1. Para obviar anacronismos al enjuiciar la iniciación bíblica de Teresa en pleno siglo XVI español, hay que tener presentes los factores que en aquel momento condicionaban el acceso de la gente sencilla a los libros sagrados. Ante todo, la fuerte tensión entre teólogos y espirituales. Aquéllos se arrogaban un cierto derecho al monopolio de la Biblia, para basar en ella su teología, pero cuestionando su manejo por parte de los espirituales, especialmente del pueblo sencillo y de las mujeres. Es célebre el dictamen de veda formulado por Melchor Cano: «Por más que las mujeres reclamen con insaciable apetido de comer este fruto [la lectura de la Biblia], es menester vedarlo y poner cuchillo de fuego para que el pueblo no llegue a él» (Censura del 'Catecismo' de Carranza). Y en segundo lugar es preciso tener presente la postura adoptada por la Inquisición en los Índices de libros prohibidos a mediados de siglo, proscribiendo la práctica totalidad de las traducciones bíblicas, receladas de malversión tendenciosa de los libros sagrados. Lo cual, en el caso de Teresa, se refleja en una doble situación negativa: primero, no es fácil que ella conociese una traducción integral de la Biblia, aunque posiblemente tuvo acceso a determinados libros sagrados. De hecho, en el inventario casero realizado a la muerte de don Alonso figura entre sus haberes un libro de los Evangelios. En confesión de Teresa misma, éstos son su libro preferido: la recogen mucho más que otros libros muy concertados (C 21,4). Y en segundo lugar, Teresa tiene otro gran límite en los libros litúrgicos, cuajados de textos bíblicos, pero siempre en latín, que forzaban a las monjas y entre ellas a Teresa a leer y rezar sin entender lo leído. Si acaso, vislumbrando el sentido de los textos bíblicos contenidos en el breviario o en los respectivos diurnales tras reiteradas lecturas.
2. Lectura y estudio. Desde el punto de vista positivo, ella tuvo la suerte de leer el texto de tres libros sagrados, dentro de otros escritos espirituales, a saber: a/ las primeras páginas delFlos Sanctorum le ofrecen todo el texto de la Pasión según los cuatro evangelios. Es seguro que, de niña o de joven, ella lo leyó. Fue una buena ración de iniciación evangélica. b/ Luego, ya en plena juventud, Teresa puede leer íntegro, aunque enmarcado en su respectiva glosa, el texto bíblico del Libro de Job, desparramado a lo largo de los Morales de san Gregorio. c/ Más adelante, ya en el Carmelo de San José, lee los textos bíblicos referentes a la historia o al misterio de Jesús, en el comentario de la Vita Christi por el Cartujano. Siempre con el inconveniente de la lectura fragmentada, inmersa además en el ropaje sabiondo de los comentaristas. Pero que en los casos b/ y c/ tenía para ella la equivalencia a uno de nuestros cursos bíblicos intensivos.
3. Un libro especial. Ya en su período de vida mística Teresa tiene la fortuna de una especial lectura y degustación del Cantar de los Cantares. Era, sin duda, el libro veterotestamentario más a propósito para el paladar de una mística. Asegura ella que de algunos años acá, el Señor me ha dado un regalo grande cada vez que oigo o leo algunas palabras de los 'Cantares' de Salomón, en tanto extremo que, sin entender la claridad del latín en romance, me recogía más y movía mi alma que los libros muy devotos que entiendo. Y puntualiza de nuevo: Ha como dos años, poco más o menos, que me parece me da el Señor para mi propósito a entender algo del sentido de algunas palabras (Conc prólogo). Y sé de alguna [persona:ella] que estuvo hartos años con muchos temores, y no hubo cosa que la haya asegurado, sino que fue el Señor servido oyese algunas cosas de los 'Cánticos', y en ellas entendió ir bien guiada su alma (ib 1,69). Lo escribe en los años de su plenitud mística: década de 1570. En coincidencia con los años en que fray Luis de León ha traducido del hebreo al castellano el libro bíblico, destinándolo a una lectora monja, y sufriendo, en esos mismos años, las consecuencias de la envidia y mentira. Coincide también con el período en que Teresa disfruta del magisterio de fray Juan de la Cruz, que poco después siempre en esa década compone las canciones del Cántico Espiritual, especie de versión poética y mística de los Cantares. En el texto citado, Teresa alude a sus lecturas del libro bíblico y a los comentarios que le hacen: cada vez que oigo o leo Y a continuación: aunque me declaraban el romance No es arriesgado entrever en esas palabras unaalusión a posibles comentarios de fray Juan, que aunque algunas veces he oído exposición de algunas palabras de éstas y me la han dicho, pidiéndolo yo (ib 1,9). Pero quizás lo más importante es que ella misma se atreve a poner por escrito sus meditaciones, alegando expresamente que tampoco nos hemos de quedar las mujeres tan fuera de gozar las riquezas del Señor (ib 1,8). Lo singular de este episodio de la glosa teresiana a los Cantares no consiste en que el letrado de turno hiciera que el libro terminase en la hoguera, sino en la osadía de Teresa que, pluma en mano, afronta el comentario espiritual del libro bíblico. Ignoramos si poseía ella una traducción del texto entero o si tenía sólo un puñado de versos selectos. Lo singular es que en aquel momento crítico, ella espiritual y mujer ose poner por escrito el comentario, casi como antes había hecho el del Padrenuestro, precisamente cuando la Inquisición había proscrito los ya existentes.
4. Presencia de la Biblia en sus escritos. De más relieve que ese episodio es la constatación de la intensa presencia de la Biblia en los escritos de la Santa. De hecho, la Sagrada Escritura es, con mucho, el libro más citado por ella. Con referencias concretas a la mayor parte de los libros sagrados: a/ del Antiguo Testamento cita al menos a 23 libros, y 20 del Nuevo; b/ éste último citado en torno a 400 veces; c/ el número más elevado de citas corresponde a los Evangelios y a San Pablo; d/ entre los libros teresianos, el más tupido de citas bíblicas es el Castillo Interior, con al menos 130 referencias; lo siguen de cerca el Libro de la Vida con unas 120, y el Camino con 105; e/ entre sus escritos menores, destacan las Exclamaciones, que frecuentemente consisten en breves comentarios oracionales a un texto bíblico: véase, por ejemplo, la Exclamación 17; e/ ella tiene especial sensibilidad para la acogida doctrinal de los tipos bíblicos, que en sus escritos ascienden a no menos de 60, con especial fuerza representativa en el proceso de las Moradas. De todo lo cual se deduce que Teresa había llegado, no al dominio del texto sagrado, pero sí a una densa mentalidad bíblica.
5. Lo más notable es el impacto de la Biblia en la experiencia de la Santa. Hay textos y personajes bíblicos que penetran en el tejido de su experiencia mística. El caso más singular es su empatía con san Pablo o bien la revivencia personal de ciertasexperiencias cristológicas del Apóstol. Por ejemplo, la testificada por él en la carta a los Gálatas, 2,20: 'estoy crucificado con Cristo. Vivo, no yo, Cristo vive en mí', que ella refiere por primera vez en Vida: escribiendo esto estoy, y me parece que podría decir lo que san Pablo, que no vivo yo ya, sino que Vos, Criador mí, vivís en mí, testificado reiteradamente (Vida 6,9; 21,6; Rel 3, 10; C 19,11; M 7,2,5, y el poema 'Vivo sin vivir en mí'). Con idéntica intensidad revive ella la alternativa paulina de Filip 1,23-25. Y lo mismo hay que decir de su revivencia de las palabras en que Jesús promete la inhabitación trinitaria a quien cumpla su palabra (M 7,1,6-7; Rel 6,9; 16,1).
6. Valor fontal del dato bíblico. Teresa acepta la Biblia como sumo criterio de verdad: todo el daño que viene al mundo es por no conocer la verdad de la Escritura con clara verdad (Vida 40,1). Aprecia el saber de los teólogos en cuanto derivado del texto sagrado: En la sagrada Escritura que tratan, siempre hallan la verdad del buen espíritu (ib 13,18). Y de sí misma atestigua: por cualquier verdad de la Sagrada Escritura me pondría yo a morir mil muertes (ib 33,5).
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- Lecturas de adolescencia
- Amiga de buenos libros
- Iniciación en los espirituales españoles
- Al habla con teólogos y espirituales
- Formación cristológica
- La formación bíblica de Teresa
- Formación litúrgica
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- La experiencia, sabiduría de vida