1. Entendemos aquí por vida espiritual el cultivo o la promoción de los valores del espíritu dentro del contexto cristiano profesado por la familia de Teresa y por ella misma. Teresa, que tan asidua e intensamente ejerció su misión de 'Madre de Espirituales', tanto dentro de los Carmelos como en el entorno laico, ¿cuidó o descuidó ese aspecto de la vida familiar? Es el interrogante que ahora le planteamos.
2. Recordemos que el historial de la familia de Teresa se despliega en dos tiempos. El primero es tiempo de mercaderes bajo el mando paterno: no sólo don Alonso era mercader de profesión, sino que las casas solariegas de 'La Moneda' eran almacén de mercaderías. En cambio, el tiempo segundo, marcado por los hijos, está presidido por su ideal de conquistadores, compartido por todos los hermanos varones de Teresa. A simple vista, ni la profesión de mercader ni la empresa de los conquistadores eran el ambiente más propicio para alentar el proyecto de vida espiritual cristiana.
3. Sin embargo, el cuadro esbozado por Teresa al trazar la semblanza de su familia en las páginas iniciales del Libro de la Vida es netamente positivo, bien caracterizado, impregnado de sano humanismo cristiano. El perfil de don Alonso es el de un hombre recto, amigo de la verdad, sin excesos, socialmente bien orientado, adicto a la lectura, interesado en la Eucaristía (a juzgar por uno de sus libros, el Tratado de la Misa). De mucha caridad con los pobres y piedad con los enfermos y con los criados. Muy honesto en gran manera. Es muy similar el perfil femenino de su esposa doña Beatriz, sufrida, recatada, muy apacible y de gran entendimiento, propensa a cultivar la piedad mariana de los hijos y otras virtudes cristianas. Teresa recuerda reiteradamente el interés por los pobres: hacía limosna como podía. Grupo moralmente bien saneado. Al trasluz del visor de Teresa, todo hace entrever una familia buena, humanista y cristiana. Y esa estampa se extiende por igual a los hijos y a la servidumbre.Quizás la nota más destacada por ella es el clima afectivo del grupo. Teresa se sitúa en el epicentro de ese cruce afectivo: la más querida. Sin fisuras perceptibles entre los hijos del primero y del segundo matrimonio de don Alonso.
4. Fue ése el clima humano y cristiano que encontró en el hogar Teresa niña-adolescente-joven. Pero nos interesa más el que ella promovió cuando se hizo carmelita y surgieron las distancias y el nuevo clima propicio para lo específicamente espiritual. Prescindamos de los numerosos episodios referidos por ella. Distingamos, más bien, sus dos aportaciones más definidas y prolongadas. Primero, de simple 'monja', interesada por la vida espiritual de su padre. Y, en segundo lugar, de 'mística', interesada en la vida espiritual de sus hermanos.
5. El entrenamiento primero lo ejerce Teresa cuando ella misma está de baja espiritual: son los años de la enfermería, seguidos de un período de incertidumbres y de lucha, 1539-1543. Don Alonso, por puro amor paterno, baja asiduamente a la enfermería o al locutorio de la Encarnación para conversar con Teresa. Y ésta orienta la conversación hacia lo que es ya su punto de mira espiritual, la oración, convencida de que con ella le vienen todos los bienes. Orienta a su padre hacia la meditación y el recogimiento: como quería tanto a mi padre, deseábale con el bien que yo me parece tenía con tener oración , y así, por rodeos, como pude, comencé a procurar con él la tuviese. Dile libros para este propósito. Como era tan virtuoso, asentóse tan bien en este ejercicio, que en cinco o seis años estaba tan adelantado (Vida 7,10). Son los cinco o seis años finales en la vida de don Alonso. Teresa había hecho de él un auténtico espiritual. Como tal vive su postrera enfermedad, asistido de cerca por ella (En casa de don Alonso seguían tres de sus hijos y la pequeña Juana, pero solos Teresa y él protagonizan el desenlace). Fue cosa para alabar a Dios la muerte que murió... Quedó como un ángel. Así me parece a mí lo era (ib 16).
6. Mucho más intenso e interesante es el otro capítulo del magisterio espiritual de Teresa. Lo ejerce ya en plena fase mística (1576-1580). En profunda empatía con su hermano Lorenzo Imposible aquí entrar en detalles de ese segundo cuadro. Lorenzo llega de América a los 56 años. Viudo. Con tres hijos. Con eldifícil proyecto de labrarse en España una posición social a base de un buen respaldo económico. Pero desde el primer encuentro queda fascinado por la personalidad de su hermana (de 61 años). Teresa le cambia de plano el proyecto de vida. De la preocupación por la hacienda, lo pasa al interés por lo espiritual. Lorenzo entra pronto en sintonía profunda con ella, que en ese momento boga en alta mar de experiencias místicas. Y rápidamente Teresa envuelve a Lorenzo en esa misma onda, le propone la ascesis de la mortificación (que despierta mucho el amor: cta 177,13), lo entrena en la meditación, hasta los primeros brotes de oración de quietud. En el diálogo con él, Teresa misma revive su antigua exaltación extática: sepa -le escribe- que ha más de ocho días que ando de suerte que, a durarme, pudiera mal acudir a tantos negocios. Desde antes que escribiese a vuestra merced, me han tornado los arrobamientos , y es en público Ni basta resistir ni se puede disimular (cta 177,3). También Lorenzo empieza a tener experiencias místicas. Se pone en contacto con san Juan de la Cruz, que lo entiende, porque tiene experiencia (cta 177,2). Hace una especial promesa de obediencia a su hermana. Le cuenta su oración, sus tentaciones, su vida de solitario en La Serna (Ávila). Cae en el espejismo de liberarse de todo lo terreno, y darse a solo Dios como un monje. Y Teresa tiene que recordarle que no, que está obligado a cuidar la hacienda de sus hijos, que ha de tener los pies en tierra: No dejaba de ser santo Jacob por entender en sus ganados, ni Abrahán ni san Joaquín (cta 172,11). Los dos, Lorenzo y ella, degustan los versos del poema Oh Hermosura que excedéis / a todas las hermosuras... Para él los retranscribe Teresa y se los glosa despaciosamente (cartas 172 y 177). Cuando Lorenzo fallece a los 60 años (1580), Teresa vive un momento de soledad parecido al experimentado en la muerte de su padre (cta 363,4). Y, como en ésta, revive la sensación de que Lorenzo terminó 'como un santo Estaba ahora de suerte que no quisiera tratar cosa de la tierra Si yo pudiera escribir algunas cosas particulares de su alma (ib 3).
7. La Santa se preocupó igualmente de la vida cristiana de sus otros hermanos, residentes en España o en América. Así por ejemplo, de María (Vida 34,19), o de Juana (cartas a ella). De los residentes en América, tuvo especial interés por Jerónimo (cta 87,1) y sobre todo por el benjamín de todos, Agustín de Ahumada,al que se refiere una de sus confidencias íntimas: Estando un día encomendando a un hermano mío , dije al Señor: ¿Por qué está este hermano mío adonde tiene peligro su salvación? Si yo viera, Señor, un hermano vuestro en este peligro, ¿qué hiciera por remediarle ? (Relación 20). Por él tuvo grandes preocupaciones y esperanzas desde los comienzos (estoy con harto cuidado de Agustín por no saber cómo va en las cosas de nuestro Señor (cta 24,19) hasta el final de su vida (cf cta 486).
- El hogar de Teresa
- El padre de Teresa, Don Alonso Sánchez de Cepeda
- La madre de Teresa
- Los hermanos de Teresa
- La familia de Teresa en América: pensamiento americano de Teresa
- El pleito de hidalguía de D. Alonso y sus hermanos
- Pleito entre hermanos o la desintegración del hogar
- El ocaso de la familia
- Vida espiritual en la familia
- Nivel cultural de la familia Cepeda-Ahumada