1. En la segunda época de su vida (1554-1582) Teresa cultiva más el diálogo con los maestros que la lectura de los libros. Son para ella los años de la experiencia mística y los de su tarea de escritora. Por uno y otro motivo, recurre a los teólogos (letrados), universitarios o no, y se acoge a la ayuda de los espiriturales. A éstos los necesita para crecer en la vida interior. A los teólogos, para asegurarse de la autenticidad de sus experiencias. Tiene clara conciencia ella misma de esos dos cauces vectores de la cultura de su siglo. De hecho los teólogos la ponen en contacto con el pensamiento universitario, sobre todo, de Salamanca. Los espirituales la conectan con los movimientos de espiritualidad que florecen en España antes y después de Trento. En esta ficha estudiaremos el testimonio de Teresa misma sobre unos y otros.
2. El triple listado de la 'Relación 4ª'. Lo escribe la Santa el año 1576 a petición de dos consultores de la Inquisición de Sevilla que han intervenido en su comparecencia ante el tribunal, los jesuitas Rodrigo Álvarez y Enrique Enríquez. Ella, con mirada retrospectiva, enumera y califica la serie de maestros que la han asesorado y que son garantes de la genuinidad de su vida y de su obra. Entre ellos, distingue netamente dos grupos; uno de espirituales y otro de teólogos. Cronológicamente ha recurrido, primero, a aquéllos, pero luego ha creído necesario, diríamos indispensable, apelar al saber de los segundos.
3. En la primera serie enumera a diez u once jesuitas de calidad, que la han asesorado a partir de sus primeras experiencias místicas. Los consigna nominalmente, con el respectivo calificativo de honor o de servicio en la Compañía. Entre ellos, el padre Francisco de Borja que fue duque de Gandía, varios provinciales y varios rectores de colegios (de Salamanca, de Cuenca, de Segovia, de Burgos), culminando la serie con el Doctor Martín Gutiérrez , rector que era de Salamanca cuando le habló, recientemente muerto en Francia a manos de hugonotes.(No menciona en la serie a sus dos primeros asesores, Cetina y Prádanos, aludidos en Vida cc. 23-24).
4. En la serie segunda enumera a otros nueve profesores dominicos, desde el P. Vincente Barrón con quien trató antes de estas cosas, es decir, anteriormente a sus experiencias místicas. E introduce la serie con una precisa motivación: Con este intento (de no ser engañada) comenzó a tratar con los padres de la Orden del glorioso Santo Domingo, y enumera a profesores de Salamanca (el Maestro fray Bartolomé de Medina, catedrático de Prima en Salamanca, y sabía que estaba muy mal con ella, porque había oído de estas cosas), de San Gregorio de Valladolid, de Segovia y de Santo Tomás de Ávila, con mención especial del P. Báñez: el P. Presentado Domingo Báñez, que ahora está en Valladolid por regente en el Colegio de San Gregorio, que la confesó seis años y siempre trataba con él por cartas, cuando se le ofrecía algo .(A él le entregó cuanto está escrito en el Libro de la Vida). Él lo ha presentado al Santo Oficio en Madrid (Rel 4,8.12).
5. Y a modo de bisagra entre las dos series, consigna el nombre de tres asesores excepcionales: el padre fray Pedro de Alcántara, que era un santo varón; el Inquisidor Soto, que es ahora Obispo de Salamanca; y el Maestro [Juan de] Ávila, que era hombre que entendía mucho de oración. De suerte que la lista abre un ingente abanico de los máximos representantes de la cultura religiosa española, extrañamente convergentes en ella.
6. El listado, sin embargo, no presenta un numerus clausus. No se incluye en él, por razones caseras, a asesores como fray Juan de la Cruz (era reciente el trienio de la Encarnación) o al P. Jerónimo Gracián, exalumno de la Universidad de Alcalá, ni los antiguos asesores y confesores del Carmen de Ávila. En cuanto carmelitas implicados todos ellos en la vida y obra de Teresa, no eran testigos válidos ante el tribunal inquisitorial al que va dirigido el presente listado. Tampoco pudo incluir en él a importantes asesores del siguiente quinquenio, como el doctor Álonso Velázquez, de Toledo, próximo a las corrientes teológicas de Alcalá, o a los antiguos condiscípulos universitarios de Gracián, Pedro Manso y Pedro de Castro y Nero, asesor y último lector del Libro de la Vida, cuando aún seguía secuestrado porla Inquisición. Ni cita, a propósito de ésta, sus relaciones con el Cardenal Gaspar de Quiroga, sucesor de Carranza en la diócesis de Toledo, ni a sus primeros asesores Daza y Salcedo, ni al dominico Pedro Fernández, ni al fogoso defensor de los indios, Alonso de Maldonado.
7. Más implicados en el pensamiento de la Santa escritora son los destinatarios inmediatos de sus escritos, o bien los relacionados con la composición de los mismos. Merecen mención aparte: a/ el Libro de la Vida lo escribe en diálogo intermitente con el P. García de Toledo, con quien por esos años (1561-67) tiene intensa comunicación, según atestigua ella misma en Vida 34,6-11. El P. García es dominico, no incluido en la lista de la Relación 4ª. b/ El mismo P. García hace de interlocutor y censor de la Santa en las dos sucesivas redacciones del Camino, comenzado por iniciativa del P. Báñez. c/ En cambio, es un jesuita, el P. Jerónimo Ripalda, el que le propone la redacción del Libro de las Fundaciones (Prólogo, 2), y le insiste en su prosecución (27,22 y 29,4). d/ Las Moradas las escribe por indicación del toledano Alonso Velázquez y del P. Gracián. Luego, las somete a revisión y discusión ante éste último y el dominico Diego de Yanguas, que ya antes había terciado en la mala suerte del comentario teresiano a los Cantares. e/ El Modo de visitar lo escribirá por orden y para lectura del P. Gracián.
8. Quizás el caso más representativo de su relación con los letrados es la presencia de éstos en la serie de apuntes íntimos que llevan el título de Relaciones, y que contienen escritos breves que van jalonando su vida mística desde 1560 hasta 1581. Muchas de ellas las escribe la Santa a modo de recordatorio para uso personal. En cambio hay otras con destinatario letrado: así, destina las tres primeras al dominico Pedro Ibáñez. Las 4-5 al jesuita Rodrigo Álvarez. Las 39-41, al carmelita P. Gracián. Y la última de todas (n. 6), quizá la más preciosa, a Alonso Velázquez, entonces (1581) Obispo de Burgo de Osma. Obviamente, ninguna de las Relaciones contiene una aportación de los letrados o de los espirituales a Teresa, pero son claros indicadores del alto nivel en que se entablaba el diálogo entre ambos.
9. Es ese último dato el que nos interesa en la presente exposición. En nuestro siglo de oro es el caso más representativode la centralidad de una persona entre ambos bandos, de teólogos y de espirituales, así como de una convergencia o una relación a nivel profundo, precisamente en torno al hecho místico vivido por Teresa. En la múltiple serie de personajes que han girado en torno a ella, están representadas no sólo las varias corrientes de espiritualidad presentes entonces en la península, sino los exponentes de los focos universitarios de Salamanca y Alcalá, y de otros centros teológicos de Castilla y Andalucía. Por eso la vida mística de Teresa no se ha volatilizado en un mundo abstracto o trascendente, sino que se ha encarnado en lo más típico de la espiritualidad y la teología de su tiempo. De suerte que la personalidad literaria y la estatura espiritual de la Santa no se podrían entender sin esas coordenadas culturales y epocales.
- Aprendizaje en el hogar: Primeras letras y primeras lecturas
- Lecturas de adolescencia
- Amiga de buenos libros
- Iniciación en los espirituales españoles
- Al habla con teólogos y espirituales
- Formación cristológica
- La formación bíblica de Teresa
- Formación litúrgica
- Formación humanística
- La experiencia, sabiduría de vida