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¿Qué es el Carmelo?

Teresa de Ávila

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A los 20 años, Teresa deja el hogar paterno e ingresa en el Carmelo. En él residirá el resto de su vida, 47 años. El Carmelo contaba ya varios siglos de historia. De ella haremos ahora un breve recordatorio, para acercarnos luego a la vocación de Teresa y a sus primeros años de vida carmelitana en la Encarnación.

1. La 'casta de donde venimos' son los antiguos moradores del Monte Carmelo (en Israel). Teresa los evoca especialmente en las Moradas quintas, al iniciar la exposición de la vida mística: todas las que traemos este hábito sagrado del Carmen somos llamadas a oración y contemplación; éste fue nuestro principio, de esta casta venimos, de aquellos santos Padres nuestros del Monte Carmelo, que en tan gran soledad y con tanto desprecio del mundo buscaban este tesoro, esta preciosa margarita… (M 5,1,2).

2. Los orígenes: - El Monte Carmelo es un lugar bíblico, pequeña montaña (unos 550 m. de altura) que se yergue cercana al Mediterráneo a espaldas de la ciudad de Haifa, y se prolonga unos 20 kilómetros hacia el este en dirección de Nazareth. Como lugar bíblico, está especialmente vinculado al profeta Elías, figura cargada de simbolismo y vista por el monaquismo oriental como arquetipo de la vida monástica. Ahí tuvo comienzo la familia ('Orden') del Carmen. Se debió su nacimiento a grupos anónimos de peregrinos y ex-cruzados occidentales ('latinos') que a finales del siglo XII se recogieron en uno de los valles de la montaña (el Wadi 'ain es-Siâh), 'junto a la fuente' de Elías, donde fundaron una pequeña comunidad de ermitaños. Sobrevienen luego dos acontecimientos notables en la primera década del siglo siguiente (s. XIII): hacia 1208/09 (?), el Patriarca de Jerusalén, Alberto Avogadro, escribe para el grupo una 'norma de vida': es la Regla carmelitana que profesará Teresa en el siglo XVI y que perdura hasta hoy como piedra angular de toda vida carmelita. Y a su vez, los ermitaños erigen 'en medio del lugar' una capilla dedicada a la Virgen María, a cuyo servicio consagran su vida. De ahí el nombre que pronto adoptará el grupo.

3. La expansión: - Una avalancha militar de sarracenos expulsa de su soledad a los ermitaños antes de promediar el siglo y antes de finalizarlo (1291) los fuerzan a abandonar definitivamente el Wadi y el Carmelo. Tienen que emigrar a los países de origen en Occidente. El cambio de lugar les impone ala vez un cambio de vida y los ermitaños se instalan, a modo de frailes mendicantes, en las ciudades europeas. Se difunden por Chipre, Italia, Inglaterra, Francia… A España llegan con un cierto retraso. Fundan monasterios primero en el levante septentrional: Huesca, Lérida, Sangüesa, Valencia… En tiempo de Teresa el Carmelo español consta ya de cuatro provincias religiosas: Cataluña, Aragón, Castilla y Andalucía, con más de cuarenta conventos y cerca de quinientos religiosos. Teresa pertenecerá a la Provincia de Castilla. Durante su casi medio siglo de vida carmelita, se suceden en Roma dos superiores generales de gran prestigio: el francés Nicolás Audet (1523-1562) y el italiano Juan Bautista Rossi, para ella 'el Padre Rubeo' (1564-1578), a quien sucede el también italiano Juan Bautista Caffardo. A Teresa la afectará especialmente el Capítulo General de Piacenza (1575), que se ocupará de su obra de fundadora y, dentro del Carmelo español, el superior Provicial de Castilla, Angel de Salazar y el de Andalucía, Diego de Cárdenas.

4. La rama femenina: - Las monjas carmelitas eran con-sideradas en tiempo de Teresa como la 'segunda Orden del Carmen'. Fundadas en Francia el siglo anterior (1452, bula Cum nulla fidelium de Nicolás V) por el superior general, beato Juan Soreth, se difundieron en España a lo largo de los siglos XV y XVI. En tiempo de Teresa existían dos monasterios fundados en el siglo XV (el de Ecija y el de Ávila), y otros nueve erigidos en el XVI (Fontiveros, Valencia, Granada, Sevilla, Antequera, Piedrahíta, Aracena, Paterna del Campo y Onteniente). Tres de ellos en la diócesis abulense (los de Fontiveros, Piedrahíta y Ávila), el más numeroso este último, 'de la Encarnación'. En tiempo de la Santa, el lugar bíblico del Monte Carmelo sigue abandonado, en posesión de los musulmanes. Sólo en el siglo siguiente (1631) lo recuperará heroicamente uno de sus descalzos, el riojano P. Próspero.

5. Dentro de la Orden ya habían surgido movimientos de reforma. Otro acontecimiento singular, a principio del mismo siglo XVI, había sido la edición del Speculum Ordinis Fratrum Carmelitarum (Venecia 1507, 111 folios), que había reunido lo mejor del patrimonio espiritual carmelitano, por ejemplo: los Decem libri de Institutione…, el Speculum historiale, el Tratadosobre la Regla…, el Capítulo sobre la manera de responder a quienes pregunten cómo y cuándo comenzó nuestra Orden y por qué nos llamamos Hermanos de la orden de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo…, el Viridarium del General Juan Grossi, etc. Todo un arsenal de tradiciones y lemas espirituales que permitían tomar conciencia de la espiritualidad carmelitana. Único inconveniente para Teresa, estar todo él en latín

6. El Carmelo ideal: - Aludiendo a ese patrimonio carmelitano del pasado, exclamaba la Santa hacia el final de su vida: ¡Qué de santos tenemos en el cielo que trajeron este hábito! (Fund 29,33). Es decir, el punto de referencia no era el lugar físico del 'Monte Carmelo', sino la vida y el espíritu de sus moradores. La referencia a ese glorioso filón de modelos formaba parte nuclear del ideal carmelitano. Con el paso del tiempo, a las figuras históricas se había sumado todo un elenco legendario. En el breviario de uso personal de Teresa (Venecia 1568), que, como toda la liturgia de la Orden, seguía el rito oriental del Santo Sepulcro, se celebraban numerosos santos bíblicos veterotestamentarios, no sólo los profetas Elías y Eliseo, sino otros como David y Abrahán… Ocurría otro tanto en el Misal de aquel tiempo (Lión 1559). Al final del citado Speculum Ordinis se ofrecía a los lectores una lista 'De Sanctis Ordinis Carmelitani', en la que, después de Elías y Eliseo, se incluían otros profetas bíblicos como Jonás y Abdías…

Ese panorama hagiográfico carmelitano forma parte de la mentalidad que la Santa trasfundió a sus Carmelos. De ello quedará constancia en el Libro de recreaciones de María de san José, que en la Recreación cuarta propone a las carmelitas tres escuadrones de mártires, vírgenes y confesores, 66 en total (si bien ninguna figura femenina), aumentando en el escuadrón primero el número de santos profetas bíblicos. La Santa misma aludirá en su epistolario a santas de la leyenda carmelitana. Pero para ella los ejemplares sumos de 'lo carmelitano' son la Virgen María cuyo hábito traemos y cuya Regla profesamos, y el profeta Elías, recordado, como tipo de vida mística, al final de las Moradas séptimas: aquella hambre que tuvo nuestro Padre Elías de la honra de su Dios… (M 7,4,11).

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Santa Teresa de Jesús

Santa Teresa de Jesús nace en Ávila un 28 de marzo de 1515, siembra nuevos Carmelos por los caminos de España, vive una experiencia mística plena, que luego transmite en múltiples escritos y un nutrido epistolario. Doctrina y magisterio que avalará la Iglesia incluyéndola en el Catálogo de sus Santos y otorgándole, pro vez primera a una mujer, el título de Doctora.

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