1. Entre las obras de la Santa, sólo hay un pequeño grupo de escritos menores redactados por ella sin previo mandato ajeno. Son únicamente las Constituciones de su primer Carmelo, las Exclamaciones del alma, y el comentario a los Cantares. Todas las restantes obras mayores de la Santa dependen en su origen de alguien, amigo o confesor o prelado, que la decide a escribir. Recordamos a estos 'mandantes', no sólo por su funcióndecisoria o autoritaria, sino porque en casi todos los casos se adentran en la entraña del respectivo libro y son importantes para su lectura comprensiva
2. Veamos, ante todo, quiénes son los inductores de los escritos teresianos:
a) Vida, ¿quién le ordena escribirla? Han precedido varios mandatos de que escriba pequeños relatos de conciencia. Se los imparten sus confesores. También Vida nace por orden de éstos: esta relación que mis confesores me mandan, dice el prólogo. Pero no como una confesión más (recuérdese la advertencia de la Santa al final de la Relación 3). Esta vez le han asignado el tema de la oración y las mercedes que el Señor me ha hecho, dejando en la penumbra otros aspectos de su vida. Es probable que uno de esos mandantes sea el P. García de Toledo, que en la redacción definiva pasa a ser el personaje que sostiene el diálogo en vivo, el mismo que le ordena reanudar el relato místico (c. 37) y que, una vez terminado el escrito, se lo reclama con urgencia. Con todo, el libro tiene un hontanar más hondo que ese 'mandato' externo: el Señor sé yo lo quiere [que escriba] muchos días ha, sino que no me he atrevido. O sea, el libro nace de una fuente honda y secreta.
b) ¿El mandante del Camino? Esta vez no interviene un mandato de fuera, sino las súplicas de dentro del Carmelo: las hermanas de este monasterio de San José me han tanto importunado les diga algo sobre ella [sobre oración], que me he determinado a las obedecer. Es decir, escribe bajo presión filial. Y las autoras de la súplica o de la instancia no quedan fuera, en la antesala del libro, sino que pasan a ser interlocutoras indispensables dentro del escrito. Imposible leerlo sin tenerlas en cuenta o sin integrarse al grupo.
c) Las Moradas nacen de un mandato penoso: pocas cosas que me ha mandado la obediencia [¿la autoridad?] se me han hecho tan dificultosas como escribir ahora cosas de oración, dice en el comienzo mismo del prólogo. Teresa obedece con gran contradicción del natural, a pesar de que los mandantes son dos personas queridas: su confesor el dr. Velázquez, y su más admirado superior, Jerónimo Gracián. Pero el mandato eliminala desinspiración que en ese momento padece la autora, que inmediatamente forja el símbolo base. Pero ninguno de los dos mandantes se adentrará en el castillo, moradas adentro.
d) Las Fundaciones. De nuevo media un mandato contra corriente. Se lo imparte, estando en Salamanca, año de 1573 un Padre rector de la Compañía, llamado el maestro Ripalda (pról. n 2). Teresa se resiste: Pareciéndome a mí ser imposible [escribirlo] , me dijo el Señor: 'Hija, la obediencia da fuerzas'. Era de nuevo el refrendo místico del mandato externo.
e) El Modo de visitar. Fue en 1576, durante una penosa pausa de la fundadora en su 'quinta' de Toledo. El P. Gracián le intima que escriba. Lo testifica él: «escribió a mi instancia». Teresa tiene que hacerse fuerza para empuñar la pluma: me ha sido grandísima mortificación y hecho gran repugnancia. Confía en Dios y en la humildad de quien me lo ha mandado escribir. Esta vez Gracián será el único (?) destinatario del escrito.
Es fácil constatar que en la mayoría de los casos Teresa inicia sus libros por imposición y no por inspiración literaria. Esta segunda fuerza inspiradora sí decide el nacimiento de Vida y de Camino. En los restantes casos, sobrevendrá cuando Teresa empuñe la pluma.
3. Importancia de los destinatarios. En flagrante contraste con el espacioso horizonte de lectores teresianos hoy, es sumamente reducido el número de destinatarios de sus libros cuando Teresa los escribe. Aun así, su papel es importante: de ellos depende en gran parte el microclima que se crea dentro de cada libro.
a) ¿Para quiénes escribe 'Vida'? Destinatarios de Vida, al escribir el libro, son sus confesores, sobre todo el dominico García de Toledo. Vida es un libro para la intimidad. Luego, ella no tiene inconveniente en que lo lean sus doce monjas de San José. Si Báñez decide quemarlo!, Teresa quiere que se salven, para sus monjas, los capítulos 32-36, que historían el nacimiento del primer Carmelo. Posteriormente lo envía al Maestro san Juan de Ávila. Más tarde, no sabemos cuándo, ella misma se abre a la posibilidad de que el escrito rebase el círculo de la intimidad y pase a otras manos. No excluye que se publique.
b) También el Camino es un libro íntimo, escrito para el mundillo familiar de sus carmelitas. Poquísimas, en ese momento. Pero también él se abre pronto a un espacio dilatado, primero poniéndolo Teresa en manos de su hermano Lorenzo y luego decidiéndose a publicarlo y lanzarlo a campo abierto, si bien ella no llegó a verlo en letra de molde.
c) Destinatarias de las Moradas son expresamente sus monjas. El libro dialoga con ellas. Incluso le parece desatino pensar que puede hacer al caso a otras personas (pról 4). Eso, al ponerse a escribirlo. Luego, caerá ella en la cuenta de su valor universal. Lo cree superior a Vida (cta 219,8). Cuanto antes lo pone a salvo de posibles secuestros, enviándolo a Sevilla a María de san José. ¿Barruntaría su posible ingreso en el mundo de la teología?
d) De nuevo es fluido el destino del Libro de las Fundaciones. Lo escribe para memoria histórica de sus monjas. Pero páginas adentro, se le abre el horizone, dialoga con los descalzos y a ellos remite la continuación de la obra. De hecho Gracián, el fraile más metido en el libro, acogerá esa sugerencia de Teresa y continuará la historia.
e) Caso aparte es el destino de su comentario al poema bíblico de los Cantares. Teresa lo escribe porque los versos del poema han sido fuente de consuelo para su alma. Ahora quiere comunicar a sus monjas ese surtidor de gozo. El librito teresiano esta destinado, por tanto, al reducido mundillo de lectoras carmelitas. Hasta que irrumpe, desde fuera, el teólogo censor que no aprueba ese proyecto 'femenino'. Y Teresa lo arroja al fuego.
f) Otro caso especial lo constituyen las Exclamaciones. Es quizá su libro más explosivo y unidireccional. Escrito en circuito cerrado, en soliloquio. Teresa dialoga con lo más hondo de sí, con su alma y su vida: Oh vida, vida, cómo puedes sustentarte estando ausente de tu Vida (1,1). Más allá de la propia alma, el destinatario de la exclamación es Dios: ¿Para qué he dicho esto, mi Dios? ¿A quién me quejo? ¿Quién me oye sino Vos? (1,3).
4. Si es cierto que los destinatarios de un libro deciden en parte su modulación y contextura interna, en el caso de Teresa los destinatarios son muy definidos y condicionantes sintenerlos en cuenta, apenas acertaríamos a leer sus páginas. Sin duda, el destinatario más preciso y determinante es el de las Exclamaciones, en que Teresa se dirige a Dios, sin diversivos ni digresiones. En todos los escritos de Teresa Dios está presente, como destinatario latente. Él es, por eso mismo, buena clave de lectura de todos sus libros.
- Teresa aprende a escribir
- Primeros escritos de Teresa
- El problema de la redacción
- El problema del estilo
- Mandantes y destinatarios de los escritos teresianos
- El escollo de la censura y los censores
- Los autógrafos teresianos
- Seudoautógrafos y escritos espúrios
- La leyenda teresiana
- El 'Corpus Scriptorum' de Teresa