1. Entre las notas que caracterizan el paso de Teresa por la adolescencia y su crisis de crecimiento, una de las más importantes es el cambio de lecturas. De los libros piadosos de vidas de santos, pasa a las lecturas profanas de los libros de caballerías. Unos y otros eran libros de fantasía. Mucho más fantasiosos los segundos, con un trenzado de armas y amoríos, de dragones y caballeros. Incluso alguna vez repitiendo relatos del Flos Sanctorum como la célebre historieta de san Eustaquio o Eustacio. La intensidad y el apasionamiento con que Teresa se dedica a leerlos es buen índice de lo que influyeron en su formación literaria.
2. El hecho de las nuevas lecturas. Ella misma lo refiere en el capítulo 2º de Vida: Era [mi madre] aficionada a libros de caballerías Desenvolvíamonos para leer en ellos De esto le pesaba tanto a mi padre, que se había de tener aviso a que no lo viese. Yo comencé a quedarme en costumbre de leerlos me comenzó a enfriar los deseos y a faltar en lo demás; y parecíame no era malo, con gastar muchas horas del día y de la noche en tan vano ejercicio, aunque escondida de mi padre. Era tan en extremo lo que en esto me embebía que, si no tenía libro nuevo, no me parece tenía contento (Vida 2,1). En resumen: eran lecturas a escondidas; con la neta oposición de su padre, no por las razones esgrimidas más tarde por Cervantes, sino por motivos moralizantes; pero Teresa lo hacía con la connivencia de su madre; y con especial apasionamiento, día y noche, hasta elextremo de que si no tenía libro nuevo, no tenía sosiego. Y como último detalle, no confesado por ella en el relato de Vida pero sí en confidencias posteriores, aquellas lecturas apasionantes la indujeron a escribir ella misma una novelita por el estilo. (Lo testifica su biógrafo Ribera y lo refrenda Gracián: «ella mesma lo contó a mí»). Al parecer, esa pequeña novela la escribió en colaboración con Rodrigo, lo mismo que antes las lecturas de infancia habían motivado en ambos la fuga a tierra de moros. Ocurría eso en fecha incierta, allá por los años que preceden y siguen a la muerte de su madre, doña Beatriz (1529), entre los 12 y los 16 de Teresa. Lo recuerda en Vida, cuando frisa en los 50 años, viéndolo ya al trasluz de un prisma negativo: el daño que me habían hecho (Vida 3,7; 4,7).
3. Nos interesaría saber cuáles fueron concretamente las novelas leídas por Teresa. Desafortunadamente, ni ella ni las fuentes históricas de que disponemos nos suministran título alguno. Tenemos únicamente dos pistas. El propio don Alonso, en el inventario que hizo de la 'facienda' que poseía en 1507, menciona expresamente la Gran Conquista de Ultramar, ingente novela de fondo histórico fantaseado, que comienza con el islamismo y las cruzadas e introduce la hermosa leyenda del 'Caballero del Cisne' («cien capítulos anota Menéndez Pelayo seguramente de los más poéticos y entretenidos»), y otros curiosos relatos, como Carlomagno y la infanta Sevilla, o Baldovín y la Sierpe, etc. No sabemos si en la década de los años 20 don Alonso habría eliminado esa novela o todavía la conservaba al alcance de Teresa. Parece probable esto último. Una segunda pista nos la brinda el Libro de la Vida (27,18) cuando describe al asceta fray Pedro de Alcántara tan flaco, que no parecía sino hecho de raíces de árboles. Idéntica pincelada descriptiva se halla por dos veces en Las Sergas de Esplandián para describir a una vieja de 120 años, cobijada en su cueva de la montaña (capítulo 101). «Indicio cierto de su lectura por parte de Teresa» anota M. Bataillon. Con todo y a pesar de esas dos pistas, en los libros de la Santa no quedan otras huellas ni del uno ni del otro novelón.
4. La insinuación de que si no tenía libro nuevo, no me parece tenía contento, nos hace pensar en el aluvión de novelas caballerescas que por aquellos años arrojaban al mercado lasprensas españolas. Según la monumental Bibliografía de libros de caballerías castellanos de D. Eisenbeg y C. Marín, serían unas 21 las ediciones príncipes aparecidas en romance castellano entre los años 1515 y 1535. Con títulos tan flamantes como Floriseo, Clarián de Landanis (dos volúmenes), Floramante de Colonia, Caballero de la triste figura, Lisuarte de Grecia, Amadís de Grecia, Florambel de Lucea, Florisel de Niquea, Lidamor de Escocia, Lucidante de Tracia, Tristán el joven Sin duda, buena parte de ellos pasarían por las manos de Teresa. Imposible precisar cuáles.
5. Pero ¿qué importancia tuvieron en la formación literaria de la futura escritora? Lo normal es que un quinquenio o bien al menos un trienio de lecturas apasionadas en los años de adolescencia y primera juventud dejaran buen poso en la mente de Teresa. Será el humus adecuado para la futura sementera de la escritora. Es indudable que tanto la jerga como la trama de esas novelas pasaron a la mente de la Santa. Tenemos de ello prueba fehaciente en uno de sus escritos menores, la Respuesta a un desafío, escrita por ella cuando ya estaban en boga los libros de caballerías a lo divino o 'de caballería celestial'. Ocurre que los carmelitas novatos de Pastrana, muchos de ellos venidos del ambiente universitario de Alcalá, intentan una especie de torneo a lo divino. Era ya hacia 1572/73, siendo Teresa priora de la Encarnación. Los de Pastrana le envían, a ella y a sus monjas, un reto para medir armas en la práctica de penitencias heroicas. Teresa no acepta ese tipo de reto. En su sistema espiritual no priman las prácticas penitenciales. Pero les contesta por escrito, dando al reto otra versión. Entran en liza, por un lado el P. Gracián, y por el otro fray Juan de la Cruz, 'caballeros de la Virgen'. El uno hace de mantenedor y el otro de venturero. Teresa misma escribe la respuesta, en la que figura además un maestro del campo, y sobre todo se adopta el estilo y se imitan los gestos de los libros de caballerías: desafío, voces provocativas, reparto de despojos, invitación a salir de las cuevas y venir al campo de batalla de la vida ; y como armas, la piedad y las virtudes de las pobres monjas de la enfermería conventual, etc. Quien gane en el campo de batalla pasará su victoria al derrotado. Todo un paisaje caballeresco intencionadamente bajado de tono y vuelto a lo divino.
6. Es un mínimo detalle, perdido en la selva de los escritos teresianos, pero ofrece una buena pista para responder a nuestro problema. Ciertamente aquellas lecturas de fantasía sirvieron de estímulo a la imaginación literaria de Teresa. La capacitaron para el recurso a las imágenes y la fácil elaboración de símbolos, tanto al extender textos narrativos como al redactar temas espirituales. Pese a la monotonía de las escenas y escenarios caballerescos, aquellas novelas fueron para la futura escritora un aprendizaje literario, que de momento culminó en la redacción de una novela del género, pero luego se volvió semillero latente en su manera de pensar y de escribir. Se ha insistido en detalles de dependencias concretas, como las alusivas al gran símbolo teresiano del castillo interior, que tendría una equivalencia de fondo en el esquema de las novelas caballerescas: en éstas todo gira en torno al caballero, la dama y el castillo; con igual trío de base en el libro de la Santa: Dios, alma, castillo. Pero en realidad, sin paralelismo alguno entre los tres componentes del uno y del otro.
La verdadera aportación de aquellas lecturas al crecimiento cultural de la Santa consistió en haber despertado su fantasía creativa, que luego propició la siembra copiosa de imágenes, tipos y símbolos en las páginas de sus escritos.
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