito. Ante toda la comunidad, la priora pregunta a Teresa:
¿Qué pides?
La misericordia de Dios y el hábito de la gloriosa Virgen
¿Podrás observar la Regla y nuestro modo de vida?
Con la ayuda de Dios creo que sí ( credo quod si).
Es el momento en que la inunda tan gran contento, que nunca más me faltó (Vida 4,2).
6. Sigue el año de formación intensa. Primero, la inserción en la vida comunitaria: refectorio, coro, capítulo, sala de trabajo El difícil aprendizaje de la cantoría y de la salmodia, con el crucigrama de las rúbricas (en latín!). El magisterio de la maestra se basaba en un doble lema: instruir 'en las cosas de la Orden, y en la doctrina de la Iglesia'. Misa diaria. Confesión semanal o 'a más tardar' quincenal. Para ello 'ha de ser instruida que confiese puramente y discretamente '. Se le prescribe minuciosamente el número de comuniones. A la vez, tiene que ser instruida en el silencio, en la oración, en el trabajo, en la convivencia con las hermanas, en la corrección de culpas con ocasión del capítulo semanal. Con fuerte ascesis de ayunos y abstinencias. Al año justo de noviciado (3 de noviembre de1537), hace con toda solemnidad la profesión: repite por tres veces la fórmula y recibe el velo negro. Gran fiesta
7. A partir de ese momento, Teresa se incorpora plenamente al ritmo de vida comunitaria. Pero el cuadrienio que sigue a la profesión se interrumpe a causa de su grave enfermedad, que la hace salir de la vida común y someterse a la vida de la enfermería durante al menos tres años (1539-42). La enfermería se rige por normas especiales. Se liberaliza la ley del silencio. A las horas de rezo, se convoca un grupito de hermanas, 'que recen la hora canónica delante de ellas' (de las enfermas). Es el trienio en que Teresa cultiva con especial esmero, no sólo la paciencia (todas se espantaban de mi paciencia), sino la vida espiritual. Es impresionante el balance que ella misma hace en el relato de Vida: De aquel tiempo vi nuevas en mí estas virtudes, aunque no fuertes : no tratar mal de nadie por poco que fuese ; traía muy delante cómo no había de querer ni decir de otra persona lo que no quería dijesen de mí. Tomaba esto en harto extremo para las ocasiones que había Quedóme deseo de soledad. Amiga de tratar y hablar en Dios ; comulgar y confesar muy más a menudo, y desearlo. Amiguísima de leer buenos libros. Un grandísimo arrepentimiento en habiendo ofendido a Dios, que muchas veces me acuerdo que no osaba tener oración, porque temía la grandísima pena que había de sentir Enojábame en extremo de las muchas lágrimas que por la culpa lloraba Parecíanme lágrimas engañosas Procuraba confesarme con brevedad Todas estas señales de temer aDios me vinieron con la oración, y la mayor era ir envuelto en amor Todo lo que estuve tan mala, me duró mucha guarda de conciencia (Vida 6,3-4).
Sería preciso alegar por entero ese pasaje de Vida, tan lleno de detalles y tan revelador de lo vivido por Teresa en la enfermería como conclusión de su inicial ciclo formativo.
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