1. Es priora del monasterio el trienio 1571-1574. De los 56 a los 59 años de edad. Se ha notado que la aceptación del priorato 'fue la prueba más dura de obediencia a que jamás se vio sometida la Santa'. Había fundado ya ocho Carmelos y había ejercido de priora en todos ellos. Pero en ese momento (julio-octubre de 1571) se le habían complicado las cosas.Ya en julio el Visitador, Pedro Fernández, le ha propuesto el priorato de la Encarnación. Teresa se resiste (cf Rel 20). Entretanto, el mismo Padre Visitador la nombra priora del Carmelo de Medina, de donde poco antes había tenido que alejarse precipitadamente bajo amenaza deexcomunión. De nuevo en la mañana del 6 de octubre viaja, por obediencia, de Medina a Ávila. Ese mismo día, ya en Ávila, el Visitador refrenda su nueva profesión de la Regla primitiva. Él mismo la designa conventual del Carmelo de Salamanca, pero a la vez la confirma priora de la Encarnación de Ávila. Teresa toma posesión del cargo ese día o en la mañana del día siguiente: 7 de octubre de 1571. Aquí recordaremos brevemente:
su nombramiento de priora y la toma de posesión
Teresa, madre y maestra de la comunidad
fin del trienio, y nueva elección fallida
2. Nombramiento y toma de posesión. La Madre Teresa fue designada priora de la Encarnación no por elección de las monjas, sino por nombramiento de los superiores. Probablemente por el Visitador dominico Pedro Fernández, con intervención del Provincial carmelita, Angel de Salazar (cf el testimonio de éste: BMC 19,3; y el texto de la Santa: Fund 21,1). Obviamente, las monjas se vieron injustamente privadas del normal derecho de elección y se opusieron con todas sus fuerzas. Cuando la nueva priora bajó de San José, acompañada del Provincial Angel de Salazar y de una gran comitiva, les impidieron la entrada cerrándoles la puerta reglar. El grupo incluida la Madre Teresa hubo de entrar en el monasterio furtivamente, por la portezuela del coro bajo. Y aun así, se encontró con una fortísima y clamorosa oposición, quizás no tanto a la nueva priora, cuanto a la manera ofensiva de imponerla. Todo se aplaca cuando ésta organiza la solemne toma de posesión del cargo en el coro conventual, colocando en la silla prioral la imagen de Nuestra Señora de la Clemencia y dirigiendo a la comunidad una humildísima plática pacificadora. A lo que parece, fue el final de la resistencia.
3. Madre y maestra de la comunidad de la Encarnación. Ser y ejercer de madre y maestra fue todo el programa prioral de Teresa. Procuró, ante todo, ganarse la voluntad de las monjas. Al mes exacto, ya escribía ella: hay paz , y tiénenme mucho respeto (cta 38,4). Entre las 130 de la comunidad, al menos 40, según el P. Ibáñez, compartían sus ideales de oración y vida espiritual. Pero la más grave carencia de la casa provenía de la pobreza económica. Las rentas del monasterio eran insuficientespara proveer a un mínimo de necesidades. Incluso las doñas pasaban hambre. Teresa se apresuró a remediarlo. Llamó a la puerta de sus amigos y amigas pidiendo ayuda. Incluso a la de sus propios familiares: a su hermana Juana le suplica a primeros de febrero de 1572: algunos reales habré menester, y cuando se entera de que Juana, en la casa campestre de Galinduste, tiene aves de corral, añade en postdata a la carta que está escribiendo: los pavos vengan, pues tiene tantos (cta 40,2). A un amigo de Salamanca, 'el muy magnífico señor Maldonado', mientras le agradece el envío de 'sesenta y dos aves', le explica: Es tanta la necesidad de esta casa, y las enfermas, que [el donativo] ha sido bien menester (cta 47,2-3; y cf cta 74). Así, hasta el final del priorato: al regresar de Segovia para hacer la entrega del cargo, escribe a la priora de Valladolid: si tiene por allá quien me preste algunos reales , porque no llevo blanca, y para ir a la Encarnación no se sufre. Poco o mucho me lo procure (cta 71,5).
4. Pero, más que nada, cuida la vida religiosa de la casa. Comienza alejando del convento a las inquilinas seglares, tan numerosas. Retiene sólo a las que atienden a las enfermas. Cuida con esmero la liturgia y la asistencia al coro. Ella misma da ejemplo, desde el día del gran alboroto, yendo a comulgar a la mañana siguiente. Aprovecha la primera cuaresma del trienio para poner a salvo el recogimiento de la casa, dando por cerrados los locutorios y enfrentándose con algún visitante importuno. Pese a la pobreza de la casa, ella misma, en ocasiones, da de comer a pobres vergonzantes. Desde lo profundo de su interior, tiene el refrendo del Señor: me dio esperanza de que esta casa iría mejorando (Rel 31) Así lo asegura a alguno de los bienhechores. Aprovecha el reto de los ermitaños de Pastrana, para improvisar una preciosa dinámica comunitaria.
5. Sobre todo, Teresa adopta una medida excepcional. Ella da especial importancia a la labor de los confesores. Se propone traer para ese ministerio al mejor de los descalzos, fray Juan de la Cruz. Para conseguirlo, envía a Salamanca al incondicional Julián de Ávila, que lo solicite del Visitador. Este otorga el nombramiento y fray Juan accede. Viene a Ávila y desde el convento del Carmen baja casi cada día al confesonario de la Encarnación. Poco a poco, su labor espiritual se vuelve tanintensa que la Madre Teresa prepara una de las casitas fuera de la cerca del monasterio para residencia de fray Juan y de su companero fray Germán, y desde ahí ambos ejercen su servicio asidua y seriamente. Gran provecho hace este descalzo que confiesa aquí: es fray Juan de la Cruz, así escribe la Santa en septiembre de 1572 (cta 45,5). Fray Juan seguirá fiel a su misión de padre espiritual aún después que Teresa termine su priorato y se aleje de la casa, camino de Andalucía.
6. Nuevo priorato fallido. En 1576 Teresa regresa de Sevilla y, tras una pausa en Toledo, se traslada al conventico abulense de San José. Ahí, mientras redacta las páginas de las Moradas sextas y séptimas otoño de 1577, finaliza el trienio de su sucesora en el priorato de la Encarnación, doña Juana del Aguila. Y esta vez sí, la comunidad entera se reúne para elegir nueva priora. Preside el acto el Visitador carmelita Jerónimo Tostado y ocurre de nuevo el alboroto de antaño, pero a la inversa. La mayoría de las electoras da su voto a la Madre Teresa y el presidente se opone con gesto rotundo y declara nulos esos votos. Es la elección machucada, según el remoquete de la Santa. Las monjas se rebelan, el presidente las excomulga y ellas tienen que recurrrir a las altas esferas para seguir un pleito de autodefensa.
7. Del episodio, nos interesa únicamente la conducta de Teresa y de fray Juan. Ella se compadece maternalmente de las pobres excomulgadas, pero en modo alguno quisiera volver al cargo prioral. En cambio, fray Juan, que en la votación no ha tenido ni arte ni parte, paga las consecuencias. En la noche del 3 al 4 de diciembre es secuestrado en su casita y queda recluido en la carcelilla de Toledo. Inmediatamente la Santa recurre al rey, pidiendo favor para fray Juan (cta 218). En vano. Cuando, tras ocho meses de prisión, el secuestrado reaparece entre los vivos, Teresa sentencia: terriblemente trata Dios a sus amigos! (cta 233,3).
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