1. Teresa es consciente de escribir un Tratado de teología espiritual. Así lo designa en el título de la obra. En el proceso de redacción es sintomático el contraste entre los dos extremos, el comienzo y el final: Teresa comienza temerosa de que no sabrá sino repetir cosas ya dichas y acepta la consigna de declarar algunas dudas de oración para las hermanas. Al terminar el epílogo, se complace literaria y humorísticamente de lo escrito: lo revaloriza y universaliza. Después de acabado me ha dadomucho contento Aunque no se trata [en el libro] de más de siete moradas, en cada una de éstas hay muchas, en lo bajo y alto y a los lados, con lindos jardines y fuentes y laberintos, y cosas tan deleitosas (n. 3). Es entonces cuando le da el título de Tratado. Y expresa la misma complacencia en el carteo de esos días, después de acabado el libro: aunque a Báñez no le parezca tan logrado (cta 324,9), ella está convencida de que hace grandes ventajas al de la Vida. Se lo escribe a otro teólogo: si viniese acá el señor Carrillo [Gaspar de Salazar, destinatario de la carta] dice que vería otra [joya] que a lo que se puede entender le hace muchas ventajas [al libro de la Vida], porque no trata de cosas sino de lo que es Él , y con más delicados esmaltes y labores; porque dice que no sabía tanto el platero. Aunque no tan al descubierto van las piedra como acullá [en Vida]. Hízose por mandado del Vidriero, y parécese bien, a lo que dicen (cta 219, del 7.12.1577, escrita a los diez días de terminado el libro).
2. Sobre teología espiritual (o sobre 'mística teología': cf Vida, cc. 10,11,12) ella sabe no pocas cosas. Conoce, sobre todo, la estructuración tradicional del tratado en la trilogía de las tres vías (purgativa, iluminativa, unitiva), pero las deja de lado (cf Vida, 22,1), si bien su Castillo estará estructurado en tres secciones, aunque con sentido diverso. Para su libro prefiere el escalafón septenario, fundado en razones teológicas diversas. Ella conoce y utiliza el concepto de perfección, pero no lo adopta como criterio de crecimiento. El amor ensancha el castillo. La graduatoria de las siete moradas es a la vez antropológica y teologal. Está inspirada en el alto concepto del ser humano y en el nivel de relaciones recíprocas 'Dios-hombre': grados de presencia y amor de Dios. A medida que avancen las moradas, el amor recibido en el castillo del alma será más y más determinante del crecimiento. El amor ensancha el castillo. Teresa no concibe esos estados o 'estancias graduales' como algo estático o meramente unipersonal. Tanto la oración (tratar de amistad entre los dos), como la 'perfecta contemplación' son desbordantes, esencialmente impelentes: creo yo que según es malo nuestro natural si no es naciendo de raíz del amor de Dios, que no llegaremos a tener con perfección el del prójimo (5,3,9). Obras quiere el Señor (5,3,11). Para esto sirve la oración, hijas mías, de esto sirve este matrimonio espiritual, de que nazcan siempre obras, obras (7,4,6).
3. Las tres secciones que estructuran el libro. En el proceso de la vida cristiana, Teresa destaca tres etapas de signo diverso pero continuo:
ante todo, como punto de partida, la base antropológica: afirmación del hombre y su dignidad, su interioridad espaciosa: dentro, el alma, capaz de Dios; en lo más hondo del alma, el espíritu, sede del Espíritu y morada de la Trinidad; esto, no en razón de su estructura, sino de su dotación sobrenatural. Moradas primeras
la fase central del proceso es cristológica: plenitud del misterio de muerte y resurrección en Cristo: 'mi vivir es Cristo'. Vivir a fondo la vida cristiana es desarrollar el proceso de transformación en Él. Moradas quintas...
punto de arribo trinitario: suma realización de su presencia como inhabitación de la Trinidad en el alma. En el caso personal de Teresa, experiencia del misterio fontal de la vida cristiana y del cumplimiento de la palabra de Jesús: 'vendremos ' Vivido como radical dinámica de servicio a los otros y a la Iglesia.
4. Cada morada. En el simbolismo teológico del castillo, cada morada denota un grado de interiorización o humanización de la persona y, a la vez, un nivel de intensidad en la relación de Dios con el hombre y a la inversa. Aunque es arriesgado reducir a un esquema el rico contenido de cada una, es posible intentarlo:
Primeras moradas: 'entrar' en el castillo de sí mismo; puerta de entrada es la oración, para tomar conciencia de la propia interioridad y personalidad y para iniciar la relación personal con Dios; primordial vocación de trascendencia; el llamado 'socratismo teresiano' consiste en conocerse en relación con Dios. Convertirse y recuperar progresivamente la sensibilidad espiritual. Como tipos bíblicos: 'san Pablo y la Magdalena', o el paralítico del evangelio (1,1,8), o la mujer de Lot, que no volvió la mirada hacia sí (1,1,6). Pongamos los ojos en Cristo (1,2,1 y 11).
Segundas moradas: 'luchar', enfrentarse con las tensiones de desorden existentes en uno mismo y en los dinamismos desordenados exteriores; fidelidad a la oración; necesidad deafianzarse en la opción radical: 'determinada determinación'. Tipos bíblicos: el hijo pródigo (2,1,4), o los soldados de Gedeón (2,1,6): que se determine que va a pelear con todos los demonios, y que no hay mejores armas que la cruz.
Terceras moradas: culminación del esfuerzo ascético. Someterse a la prueba del amor. Fijarse un programa de vida, pero sumisos al plan de Dios. Sobrevendrán las arideces e impotencias, como estados de prueba: pruébanos tú, Señor, que sabes las verdades, para que nos conozcamos (3,1,9). Tres tipos bíblicos: el joven rico del Evangelio y las dos figuras contrastantes de David y de Salomón: el uno, que supera el riesgo; el otro, que sucumbe en él.
Cuartas moradas: período de transición: ingreso en la experiencia mística, pero intermitente; momentos de lucidez infusa (recogimiento de la mente), y de amor místico-pasivo (quietud de la voluntad). Novedad de vida: como si surgiera una fuente interior. Prevalece en el alma la iniciativa de Él. Tipos bíblicos, los jornaleros de la parábola o la esposa de los Cantares.
- Quintas moradas: simbolismo del gusano de seda, que muere y renace, 'nuestra vida es Cristo'. Comienza la fase de unión, bien sea la 'unón mística' experimentada en lo hondo del alma, bien sea la 'unión no regalada', por conformidad de voluntades, manifestada especialmente en el amor y servicio del prójimo: obras quiere el Señor! Múltiples tipos bíblicos: los padres y profetas del Monte Carmelo o la esposa de los Cantares, que ya tiene purificado el amor (ordenó en mí la caridad), y los antitipos de Judas o de Saúl, llamados al amor pero fracasados.
Sextas moradas: estado de desposorio místico; crisol del amor; período extático y tensión escatológica. Nuevo modo de sentir los pecados. Cristo se hace presente por una manera admirable, donde divino y humano junto es siempre su compañía (del alma). Profusión de fenómenos místicos. Heridas de amor. Transverberación (6,11,4). Tipología bíblica numerosa: Jacob y la escala, Moisés y la zarzaardiente, san Pablo elevado al tercer cielo, la Samaritana invitada al agua viva, la esposa de los Cantares.
Séptimas moradas: matrimonio místico, aquí se le comunican todas tres Personas divinas Nunca más se fueron de con el alma. Plena inserción en el servicio eclesial: hambre de allegar almas a Dios. Tipos bíblicos: el alma es como el templo de Salomón; recibe el ósculo de paz como la esposa en los Cantares; como Pablo y la Magdalena, que han llegado a la locura de amor.