1. Vida es el único autógrafo teresiano secuestrado por la Inquisición, requisado por los Inquisidores de Valladolid en 1575, cuando la Santa se hallaba en Andalucía fundando el Carmelo de Beas (Jaén). No parece que ella hubiese recelado ese desmán. En la redacción del libro había intervenido un inquisidor, Francisco de Soto y Salazar. Por sugerencia de éste la autora lo había sometido a la aprobación del Maestro Ávila (1568). El libro contaba además con el refrendo de teólogos eximios, cuales Domingo Báñez y García de Toledo. El propio Obispo don Álvaro de Mendoza poseía y leía una copia. Eran garantías más que suficientes para que la Teresa no barruntase el penoso incidente.Aunque en fichas anteriores ya hemos aludido a él, es preciso historiarlo aparte, dada su envergadura y la incidencia que tuvo en el alma de la escritora.
2. Cruce de delaciones. A los diez años de su redacción el manuscrito de Vida se había difundido extrañamente: La causa de haberse divulgado -anota Teresa en 1575- es que como andaba [ella] con temor y lo comunicaba a tantos, unos lo decían a otros, y también un desmán que acaeció con esto que había escrito: hale sido grandísimo tormento y cruz, y le cuesta muchas lágrimas (Rel 4,13). No es fácil documentar los diversos focos de difusión aludidos por la Santa. Conocemos, en cambio, dos cauces de delación, vinculados a dos lectoras adversas. Desde Andalucía, la beata María del Corro, exnovicia carmelita, lo delata a la Inquisición de Sevilla. Y desde Pastrana, la temible Princesa de Éboli, también exnovicia carmelita, parece ser la autora del desmán aludido por la Santa. Ciertamente se cursaron casi simultáneamente delaciones a los tribunales castellanos y andaluces. En Castilla, tras la denuncia de la Princesa de Eboli, el tribunal de Madrid solicita al de Valladolid informes sobre la Madre Teresa (29.1.1575), y éste exige al Obispo don Álvaro la entrega de Vida (1.2.1575). Don Álvaro obecede con carta del 27.2.1575, y al mes siguiente el autógrafo teresiano queda requisado en el tribunal madrileño (2.3.1575). En Andalucía, el tribunal de Córdoba ya en marzo de 1575 alertaba al de Madrid contra la Santa y el 12 de ese mes formalizaba la denuncia contra ella. En mayo siguiente la Santa llega a Sevilla, y a fin de año es denunciada por María del Corro a los inquisidores de la ciudad, que rápidamente se presentan en el Carmelo hispalense a habérselas personalmente con la Fundadora. Acto seguido los inquisidores sevillanos informan a Madrid y solicitan el Libro de la Vida para examinarlo (23.1.1576). Pero desde Madrid se niegan a enviar el libro, que para entonces ya cuenta con el voto favorable de Domingo Báñez.
3. El curso de ambas denuncias corre por cauces diversos. En Sevilla, la Santa escribe tranquilamente las Relaciones 4ª y 5ª, para dar cuenta de su vida y de su manera de oración a dos consultores inquisitoriales, los jesuitas Rodrigo Álvarez y Enrique Enríquez, que le son absolutamente favorables. En Castilla, encambio, todo queda momentáneamente zanjado con el voto, también favorable, del P. Domingo Báñez, en fecha 7.7.1575.
4. El voto de Báñez. En Madrid el Inquisidor Soto el mismo que había inducido a Teresa a redactar el libro es ahora quien confía el autógrafo teresiano a Domigo Báñez para que dictamine acerca de él. Báñez recibe el libro en Valladolid. Evidentemente, de Madrid a Valladolid corren vientos favorables a la Madre Teresa y a su obra. Báñez aprovecha la ocasión para hacer valer su competencia de teólogo. Conoce desde antaño el libro. Ciertamente ha leído la carta laudatoria del Maestro Juan de Ávila. Coincide con el Maestro en que el libro no está para salir al público. Escribía este último: «El libro no está para salir a manos de muchos, porque ha menester limar las palabras dél en algunas partes; en otras declararlas». Lo calcaba Báñez en su voto: «resuélvome en que este libro no está para que se comunique a quienquiera, sino a los hombres doctos y de experiencia y discreción cristiana» (BMC, 2, pp. 208 y 213). Es decir, Báñez se opone a que el libro sea publicado (incluso ¿a que sea difundido?), pero defiende a su autora: «Esta mujer, a lo que muestra su relación, aunque ella se engañase en algo, a lo menos no es engañadora, porque habla tan llanamente, bueno y malo, y con tanta gana de acertar, que no deja dudar de su buena intención» (ib 212). (Báñez, siempre al corriente de las cosas de la Santa, debía saber probablemente que por la mente de ésta había pasado la hipótesis de publicar Vida. Todavía en 1573 la consignaba por escrito en el prólogo de las Fundaciones (n. 2). Pero ciertamente él, Báñez, no compartía ese parecer.)
5. El libro queda en prisión. La censura de Báñez data de julio 1575. El libro, sin embargo, sigue bajo llave inquisitorial al menos hasta 1586. ¿Influye en ello la reticencia de Báñez sobre 'que no está para que se comunique a quienquiera'? En 1577, la autora y el P. Gracián lo reclaman por las buenas al Inquisidor Cardenal Quiroga, buen amigo de ambos. Pero sin resultado. Ocurría eso en Toledo, donde el Cardenal era Arzobispo, sucesor del célebre Carranza. Y, en vista de la negativa y por si el libro llegase a 'perderse' (!), Gracián induce a la Santa a recuperar su contenido escribiendo el libro de las Moradas. Afortunadamente. Lo extraño es la retención de Vida en prisiones, mientras suscopias se difunden doquier por obra de los Duques de Alba, o del Obispo don Álvaro y su hermana, o transcrito por el P. Gracián. Incluso se concede a la autora una breve recuperación del autógrafo en 1581, cosa que ella aprovecha para hacer un traslado más en el propio monasterio de San José. Es en ese período cuando copias de la obra penetran en las aulas de la Universidad de Salamanca y el profesor Céspedes hace su público elogio ante los estudiantes. Una copia del libro había llegado también a manos de la Emperatriz, doña María, y ella será el mejor abogado de la Madre Ana de Jesús para lograr finalmente el salvamento de la obra y ponerla en manos de fray Luis de León (1586).
6. De la Inquisición a los tórculos. De pronto había surgido un eximio promotor de la edición. Fray Juan de la Cruz, en su comentario al Cántico, se expresaba así: «Los cuales [libros de la Santa] espero en Dios saldrán pronto impresos a la luz» (CanticoB 12,6). Poco después (1.9.1586) los superiores descalzos deciden la edición y un año más tarde (8.9.1587) fray Luis de León emite voto favorable a su impresión y difusión. Pese a las reticencias del Maestro Ávila y de Báñez, fray Luis no ve inconveniente alguno en que el libro ande en manos de todos: «es a mi ver de grandísima utilidad para todos los que lo leyeren», sin necesidad alguna de mudar o depurar vocablos: según él, la Madre escribe «con tanta facilidad y dulzura por una parte, y por otra con palabras tan vivas, que ninguno la leerá sin provecho». Quedaba así zanjado el problema de la publicación de Vida, que en poco más de un año vería la luz tres veces (Salamanca-Barcelona 1588-1589).
- Digresiones doctrinales en fundaciones
- El libro de la vida y sus dos redacciones
- Estructura y contenido del libro de vida
- ¿Por qué el anonimato? ¿Vida es un libro secreto?
- El hecho místico (cc 23-31)
- El desenlace de vida
- El tratado de los grados de oración
- El autógrafo de vida ante la Inquisición: ¿Publicarlo o no?
- Libro de las fundaciones: El autógrafo y su edición
- Estructura del libro de las fundaciones