Talavera de la Reina
Villa de la provincia de Toledo, floreciente en tiempo de T, quien hace a ella dos alusiones ocasionales: la primera en la carta 150,4. La segunda en Fundaciones 9,30, refiriéndose a la preparación del capítulo de Alcalá (1581) y al delegado pontificio 'fray Juan de las Cuevas [O.P.], que era entonces prior de Talavera'. De boca de Gracián conoció ciertamente la Santa lo que este último refiere: 'Volvió de Roma la comisión para fray Juan de las Cuevas; fui con ella en tiempo muy lluvioso hasta Talavera, donde era prior el fray Juan. Comuniqué con él todos los negocios; y, por el secreto y que ningún fraile, ni dominico ni de otra orden, entendiese lo que era, aunque me quisiera hospedar en su convento, pareció más acordado que estuviese en un mesón, donde trabajando de día y de noche, se escribieron todas las vocatorias y cartas para todos los conventos de descalzos al modo que las ordené que en negocio tan grave no se trabaja poco con el secreto y diligencia que tanto importaba' (Peregrinación de Anastasio, diál. 3º: MHCT, 19,46; cf. p. 443).
Tamayo, María de
Carmelita en el monasterio de la Encarnación. En 1567, suplica a Rubeo, en la visita del monasterio, permiso para poseer limosnas y para salir en caso de grave enfermedad (EstTer 1, 299). Durante el priorato de T (1571-1574), interviene en la Respuesta a un desafío (n. 9), pidiendo al Señor 'paciencia y conformidad para sufrir la enfermedad', y se trata de una enfermedad 'gravísima, que no puede hablar un año y más ha', advierte la Santa. También ella solidarizará con las electoras de la Santa como priora del monasterio en 1577 (MHCT 1,433-437), firmando igualmente la carta que las monjas dirigen con ese motivo a la Duquesa de Alba (cf N. González, El monasterio de la Encarnación..., 2,311-312), denunciando además la violenta prisión de san Juan de la Cruz.
Tamayo, Sebastián
Canónigo de Palencia, cuya casa intentó comprar la Santa para la fundación palentina (F 29,14), si bien pronto renunció a ella (cta 382,2), optando por las de Nuestra Señora de la Calle (F 29, 12-13).
Tapia, Diego de
Desconocido. Probablemente, de la familia de don Francisco Alvarez de Cepeda, tío de T. Uno de sus hijos, llamado 'Diego de Tapia', partió para América en 1554. ¿Habría regresado? En 1580 lo envía ella con un recado de familia a Madrid (cta 362, 4).
Tapia, Elvira de
Buena amiga de la Santa en Soria. Es esposa de don Francés Carlos de Beamonte, hermano de D. Francés de Beamonte (ex-esposo, éste, de Leonor de la Misericordia), ambos sobrinos de la fundadora del Carmelo de Soria Dª Beatriz de Beamonte y Navarra (F 30,3). A doña Elvira le concede T la posibilidad de comunicar con las monjas del Carmelo soriano por la 'ventanilla' del corredor, si bien 'sean pocas [veces], porque su traje no puede ahora ser sino como de recién casada' (Apuntes, 17,10; cf 'Monte Carmelo' 106, 1988, 609-620).
Tapia, Jerónima de
Hermana de Luis de Tapia (cf el siguiente). Casó en 1564 con su pariente Diego de Guzmán, hijo de la hermana mayor de la Santa, María de Cepeda, y de Mª de Guzmán y Barrientos. Tienen varios hijos. Al morir Jerónima de Tapia en 1576, la Santa escribe una carta de pésame a su marido: 'harto gran consuelo es ver muerte que tan cierta seguridad nos pone que vivirá para siempre' (cta 156,2). Poco después, ese mismo año, muere una de sus hijas,y de nuevo escribe T a don Diego, consolándolo: 'Paréceme que quiso nuestro Señor llevar aquel angelito [la hija] con su madre al cielo' (cta 168,2; cf 24,10).
Tapia, Luis de
Primo de la Santa. Hijo de Francisco Alvarez de Cepeda. Partió para América, 'bien aderezado de armas... como hijodalgo notorio', probablemente a la vez que Lorenzo de Cepeda (1540?). Pero Luis es uno de tantos 'indianos'que apenas dejarán huella de sí. En 1581, la Santa le envía un mensaje por medio de María de San José (en Sevilla), pero a tientas, dudando si Luis seguirá en vida o habrá muerto (cta 366,8).
Tardón, Desierto del
Eremitorio en la soledad de Sierra Morena, provincia de Córdoba, donde hicieron vida ermitaña, entre otros, los italianos Ambrosio Mariano Azzaro (de san Benito) y Juan Narduch (de la Miseria) en la década de 1560, antes de encontrarse con santa Teresa en Madrid (1569), cuando viajaban a Roma para poner a salvo el eremitorio. Este había sido erigido hacia 1557 por el P. Mateo de la Fuente, a quien la Santa presente así: 'tenían un hombre muy santo por mayor, que llamaban el P. Mateo' (F 17,8). Y se entusiasma con la vida que hacían los ermitaños: 'Tenía cada uno su celda y aparte, sin decir oficio divino, sino un oratorio adonde se juntaban a misa. Ni tenían renta ni querían recibir limosna ni la recibían, sino de la labor de sus manos se mantenían, y cada uno comía por sí, harto pobremente. Parecióme, cuando lo oí, el retrato de nuestros santos Padres' (ib). Se regían por la Regla de San Basilio y estaban bajo la jurisdicción del obispo de Sevilla, Cristóbal de Rojas. Al suprimir Pío V el status de los ermitaños con la constitución 'Lubricum genus' (17.11.1568), Ambrosio Mariano y Juan Narduch se alejaron del Tardón. Años después el P. Mateo regularizó la situación poniendo en marcha una congregación de Basilios. En 1577 Gregorio XIII dispuso que los solitarios renovasen la profesión como miembros de la familia basiliana, que en su forma definitiva sería aprobada el siglo siguiente (23.9.1603) por Clemente VIII con el breve Altissimi dispositione. Mateo de la Fuente.
Tauste
Francisca de san José
Tavera, Guiomar Pardo de
'Yomar' en el epistolario teresiano. Es hija de Dª Luisa de la Cerda y de Antonio Arias Pardo de Saavedra. Huérfana de padre en enero de 1561. Conocida por la Santa al año siguiente, cuando ésta reside en el palacio toledano de Dª Luisa (V 34). Joven todavía, recibe carta de la Santa (cta 37: del 22.10.1571), en la agonía (ya en la muerte) de su hermano Juan (de 21 años) en Paracuellos: 'A vuestra merced le suplico tenga ánimo para ponerle a mi señora Dª Luisa [su madre]'. Dª Guiomar casó en octubre de 1576 con Juan Pardo de Zúñiga, hijo de Luis de Requeséns (cta 158,6; cf 137,4; 188,8). Pero quedó viuda al año siguiente (cta 238,11). Ese mismo año asiste a la muerte de su hermana menor, Catalina Pardo (ib). Ella casará en segundas nupcias con D. Juan de Guzmán, hijo del conde de Alba de Liste. La Santa tiene al corriente de esos sucesos a la priora de Sevilla, María de San José, antigua dama del palacio toledano de Dª Luisa. Ahora ruega a ésta: 'haga que encomienden a Dios estos negocios...y que dé sucesión a Dª Guiomar, que es lástima cuál está madre e hija de que no la tiene...' (cta 335,2: del 3.4.1580). Por gracia de Felipe III, Dª Guiomar y don Juan llevarán el título de marqueses de Malagón.
Tavera, Juan Pardo de (1550-1571)
Hermano de la anterior. Hijo mayor de Dª Luisa de la Cerda, nacido en 1550. Enfermizo; la Santa confía se cure con el agua de Fuentepiedra, de Antequera (cta 9,1: es el viaje en que T ha confiado el autógrafo de Vida a Dª Luisa, para que lo entregue a san Juan de Avila: año 1568). Don Juan es señor de Malagón y Paracuellos. Muere en esta localidad (provincia de Madrid), joven de 21 años, el 20.10.1571 (cta 37).
Teatinos
De significado amplio en tiempo de la Santa. Escribía Covarrubias en el Tesoro de la lengua: 'Como los clérigos teatinos y los jesuitas trajesen un mismo hábito clerical, confundiéronles el nombre, llamando a los unos y a los otros teatinos' (p. 715 b). T usa el término a veces en acepción genérica de 'religioso, piadoso' ('se traiga una mujer muy teatina': cta 8,6), aunque las más de las veces se refiere a los jesuitas: ctas 2,12; 73,3; 164,4; 410,4; 468,6.
Tejeda, María Magdalena
Es una de las carmelitas de la Encarnación de Avila, que pasan a las descalzas. Era hija de Francisco de Tejeda y de Inés Cardeñosa, 'naturales de Avila'. Había profesado en la Encarnación en 1526. Llamada por la Santa, salió para fundar el Carmelo de Malagón el 29.3.1568. Aquí, el 14 de septiembre de 1570, renunció a la mitigación. Murió en Malagón en octubre de 1581, y la Santa se apresura a solicitar oraciones comunitarias por ella (cta 410,10).
Tello Girón, Gómez
Don Gómez Tello es suplente del arzobispo Bartolomé de Carranza, en la diócesis de Toledo, al entrar éste en prisiones: designado por Pío V el 10.8.1560. Ostentaba los títulos de 'Goberador y general administrador en lo espiritual y temporal de la santa Iglesia y arzobispado de Toledo, y del Consejo de Su Majestad, etc.' Al proyectar la erección de un Carmelo en la ciudad, la Santa encarga (diciembre de 1568) a doña Luisa de la Cerda que le obtenga la correspondiente licencia eclesiástica para la fundación, pero que, a ser posible, en la petición 'no nombren [digan] al gobernador [don Gómez Tello] que es para mí' (cta 16,2). Ignoramos el motivo de esa reticencia. Promediado febrero, los amigos de la Santa eran incapaces de obtener dicha licencia (cta 18,6). Lo cierto es que T llegó a Toledo el 24.3.1569 sin haber conseguido el solicitado permiso escrito, y que el gobernador lo dilacionaba indefinidamente. 'Había ya más de dos meses que se andaba en procurarlo y cada día era peor' (F 15,5). Lo rehusaban igualmente 'los del Consejo' (F15,11). Cuenta ella: 'Me determiné de hablar con el gobernador, y fuime a una iglesia que está junto con su casa y enviéle a suplicar que tuviese por bien de hablarme. Había ya más de dos meses que se andaba en procurarlo y cada día era peor. Como me vi con él, díjele que era recia cosa que hubiese mujeres que querían vivir en tanto rigor y perfección y encerramiento, y que los que no pasaban nada de esto, sino que se estaban en regalos, quisiesen estorbar obras de tanto servicio de nuestro Señor... De manera le movió el corazón, que antes que me quitase de con él, me dio la licencia' (F 15,5). Estaba firmada a 8 de mayo de 1569, y otorgada nominalmente a 'la señora Teresa de Jesús', con la condición de no tomar 'para el monasterio iglesia, ermita, capilla, hospital ni otro lugar que esté so la obediencia de esta dignidad...' (BMC 5,412). Licencia preciosa, que guardó T en una bolsita de piel con el escrito de su propia mano: 'licencia de la fundación'. Se conserva todavía hoy en el Carmelo de Toledo. Don Gómez murió meses después: julio de 1569. Toledo, fundación de.
Tendilla, conde de
Hurtado de Mendoza, Luis
Tentaciones
En santa Teresa de Jesús el hecho de las tentaciones es un ir y venir constante, ya sea como realidad presente en su existencia, ya sea como doctrina o consejos que da, ya sea también como acontecimiento muy frecuente en la vida de comunidad o en las actitudes que ve en otras personas.
En la vida espiritual, y particularmente en el camino de la oración como medio y expresión de la vida de gracia y del crecimiento de las virtudes, se es muchas veces tentado por el demonio cuyo nombre para ella es 'tentador', por las criaturas y por nosotros mismos.
Unas 200 veces aproximadamente encontramos la expresión de tentación, ya sea por medio del verbo tentar en sus diversos tiempos y modos, ya sea por el sustantivo en singular o en plural. Dos veces encontramos la palabra 'tentador', atribuida el demonio: 'Acordaos, hijas mías, aquí en la ganancia que trae este amor consigo y de la pérdida por no le tener, que nos pone en manos del tentador, en manos tan crueles, manos tan enemigas de todo bien y tan amigas de todo mal' (C 40,8. cf CE 70,3).
Para la Santa tener resuelto y claro el acontecimiento de las tentaciones en la oración, es una garantía de éxito para vencerlas. Ella les da tanta importancia que les dedica capítulos enteros, como son: V 13. C 38,39 y 40. CE 66,68 y 69. Y es precisamente en Camino de Perfección, libro dedicado expresamente a enseñar el camino de la oración, como medio seguro para la unión con Dios, donde abunda más este tema de las tentaciones.
Habla casi siempre santa Teresa de Jesús diciendo que es el demonio el que tienta. Es el 'tentador': Mo 52; F 6,19; 11,17; 23,10... También tientan los hombres. Y nosotros mismos, a veces, nos tentamos. Pero siempre es por permisión de Dios. La vida es un combate, especialmente en el espíritu, y las tentaciones son para probar la virtud y la fuerza y firmeza de las actitudes buenas del hombre.
De las tentaciones, aunque sean grandísimas, si hay temor y amor de Dios, se ha de salir con mucha ganancia: 'Es así que no me turba el alma cuando la veo con grandísimas tentaciones; que, si hay amor y temor de nuestro Señor, ha de salir con mucha ganancia' (Conc 2,3).
Las tentaciones abarcan todo el abanico de la vida de la persona. Que no sólo hay tentaciones en la oración. Se puede ser tentado en todo y desde todo: desde el deseo de que todos sean muy espirituales, hasta dejar la oración, pasando por el orgullo de creer que se tienen todas las virtudes, porque el Señor nos regala en la oración, por el desaliento, por la desobediencia. Se pueden ver, a modo de ejemplo: V 13,8... R 44,1; F 3,11; 6, 12.13.21 y 23.
Cuando no hay cosas mayores, suele el demonio tentar en menudencias, o nosotros mismos. Especialmente en cosas relativas a la convivencia con la autoridad, a si me han dicho o me han dejado de decir, a si me han hecho o dejado de hacer... Todo ello para que así haya guerra y mérito en resistir: 'Que adonde no hay cosas graves de ocasiones de fuera, anda por las menudencias de dentro, para que siempre haya guerra y mérito de resistir' (Mo 16,17,18 y 19). Pero hay ciertas tentaciones que sólo se dan a melacólicas (Mo 18). Tampoco hay que dar oportunidad al demonio para que seamos tentados, como a veces pasa (Mo 18).
La Santa recurre al texto de S. Pablo, en 1 Cor 10,13, por dos veces al menos, para recordarnos que no seremos tentados más de lo que podemos sufrir. De ahí la esperanza de que podamos resistir y vencer las tentaciones por la fuerza y gracia de Dios en nosotros; cf R 58,1 y cta 143,8, del 2.11.1576, a la M. María Bautista.
Por las tentaciones que se han pasado se pueden adquirir méritos (cf D 26). Las tentaciones ayudan al alma que Dios da la luz de la verdad: 'Porque el alma que Dios da luz de la verdad, las tentaciones y estorbos que pone el demonio la ayudan más; porque es Su Majestad el que pelea por ella' (F 11,7; cf Conc 2,3).
Las tentaciones son igualmente medios para evitar engaños en la vida de oración, creyéndose perfectos por los gustos que Dios da en ocasiones: 'Y tengo por muy mejor cuando entran y dan guerra en este estado de oración; porque podría el demonio engañar, a vueltas de los gustos que da Dios, si no hubiese tentaciones, y hacer mucho más daño que cuando las hay, y no ganar tanto el alma...' (M 4,1,3).
Sabe muy bien la Santa que la vida espiritual no se fundamenta sobre gustos y regalos, sobre todo al principio. Sería un mal comienzo de la vida espiritual, pues sería comenzar sobre arena, y todo acabaría por el suelo, además de andar siempre disgustados y tentados: 'Aunque otras veces he dicho esto, importan tanto que lo torno a decir aquí: es que no se acuerde que hay regalos en esto que comienza, porque es muy baja manera de comenzar a labrar un tan precioso y grande edificio; y si comienzan sobre arena, darán con todo en el suelo; nunca acabarán de andar disgustados y tentados' (M 2,1,7). A este respecto se pueden consultar: C 20,2; 21, título y 2; 23,36 y 41. V 4,2; 11, 2.10.11.12.15.16 y 17.
Las tentaciones sirven también para evitar engaños en la vida de oración; en concreto para no sucumbir ante el engaño de no confesar pecados muy graves, por miedo de no estar en desasosiego: 'Aquí vendrá la tentación de dejar de confesar pecados muy graves, por miedo de no estar en desasosiego. ¡Oh, válgame Dios, qué daño puede hacer aquí el demonio y qué caro les cuesta el apretamiento y honra!' (C 5,1).
Los combates en la fe son una oportunidad para el demonio que puede alborotar en gran manera; pero el alma no deja de estar firme en la fe, en especial cuando se trata de fenómenos místicos extraordinarios. Pero los efectos positivos que generan en ella son sólo de la verdadera sabiduría. El demonio no puede dejar al alma con tantos bienes: 'Mas no creyendo, sino... a manera de tentaciones en cosas de la fe, que puede el demonio alborotar, mas no dejar el alma de estar firme en ella; antes mientras más la combate, más queda con certidumbre de que el demonio no la podría dejar con tantos bienes, como ello es así, que no puede tanto en lo interior del alma...' (M 4, 9,10).
Mientras se vive, se está expuesto a la tentación; también en el desierto; incluso allí más: 'Acabando la víspera de San Lorenzo de comulgar, estaba el ingenio tan distraído y divertido, que no me podía valer, y comencé a haber envidia de los que están en los desiertos, pareciéndome que como no oyesen ni viesen nada, estaban libres de este divertimiento. Entendí: Mucho te engañas, hija, antes allí tienen más fuertes las tentaciones de los demonios; ten paciencia, que mientras se vive no se excusa`' (R 44,1).
En la tentación se siente a veces sensación de debilidad e impotencia: 'Paréceme que estoy llena de faltas, sin ningún ánimo para la virtud, y el grande ánimo que suelo tener queda en esto, que me parece a la menor tentación y murmuración del mundo no podría resistir' (R 1,22; cf R 4,5).
Santa Teresa de Jesús también pasó por el miedo de que algunos de los fenómenos místicos con que Dios le agració fueran tentación: 'He habido miedo si fue tentación, que imaginación no fue posible' (R 44,3: habla de una visión mística extraordinaria).
Habla igualmente santa Teresa de Jesús de la posible confusión entre aflicciones, imaginaciones, escrúpulos y tentaciones. Todas pueden ser fuente de gran mérito: 'Ellas pasan harta muerte consigo mismas de aflicciones e imaginaciones y escrúpulos, y así también harto gran mérito, aunque ellas siempre las llaman tentaciones; que si acabasen de entender es del mismo mal, tendrían gran alivio, si no hiciesen caso de ello' (F 7,10).
Advierte la Santa cómo el demonio tienta y prueba en los momentos importantes de la vida. Se pueden ver: F 23,10 y 26,14, en donde ella recuerda dos casos concretos. Afirma asimismo santa Teresa de Jesús cómo no se han de tener miedo a tentaciones en la hora de la muerte (cf F 16,4 y 5).
No entiende la Santa por qué escandaliza más decir que se tienen visiones o revelaciones que las muchas tentaciones de todo tipo y color que, a veces, representa el demonio: 'Parece espanto a algunas personas sólo en oír nombrar visiones o revelaciones. No entiendo la causa por qué tienen por camino tan peligroso el llevar Dios a un alma por aquí, ni de dónde ha procedido este pasmo... que cierto, no espanta tanto decir que les representa el demonio, muchos géneros de tentaciones y de espíritu de blasfemia y disparatadas y deshonestas cosas, cuanto se encandalizará de decirle que ha visto o habládola algún ángel, o que se le ha representado Jesucristo crucificado, Señor nuestro' (F 8,1).
Nos confiesa santa Teresa de Jesús que no ha tenido tentaciones en la fe: 'Y ahora veo que de la misma manera lo he oído a letrados, y no lo he entendido como ahora (se refiere al misterio trinitario), aunque siempre sin detenimiento lo creía, porque no he tenido tentaciones de la fe' (R 33,1).
Pero sí ha sentido las tentaciones de temor y duda, debido a su ruindad y flaqueza: 'Yo confieso que mi ruindad y flaqueza me han hecho temer y dudar, mas no me acuerdo ninguna, después que el Señor me dio hábito de Descalza, ni algunos años antes, que no me hiciese merced, por su sola misericordia, de vencer estas tentaciones y arrojarme a los que entendía era mayor servicio suyo por dificultoso que fuese' (F 28,19).
Y finalmente, también la Santa ha sufrido dudas acerca de si en algunas de sus decisiones su proceder ha podido ser tentación. Esto lo confiese especialmente santa Teresa de Jesús en algunas de sus cartas, como por ejemplo, en la cta 179,3, del 21.1.1577, a la M. María Bautista.
Un consejo que da la Santa es que las tentaciones se han de tratar con el confesor (cta 245,2, del 8.5.1578, al P. Jerónimo Gracián).
La palabra tentar, tentación, tentaciones también tiene otros sentidos no exactamente espirituales, como pueden ser: situación de conflicto, duda, dificultad en las decisiones, desasosiego, incertidumbre, inseguridad en el modo de actuar.
Mauricio Martín del Blanco
Teresa de Jesús
De Teresa de Jesús (Teresa de Ahumada / Santa Teresa) tratan todos los artículos del presente Diccionario. Los aspectos más importantes de su personalidad, de su obra o de su pensamiento religioso pueden verse en los artículos respectivos: biografía, escritos, fundaciones, retrato, etc. Aquí sólo daremos una lineal cronología de su vida. Para la cronología de su obra literaria remitimos al artículo escritos de Teresa. Dividimos la serie cronológica en tres períodos:
1.º Vida de Teresa en familia: 1515-1535.
2.º Monja carmelita en la Encarnación: 1535-1562.
3.º Fundadora del nuevo Carmelo: 1562-1582.
1.º Teresa en familia: 1515-1535
La suya es familia numerosa: los padres, doce (?) hermanos, y varios domésticos. Residen en la ciudad de Avila, con breves intervalos en Gotarrendura. Poco a poco la familia comienza a desintegrarse: con la muerte de la madre, el casamiento de la hermana mayor, la partida de los dos primeros hermanos a América, a los que seguirán paulatinamente todos los otros hermanos varones. Al final de este período, Teresa hace prácticamente de ama de hogar.
Recordamos los antecedentes inmediatos de la familia.
1480 Nace en Toledo el padre de Teresa, Alonso Sánchez de Cepeda, hijo de Juan Sánchez 'el Toledano', y de Inés de Cepeda.
1486 Don Alonso y familia se instalan en Avila.
1495 Nace en Olmedo (Valladolid) la madre de T, Beatriz de Ahumada, hija de Juan Dávila y Ahumada, y de Teresa de las Cuevas y Ahumada.
1504 14 nov., don Alonso firma la carta de dote otorgada a su futura mujer, Catalina del Peso.
1505 Don Alonso de Cepeda se casa con Catalina del Peso, de la que tendrá dos hijos: María y Juan.
1507 8 sept., muere Catalina del Peso.15 oct., don Alonso hace el inventario de los bienes que posee al morir su esposa.
1509 14 nov., don Alonso otorga la carta de arras a su futura esposa, Beatriz de Ahumada.
Don Alonso se casa en segundas nupcias con Beatriz de Ahumada, de la que tendrá nueve (?) hijos.
1510 Nace Hernando de Ahumada, hermano de T.
1511(?) Nace Rodrigo de Cepeda, hermano de T.
1515 28 marzo, nace en Avila T (Teresa de Ahumada)4 abril, bautismo de T en la parroquial de san Juan Bautista (Avila). Padrinos, Francisco Vela Núñez y María del Aguila.
Inauguración solemne del nuevo monasterio carmelita de la Encarnación (también el 4.4.1515).
1519 Nace Lorenzo de Cepeda, hermano de Teresa.
6 agosto, se inicia en Hortigosa el pleito de hidalguía de don Alonso y hermanos.
1520 Nace Antonio de Ahumada, hermano de T.
16 nov., primer fallo del pleito de hidalguía, favorable.
1 dic., apelación contra el precedente fallo.
1521 Nace Pedro de Ahumada, hermano de T.
23 abril, batalla de Villalar. Entre los derrotados hay parientes de T.
1521-1522 T 'de edad de seis o siete años' (V 1,1), lee con Rodrigo el Flos Sanctorum.
1522 Nace Jerónimo de Cepeda, hermano de T.
26 agosto, en la Chancillería de Valladolid, 'fallo definitivo' en el pleito de hidalguía: favorable, pero limitado.
1522-1523 Fecha probable de la fuga 'a tierra de moros' (V 1,4): T y Rodrigo tienen que regresar a casa.
1523 16 nov., se extiende la carta ejecutoria de hidalguía de don Alonso.
1525 Muere en Olmedo (Valladolid) doña Teresa de las Cuevas, abuela materna de T.
1527 Nace Agustín de Ahumada, hermano de T.
T y doña Beatriz leen apasionadamente 'Libros de Caballerías' (...si no tenía libro nuevo, no me parece tenía contento': V 2,1).
1528 Nace Juana de Ahumada, última hermana de T.
24 nov., testamento de doña Beatriz de Ahumada.
diciembre (o primeros de enero siguiente) muere D.ª Beatriz en Gotarrendura.
1528-1529 (?) Teresa, huérfana de madre, se acoge a la Virgen (imagen de ntra. Señora de la Caridad: ermita de San Lázaro): 'supliquéla fuese mi madre' (V 1,7).
1530-1531 (?): T escribe una novelita de caballerías, hoy perdida.
1531 María, hermana mayor de T, se casa con Martín de Guzmán y Barrientos. Fijan su residencia en Castellanos de la Cañada.
1531-1532 T ingresa en el internado de las agustinas de Santa María de Gracia, Avila ('...tres meses en estas vanidades'. 'Lleváronme a un monasterio'... V 2,6).
Poco a poco va madurando su vocación religiosa (V 3,2).
1532 Otoño, T enferma y tiene que abandonar el internado (V 3,3).
1533 Primavera, viaja a Hortigosa a casa de su tío don Pedro, donde lee 'buenos libros de romance' (V 3,4).
Va a Castellanos de la Cañada, a casa de su hermana María (V 3,3)
Lee las Epístolas de san Jerónimo (V 3,7), que influyen en su decisión vocacional.
Decide ingresar carmelita en la Encarnación y lo notifica a don Alonso (V 3,7), el cual se opone rígidamente.
1534 6 junio, entrada triunfal de Carlos V en Avila. Fiestas. Corrida de toros en el Mercado Chico.
Marcha a las Indias Occidentales Hernando, hermano de T.
1535 Parte para América su hermano Rodrigo, que previamente renuncia a favor de T la legítima materna (BMC 2, 95). (Sale de Sevilla el 24.8.1535).
2 nov. 'muy de mañana' T sale de casa y va a la Encarnación (V 4,1).
2.º Monja carmelita en la Encarnación: 1535-1562
El monasterio de la Encarnación se halla extramuros de la ciudad. Edificio nuevo. Comunidad numerosa: casi 200 personas, entre religiosas y familiares. De todas las edades. Recibe a Teresa la superiora, D.ª María de Luna. Hace su profesión en manos de la nueva priora, D.ª Francisca del Aguila. Teresa residirá ahí 27 años (desde los 20 a los 47 de edad), con breves ausencias, por enfermedad o por otros motivos. Años de formación, los primeros. Luego, años de enfermedad, paréntesis de mediocridad, de lucha, de maduración espiritual. Iniciación en la vida mística. 'Gracia del dardo' (V 29). Proyectos de nueva fundación. Más tarde, regresará como priora de la comunidad: 1571-1574.
1535 2 nov. Teresa es admitida en el monasterio de la Encarnación.
1536 31 oct., don Alonso otorga la carta de dote de T (BMC 2,93).
Teresa cede la legítima materna de Rodrigo a favor de su hermana Juana (BMC 2, 95).
2 nov., toma de hábito de T.
1537 3 nov., profesión religiosa de T.
Año probable de la muerte de Rodrigo de Cepeda en el Río de la Plata.
1538 Otoño, T enferma de gravedad.
Pasa el invierno en Hortigosa y Castellanos de la Cañada.
En casa de su tío don Pedro, en Hortigosa, lee el Tercer Abecedario, de Osuna (V 4,7).
Por ese tiempo, lee también Los Morales, de san Gregorio Magno (comentario al libro de Job: V 5,8).
1539 Desde abril hasta agosto, en Becedas: tratamiento de la curandera, 'con grandísimo tormento en las curas' (V 4,6).
14-15 de agosto, en Avila, colapso de T: 'diome aquella noche un paroxismo que me duró estar sin sentido cuatro días, poco menos' (V 5,9).
Regresa a la Encarnación.
1539-1542 'Más de ocho meses', totalmente tullida. Mejorando poco a poco, 'casi tres años' (V 6,2). Primero, en la casa paterna. Luego, en la enfermería de la Encarnación.
1540 Parten para América otros hermanos de T: Lorenzo, Jerónimo, Pedro.
1542 Gran devoción a san José. Se siente curada gracias a él (V 6,5-8).
1543 Diciembre: asiste a su padre enfermo 'algunos días' (V 7,14).
3 dic., don Alonso extiende su testamento.
26 dic. (en Avila, ya 1544), muere don Alonso, asistido por T (V 7,16).
1544 T acude a la dirección espiritual del dominico Vicente Barón, quien le hace reanudar la práctica de la oración y la frecuencia de los sacramentos (V 7,17).
1544-1553 Teresa lucha por reemprender una vida espiritual seria. Con logros y frustraciones (V cap. 7-8).
1546 18 enero, batalla de Iñaquitos (cerca de Quito), en la que muere el Virrey Blasco Núñez Vela y son heridos los hermanos de T Lorenzo, Hernando y Antonio.
20 enero, en Quito muere Antonio, hermano de T, de las heridas recibidas en la batalla.
20 agosto, primer escrito de T llegado hasta nosotros: pequeño billete al 'señor Venegrilla' (cta 1).
1548 Verano, T peregrina al santuario de Guadalupe.
1551 Los jesuitas se establecen en Avila. Colegio de San Gil.
1554 Cuaresma (?), 'conversión' de T ante un Cristo 'muy llagado' (V 9,1).
Lee las Confesiones de san Agustín (V 9, 7-8).
Se acoge a la dirección espiritual del P. Cetina, SJ. (V 23,14).
Comienza su experiencia de gracias místicas (V 10,1; 23,1...).
1555 T se acoge a la dirección espiritual del P. Prádanos, SJ (V 24,4).
T viaja a Alba de Tormes (donde reside su hermana Juana) y a Villanueva del Aceral.
18 de mayo, casamiento de Lorenzo de Cepeda y Juana Fuentes, en Quito.
1557 Temporada en Aldea del Palo (Avila) con D.ª Guiomar de Ulloa.
Invierno, pasa por Avila san Francisco de Borja y escucha a T (V 24,3). 'Díjome que era espíritu de Dios'.
Primer éxtasis de T (V 24,5).
1558 T sigue la dirección espiritual de Baltasar Alvarez, SJ. 'La confesó seis años en este tiempo' (R 4,3).
1558-1560 'Dos años' de tenaz resistencia a éxtasis y hablas místicas.
1559 17 de agosto, el inquisidor Fernando de Valdés publica el Indice de libros prohibidos. 'Yo sentí mucho' (V 26,5). El Señor dice a T: 'Yo te daré libro vivo'. Poco después ('desde a bien pocos días') comienzan las visiones místicas de T.
1560 'Un día del glorioso san Pedro' (25 de enero, o 29 de junio), T tiene la primera visión del 'libro vivo', Cristo (V 27,2).
Se repiten las visiones (V 28,3).
Le ordenan 'dar higas' a las visiones (V 29,5).
Gracia de las transverberación del corazón (V 29,13).
Encuentro con san Pedro de Alcántara en casa de D.ª Guiomar (V 30,3). 'Este santo hombre me dio luz en todo' (V 30,5).
Visión espantosa del infierno (V 32,1...).
4 sept., don Alvaro de Mendoza es nombrado Obispo de Avila.
Septiembre, velada de amigas y familiares en la celda de T Proyectan fundar un monasterio (V 32,10).
Otoño, consulta al dominico Pedro Ibáñez (V 32,16), con el que se inicia una gran amistad.
Escribe la primera Relación, para Pedro Ibáñez.
Escribe el primer poema: 'Oh Hermosura que excedéis' (cta 173,24).
4 dic., don Alvaro toma posesión del obispado abulense.
Entre 1560 y 1561, petición de un primer breve de fundación a Roma. Perdido. No utilizable (V 32,15).
1561 Nuevo rector del Colegio de San Gil, Gaspar de Salazar (V 33,7). Y nuevo impulso al proyecto de fundación.
12 agosto, santa Clara en su fiesta le promete ayuda (V 33,13).
San José le asegura su protección y ayuda económica (V 33,13).
15 agosto, aparición de la Virgen y san José (V 33,14).
Otoño-invierno: 'han ido por bulas a Roma' (cta 2,4 y MHCT 1,4-8).
22 nov., le llega ayuda económica de su hermano Lorenzo.
23 dic., carta de T a Lorenzo (le escribe también D.ª Guiomar), y le cuenta el proyeco de fundación (cta 2). Ha precedido al menos otra carta de T a Lorenzo (cta 2,2), hoy perdida.
24 dic., 'la noche de Navidad', el provincial le ordena viajar a Toledo a casa de D.ª Luisa de la Cerda (V 34,1).
Finales de año: D.ª Guiomar de Ulloa y su madre D.ª Aldonza, piden a Roma la concesión del breve de fundación de San José (MHCT 1,4).
San Pedro de Alcántara intercede ante el Obispo de Avila a favor de la fundación (carta de 1561 ó 1562: BMC 2,127).
Navidad, decide viajar a Toledo (V 34,1).
1561-1562 (?) El P. Pedro Ibáñez da por escrito su dictamen a favor del espíritu de la madre Teresa (BMC 1, 130 y 133...).
Por este tiempo, carteo entre T y san Luis Beltrán (BMC 2, 124).
1562 Enero-julio, T reside en Toledo, en el palacio de D.ª Luisa de la Cerda. (V 35,1).
Escribe la segunda Relación, probablemente en Toledo y para el P. Pedro Ibáñez.
En Toledo, encuentro decisivo con el P. García de Toledo, OP (V 34,6).
7 feb., se otorga en Roma el rescripto apostólico para la fundación de San José: dirigido a D.ª Aldonza de Guzmán y a D.ª Guiomar de Ulloa (MHCT 1, 9).
Marzo, en Toledo encuentro con María de Jesús, fundadora del Carmelo de la Imagen, en Alcalá (V 35,1).
14 abril, carta de san Pedro de Alcántara a T, sobre la pobreza de la futura fundación (MHCT 1, 17).
Junio, concluye en Toledo la primera redacción de Vida, hoy perdida.
Julio, regresa a Avila, donde le llega de Roma el breve de fundación, del 7 de febrero.
10 agosto, elección de nueva priora en la Encarnación (V 35,7-8). La nueva priora es D.ª María Cimbrón.
El cuñado de T, Juan de Ovalle, venido de Alba, adquiere y prepara las casas que han de servir para el nuevo convento. Enferma él, y T sale de la Encarnación para atenderlo e inspeccionar la obra. 'Todo se hizo debajo de gran secreto' (V 36,3).
Primera denuncia ante el Concejo de la ciudad por las obras que lleva a cabo Juan de Ovalle 'en las casas que eran de Valvellido'.
3.º Fundadora del nuevo Carmelo: 1562-1582
Últimos 20 años de Teresa, de los 47 a los 67 de edad. Período de plenitud humana y espiritual. Escritora y fundadora. Recorre los caminos de Castilla, La Mancha y Andalucía. Asocia a su obra a fray Juan de la Cruz. Amplía su red de relaciones humanas en los diversos estratos de la vida social. García de Toledo le ordena escribir la historia de la fundación de San José (F pról. 2).
Afronta situaciones conflictivas. Promueve la edición de sus Constituciones y del Camino de Perfección. Muere en Alba de Tormes al final de un último viaje.
1562 24 agosto, inaugura el Carmelo de San José de Avila (V 36,5). Ese día toman el hábito las cuatro primeras jóvenes.
24-25 agosto, T tiene que regresar a la Encarnación. Dará su 'discuento' ante el provincial (V 36, 12).
26 agosto, comienza la oposición del Concejo de la ciudad (V 36,15), a petición de F. de Quiñones. 'Siendo necesario, se envíe al Consejo Real de S. M. sobre ello'... 'Hablen en el caso al señor Obispo, dándole cuenta de los daños y perjuicios...'.
30 agosto, se reúne la 'junta grande' del Concejo de la ciudad (ib), en la que están presentes a favor de la Santa Pedro Ibáñez, Baltasar Alvarez, Gaspar Daza... (quizá también Domingo Báñez: V 36,15 nota marginal de Báñez).
Septiembre-diciembre: serie de sesiones del Concejo de la ciudad sobre el asunto de las monjas de San José (cf Actas del Concejo).
19 oct., muere san Pedro de Alcántara (V 38,32: T lo ve 'subir al cielo').
Octubre-diciembre: siguen las 'juntas' del Concejo sobre el asunto de 'San José'.
5 dic., nuevo rescripto apostólico que concede a la fundación 'vivir en pobreza' (MHCT 1, 22).
6 dic., muere el General de la Orden, Nicolás Audet.
Finales de 1562 o principio de 1563, regreso estable de T a San José. La licencia oficial del Provincial es del 22 de agosto de 1563 (V 36,17: MHCT 1, 27).
1562-1567 'Cinco años..., los más descansados de mi vida' (F 1,1).
1563 Escribe la Relación 3ª, para García de Toledo (?).
Enero-junio, el Concejo de la ciudad prosigue el pleito contra el monasterio.
5 mayo, ingresa en San José María de Ocampo (María Bautista).
23 julio, María de Jesús funda el Carmelo de la Imagen, en Alcalá de Henares (V 36,28).
Fray Juan de Santo Matía (Juan de la Cruz) viste el hábito carmelita en Medina del Campo.
22 agosto, patente del Provincial para T y compañeras (MHCT 1,27).
5 dic., Teresa escribe a los 'muy ilustres señores del Concejo', a causa de las ermitas construidas en la huerta de San José (cta 3).
1564 11 de enero, el Concejo de la ciudad ordena 'deshacer el edificio' de ciertas ermitas construidas en la huerta del monasterio (Actas del Concejo).
1 de febrero,
9 abril, compra de la cerca de un palomar para hacer ermitas (BMC 2, 203; A 9).
22 y 29 de abril, concesiones del Concejo de la ciudad.
21 mayo, es elegido General de la Orden Juan Bautista Rossi (Rubeo).
21 agosto, licencia del Nuncio A. Crivelli para que T resida en San José (MHCT 1,31).
4 oct., toma el hábito en San José Isabel Ortega (Isabel de Santo Domingo).
21 oct., profesan las cuatro primeras novicias (MHCT 1,33).
1565 Enero, muere en Pasto (Colombia) Hernando de Ahumada, hermano de T.
2 marzo, facultad para conmutar a T el voto de perfección (MHCT 1, 37).
17 julio, bula de Pío IV, sobre la pobreza evangélica del nuevo Carmelo (MHCT 1, 43).
Finales de año, T concluye la redacción definitiva de Vida, autógrafo del Escorial.
1566-1567 Redacta Camino de Perfección (1ª y 2ª redacción). Ya ha redactado las Constituciones de sus monjas.
1566 Verano, el franciscano Alonso de Maldonado visita al Carmelo de San José. 'Venía de las Indias. Comenzóme a contar de los muchos millones de almas que allí se perdían... Yo quedé tan lastimada... Clamaba a nuestro Señor...' (F 1,7).
25 oct., nace en Quito Teresita, sobrina de T, hija de Lorenzo.
1567 18 febrero, el General de la Orden, J. B. Rubeo llega a Avila. Inicia la visita canónica de la Encarnación. Se encuentra con T en San José (F 2,2).
27 abril, Rubeo autoriza a T para fundar otros Carmelos como el de Avila (MHCT 1, 62).
16 mayo, nueva patente de Rubeo para que T funde excepto en Andalucía (MHCT 1, 66).
10 agosto, nueva patente de Rubeo que faculta a T para fundar dos conventos de frailes contemplativos en Castilla (MHCT 1,67: F 2,5).
13 agosto, T sale de Avila para fundar el Carmelo de Medina del Campo. Adonde llega el 14 a media noche (F 3,7).
15 agosto, inauguración del Carmelo medinense.
Agosto-sept., coloquios con san Juan de la Cruz, que ha venido de Salamanca a Medina a celebrar su primera misa (F 3,17), y 'da palabra' de asociarse a la obra de T.
14 nov., muere en Quito D.ª Juana Fuentes, esposa de Lorenzo de Cepeda.
1568 Enero, T sale de Medina. Viaja a Alcalá de H. Visita el convento de la Imagen (febrero-marzo).
30 marzo, T firma en Toledo las escrituras para fundar el Carmelo de Malagón. Al día siguiente sale para Malagón acompañada de D.ª Luisa de la Cerda.
2 abril, llega a Malagón. Inaugura el nuevo Carmelo el día 11.
Primeros de mayo, encomienda a D.ª Luisa el envío de Vida a san Juan de Avila (cta 7,3).
19 mayo, T viaja a Toledo, Escalona y Avila, adonde llega el 2 de junio (cta 9,1).
23 junio, insiste ante D.ª Luisa de la Cerda para que envíe Vida a san Juan de Avila (cta 10,2). Por esas fechas éste escribe a T para que no le envíe el libro (BMC 2,207).
28 junio, gestiones fallidas para fundar en Segura de la Sierra, Jaén (cta 11).
30 junio, sale de Avila, visita Duruelo, llega a Medina (cta 13).
9 agosto, de Medina a Valladolid, acompañada de san Juan de la Cruz (cta 13).
15 agosto, funda el Carmelo de Valladolid en Río de Olmos. Informa a fray Juan de la Cruz del nuevo 'estilo de vida'. Elogio del Santo (F 13,2.5).
12 sept., carta de san Juan de Avila a T, aprobando Vida (BMC 2,208).
28 nov., fray Juan de la Cruz inaugura Duruelo (F 14,6).
7 dic., trámites de fund. en Toledo (A 10).
1569 8 enero, Rubeo escribe a la priora de Medina elogiando a la M. Teresa: 'ella hace más provecho a la Orden que todos los frailes carmelitas de España' (MHCT 2, 317).
3 febr., traslado del Carmelo de Valladolid a la ciudad (F. 10,7).
22 febrero, T viaja de Valladolid a Medina, visita Duruelo (F 14,6). Sigue a Avila, camino de Toledo.
24 marzo, llega a Toledo.
8 mayo, T obtiene licencia de Gómez Tello Girón para fundar en la ciudad (F 15,5).
14 mayo, inaugura el Carmelo de Toledo (F 15,7).
30 mayo, sale para Pastrana, requerida por la Princesa de Eboli. Está ocho días en las Descalzas Reales de Madrid (F 127, 2-5).
23 junio, inaugura el Carmelo de Pastrana (F 17).
10-13 julio, fundación de descalzos en Pastrana.
21 julio, trae de Toledo a Isabel de Santo Domingo para priora de Pastrana.
20 agosto, nombramiento de Visitadores Apostólicos de los Carmelitas: los dominicos Pedro Fernández para Castilla, Francisco de Vargas para Andalucía (MHCT 1, 78).
Sept., en Medina toma el hábito Isabel de los Angeles, sobrina de Simón Ruiz.
17 nov., escribe la cifra de su muerte (R 7).
1570 Febr., Breve Decori et honestati, de Pio V sobre clausura de las monjas.
9 feb., en Malagón escribe la R 9: 'que escribiese la fundación de estas casas'.
24 abril, carta de Rubeo al Carmelo de Medina, a favor de María de Montalvo.
9 mayo, María de san José (Salazar) toma el hábito en Malagón.
11 junio: traslado del convento de Duruelo a Mancera.
10 julio, en Pastrana T asiste a la profesión de A. Mariano y de fray Juan de la Miseria.
Viaja: Medina, Alba de Tormes, Medina, Valladolid, Toledo.
Agosto, enferma en Toledo: forzada a escribir de mano ajena (cta 28,2).
8 agosto, patentes de Rubeo sobre los descalzos (MHCT 1,101).
11 agosto, escritura para D. de Sampedro (A 11).
Viaja de Toledo a Avila y a Salamanca, adonde llega el 31 de octubre.
1 nov., T inaugura el Carmelo de Salamanca (F 19).
2 nov., Ana de san Bartolomé toma el hábito en San José de Avila.
3 dic., capitulaciones para fundar un Carmelo en Alba de Tormes (escritura fundacional: 24.1.1571 BMC 6,158).
1571 25 enero, fundación del Carmelo de Alba de Tormes (F 20). En el viaje la acompaña fray Juan de la Cruz.
2 febrero, T regresa a Salamanca con Inés de Jesús.
16 abril, éxtasis de T en Salamanca, canto del 'Véante mis ojos' (R 15).
6 abril, nuevas patentes del General Rubeo a T (MHCT 1, 110).
27 junio, Pedro Fernández visita el monasterio de la Encarnación. Pedirá a T que acepte el priorato del monasterio. Lo refrenda el Señor (R 20).
13 julio, en Avila T renuncia formalmente a la Regla mitigada. Lo hacen igualmente las descalzas procedentes de la Encarnación, por decisión del Visitador (MHCT 1, 112). El Visitador confirmará esa renuncia el 6 de oct. (ib 121).
2 sept., Pedro Fernández emite varias actas para las Descalzas (MHCT 1,114).
14 sept., Rubeo permite nuevas fundaciones de descalzos (MHCT 1,120).
23 sept., capítulo prov. en San Pablo de la Moraleja.
6 oct., el Visitador asigna a T la conventualidad en el Carmelo de Salamanca (MHCT 1, 121). Es a la vez priora de la Encarnación. T toma posesión del priorato ese mismo día 6.
1572 19 enero, durante el canto de la Salve la Virgen se aparece a T en el coro de la Encarnación (R 25).
25 marzo, Jerónimo Gracián toma el hábito en Pastrana.
30 marzo, Domingo de Ramos, gracia eucarística (R 26).
Primavera (?), T trae a fray Juan de la Cruz como confesor a la Encarnación. 'Acá ha días que confiesa uno de ellos harto santo' (cta 48,2).
Septiembre (?), escribe la Respuesta a un desafío.
18 nov., gracia del matrimonio espiritual, al recibir la comunión de mano de fray Juan de la Cruz (R 35).
1573 Febrero, en Alba de Tormes T firma una copia del Camino.
25 abril, profesa J. Gracián en Pastrana.
31 julio, llega a Salamanca. Dificultades en la compra de la casa.
25 agosto, en Salamanca comienza a redactar el Libro de las Fundaciones (pról.).
28 sept., las monjas se trasladan a la casa de Pedro de la Vanda, en Salamanca (F 19,9). Proyectos de fundación en Beas y en Segovia (F 21,1).
Los descalzos han fundado conventos en Andalucía, con autorización del Visitador, pero contrariando órdenes del General de la Orden, origen de graves dificultades en lo sucesivo.
Dic., primer ingreso de Casilda de Padilla en el Carmelo de Valladolid (F 11,3).
1574 Enero: T viaja de Salamanca a Alba.
Por esas fechas, la Princesa de Eboli sale del Carmelo de Pastrana.
T está sucesivamente en Alba y Salamanca.
Marzo, sale de Alba para Segovia. Llega el 18. La acompañan fray Juan de la Cruz y otros.
19 marzo, inauguración del Carmelo de Segovia (F 21). Priora, Isabel de Sto. Domingo (MHCT 1,167).
7 abril, llegan a Segovia las descalzas de Pastrana, que abandonan esta fundación a causa de las injerencias de la Princesa de Eboli.
Abril-mayo, la Princesa de Eboli denuncia Vida a la Inquisición.
13 junio, el Visitador F. de Vargas delega funciones en el P. Gracián para la visita de los carmelitas de Andalucía (MHCT 1, 184).
Rubeo faculta al P. Antonio Heredia para fundar en Almodóvar del Campo (MHCT 1,186).
13 agosto, Gregorio XIII deroga las facultades de los Visitadores Apostólicos (MHCT 1, 192).
22 sept., el Nuncio Nicolás Ormaneto nombra a los PP. F. de Vargas y J. Gracián 'in solidum' reformadores del Carmen de Andalucía (MHCT 1, 195).
Primeros de octubre, T llega a la Encarnación para terminar su priorato (cta 73).
6 oct., cesa en el cargo prioral y regresa a San José.
Finales de año, viaja a Valladolid por el asunto de Casilda de Padilla.
Año de intenso carteo. Nos quedan sólo 21 cartas.
1575 2 enero, proyecta el viaje a Beas de Segura, Jaén (cta 79).
Le proponen fundar un Carmelo en Caravaca (Murcia. F 27,1).
13 enero, en Medina da el hábito a Jerónima de Quiroga, pariente del futuro Cardenal Quiroga (Po 24)
16 febrero, llega a Beas.
24 febrero, inaugura la fundación del Carmelo de Beas (F 22,19). Primer encuentro con el P. Gracián (R 40).
27 febrero, el obispo D. Alvaro entrega el autógrafo de Vida a la Inquisición de Valladolid.
2 marzo, envío del autógrafo de Vida al tribunal de Madrid. Los inquisidores de Córdoba denuncian a T ante el Consejo de Madrid.
Primeros de mayo, muere en Nombre de Dios (CA) Jerónimo de Cepeda, y poco después Esteban, sobrino de T, hijo de Lorenzo.
11 mayo, T responde a D. Alvaro, que la ha informado acerca de Vida (cta 80).
T escribe al P. Granada en Lisboa (cta 82).
18 mayo, sale de Beas para Sevilla.
23 mayo, llegada a Córdoba.
24 mayo, en la ermita de Santa Ana, en Ecija, Voto de Obediencia a Gracián (R 39-40). Al día siguiente, episodio de la 'Venta de Albino'.
26 mayo, llega a Sevilla. Inaugura el nuevo Carmelo el 29 (F 24,18; cta 107).
Mayo-junio, Capítulo General de la Orden en Piacenza (Italia). A T le llega el falso rumor de haber sido excomulgada (cta 102,15).
10 junio, Báñez aprueba en Alba una copia de los Conceptos.
18 junio, T escribe al P. General Rubeo, ante las dificultades que han surgido entre los carmelitas, en Andalucía (cta 83).
7 julio, Báñez suscribe su censura favorable al Libro de la Vida: 'Esta mujer... aunque ella se engañe en algo, a lo menos no es engañadora'.
3 agosto, el Nuncio Ormaneto nombra Comisario a Gracián (MHCT 1,221).
12 agosto, llegan a Sanlúcar y luego a Sevilla los hermanos de T Pedro y Lorenzo, con los tres hijos de éste, venidos de Quito.
28 agosto, nueva experiencia trinitaria de T (R 47). Escribe otras R.
21 nov., Gracián presenta sus patentes de Visitador en el Carmen de Sevilla (R 60).
24 nov., Teresa otorga poderes a Ana de san Alberto para fundar un Carmelo en Caravaca (BMC 6, 266; A 13).
Diciembre, una exnovicia del Carmelo de Sevilla (María del Corro) delata a T y a sus monjas a la Inquisición. Los inquisidores de Sevilla informan al Consejo de Madrid (23.1.1576).
En Avila, son apresados fray Juan de la Cruz y su compañero, y en Sevilla se intima a T la orden de recluirse en un convento.
T. escribe la Relación 4ª para uno de los consultores de la Inquisición de Sevilla, Rodrigo Alvarez. Año de intenso carteo. Nos quedan sólo 22 cartas.
1576 1 enero, Ana de san Alberto inaugura el Carmelo de Caravaca.
Los inquisidores de Sevilla interrogan a T y a otras religiosas.
Enero o febrero, T escribe de nuevo al P. General (cta 102). Escribe una nueva Relación (5ª), para los PP. Rodrigo Alvarez y Enrique Enríquez (fecha aproximada).
3 junio, T sale de Sevilla. Pasa por Almodóvar del C. (8 junio), Malagón (del 11 al 21 de junio) y Toledo (23 de junio). Antes de partir, por orden de Gracián T se deja retratar por fray Juan de la Miseria en el Carmelo de Sevilla.
30 junio, T firma nuevas escrituras para construir el Carmelo de Malagón.
Agosto, en Toledo escribe el Modo de visitar a petición de Gracián.
17 agosto, carta de hermandad con las Jerónimas (A 14).
8 de sept., los descalzos celebran capítulo en Almodóvar.
En Toledo prosigue la redacción de las Fundaciones, hasta el final del capítulo 27 (fechado por ella a 14 de nov.: F 27,23).
Carteo más intenso. Nos quedan unas 71 cartas. Este año inicia en Toledo su amistad con A. Velázquez (R 63).
1577 En febrero, escribe el Vejamen. A él ha concurrido, entre otros, fray Juan de la Cruz.
6-7 febrero, T sufre una crisis de agotamiento por exceso de trabajo (cta 182). El médico le prohíbe escribir de su mano. Escribirá dictando.
24 marzo, Nicolás Doria toma el hábito de descalzo en Sevilla.
2 junio, en Toledo T comienza el libro del Castillo Interior, por orden de Gracián y de A. Velázquez. Escribe de propia mano.
18 junio, muere en Madrid el nuncio Nicolás Ormaneto. T interrumpe la redacción del Castillo.
Julio, T viaja a Avila para poner el Carmelo de San José bajo la obediencia de la Orden (F epílogo). El 27 de julio da su consentimiento D.ª Guiomar de Ulloa. El 2 de agosto lo da don Alvaro de Mendoza.
31 de agosto: Gracián asigna a T conventualidad en Avila (MHCT 1,376).
Libelos y delaciones contra Gracián (MHCT 1,377. 393. 415). T escribe al Rey en su defensa (cta 208).
9 oct., Jerónimo Tostado declara nula la elección de T para priora de la Encarnación de Avila (MHCT 1,416).
29 nov., T concluye el Castillo Interior en San José de Avila.
Noche del 3 al 4 de diciembre, fray Juan de la Cruz y su compañero quedan presos, primero en Avila, después aquél es llevado a la carcelilla de Toledo.
4 dic., T escribe al Rey, abogando por fray Juan (cta 218).
24 dic., en el Carmelo de San José, T cae y se disloca el brazo izquierdo. Carteo intenso este año. Nos quedan 53 cartas de T.
1578 Mayo, una curandera de Medina remedia el brazo de T (cta 244,4): 'Fue terrible el dolor..., como había tanto que caí..., parece que quedo curada'.
23 julio, el nuevo nuncio Felipe Sega despoja a Gracián de sus poderes de visitador (MHCT, 1,20-22).
12 agosto, Gracián se encuentra con T en Avila.
17-18 agosto, fray Juan de la Cruz se fuga de la cárcel de Toledo.
4-5 sept., muere el General de la Orden, J. B. Rubeo. No llega a sus manos la útima misiva de T (cta 271). T llora su muerte (cta 272).
9 octubre, los descalzos reúnen capítulo en Almodóvar contra el parecer de T Eligen provincial a Antonio Heredia.
16 octubre, el nuncio F. Sega anula lo hecho en Almodóvar y somete los descalzos y descalzas a los provinciales de la Orden (MHCT 2,34).
20 dic., el nuncio Sega y sus asesores dan sentencia contra Gracián y le asignan por cárcel el colegio de Alcalá. Se le veda la comunicación epistolar con T (MHCT 2,80) El carteo del año ha sido intenso. Nos quedan 58 cartas de T.
1579 1 de abril, Angel de Salazar es nombrado vicario general de los descalzos (MHCT 2,86...). Actúa en su favor.
Primeros de marzo: dos descalzos viajan a Roma (cta 293,1).
El 30.4.1579, licencia de profesión para Caravaca (A 15).
6 junio, en la ermita de Nazaret de San José de Avila, T recibe los 'cuatro avisos' para los descalzos (R 67).
25 de junio, T viaja a Medina y Valladolid (cta 301).
15 julio, los asesores de Sega son favorables a la erección de provincia de descalzos (MHCT 2,99).
16 y 22 de julio, T envía a don Teutonio (Evora) el Camino de Perfección y la Vida de san Alberto, para que los imprima (cta 305). Los publicará: la Vida de s. Alberto, en Evora 1582; el Camino, en 1583 después de muerta la autora: un solo volumen para las dos obras.
30 julio, T sale de Valladolid y viaja a Medina, Alba y Salamanca, adonde llega el 14 de agosto.
Noviembre, viaja de nuevo a Avila, Toledo y Malagón. Llega aquí el 24 nov.
8 dic., las monjas de Malagón se trasladan al nuevo edificio, construido bajo la inspección de T (cta 318,3). Del intenso carteo de ese año nos quedan 39 misivas.
1580 13 febrero, T sale de Malagón para la fundación del Carmelo de Villanueva de la Jara (F 28).
17 febrero, se detiene tres días en la ermita del Socorro (La Roda).
21 febrero, llega a Villanueva de la Jara.
25 febrero, da el hábito a las fundadoras.
18 marzo, T se lastima de nuevo el brazo izquiedo.
20/21 marzo, sale de V. de la Jara. Llega a Toledo el 26. Enferma del corazón. Se encuentra ahí con el cardenal Quiroga, que aún retiene en su poder el autógrafo de Vida.
5 mayo, Gracián libre. Le escribe T a Madrid (cta 340).
7-8 de junio, viaja de Toledo a Madrid, llega a Segovia el 13.
22 junio, breve 'Pia Consideratione' de Gregorio XIII, que concede la erección de la provincia de descalzos (MHCT 2, 191).
26 junio, en La Serna (Avila) muere Lorenzo, hermano de T.
En Segovia, el P. Gracián y Diego de Yanguas revisan ante la Santa el autógrafo de las Moradas.
6 julio, T viaja de Segovia a Avila. En agosto viajará a Medina. Llega a Valladolid el 8 de agosto. Aquí enferma gravemente del 'catarro universal'.
22 nov., muere el P. Pedro Fernández en Salamanca. A él estaba encomendada la ejecución del breve 'Pia Consid.' (MHCT 2,217). El 20 de nov. había sido nombrado en su lugar el P. Juan de las Cuevas (MHCT 2,231).
8 dic., capitulaciones matrimoniales entre Francisco de Cepeda y su futura suegra, Beatriz de Mendoza (a ocultas de la Santa).
19 dic. en Madrid, Francisco de Cepeda firma la escritura de arras para su esposa, Orofrisia de Mendoza (no conocida por T.).
28 dic., sale de Valladolid para la fundación de Palencia. Viaja enferma y en 'tiempo recio' (F 29,7). 'Trabajoso el camino, por las aguas que había habido' (ib 10). Se encuentra con el obispo don Alvaro (ib 11). Erección del Carmelo palentino el 29 dic.
Del año nos quedan 43 cartas.
1581 3 marzo, se inaugura en Alcalá de Henares el capítulo de descalzos. El día 4 es elegido provincial el P. Gracián (F 29, 30). T envía memoriales al Capítulo (A 18).
26 mayo, se traslada T con la comunidad a la casa definitiva, de Nuestra Señora de la Calle. Presencia de don Alvaro a la fiesta (F 29,29).
29 mayo, T emprende viaje de Palencia a Soria. Llega el 31 al Burgo de Osma, y el 2 de junio a Soria. Primera misa en el Carmelo de Soria, el 14 de junio (F 30, 8).
Escribe la Relación 6ª, para su antiguo confesor A. Velázquez, ahora obispo de Osma. Y para la priora de Soria, Catalina de Cristo, un minucioso memorial sobre detalles de la casa (Apuntes 17).
16 agosto, T sale de Soria. Se encuentra con su antiguo confesor, el jerónimo Diego de Yepes, que va castigado. Lo ayuda con un par de monedas.
23 agosto, llega a Segovia.
4-5 sept., pernocta en Villacastín, cansadísima. Viaje duro (cta 405, a María de San José, desde Villacastín).
6 sept., llega a Avila, donde la eligen priora el siguiente día 10.
17 sept., notifica a Gracián que Casilda de Padilla (F 11) ha abandonado el Carmelo de Valladolid (cta 408).
8 nov., T permite a Rodrigo Alvarez la lectura de las Moradas séptimas en el Carmelo de Sevilla, donde ha ido a parar el autógrafo de la obra (cta 412).
Noviembre, Pedro de Castro (futuro obispo de Lugo y de Segovia) lee y elogia el Libro de la Vida (ctas 415-417), y quizá las Moradas (cta 426,8). No son los autógrafos, sino copias.
28 nov., en Avila se encuentran por última vez T y fray Juan de la Cruz, que quisiera hacerla viajar a la fundación de Granada. Teresa optará por la de Burgos (cta 418). Y no abandona el proyecto de un Carmelo en Madrid (ctas 420, 446, 447, 453).
29 nov., fray Juan de la Cruz sale de Avila, camino de Granada. No volverán a verse.
Se imprimen por vez primera las Constituciones de T para sus monjas. 'En Salamanca. Por los herederos de Mathias Gast. 1581'.
Carteo intenso de ese año: Quedan 64 cartas.
1582 2 enero, T sale de Avila para la fundación de Burgos. Pasa por Medina, Valladolid y Palencia. La acompaña el P. Gracián. Viaje penoso. Llega a Medina el 4. A Valladolid el 9. A Palencia el 14. Sale de Palencia el 24. Llega a Burgos el 26 de enero. Viaje penosísimo este postrero.
20 enero, fray Juan de la Cruz y Ana de Jesús fundan el Carmelo de Granada.
Enero-abril, en Burgos grandes dificultades con el Arzobispo, don Cristóbal Vela (F 31,21). Carteo entre T y el obispo de Palencia, don Alvaro. Y entre éste y el arzobispo burgalés (F 31,43; y cta 441).
23 febrero, T y sus monjas se instalan en el Hospital de la Concepción.
18 marzo: T escribe a A. Mariano, en Lisboa. Saludo de despedida al superior de los misioneros carmelitas destinados al Congo (cta 436).
26 marzo: 'Ya estamos en la casa y nos damos prisa a acomodarla' (cta 437,1).
19 abril, inauguración del Carmelo de Burgos. El día anterior había firmado su licencia el arzobispo (BMC 6, 368).
7 mayo, Gracián se despide de la Santa. No volverán a verse.
23 mayo, se desborda el río Arlanzón e inunda el convento.
Junio-julio, T escribe el postrer capítulo de las Fundaciones (cap. 31). Son 12 folios de gran formato, los últimos de su labor de escritora.
6 julio, T renuncia a viajar de Burgos a Madrid (cta 455), pero no al proyecto de fundar en la Corte (cta 456).
26 de julio, T sale de Burgos. Descansa en Palencia: 28 de julio a 20 de agosto. En Valladolid: 20 de agosto a 15 de septiembre. En Medina: del 16 al 19 de septiembre. Escribe la última carta que poseemos (cta 468).
19 sept., sale de Medina hacia Avila, donde espera dar la profesión a Teresita. Por orden de Antonio de Jesús (Heredia) cambia ruta y se dirige a Alba de Tormes, adonde llega el día 20, muy enferma.
29 sept., se acuesta para no levantarse más. Presiente la inminencia de la muerte. Lleva en su breviario un apunte cifrado, alusivo a esa hora postrera (R 7).
3 octubre, recibe por última vez la Eucaristía. La acoge en la celda exclamando: 'Hora es ya, Esposo mío, de que nos veamos'.
4 octubre, hacia las nueve de la noche muere en el Carmelo de Alba. El día siguiente es 15 de octubre, a causa de la reforma gregoriana del calendario.
15 (=5) oct., sepelio de sus restos mortales en Alba.
5 nov., profesa en Avila Teresita, sobrina de la Santa. Testificará dos veces en el proceso de canonización de T: en Avila, el 22.1.1596 (BMC 18, 189-198); y de nuevo el 9.9.1610, esta segunda vez con una declaración cuidadosamente preparada durante su última enfermedad, 55 pp. de la BMC, 2, 314-369).
De este año nos quedan 40 cartas. Al menos 22 autógrafas.
1588 Primera edición de las Obras de T por fr. Luis de León. Reeditadas ese año en Barcelona, y al siguiente por fray Luis en Salamanca.
1591 15 oct., inicia en Salamanca el proceso de beatificación de T.
1614 24 abril, beatificación de T por Paulo V.
1617 30 nov., las Cortes de Madrid la declaran Patrona de España. El 1 de julio de 1627, Urbano VIII confirma el patronato.
1622 12 marzo, Gregorio XV la canoniza en la Basílica de San Pedro, Roma.
1970 30 sept., Pablo VI proclama a T Doctora de la Iglesia. Biografía. Autobiografía
T. Alvarez
Teresa de Jesús (Teresita)(1566-1610)
Sobrina de la Santa. Su nombre de familia, Teresa de Ahumada. Comúnmente conocida como Teresita. Se firmaba Teresa o bien Theresa de Jesús.Hija de Lorenzo de Cepeda y Juana de Fuentes. Nacida en Quito el 25.10.1566. Huérfana de madre al año siguiente (14.11.1567). Vivió en América sólo nueve años. Antes de venir a España, sabía leer y escribir. Fue muy accidentado su viaje a España en compañía de su padre, hermanos y tíos. Uno de éstos falleció en Centroamérica, antes de embarcar. En alta mar murió uno de sus hermanos.
Llegó a Sevilla, estando allí la Santa, a mediados de agosto de 1575. Admitida excepcionalmente en el Carmelo de Sevilla, tras seria consulta a letrados competentes, ese mismo mes o al siguiente. Gozosamente acogida por la Santa, vistió enseguida al hábito de carmelita. Centró el afecto de toda la comunidad y especialmente de su santa tía. Niña aún, antes de partir de Sevilla, fue retratada en un óleo por fray Juan de la Miseria, que poco antes había retratado a la Santa. Pintó a la niña, vestida de carmelita (hábito y capa blanca), 'de edad de 10 años', con el simbólico corazón en la izquierda y el Niño Jesús en la diestra. (El cuadro sigue en el Carmelo de Sevilla). Seguirá con su hábito de carmelita hasta iniciar el noviciado a primeros de 1581 en Avila.
En el Carmelo de San José de Avila ingresa apenas llegada a la ciudad el 12 de julio de 1576 (cta 122,11). 'Recibímosla en esta casa el mismo día que entró en Avila, que fue un jueves a 12 del mes de julio, año de 1576, con mucho contento de todo el convento' (cf Pólit, p. 346). Estando ahí, pierde a su padre el 26.6.1680. Al casarse su hermano Francisco con una dama de Madrid, la madre de ésta impugnará el testamento de don Lorenzo, del que era albacea la Santa, e insidiará a Teresita, para que salga del convento y haga posible el desvío de la herencia a favor de su hermano (cta 424,2). Es el momento en que ella se enfría en su afecto a la Santa y atraviesa su crisis de vocación. Por voluntad de la Madre Fundadora, Teresita la acompaña en el duro viaje de Avila a Burgos en enero de 1582 (ctas 421,5 y 422,4). Aquí, reside primero en la casa de doña Catalina de Tolosa, donde intima con Elenita de Tolosa, hija de aquélla y coetánea de Teresita, que también se ha agregado al grupo de carmelitas y con ellas se traslada al Hospital de la Concepción. Ahí, una y otra entran en contacto con los enfermos, al lado de la Santa o de Ana de san Bartolomé. Ambas participan en la erección del Carmelo burgalés, y en él tienen el sobresalto de la famosa inundación de la casa por el Arlanzón a finales de mayo. Las dos simpáticas adolescentes conviven en el nuevo Carmelo otros dos meses, hasta la partida de la Santa.
A pesar de sus momentos de crisis (cta 458,4), Teresita acompaña a la Madre Fundadora en el duro viaje de regreso de Burgos (26.7.1582) a Alba, con pausas en los Carmelos de Palencia, Valladolid y Medina. En Valladolid vive ésta (la Santa) uno de los trances más penosos de su vida, a causa de las intrigas de la mencionada suegra de Francisco, que había logrado poner de su parte a la priora del Carmelo Vallisoletano, M. María Bautista, y que hacía todo lo posible por impedir la profesión de Teresita. Esta continuó viaje con la Santa, rumbo a Avila, pero desviado a Alba de Tormes, adonde llegaron el 20 de septiembre. Asiste a la postrera comunión de la Santa, moribunda, el 3 de octubre, y el día siguiente está presente a su muerte. Pasados los funerales, Teresita y Ana de san Bartolomé se apresuran a regresar a San José de Avila, donde el 3.11.1582 es elegida priora, en lugar de la difunta Santa, María de san Jerónimo. Dos días después, la nueva priora recibe los votos de Teresita, que profesa el 5.11.1582, apenas 21 días después de muerta la Santa que tanto había deseado se lograse esa profesión.
En San José de Avila proseguirá la hermana Teresa el resto de su vida, como una santa carmelita. Testificará dos veces en los procesos de la Santa: en Avila, el 22.1.1596; y de nuevo en Avila el 9 de septiembre de 1610. Esta segunda declaración fue minuciosamente preparada y firmada por ella la víspera de su muerte, acaecida el 10.9.1610, a los 44 de edad.
Teresita es la primera carmelita americana, y una de las primeras religiosas del Nuevo Mundo. Nos ha legado sólo una carta de la Santa a ella (cta 351). No nos ha llegado ninguna de cuantas ella misma escribió a su santa tía. Pero en el epistolario teresiano poseemos una copiosa y matizada semblanza de la joven quiteña y de su proceso de maduración humana y religiosa. 'Tiene una condicioncita como un ángel y sabe entretener bien en las recreaciones contando de los indios y de la mar mejor que yo lo contara' (cta 89,3). Y todavía en 1581 escribe la Santa al hermano de Teresita: 'Con la hermana Teresa de Jesús es con la que tengo alivio: está ya mujer y siempre crece en virtud' (cta 427,3). En la historia de la afectividad de T el episodio amoroso de tía y sobrina es de sumo interés por parte de las dos. Teresita, huérfana de madre desde su primer año de vida, queda fascinada por el afecto materno que le prodiga su nueva madre en el Carmelo de Sevilla. También la Santa queda profundamente prendada de los encantos increíbles de la niña (cta 309,10). Posteriormente ésta, ya novicia en torno a los 15 de edad, sufre una crisis de desafecto que ella misma confesará expresamente al extender su declaración en vísperas ya de la propia muerte. Crisis que coincide con su segunda orfandad, al morir súbitamente su padre don Lorenzo (cta 350,1), y nítidamente percibida por la Santa. Al morir ésta y quedar huérfana Teresita por tercera vez, renacen en ella a nivel diverso la nostalgia, el afecto profundo y la admiración incondicional por esta su madre del cielo. Teresita, que a finales de 1581 había transcrito íntegramente el Libro de la Vida, tiene en el recuerdo de lo vivido y de lo leído un auténtico parámetro de la estatura humana y espiritual de la Santa, y da fe de ella en forma testifical y personal sobre todo en la declaración que prepara poco antes de morir. Pero también la Santa, en su afecto materno por Teresita ('mucho la quiero': cta 120,5...), había vivido un proceso de afectividad maternal, sin quiebras ni crisis de enfriamiento, pero con fuertes dosis de maduración y sufrimiento, que culminarán en el dramático viaje final de su vida. Cepeda, Lorenzo de.
BIBL.Cf Las dos declaraciones de Teresita, en BMC 2, 303-370. Amplia documentación en M. Mª Pólit, La familia de santa Teresa en América. Friburgo 1905. Más copiosa y directa, la contenida en las Cartas de la Santa de los años 1576-1582; María de San José (Salazar), Libro de Recraciones, recr. 9; F.de Santa María, Reforma de los descalzos, III, Libro 13, c. 13; Carmelo de Mangalore (India), Figures choisies de Carmélites... Mangalore 1913, pp. 51-83.
Teutonio
Braganza, Teutonio de
Thienlloye, Ana de
Pertenece al grupo toledano de Dª Luisa de la Cerda. Casada con el hermano de ésta, Hernando de la Cerda, Comendador de la Orden de Alcántara. La Santa agradece a los dos esposo Ana y Hernando que hayan venido a visitarla en el palacio de Dª Luisa (mayo de 1568), en ausencia de ésta (cta 8,10; cf 14,4).
Tipología bíblica
De acuerdo con la tradición judeo-cristiana, especialmente presente en la literatura espiritual, también Teresa practica el recurso de evocar los gestos o la semblanza de personajes bíblicos para ver realizado en ellos no sólo el camino espiritual, sino aspectos, etapas y riesgos de la vida del cristiano. Por 'tipo' entendemos aquí la realidad física en cuanto imagen de la realidad espiritual, generalmente encarnada en personas y lugares.
Arquetipo absoluto es Cristo Jesús. Teresa llevaba escrita, de propia mano, en las guardas de su breviario la palabra evangélica: 'deprended de mí que soy manso y humilde'. En su Humanidad histórica, Jesús es para ella el modelo por excelencia. 'Él es nuestro dechado' (V 15,13). 'Mirando su vida, es el mejor dechado' (V 22,7). 'Es larga la vida..., hemos menester mirar a nuestro dechado Cristo' (M 6,7,13). Toda la vida del cristiano será un proceso de configuración con Él, hasta llegar a la plena unión con Él (M 7,4).
De la tradición carmelitana heredó T la convicción de que su peculiar vida religiosa (la vida en el Carmelo) tenía modelos bíblicos netamente paradigmáticos. Ante todo, la Virgen María: 'Parezcámonos, hijas mías, en algo a la gran humildad de la Virgen sacratísima, cuyo hábito traemos, que es confusión nombrarnos monjas suyas..., que quedamos bien cortas para ser hijas de tal Madre y esposas de tal Esposo' (C 13,3). Y luego, los profetas del Carmelo, Elías y Eliseo, 'aquellos santos nuestros del Monte Carmelo, que en tan gran soledad y con tanto desprecio del mundo buscaban este tesoro, esta preciosa margarita de que hablamos...' (M 5,1,2). 'De esta casta venimos...' (ib).
De la Regla carmelita llegó a T la consigna paulina: 'sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo' (1 Cor 4,16; 11,1). Consigna ampliamente comentada en el texto básico de la Regla. En T esa consigna pasará del plano ético (acción y virtudes), al plano místico: ella vivirá, como Pablo y con él, la tensión escatológica (o cristológica), entre la espera del definitivo encuentro con Cristo y la urgencia del servicio a la Iglesia (V 6,9; 20,11; 21,6-7...).
Para esos tipos fundamentales Cristo, María, Pablo remitimos a las voces respectivas del Diccionario (cf además, José, san). Aquí nos limitamos a individuar los tipos secundarios. Para T la Biblia entera es un inmenso arsenal tipológico sugeridor: '¡Quién supiera las muchas cosas de la Escritura que debe haber para dar a entender esta paz del alma!', es decir la situación final de las moradas séptimas (M 7,3,13). Quizás esa convicción la ha recabado ella de la lectura de los Cartujanos, o de los espirituales franciscanos de comienzos de siglo. La ha escuchado, sin duda, de boca de teólogos y predicadores. Pero en el fondo la copiosa floración de referencias a la galería de figuras bíblicas brota espontánea en su piedad personal y en su pluma. Teresa ha sido sumamente sensible a la santidad encarnada en santos concretos, los del 'Flos Sanctorum' que leyó de niña: teología espiritual en ejemplares de vida. Prueba de que esa su sensibilidad de infancia no haya sido elidida por las posteriores experiencias místicas del misterio de Dios y de Cristo, es la copiosa lista de santos de su devoción que llevaba en el breviario, en la que figuran no menos de trece ejemplares bíblicos.
Teresa compuso uno de sus poemas calcando las palabras de Saulo a Jesús en el camino de Damasco: 'Señor, qué queréis que haga' (He 9, 6). Su poema lleva por epígrafe el verso primero: 'Vuestra soy, para Vos nací', y por estribillo la palabra de Pablo en el verso segundo: 'qué mandáis hacer de mí', que se repite como ritornelo al final de cada estrofa. Todo el poema es una glosa a esa actitud de Pablo, ahora revivida por Teresa. Pero en las estrofas finales el poema da cabida a una serie de tipos y símbolos bíblicos: Tabor y Calvario, Job y Juan Evangelista, José en Egipto y David Rey, Jonás anegado o Jonás libertado. Similar elaboración tipológica, pero más profunda y extensa, más elaborada y vivencial, la hará T ante el idilio del Cantar de los Cantares.
Nos limitaremos a documentar ese aspecto de su magisterio, que testifica su gran sensibilidad bíblica y su manera de leer el texto sagrado, no tan técnica pero sí tan intensa y matizada como la de fray Juan de la Cruz. Enumeramos en orden alfabético la serie de personajes citados por la Santa, añadiendo, a título complementario, los nominativos de los lugares bíblicos mencionados por ella, y algún gentilicio con posible trascendencia doctrinal: judíos, asirios, publicano, fariseo, etc. No siempre ni todos tendrán desdoblamiento alegórico o tipológico. Pero hemos preferido elaborar el retablo de figuras lo más completo posible y sin distingos por razón de su contenido alegórico o doctrinal. Simbología bíblica.
Abrahán. En la lista de santos de su particular devoción, Teresa incluye globalmente a 'los Patriarcas' (A 6). A Abrahán lo menciona expresamente sólo un par de veces: para proponerlo como modelo de vida activa a Lorenzo de Cepeda ('no dejaba de ser santo Jacob por entender en sus ganados, ni Abrahan...': cta 172,11). Y en una simple ficha (A 4,5) alusiva a Génesis 12.
Adán. En los escritos teresianos se lo recuerda casi exclusivamente en relación con el primer pecado y la miseria que de él derivó a la humanidad (R 5,18; M 4,1,11) y que Jesús vino a remediar (C 3,8). La reiterada expresión teresiana 'hijos de Adán' (E 2,2; 12,1; carta 150,1; 290,3) tiene sentido peyorativo. En súplica espontánea a Jesús, exclama: '...sois justo juez, y no como los jueces del mundo, que como son hijos de Adán, y en fin todos varones, no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa' (pasaje del CE 4,1 eliminado por el censor en el autógrafo primero de la Santa).
Adversario. Calificativo bíblico que designa al diablo: 1Pet 5,8, texto que T leyó reiteradamente en la Regla del Carmelo que lo cita. Así lo llama también ella: 'este adversario enemigo nuestro' (C 19,13).
Ana, santa. Santa Ana es madre de la Virgen y esposa de san Joaquín, según una tradición que asciende a los apócrifos (Protoevangelio de Santiago, s. II). En la Orden del Carmen, mucho antes de santa Teresa, esa tradición fue acogida por la leyenda y los 'fioretti' de los orígenes, que relacionan a santa Ana con los ermitaños pre-evangélicos del Monte Carmelo y con la iglesia de Santa Ana junto a la Puerta Aurea de Jerusalén. Según la misma leyenda, su madre sería santa Emerenciana ('Merenciana', escribe T en F 26,6). Su nombre figura en la lista de santos a quienes T tiene devoción especial. En el misal y breviario carmelitano, su fiesta se celebraba ya el 26 de julio. En Medina del Campo, está dedicado a Santa Ana el convento de carmelitas en que profesa fray Juan de la Cruz, adonde se acoge T antes de fundar el Carmelo medinense (F 3,7). A santa Ana dedicó T el Carmelo de Villanueva de la Jara (1580), y con esa ocasión cuenta la historia de la ermita de Santa Ana, origen de la fundación (F 28,44). También le dedicó su última fundación 'del glorioso San José de Santa Ana de Burgos' (1582: F 31), donde aún hoy se conserva un cuadro que compendia las antiguas tradiciones carmelitas: al lado de san Joaquín, santa Ana entrena en la lectura de la Biblia a la Virgen niña, que está vestida de carmelita. Fue T quien infundió esa devoción a Lorenzo de Cepeda, que se propone erigirle una iglesia (cta 309,11). En los Carmelos fundados por T son numerosas las monjas que llevan el nombre o el apellido de santa Ana, y se la venera con título familiar de 'la abuela o abuelita' del Señor, también de inspiración teresiana (cf F 28,45).
Andrés, san. Apóstol, hermano de Pedro. Uno de los primeros discípulos de Jesús (Jn 1,40). Antes, discípulo de Juan (Jn 1,37). Figura en la lista de santos a quienes T profesa especial devoción (A 6). Su fiesta se celebraba el 30 de noviembre, al comienzo del adviento. Con esa ocasión, T le dedicó un hermoso poema, muy similar al famoso 'Vivo sin vivir en mí', que comienza: 'Si el padecer con amor / puede dar tan gran deleite, / ¡qué gozo nos dará el verte!' Todo el poema glosa la liturgia de la fiesta, que presenta al Santo yendo gozoso a la muerte abrazado a la cruz. Interesante por reflejar profundos sentimiento teresianos: el sufrir por amor, el gozo en el padecer, el amor de la cruz y el no temor a la muerte. El poema termina con una oración de la autora, pero puesta en boca del apóstol: 'Oh cruz, madero precioso, / lleno de gran majestad! / Pues siendo de despreciar / tomaste a Dios por esposo, / a ti vengo muy gozoso, / sin merecer el quererte. / Esme muy gran gozo el verte'.
Antíoco. Rey que guerrea contra los Macabeos. Nefasto para el templo y el pueblo judío (2 Mac 10-12). En una de sus fichas sueltas (A 4), Teresa recuerda su muerte trágica.
Asirios. Teresa los menciona humorizando, en respuesta a una carta de María de san José (Salazar): 'como no soy tan letrera como ella (como M. María), no sé qué son los asirios' (cta 237,4). Sin embargo, un año antes ella misma leía en Toledo la historia del pueblo de Dios (cta 128,4).
Babilonia. Gran ciudad de Caldea. Simbólicamente, la anti-Jerusalén (A 14,8; Jer 51,8). Etimológicamente: 'confusión'. Acepción ésta última difundida en el lenguaje popular del s. XVI (cf Cobarruvias: 'tráfago grande y confusión'). Sólo en esa acepción utiliza T el vocablo, refiriéndose a la barahúnda comunitaria de la Encarnación de Avila, donde ella es priora de un centenar y medio de monjas. Escribe a doña Luisa de la Cerda (cta del 7.11.1571): 'no está inquieta mi alma con toda esta babilonia, que lo tengo por merced del Señor' (cta 38,4). De nuevo, cuando intentan reelegirla priora de la comunidad, escribe a María de san José: 'no tengo gana de verme en aquella barahúnda' (cta 211,5). Con igual acepción peyorativa, se refiere a la corte de Madrid: perseverar en la decisión de hacerse carmelita, 'no es pequeña merced de Dios, estando en esa Babilonia (Madrid), adonde siempre oirán cosas más para divertir el alma que para recogerla' (cta 25,1, a Inés e Isabel Osorio, sept. de 1578).
Bartolomé, san. Apóstol, uno de los doce elegidos por Jesús. Figura en la lista de santos predilectos de T, al lado de san Andrés y el santo Job. Ella lo recuerda con afecto, porque en el día de su fiesta (24 de agosto de 1562) inauguró el carmelo de San José de Avila (V 36,5). Es célebre el pasaje del Camino de Perfección (27,6) en que se compara a san Bartolomé con san Pedro y se confronta el puesto de ambos en el colegio apostólico: 'Oh colegio de Cristo, que tenía más mando san Pedro, con ser un pescador y le quiso así el Señor, que san Bartolomé, que era hijo de rey'. Al margen de esta afirmación anotó uno de los censores del autógrafo del Camino: 'no sé dónde lo halló'. Pero T no modificó su texto. Esa información legendaria la había tenido ella de uno de los 'Flos Sanctorum' leídos a partir de la infancia (V 1,4).
Belén. Pequeña ciudad bíblica, en que nació Jesús. 'Portal de Belén', el establo en que tuvo lugar su nacimiento. Para T el 'portal' o 'portalico de Belén' es símbolo sumo de pobreza y humildad. Como tal lo recuerda en las páginas iniciales del Camino de Perfección (2,9), al inculcar el radical espíritu de pobreza a la comunidad de su primer Carmelo, San José de Avila: 'Parezcámonos en algo a nuestro rey, que no tuvo casa sino el portal de Belén adonde nació, y la cruz adonde murió'. De nuevo al estrenar, en el Carmelo de Medina del Campo, la capillita con el Santísimo, anota que a ella y a la gente 'poníales devoción ver a nuestro Señor otra vez en el portal' (F 3,13). 'El portal' por antonomasia es el de Belén. Lo mismo advertirá al describir la pobreza de la primera fundación de descalzos en Duruelo: 'se dijo la primera misa en aquel portalico de belén , que no me parece era mejor' (F 14,6).
En los villancicos con que T festeja cada año las Navidades, son numerosas las alusiones a la pobreza y al portalico en que nació Jesús. Por ejemplo: 'Danos el Padre / a su único Hijo: / hoy viene al mundo / en un pobre cortijo. / Oh gran regocijo, que ya el hombre es Dios' (Po 13).
En los tanteos de fundación del Carmelo de Sevilla, hay un momento en que la Fundadora trata de hacerlo en la ermita de nuestra Señora de Belén, no lejos de la puerta de la Macarena (cta 85,2, del 10.7.1575, a Antonio Gaytán).
Calvario. Lugar de la muerte de Jesús. En su acepción figurada, es la imagen por excelencia de los sufrimientos del Señor. T lo recuerda, tanto como lugar histórico ('monte Calvario': C 28,4), como en su acepción simbólica, por ejemplo en el poema 'Vuestra soy': 'Dadme Calvario o Tabor, / desierto o tierra abundosa'. Motivo normal de la meditación discursiva. Sublimado al pasar a la oración de recogimiento: 'porque allí (en la oración de recogimiento), metida el alma consiga misma, puede pensar en la Pasión y representar allí al Hijo y ofrecerle al Padre y no cansar el entendimiento andándole buscando en el monte Calvario y al Huerto y a la Columna ' (C 28,4). Esos lugares de la Pasión, así como la Vía Dolorosa, han sido recorridos intensamente por la oración de T, que a su vez invita a la aprendiz de oración a caminar por ellos mirando a Jesús: 'Miradle camino del Huerto O miradle atado a la columna, lleno de dolores O miradle cargado con la cruz Miraros ha El con unos ojos tan hermosos y piadosos ' (C 26,5).
'El Calvario', provincia de Jaén, es el convento de descalzos en que fue superior fray Juan de la Cruz (año 1578-1579). Recordado por la Santa en carta del 31.5.1579 a la comunidad de Valladolid: cta 295.
Cananea (la cananea). Es la mujer de la región de Tiro y Sidón que logró de Jesús la curación de su hija, y de la cual Jesús exclamó: '¡qué grande es tu fe, mujer!' (Mt 15,28). Teresa la recuerda únicamente en el Vejamen (n. 6), formando tríptico con la Magdalena y la Samaritana, para objetar a fray Juan de la Cruz que no estaban muertas al mundo cuando tuvieron la gracia de encontrar a Jesús. Aunque jocosamente, la Santa insinúa su tesis de la posible concesión de gracias místicas a pecadores. De ello serían tipo las tres mujeres del tríptico.
Carmelo (monte). Montaña bíblica que se extiende desde el mar (Haifa) hasta el interior de Galilea, no lejos de Nazaret. Para Teresa el Monte Carmelo es símbolo y concreción de la Orden del Carmen. Estrechamente vinculado a 'nuestra Señora' la Virgen María. Vinculado también a 'la Regla de nuestra Señora del Monte Carmelo' (Conc pról. 1), a 'los Santos Padres nuestros del Monte Carmelo' (M 5,1, 2; F 26,6), o a las monjas 'hermanas e hijas mías del Monte Carmelo' (cta 295). Ella misma quisiera ser 'verdadera monja del Carmelo' (138, 5). En el primer monasterio de San José de Avila, erigió una 'ermita del Monte Carmelo' (R 20,1). Dos de sus poemas comienzan con el estribillo: 'Caminemos para el cielo / monjas del Carmelo' (Po 10 y 20). Con todo, para designar a su familia religiosa y a su Patrona la Virgen, Teresa prefiere el nominativo popular del 'Carmen'.
Cireneo. Es Simón de Cirene, forzado a llevar la cruz de Jesús, camino del Calvario (Mt 27,32). T lo asocia al recuerdo de las 'hijas de Jerusalén', modelos en compartir la Pasión de Jesús: '¿No lloraremos siquiera con las hijas de Jerusalén, ya que no le ayudemos a llevar la cruz con el Cirineo?' (V 27,13).
David. Rey y salmista. Teresa lo llama 'glorioso rey', 'real profeta David' (V 16,3; 20,10), 'el Salmista' (CE 31,2), o sencillamente 'rey David' (F 27,20). Como era normal en su tiempo, está convencida de que él es el autor de todo el Salterio. Figura en la lista de santos preferidos, que ella guarda en su breviario (A 6), y cuya fiesta en el rito carmelitano se celebraba el 29 de diciembre. Repetidas veces T afirma serle especialmente devota: 'De este glorioso rey soy yo muy devota y querría todos lo fuesen, en especial los que somos pecadores' (V 16,3; F 29,11). Ser pecador convertido, es una de las razones por que ella lo siente cercano. Pero admira su santidad: 'muy santo era David' (M 3,1,4). Admira especialmente su gesto de gozo exultante danzando ante el arca, gozo que para ella es índice y expresión del gozo místico: 'Esto me parece debía sentir el admirable espíritu del real profeta David, cuando tañía y cantaba con el arpa en alabanzas de Dios' (V 16,3). 'No me espanto de lo que hacía el rey David cuando iba delante del arca del Señor...' (F 27,20). Teresa comparte con él la sed de la presencia del Señor: '¡Oh, cuántas veces me acuerdo, cuando así estoy, de aquel verso de David: quemadmodum desiderat cervus ad fontes aquarum, que me parece lo veo al pie de la letra en mí' (V 29,11). También comparte con él, o proyecta sobre sus salmos, el profundo sentido de soledad y ausencia de Dios: '...al pie de la letra me parece se puede entonces decir y por ventura lo dijo el real profeta estando en la misma soledad, sino que como a santo se la daría el Señor a sentir en más excesiva manera: vigilavi et factus sum sicut passer solitarius in tecto, y así se me representa este verso entonces, que me parece lo veo yo en mí y consuélame ver que han sentido otras personas tan gran extremo de soledad, cuánto más tales' (V 20,10).
En general, T conecta con la persona misma del rey salmista y comparte los sentimientos fuertes expresados en ciertos salmos, es decir, no sólo los lee como palabra de Dios, sino como experiencias vividas por el salmista, que ahora tienen eco fuerte en las vivencias de T misma. De ahí su afirmación: 'lo veo al pie de la letra en mí' (V 29,11; 20,1). Entre los pasajes sálmicos más sentidos por ella, destacan el 'dilatarse del corazón' (salmo 118,32: M 4,1,5); lo justo de los juicios de Dios (118,137: V 19,9; M 3,2,11); la bienaventuranza de 'temer al Señor' (111,1: M 3,1,1-4); 'oiré lo que habla Dios en mí' (84,9: Ve 3); el clamor '¿dónde está tu Dios?' (41,4: V 20,11); 'cuán suave es el Señor' (33,9: F 5,4; E 14,1), etc.
Por su audaz comentario al Salmo 8, T tuvo un percance con el teólogo censor del Camino. Se trataba del verso 7: 'todo lo sometiste bajo sus pies', tradicionalmente interpretado del Mesías (Heb 2,8). Ella lo interpreta del cristiano perfecto que todo lo ha dejado por amor. Y lo glosa profusamente en la primera redacción del Camino (31,4): '¿Pensáis, porque dice el Salmista que todas las cosas están sujetas y puestas debajo de los pies de los hombres, pensáis que de todos? No hayáis miedo, antes los veo yo sujetos a ellos debajo de los pies de ellas... Pues sí, que el Salmista no pudo mentir que es dicho por el Espíritu Santo, sino que me parece a mí (ya puede ser yo no lo entienda y sea disparate, que lo he leído), que es dicho por los perfectos, que todas las cosas de la tierra señoreen'.
En el autógrafo de la Santa, el censor tachó casi toda la página, y anotó al margen: 'no es éste el sentido de la autoridad, sino de Cristo, y también de Adán en el estado de inocencia'. Al pasar T su texto a la segunda redacción del libro (C 31,4), omitió todo lo tachado. Y en el nuevo autógrafo (códice de Valladolid), el censor anotó al margen: 'claro'. Salmos.
Egipto / Egipcios. Términos empleados generalmente en acepción alegórica. La Santa recuerda el Egipto del Exodo (Antiguo Testamento) y el de la huida de la Sagrada Familia (Nuevo Testamento). 'Trabajar por salir de tierra de Egipto' (C 10,4) es practicar el 'desasimiento de todo lo criado', de suerte que se llegue al gusto de los espiritual. Practicando 'humildad y mortificación..., hallaréis el maná: todas las cosas os sabrán bien: por mal sabor que al gusto de los del mundo tengan, se os harán dulces' (ib). 'No tornar a las ollas de Egipto' (V 15,3) es no retroceder en el camino espiritual. (cf además R 37,1). A su amiga D.ª Luisa de la Cerda, en viaje penoso, le recomienda: 'acuérdese cómo andaba nuestra Señora cuando fue a Egipto, y nuestro Padre san José' (cta 8, 9). - En el carteo de los años 76-78, lo usa como criptónimo: 'los de Egipto', 'la gente de Egipto' son los carmelitas de la antigua observancia (cf cartas 155,1; 233,1; 278,3; R 37,1).
Elías, san. Profeta bíblico. Es 'el profeta del Carmelo'. Teresa comparte la tradición de la Orden carmelita que se inspira en él, y lo venera como fundador: 'nuestro Padre', lo llamará normalmente (M 6,7,8; 7,4,11). Entre los santos de su especial devoción, lo incluye en el enunciado 'todos los santos de nuestra Orden' (A 6). En uno de sus poemas de fiesta comunitaria ('Caminemos para el cielo, / monjas del Carmelo') recuerda 'el doblado espíritu' que él transmitió a Eliseo, y lo celebra: 'Al Padre Elías siguiendo, / nos vamos contradiciendo / con su fortaleza y celo, / monjas del Carmelo'. El es, por tanto, el gran 'tipo' de la vida carmelitana, por su oración, por su celo de almas y de la gloria de Dios, y por su experiencia teofánica. A él se refiere, ante todo, la Santa cuando evoca e invoca a 'aquellos santos padres nuestros del Monte Carmelo', 'de esta casta venimos' (M 5,1,2), '¡qué de santos tenemos en el cielo!' (F 29,33). De la biografía bíblica de Elías, T recuerda los episodios fundamentales, apuntando siempre su simbolismo: 'el fuego' que Elías hizo bajar del cielo con la fuerza de su oración (1 Re 18,30-39: M 6,7,8); 'aquella hambre que tuvo nuestro padre Elías de la honra de su Dios' (2 Re 19,10: M 7,4,11); su extenuante travesía del desierto huyendo de Jezabel (3 Re 19,3: F 27,17, pasaje en que T se siente identificada con el Profeta); la cueva en que él aguarda la gran teofanía del Horeb (3 Re 19,9: F 28,20. Cf cta 292,1). Entre sus apuntes sueltos, T conservaba uno alusivo a la elevación de Elías a los cielos: 'No se hace cosa sin la voluntad de Dios: Padre mío, carro sois de Israel y guía de él, dijo Eliseo a Elías' (A 3,5).
Eliseo, san. Eliseo, profeta bíblico (s. IX a. C.), discípulo y heredero del espíritu de Elías. Ambos profetas, a su vez vinculados al monte Carmelo (Haifa, Israel), desde la más remota tradición carmelitana, han pasado a ser 'tipos bíblicos' de la espiritualidad del Carmelo.
En los escritos teresianos son pocas las alusiones a Eliseo. Sin duda, la Santa lo incluye en el grupo de 'los santos de nuestra Orden' (A 6), en 'la casta' de donde venimos, 'de aquellos santos padres nuestros del monte Carmelo' (M 5,1,2). Celebra su fiesta el 14 de junio, según el breviario y misal carmelitanos, en que Eliseo figura con el título de 'principis carmelitarum' (cf F 30 tít.). De su historia bíblica, ella recuerda sólo un episodio: el de la despedida de Elías, momento en que Eliseo le grita: 'Padre mío, carro sois de Israel y guía de él' (A 3: alusivo a 2 Re 2,9). En su poema 'Hacia la patria', le dedica la última estrofa: 'Nuestro querer renunciando, / procuremos el doblado / espíritu de Eliseo, / monjas del Carmelo' (Po 10): 'el doblado espíritu' alude al viejo tema carmelitano del 'doble espíritu de Elías', profeta de la contemplación y de la acción , trasmitido a Eliseo y a su descendencia carmelitana. Y se inspira en el texto bíblico según la versión de la Vulgata: 'fiat in me duplex spiritus tuus'. La versión directa del hebreo dice: 'Eliseo pidió: déjame en herencia dos tercios de tu espíritu'.
En el epistolario teresiano 'Eliseo' es el cariñoso criptónimo con que la Santa designa a Gracián, quizás por coincidir su gran calvicie con la del profeta bíblico (2 Re 2,23).
Emerenciana (T. escribe 'Merenciana'). Según los apócrifos, Emerenciana es la abuela de la Virgen María y madre de santa Ana. De los apócrifos (especialmente del 'Protoevangelio de Santiago', siglo II-III), esa creencia pasaría a las leyendas carmelitas, según las cuales Emerenciana visitaba asiduamente a los ermitaños del Monte Carmelo, no lejos de Nazaret. (Leyenda trasmitida por Arnaldo Bostius: 'De patronatu B. Virginis Mariae', compuesto hacia 1479).
Contando la vocación de la primera novicia del Carmelo de Sevilla, escribe T que ésta (Beatriz Chaves) había leído 'un libro que trata de la vida de santa Ana, (y) tomó gran devoción con los santos del Monte Carmelo, que dice allí que su madre de santa Ana iba a tratar con ellos muchas veces, creo se llama Merenciana ' (F 26,6), En el ambiente carmelita de T era corriente esa leyenda. La contará reiteradamente Gracián (cf BMC 16,100), quien la glosará en verso en su 'Historia de la Orden del Carmen en octavas': 'Visitaba el Carmelo Emerenciana, / noble devota / De aquí nasció la devoción tan pía / del Carmelo a los padres de María' (ib 17,490).
Faraón. Con ocasión de las grandes penalidades de la comunidad de carmelitas de Sevilla, T recuerda el triunfo del Señor sobre el ejército del Faraón y les asegura: 'Dejen hacer a su Esposo y verán cómo antes de mucho se tragará el mar a los que nos hacen la guerra, como hizo al Faraón, y dejará libre a su pueblo' (cta 284,4). Cf otra referencia en una de sus fichas: A 4,5).
Fariseo/s. Teresa recuerda lo mal que los fariseos escucharon la palabra de Jesús (Mt 13,13...: M 6,3,4), pero sobre todo recuerda al fariseo Simón (sin nombrarlo), en contraste con la mujer pecadora que, en casa de él, unge los pies de Jesús (Lc 7,36...), escena que la Santa glosa para insistir en el primado de la contemplación sobre la acción (C 15,7; M 7,4, 13), y que ella misma ha revivido reiteradamente en su interior 'ni más ni menos que si con los ojos corporales lo viera en casa del fariseo' (C 34,7). 'Publicano'.
Gedeón. Personaje bíblico (Jueces 7). Gedeón y su mesnada de soldados son, para Teresa, el tipo bíblico del alma de las segundas moradas, es decir, de la fase de lucha ascética, normal en el proceso de desarrollo de la vida espiritual. Teresa no llega a mencionar por su nombre al caudillo judío. Escribe: ' los que iban a la batalla, no me acuerdo con quién ' (M 2,6). Gedeón iba a la batalla con más de 30.000 soldados. Despachó enseguida a los cobardes, más de 20.000. Y todavía volvió a descartar a otros 9.000 que se echaron a beber de bruces el agua del torrente. Retuvo sólo a un puñado de valientes, que se limitaron a beber el agua de prisa, 'lengüeteando como los perros'. Va con ellos al combate, pero confiado no en su bravura sino en la palabra de Yawéh. Ese pequeño grupo de guerreros encarnan según Teresa el 'tipo' de la lucha ascética propuesta por ella para conquistar el castillo interior: hombres con 'determinada determinación', pero que ponen toda su confianza en Dios. Lo que ella quiere expresar con esa imagen bíblica es el aspecto combativo hasta el heroísmo de la ascesis cristiana. Al menos, de la normal preparación ascética para el posterior y pleno desarrollo de la vida mística.
Israel. En los escritos de la Santa aparece la denominación 'pueblo de Israel', si bien con escasa frecuencia. Expresamente se recuerda el liderazgo de Moisés sobre 'el pueblo de Israel' (M 6,47), la tierra de promisión (M 6,5,9), y el paso del Mar Rojo (M 6,6,4; y R 37). Los tres pasajes con tenue elaboración simbólica en el contexto espiritual del Castillo. En carta a Gracián le escribe ella: 'Quiere este gran Dios de Israel ser alabado en sus criaturas, y así es menester lo que vuestra paternidad trae delante, que es su honra y gloria, y hacer cuantas diligencias pudiésemos por no querer ninguna nosotros, que Su Majestad, si le estuviere bien, tendrá ese cuidado...' (cta 147,3).
Jacob. Patriarca bíblico (Gén 32 ss). De su historia, T recuerda tres episodios: el sueño y la simbólica escala que toca el cielo (Gén 28,10-22: M 6,4,6), episodio que ilustra una de las más altas experiencias místicas, las visones sin imagen ('intelectuales'), en las que, más allá de lo que se ve, se infunden en el alma otras verdades sobre 'la grandeza de Dios': 'así Jacob, cuando vio la escala, con ella debía de entender otros secretos'. El casamiento con Lía, en espera y anhelo del matrimonio con Raquel (Gén 29,20-30): así dice ella hay que soportar los desvaríos de la imaginación, mientras la voluntad sigue en alto amor de Dios (V 17,7). Y por fin, la imagen de Jacob nómada y pastor (Gén 30,32): 'no dejaba de ser santo Jacob por entender en (=ocuparse de) sus ganados'. Se lo dice a su hermano Lorenzo de Cepeda, que ha de compaginar la vida espiritual con el cuidado de su hacienda (cta 172,11).
Jerusalén / hijas de Jerusalén. Teresa menciona siempre a la ciudad de Jerusalén en sentido simbólico. 'Mediante la misericordia de Dios, hemos de llegar a aquella ciudad de Jerusalén, adonde todo se nos hará poco lo que se ha padecido, o nonada, en comparación de lo que se goza' (F 4,4). En cambio, hijas de Jerusalén responde a una doble evocación bíblica: al Cantar de los Cantares (3,2: E 16,3), o a las mujeres que lloran por Jesús en el camino del Calvario, (Lc 23,27), modelo estas últimas de participación en la Pasión del Señor: '¿No lloraremos siquiera con las hijas de Jerusalén?' (V 27,13).
Jezabel. Esposa de Acab, rey de Israel (1 Re 19). T asocia su recuerdo al de Elías cuando iba huyendo de Jezabel (1 Re 19,3: F 27,17).
Joaquín, san. Sería el esposo de santa Ana y padre de la Virgen María, según una antigua tradición (Protoevangelio de Santiago, siglo II), acogida en los 'fiorettis' carmelitas. Única mención en carta de T a su hermano Lorenzo (172,11), asociando el santo a los patriarcas del A. T: 'No dejó de ser santo Jacob por entender en sus ganados, ni Abrahán, ni san Joaquín, que, como queremos huir del trabajo, todo nos cansa'.
Job. Habitante de Hus, en Caldea, Job es el titular de uno de los libros del A.T. Importante en la biografía de la Santa por doble motivo: por ser uno de los libros bíblicos más conocidos de ella, a través del texto y la glosa de san Gregorio (Libro de los Morales: V 5,8), y porque su tribulación y su paciencia prepararon a T para sobrellevar la grave enfermedad que sufrió entre los 23 y los 27 de edad: 'Mucho me aprovechó para tener paciencia haber leído la historia de Job en los Morales de san Gregorio, que parece previno el Señor con esto y con haber comenzado a tener oración, para que lo pudiese llevar con tanta conformidad' (V 5,8). De suerte que las oraciones de Job, insertas en la narración bíblica, influyeron en el primerizo estilo de orar de T. Se apropia ella de una de las oraciones del Santo de Hus: 'Todas mis pláticas eran con El (con Dios). Traía muy ordinario estas palabras de Job en el pensamiento, y decíalas: Pues recibimos los bienes de la mano del Señor, por qué no sufriremos los males? Esto parece me ponía esfuerzo' (V 5,8). De hecho en la lista de sus santos preferidos figurará 'el Santo Job' (A 6). Más tarde, en plena crisis mística, T asimilará su caso personal al de Job: 'Lo que he entendido es que quiere y permite el Señor y le da licencia (al demonio), como se la dio para que tentase a Job, aunque a mí como a ruin no es con aquel rigor' (V 30,10). De la penosa historia de Job derivará T una recomendación para la vida familiar de sus carmelos: '...que tuviesen cuenta con las enfermas, que la prelada que no proveyese y regalase a las enfermas, era como los amigos de Job, que El daba el azote para bien de sus almas, y ellas ponían en aventura la paciencia' (R 9,2; cf C 12,9). Para T, Job es el tipo de la fidelidad en la prueba. Lo condensa en una estrofa de su poema 'Vuestra soy...': 'Dadme Calvario o Tabor, / desierto o tierra abundosa; / sea Job en el dolor / o Juan que al pecho reposa, / sea viña fructuosa / o estéril si cumple así / ¿qué mandáis hacer de mí?' (Po 2,10).
Jonás profeta. Del relato bíblico de Jonás, T retiene los principales episodios, dándoles significado simbólico espiritual: Jonás desobedece a Yawéh (F 20,12); anegado y liberado (Po 2,11); duda del cumplimiento de la profecía de Yawéh (M 6,3,9); se sienta bajo el arbusto que será roído por el gusano (M 5,3,6). Durante el período turbulento en que parece ir a pique su obra de fundadora (1578...), T se siente identificar con Jonás: 'Parecíame ser yo la causa de toda esta tormenta, y que si me echasen en la mar, como a Jonás, cesaría la tempestad' (F 28,5). Así se lo había confesado a Gracián: '...como he dicho algunas veces, como a Jonás, quizá sería remedio me echasen en la mar para que cesase la tormenta, que quizás es por mis pecados' (cta 230,10).
José. Patriarca bíblico, hijo de Jacob. Teresa recuerda varias veces su drama familiar, que para ella es modélico respecto de la vida de comunidad (CE 6,4). Entre sus Apuntes (4,3) figura esta ficha: 'Que quiso nuestro Señor que José dijese la visión a sus hermanos y se supiese, aunque le costara tan caro a José como le costó'. (Apunte quizás alusivo a las visiones de la propia Teresa, divulgadas y fuente de sufrimiento para ella.) Condensa el drama en dos versos de su poema 'Vuestra soy': 'Sea José puesto en cadenas / o de Egipto Adelantado...', texto en que T se identifica con él. En cambio, en el epistolario reaparece por dos veces el recuerdo del episodio trágico de José y sus hermanos. Se lo apunta a Lorenzo de Cepeda, que atraviesa un período de dificultad con su hermano Pedro (cta 337,3). Y en términos más fuertes a propósito del episodio del P. Gaspar de Salazar (cta 230,6). José, san.
Josué. Sucesor de Moisés. De él recuerda T únicamente el episodio de detener el sol en su curso (Jos 10,13), y lo traslada al mundo interior: 'El que pudo hacer parar el sol por petición de Josué, creo era puede hacer parar las potencias y todo el interior de manera que ve bien el alma que otro mayor Señor gobierna aquel castillo...' (M 6,4,18).
Joven rico. Es uno de los personajes tipo, tomados por T de la Biblia para encarnar un momento del proceso espiritual (como 'el paralítico' del evangelio de Jn 5,2 para las moradas primeras, o los 'soldados de Gedeón' para las segundas). El joven que se presenta a Jesús con generosidad y altas miras, pero que luego es incapaz de seguirlo y se retira entristecido (Mt 19,16-22), es presentado por T como 'tipo' representativo del alma de las terceras moradas, que fácilmente incurre en el espejismo de una generosidad aparente. Y que está dispuesta a hacer a Dios la entrega de todo, menos precisamente de aquello que Dios va a pedirle. Y que por tanto tiene que ser sometida por El a una serie de pruebas, para hacerla aterrizar en la realidad de lo concreto y cotidiano, y no vivir con el señuelo de logros aparentes, pero falsos (M 3,1,6.7; 3,2,4). Superar 'la prueba del joven rico' consistirá en definitiva en 'procurar ejercitar las virtudes y rendir nuestra voluntad a la de Dios en todo, y que el concierto de nuestra vida sea lo que Su Majestad ordenare de ella, y no queramos nosotros que se haga nuestra voluntad sino la suya' (M 3,2,6), Es el objetivo final de la ascesis teresiana.
Juan Bautista, san. El precursor de Jesús figura en la lista de santos preferidos por T (A 6). Inculcando ella el no fiarse de los elogios humanos, lo recuerda así: 'Mirad la estima en que ponía (el mundo) a san Juan Bautista, que le querían tener por el Mesías, y en cuánto y por qué lo descabezaron' (Conc 2,12).
Juan Evangelista, san. Apóstol. Hermano de Santiago. Predilecto de Jesús. Bajo su nombre aparece el cuarto Evangelio, el Apocalipsis y dos Cartas del Nuevo Testamento. Figura en la lista de Santos predilectos de T (A 6). Con todo, su mención en los escritos teresianos es rara. La Santa alega su presencia al lado de la cruz de Jesús, al defender el primado de la Humanidad del Señor en la vida espiritual (V 22,5), contra quienes alegan otro texto joanneo (Jn 16,7) en sentido opuesto (V 22,1). En cambio, su Evangelio no sólo es el más citado por T, sino el que más la inspira doctrinalmente. Entre los pasajes más determinantes figuran la idea (e imagen) de 'las moradas en la casa del Padre' (Jn 14, 2: punto de partida del Castillo Interior M. 1,1,1) y la promesa de la inhabitación trinitaria (Jn 14,23) con que culminará la experiencia mística teresiana, tanto en Moradas (7,1,6-7), como en el postrer texto testifical de la Santa (R 6,9): en ambos casos T afirma 'que experimenta lo que dice san Juan', es decir, que experimenta 'la palabra-promesa' de Jesús. Otros motivos evangélicos importantes serían: que Jesús 'es el camino' (Jn 14, 6: M 6, 7, 6) y que 'nadie sube al Padre sino por El' (Jn 14,6: M 6,7,6), que ver a Jesús es ver al Padre (Jn 14,9: M 6,7,6). Igualmente, la palabra de paz del Resucitado (Jn 20,19: M 5,1,12; 2,1,9); su oración no sólo por los apóstoles sino por nosotros (Jn 17,20: M 7,2,7); su deseo de que 'seamos del todo perfectos para ser unos con El y con el Padre' (Jn 17,22: M 5,3,7). Su garantía: 'yo estoy en ellos' (ib). Nuestra configuración con el Jesús paciente: '...me dijo que trajese mucho en la memoria las palabras que el Señor dijo a sus apóstoles: que no había de ser más el siervo que el Señor' (Jn 13,16: R 36,2). A Teresa le impresionan las lágrimas de Jesús ante la tumba de su amigo Lázaro (Jn 11,42: E 10,2) etc. Del Evangelio de Juan extrae ella gran parte de su simbología bíblica: la figura de la Samaritana y su petición de agua a Jesús (Jn 4,15: V 30,19; C 19,2; M 6,11,5; Conc 7...) y la consiguiente oferta de éste 'venid a mí todos los que tenéis sed y yo os daré de beber' (Jn 7,37: E 9,1; C 19,15); la Magdalena al pie de la Cruz (Jn 19,25: C 26,8); la imagen del ciego de nacimiento (Jn 19: M 1,1,3), y la del paralítico en espera durante años ante la piscina (Jn 5,5: M 1,1,8); el gesto de Tomás ante el presagio de la muerte de Jesús: 'muramos con Vos, como dijo santo Tomás' (Jn 11,16: M 3,1,2), o la pregunta de Pilatos acerca de 'la verdad' (Jn 18,36): Él 'es verdad que no puede faltar: acuérdaseme de Pilatos lo mucho que preguntaba a nuestro Señor cuando en su Pasión le dijo qué era verdad, y lo poco que entendemos acá de esta suma Verdad' (M 6,10,5). En el poema 'Vuestra soy, para Vos nací', T acepta identificarse con 'Juan que al pecho reposa'.
Judas Iscariote. Uno de los doce apóstoles de Jesús. Los momentos de su historia recordados por T son: su llamada al apostolado, a tratar con Jesús y escuchar sus palabras (M 5,3,2); la traición tras la Cena eucarística (M 6,7,10; C 7,10); el beso de falsa paz a Jesús (Conc 2,13); y la tentación final (V 19,11). La figura de Judas, como las de Saúl y Salomón, se convierte en 'tipo' de uno de los aspectos decisivos del camino espiritual: la inseguridad y el riesgo presentes a lo largo de todo el camino (M 5,3,2; 5,4,7): él, tras haber sido amado y elegido por Jesús, fracasó. El es a la vez el 'tipo' de la gran tentación de falsa humildad en el camino de la oración: alejarse de la oración, por falsa humildad, es como alejarse de Jesús por haberlo traicionado (V 19,10). Su beso es, igualmente, símbolo de la 'falsa paz' que da el mundo al vicioso; en contraposición al beso de paz y amor de la esposa de los Cantares (Conc 2, 3). En la vida fraterna de la comunidad, la presencia de alguien que siembra rencillas entre los hermanos es como 'Judas entre los apóstoles' (C 7,10; 27,6).
Judíos. Bajo ese nombre, T alude únicamente a los compatriotas coetáneos de Jesús y a su actuación durante la pasión (R 26,2; CE 1,3; C 26,7). Cuando en uno de los momentos críticos de su vida mística, ella se ve obligada a 'hacer higas' a la visión del Señor, le parece en cierto modo solidarizar con quienes se befaron de Jesús: 'Acordábame de las injurias que le habían hecho los judíos, y suplicábale me perdonase, pues yo lo hacía por obedecer al que tenía en su lugar' (V 29,6). Nunca, ni en sus libros ni en sus cartas, menciona a judíos o judaizantes coetáneos de ella. No usa el vocablo hebreos. En Conc 1,2 se refiere expresamente al idioma 'hebraico' de los Cantares.
Ladrón, el buen. En anonimato como en Lc 23,41 la Santa lo recuerda a propósito de Jesús que en la Pasión no se defendió: 'No os llevará (Jesús) con el rigor que a Sí, que ya al tiempo que tuvo un ladrón que tornase por Él, estaba en la cruz...' (C 15,7).
Lázaro. Personaje evangélico. Amigo de Jesús (Jn 11,11...), hermano de Marta y María de Betania. Teresa recuerda el dolor y las lágrimas de Jesús por el amigo muerto (M 5,3,4; y E 10, 2-3).
Lía Raquel.
Lot, la mujer de. La Santa no lo menciona a él sino a su mujer, implicada en el castigo de Sodoma: 'La mujer de Lot miró atrás y se convirtió en estatua de sal' (Gén 19,26: recordado por Jesús en Lc 17,28-32). La alusión a ella en M 1,1,6 es meramente accidental. A propósito de quienes se desinteresan del propio conocimiento: estas almas 'quedarse han hechas estatuas de sal por no volver la cabeza hacia sí, así como lo quedó la mujer de Lot por volverla'.
Marta, santa. Hermana de Lázaro y de María, en Betania (Jn 11). Ella y María son tipos de acción y contemplación, simbolismo que T hereda de la anterior tradición espiritual. Para T reviste interés especial la escena de Betania en que María está sentada a los pies de Jesús, y Marta afanada por servirle y quejosa de la pasividad de su hermana (Lc 10,38-42). Teresa transpone el simbolismo de la escena al plano de la vida espiritual: a/ ante todo, Marta y María (acción y oración) 'andan juntas' (V 17,4; M 7,4, tít.; R 5,5); b/ inseparables especialmente a partir de la oración mística de unión (ib); c/ pero normalmente debe preceder el trabajo de Marta: 'es un poco de falta de humildad... querer ser María antes que haya trabajado con Marta' (V 22,9); d/ ante la queja de Marta contra su hermana, 'queja' que T ve repetida por los activos contra los contemplativos, insiste ésta: 'acuérdense (los activos) que es menester quien le guise la comida (al Señor), y ténganse por dichosas en andar sirviendo con Marta... Pues si contemplar y tener oración mental y vocal y curar enfermos y servir en las cosas de casa y trabajar sea en lo más bajo todo es servir al Huésped que se viene con nosotras a estar y a comer y recrear, ¿qué más se nos da en lo uno que en lo otro?' (C 17,6). 'Santa era santa Marta, aunque no dicen era contemplativa. Pues ¿qué más queréis que poder llegar a ser como esta bienaventurada, que mereció tener a Cristo tantas veces en su casa, y darle de comer y servirle y comer a su mesa? Si se estuviera como la Magdalena...' (C 17,5); e/ y glosa así la actitud de Marta: 'Acuérdome algunas veces de la queja de aquella santa mujer, Marta, que no sólo se quejaba de su hermana, antes tengo por cierto que su mayor sentimiento era pareciéndole no os dolíais Vos, Señor, del trabajo que ella pasaba, ni se os daba nada que ella estuviese con Vos. Por ventura le pareció que no era tanto el amor que le teníais como a su hermana...' (E 5,2); f/ eso la lleva a bucear en el sentido que tiene la palabra de Jesús a favor de María, 'que escogió la mejor parte, y es que ya había hecho el oficio de Marta, regalando al Señor en lavarle los pies y limpiarlos con sus cabellos...' (M 7,4,13); g/ ya en lo cimero de la vida espiritual, las dos hermanas pasan a ser tipo de dos fracciones del alma humana: la voluntad y el amor, son María; la memoria, el entendimiento y la actividad, son Marta (R 5,5), o más profundamente: María es 'lo esencial del alma', el 'hondón'; Marta, todo lo restante (M 7,1,10). Pero al final del Castillo, T refrendará la tesis inicial: 'creedme, que Marta y María (al final de las moradas) han de andar juntas para hospedar al Señor y tenerle siempre consigo, y no le hacer mal hospedaje no le dando de comer... Su manjar es que de todas las maneras que pudiéremos lleguemos almas para que se salven y siempre le alaben' (M 7,4,12). En la posterior espiritualidad teresiana influirá especialmente lo referido por T en la Relación 26, en que adopta el papel de Marta respecto de Jesús, tras su triunfal ingreso en Jerusalén. (T nunca menciona a Betania).
Matusalén. Este misterioso personaje del Génesis (5,27) aparece una docena de veces en las cartas de la Santa a Gracián y a Ambrosio Mariano, los años 1576-1578, siempre como criptónimo: para designar al nuncio N. Ormaneto (cartas de 1576-1577), o al nuncio F. Sega (cartas de 1578-1580).
Melquisedec. Personaje misterioso de la historia de Abrahán (Gén 14, 18; Heb 5,10). En T es mero criptónimo en el carteo con Gracián (carta 134,3: año 1576), para designar al provincial de los carmelitas, Angel de Salazar.
Miguel Arcángel, san. Unica mención en V 27,1, a causa de la alarma provocada por los primeros fenómenos místicos de T y su miedo a ser juguete del demonio: 'Encomendábame... a san Miguel Angel, con quien por esto tomé nuevamente devoción'.
Moisés. Hablando de la inefabilidad de los éxtasis místicos (M 6,4,7), T los compara a la experiencia de Moisés ante la zarza del Sinaí (Ex 3,2): 'Tampoco Moisés supo decir todo lo que vio en la zarza, sino lo que quiso Dios que dijese; mas si no mostrara Dios a su alma secretos con certidumbre para que viese y creyese que era Dios, no se pusiera en tanto y tan grandes trabajos; mas debía entender tan grandes cosas dentro de los espinos de aquella zarza, que le dieron ánimo para hacer lo que hizo por el pueblo de Israel'. Exactamente el 4 de octubre de 1576, T leía la historia de Moisés en el Exodo (?): 'Anoche estaba leyendo la historia de Moisés, y los trabajos que daba a aquel rey con aquellas plagas y a todo el reino, y cómo nunca tocaron en él; que en forma me espanta y alegra ver que, cuando el Señor quiere, no hay nadie poderoso de dañar. Gusté de ver lo del mar Bermejo...' (cta 128,4; cf cta 465,4).
Nazaret. La ciudad de Jesús no comparece mencionada en los escritos de la Santa, sino sólo designando una de las ermitas erigidas por ella en el carmelo de San José de Avila: 'la ermita de Nazaret', donde ella recibe una de sus gracias místicas (R 67).
Nínive. Ciudad bíblica. Única mención en M 6,3,9, ocasionada por el recuerdo del profeta Jonás y su amenaza de destrucción de la ciudad.
Noé. En las Moradas (7,3,13), T recuerda el episodio de la paloma que regresa al arca de Noé con el ramo de oliva (Gén 8,8-9): símbolo de la gran paz del alma en las séptimas moradas, después de todas las borrascas de la vida anterior.
Pablo, san Pablo, san.
Paralítico curado por Jesús. El inválido de la 'Piscina de los Rebaños' es objeto de uno de los primeros milagros de Jesús en el Evangelio de Juan (5,2-8). A Teresa, que de joven también estuvo 'tullida' varios años (V 6,1-2), le resulta fácil la transposición doctrinal de la escena evangélica: '...las almas que no tienen oración son como un cuerpo con perlesía o tullido, que aunque tiene pies y manos no los puede mandar...' (M 1,1,6). 'Si no viene el mismo Señor a mandarlas se levanten como al que había treinta años que estaba en la piscina tienen harta malaventura y gran peligro...' (M 1,1,8). Alma sin oración es la que aún no ha sido capaz de entrar en el castillo. Espera a que pase el Maestro y la libere de la atrofia que le dificulta el hablar con Dios. Será ése el momento de su ingreso en las moradas primeras.
Pedro Apóstol, san. Entre los santos a quienes T tiene particular devoción, menciona a 'san Pedro y san Pablo' (A 6). 'Eran estos gloriosos Santos muy mis señores' (V 29,9). Profesa afecto especial a san Pedro, por su condición de 'convertido', en el que ella ve reflejada la propia historia: 'A san Pedro (lo perdonó) una vez que lo fue (ingrato); a mí, muchas' (V 19,10; cf V prólogo). Los dos, el apóstol y ella, han recibido de Dios tantas mercedes, después de tantas infidelidades (M 6,7,4). Se le acrecentó ese afecto, por haber recibido una de sus gracias cristológicas en la fiesta del Santo (V 29,5).
De la historia evangélica de Pedro, T retiene y admira ciertos gestos: su decisión de dejar las redes y todo, por seguir a Jesús (M 3,1,8); el arranque de arrojarse al mar por acercarse a Jesús, aunque luego temiese (V 13,3; Conc 2,29); el deseo de plantar su morada en el Tabor al lado del Señor (V 15,1; y C 31,3); su estremecimiento ante el poder taumatúrgico de Jesús y la propia indignidad (V 22,11); incluso el paso de la arrogancia a la pusilanimidad, al comienzo de la Pasión (F 5,15), etc. A él y a san Pablo se encomienda 'mucho y siempre' cuando los confesores y asesores la han llenado de temores de ser engañada por el demonio (V 29,5). Teresa se hace eco de la leyenda del 'Quo vadis', tantas veces leída en el propio breviario (p. 292): 'Gusto yo mucho de san Pedro cuando iba huyendo de la cárcel y se le apareció el Señor y le dijo que iba a Roma a ser crucificado otra vez: ninguna rezamos esta fiesta adonde esto está, que no me es particular consuelo. ¿Cómo quedó San Pedro de esta merced del Señor, o qué hizo? Irse luego a la muerte...' (M 7,4,5)
En una de las ermitas hechas construir por la Santa en la huerta de San José de Avila ('Ermita del Santo Cristo a la Columna') se conserva una pintura al fresco, también debida a la iniciativa de T, en la que se representa al apóstol llorando. Se la titula 'Las lágrimas de san Pedro'.
Pilatos. En las sextas moradas, T alega el simbólico episodio de Pilatos que pregunta a Jesús por la verdad (Jn 18, 36-38), a propósito del interrogante sobre verdad y mentira, referidas respectivamente a Dios y al hombre. 'Él solo es verdad que no puede mentir'. Y 'todo hombre es mentiroso' (salmo 115, 11). '(Dios) es verdad que no puede faltar. Acuérdaseme de Pilatos lo mucho que preguntaba a nuestro Señor cuando en su Pasión le dijo qué era verdad, y lo poco que entendemos acá de esta suma Verdad' (M 6,10,5).
Pródigo, el hijo. El pródigo es la figura central en la parábola de Jesús: Lc 15, 11-32. Teresa hace su transposición doctrinal tanto al plano ascético como al místico. De la parábola retiene la figura del padre para glosar la primera invocación del 'Padre nuestro': 'Si nos tornamos a El, como al hijo pródigo nos ha de perdonar, nos ha de consolar..., nos ha de sustentar...' (C 27,2). En las moradas ascéticas del Castillo, el hijo que regresa a la casa paterna es imagen del regreso del hombre alienado fuera de sí, que regresa a sí mismo y entra en el interior del castillo, para que ya 'no ande perdido, como el hijo pródigo, comiendo manjar de puercos' (M 2,1,4). Por fin en el plano místico, T evoca la fiesta de la casa, el 'júbilo y la oración extraña' que siguen al éxtasis místico: '¡Oh qué de fiestas haría y qué de muestras, si pudiese, para que todos entendiesen su gozo! Parece que se ha hallado a sí, y que, como el padre del hijo pródigo, querría convidar a todos y hacer grandes fiestas, por ver su alma en puesto que no puede dudar que está en seguridad, al menos por entonces' (M 6,6,10).
Profeta / profecía. En los escritos de T no son frecuentes las citas de los profetas bíblicos. Las tablas estadísticas de E. Renault documentan un total de 21 citas: Isaías, 4 veces; Jeremías, 1; Ezequiel, 3; Oseas, 2; Daniel, 2; Jonás, 4; Malaquías, 5. Sólo Jonás es mencionado por su nombre (M 5,3,6; 6,3,9; F 20,12 y 28,5; cta 230,10; Po 2,11), casi siempre identificándose a sí misma con él, en la misión de fundadora: 'parecíame ser yo la causa de toda esta tormenta, y que si me echasen en la mar como a Jonás, cesaría la tempestad' (F 28,5). En cambio, evoca reiteradamente al 'real profeta David' (V 16,3; 20,10...), a los 'santos profetas' del Carmelo, 'casta de donde venimos, de aquellos santos profetas' (F 29,33), y a Jesús mismo recordando su diálogo con la Samaritana (Conc 7,6).
En su experiencia personal, T es consciente de poseer el carisma de profecía, como previsión de acontecimientos futuros: 'muchas cosas que se me decían dos o tres años antes..., todas se han cumplido' (V 27,19). Tiene numerosos anuncios proféticos sobre la fundación del Carmelo de San José de Avila: 'algunas..., tres o cuatro años antes que se supiesen, me las decía el Señor' (V 32 y 34,18). Igual previsión y predicción de la muerte de fray Pedro de Alcántara, 'un año antes que muriese... y se lo avisé' (V 27,19). Lo mismo, de la próxima muerte repentina de su hermana mayor, María (V 34,19). En el balance que ella hace de esos años, afirma: 'Ninguna cosa he entendido en la oración, aunque sea dos años antes, que no se haya visto cumplida' (R 3,11). El hecho de las previsiones proféticas con el refrendo de su cumplimiento fue uno de los criterios que le aplicaron los teólogos para discernir sus fenómenos místicos: 'Ninguna cosa le han dicho jamás (en sus experiencias místicas) que no haya sido así y no se haya cumplido, y esto es grandísimo argumento' (es, decir, gran prueba del origen divino de sus experiencias: cf el Dictamen, BMC 2, 132, nº 31). Será uno de los temas sobre que serán interrogados los testigos en el proceso de beatificación de la Santa: 'Item pone: que fue dotada por Dios del don de profecía. Muchas cosas profetizó que aun viviendo se cumplieron, porque profetizó la muerte del rey de Portugal, y de su ejército...' ('Rótulo de los Procesos remisoriales...': BMC 20, p. LX, n. 81).
Desde el punto de vista doctrinal, T advierte que 'no está la suma perfección en arrobamientos ni visiones ni en espíritu de profecía...' (F 5,10). Si acaso, el hecho de la profecía cumplida le sirve de comprobante de la autenticidad de otras gracias místicas (V 25,2). Pero en el discernimiento de la profecía misma hay que evitar toda ligereza (F 8,5.7). Cuando la profecía es auténtica, se graba indeleblemente en la memoria (V 25,7), y 'queda de ellas una certidumbre grandísima' (M 6, 3, 7). A nivel más elevado, es en Jesús mismo donde ha tenido lugar el cumplimiento de las profecías. Lo canta ella en uno de sus villancicos: 'Vamos todos juntos / a ver al Mesías, / que vemos cumplidas / ya las profecías' (Po 17).
(En el epistolario, T utiliza los términos 'profecía', 'profetizar' en sentido irónico vulgar, por 'amenazar con aire de profeta' (cta 229,4-5), o por 'presagio pesimista' (en carta a Gracián: 261,3).
Publicano. Personaje de una de las parábolas de Jesús: un publicano y un fariseo suben al templo a orar (Lc 18,9). En la parábola aparecen como modelos de la mala oración (el fariseo) y de la oración bien hecha (el publicano). T subraya la actitud de este último al ponerse en presencia del Señor: 'no osar alzar los ojos' (V 15,9; M 7,3,14; cf C 31,6), gesto de humildad que ella cree fundamental en la oración del cristiano, incluso en lo más alto de la vida mística: los orantes de las séptimas moradas 'andan muchas veces que no osan alzar los ojos como el publicano' (M 7,3,14).
Querubines / Serafines. Uno de 'los que llaman querubines' fue el que hirió el corazón de T 'con un dardo de oro' que 'parecía tener un poco de fuego'. Este ángel 'no era grande sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos que parece todos se abrasan' (V 29,13). En el autógrafo de Vida uno de los censores corrigió: 'serafines' en lugar de 'querubines'. De hecho, Teresa misma en una de las postreras visiones narradas en Vida (39,22), describe el trono de Dios rodeado de 'muy gran multitud de ángeles: pareciéronme sin comparación con muy mayor hermosura que los que en el cielo he visto. He pensado si son serafines o querubines...'. Ya había escrito: 'que los nombres no me los dicen' (V 29,13). Miguel Arcángel.
Raquel y Lía. Raquel y Lía son hermanas, esposas de Jacob (Gén 29,15-28). En la tradición cristiana espiritual y artística han simbolizado la vida contemplativa y la vida activa. Simbolismo también presente en T (V 17,7).
Salomón. Rey de Jerusalén, hijo de David. Como era corriente en su tiempo, T lo cree autor del Cantar de los Cantares (Conc prólogo 1), y recuerda 'la edificación del templo de Salomón adonde no se había de oír ningún ruido' (M 7,3,11), símbolo de lo que 'pasa' en la última morada del castillo interior. Pero sobre todo la figura de Salomón es para ella el tipo del riesgo que acecha a todo hombre en el camino espiritual: 'que muy santo era David, y ya veis lo que fue Salomón' (M 3,1,4). Y en las séptimas moradas, 'cuando se acuerdan de algunos que dice la Escritura... como un Salomón, que tanto comunicó con Su Majestad, no pueden dejar de temer' (M 7,4,3).
Samaritana. La figura evangélica de 'la mujer de Samaría' que conversa con Jesús al lado del pozo de Jacob (Jn 4,5...) es uno de los tipos bíblicos predilectos de Teresa. No sólo por la condición de 'mujer', y de mujer 'convertida' en el encuentro con el Señor, sino por el sugestivo simbolismo del pozo, la sed y el agua. Teresa llevaba en su breviario una estampa con la imagen de la Samaritana y de Jesús, en cuyo margen inferior ella misma había escrito: 'Domine, da mihi aquam'. Esa petición y el simbolismo de la misteriosa sed de Jesús, y del agua ofrecida por El, son la base de la tipología doctrinal de la mujer ('santa mujer') samaritana.
La samaritana ha entrado en la vida y experiencia de Teresa misma: '¡Oh, qué de veces me acuerdo del agua viva que dijo el Señor a la Samaritana, y así soy muy aficionada a aquel evangelio' (V 30,19). Lo repetirá comentando el verso de los Cantares 'desfallezco de mal de amores': 'Acuérdome ahora lo que muchas veces he pensado de aquella santa Samaritana, qué herida debía estar de esta hierba, y cuán bien habían prendido en su corazón las palabras del Señor...' (Conc 7, 6).
En el juego de símbolos manejados por ella (sed, agua, huerto, riego...), la Samaritana es el tipo que mejor los encarna. El alma de las moradas sextas ya 'no quiere que se le quite (la sed) si no es con (el agua) que dijo nuestro Señor a la Samaritana, ¡y eso no se lo dan!' (M 6,11,5): esa agua viva sí se la darán al entrar en la morada siguiente. Al orante contemplativo lo alienta ella recordándole cuán cerca está 'de la fuente de agua viva que dijo el Señor a la Samaritana' (C 19,2). En cierto modo, la mujer de Samaría simboliza, para T la unidad de la vida espiritual: en ella se identifica Marta y María; ella es el tipo de la fecundidad apostólica del contemplativo, que prorrumpe en amor al prójimo (Conc c. 7, título).
Ya en una de sus últimas páginas, escrita a mediados de 1582, T recuerda a las lectoras de sus Carmelos, que quienes no hayan llegado a sacar el gusto a la soledad de la clausura, 'teman que no han topado con el agua viva que dijo el Señor a la Samaritana, y que se les ha escondido el Esposo, y con razón...' (F 31,46).
Con matiz tipológico variante, T presenta en el Vejamen (n. 6) la terna de mujeres evangélicas: Magdalena, Samaritana y Cananea. Ahí las propone a fray Juan de la Cruz como tres buscadoras de Dios, cuando aún no estaban 'muertas al mundo'.
Saúl. El rey Saúl es recordado por T en el Castillo Interior (M 5,3,2; 6,9,15) y en el epistolario (cta 185,6). En él tipifica una de sus tesis doctrinales: la del riesgo permanente que corre el espiritual, incluso en las últimas fases del proceso de gracia. Toda la vida es riesgo. Saúl y Judas son para T los dos tipos bíblicos del riesgo con desenlace negativo o trágico: 'Cuántos debe haber que los llama el Señor al apostolado, como a Judas, comunicando con ellos, y los llama para hacer reyes, como a Saúl, y después por su culpa se pierden...' (M 5,3,2).
Simeón. Anciano 'honrado y piadoso' que acoge a Jesús presentado en el templo (Lc 2,25). Escena muy del agrado de T, que ve en él y en la escena el símbolo de la gratuidad absoluta de la experiencia mística. Lo recuerda en C 31,2, al hablar de la oración de quietud, que 'es ya cosa sobrenatural'. Y glosa deliciosamente el pasaje evangélico: pone Dios al alma en paz 'como hizo al justo Simeón... Entiende el alma que está ya junto cabe Dios... No porque lo ve con los ojos del cuerpo ni del alma. Tampoco veía el justo Simeón más que el glorioso Niño pobrecito... Mas dióselo el Niño a entender. Y así lo entiende acá el alma'. (cf además R 36, en que evoca la presencia de la Virgen en la escena).
Susana. Mujer del destierro, recordada en el Libro de David, c. 13. Tipo de la inocencia avasallada por la justicia humana, pero reivindicada por Dios. Unica mención en la Santa en F 17,7, comparando al episodio bíblico el suceso de Ambrosio Mariano, 'llamado para que le matasen, casi como a los viejos de Santa Susana'.
Tabor. 'Montaña sagrada' (2 Pe 1,18), lugar de la glorificación de Jesús (Mt 3,17), recordado en la R 36 como expresión del gran 'gozo de Jesús'. En contraposición al Calvario (Po 2,10), lugar del sumo dolor.
Tomás, santo. Apóstol, uno de los doce elegidos por Jesús: Tomás el Mellizo. Teresa lo recuerda una sola vez (M 3,1,2) con ocasión de su gesto algo malhumorado de subir a Jerusalén con Jesús para morir allí con El (Jn 11,16). Ella tipifica ese gesto, trasformándolo en el deseo de morir con Cristo, antes que vivir sin El: 'Dios mío, muramos con Vos como dijo santo Tomás, que no es otra cosa sino morir muchas veces vivir sin Vos y con estos temores de que puede ser posible perderos para siempre' (ib).
(Otras referencias a santo Tomás corresponden al dominico Sto. Tomás de Aquino V 38,13, y cartas, o al convento de Santo Tomás de Avila: R 4,8 y cartas).
Zebedeo, los hijos del. Los hijos del Zebedeo (los 'Boanerges': Mc 3,17) son los apóstoles Santiago y Juan. En las Moradas 6,11,11, Teresa evoca la escena evangélica en que los dos aseguran a Jesús que pueden 'beber el mismo cáliz que beberá El' (Mc 10,38). A ellos se equiparan los orantes que osan pedir a Dios ciertas gracias místicas, sin saber que para recibirlas 'es menester ánimo, y que tendrá razón el Señor, cuando le pidiereis estas cosas, de deciros lo que respondió a los hijos del Zebedeo: si podrían beber el cáliz' (cf M 2,1,8: 'nos puede con razón decir que no sabemos lo que pedimos'). Simbología bíblica.
T. Alvarez
Tobar, Juan de
Vecino de Avila que hace de testigo en la 'carta de pago' de los 'cien pesos de oro' enviados por Lorenzo desde Quito a la Santa el 22.11.1561 (Apunten. 7).
Toledo y Colonna, María
Duquesa de Alba. Hija de don García de Toledo (Virrey de Sicilia) y de doña Vitoria Colonna. Nacida en Nápoles en 1554. Huérfana de madre a los diez años. Educada en la familia de los duques. Casada con su primo don Fadrique. Matrimonio que ocasionó la prisión de los dos duques, padre e hijo, por orden de Felipe II. Liberado ya de la cárcel, cuando en 1582 don Fadrique y doña María Toledo y Colonna esperaban su primer hijo tras cinco años de vida conyugal, motivaron el postrer viaje de la Santa, de Medina a Alba, donde ésta murió (1582). Al fallecer en 1585 el hijo y el marido de doña María, ésta, dirigida por el dominico Diego de Yanguas, fundó el convento de recoletas dominicas de Valladolid, llamadas las Lauras, donde descansan los restos mortales de los dos esposos, don Fadrique y doña María.
Toledo y Monroy, Ana de
Marquesa de Velada, casada con Gómez Dávila y Toledo, amiga de T y aludida por ésta en la carta 409,6. Pertenece al grupo toledano de Dª Luisa de la Cerda. Murió el 30.1.1599.
Toledo y Pacheco, Juana
Amiga de T. Casada con el Conde de Orgaz. Era hija de los condes de Oropesa, Francisco Alvarez de Toledo y María Pacheco. La Santa alude a ella con ocasión de su muerte en noviembre de 1571 (cta 38,5).
Toledo, Ana de
Monja carmelita en la Encarnación de Avila. Célebre por haber ejercido el priorato del monasterio antes y después de la Santa: antes, en el trienio 1568-1571, que precede al desempeñado por la Santa en el trienio 1571-1574; y después,por haber sido nuevamente priora de la Encarnación en 1577, tras la famosa 'elección machucada', al ser anulados los votos emitidos a favor de la M. Teresa. Seguirá de priora hasta 1580, año en que es elegida su sucesora, Dª Inés de Henao. Así pues, la M. Ana era superiora del monasterio cuando fue apresado y llevado a la carcelilla de Toledo fray Juan de la Cruz. En el epistolario de la Santa hay pocas alusiones a Dª Ana (ctas 215, 3; y 226,8...). Las dos habían convivido como hermanas de comunidad. De 1571 a 1574, Dª Ana había sido súbdita de la Madre Teresa. Nunca a la inversa. En el lamentable episodio de la 'elección machucada' (1577), la postura mantenida por T fue lineal: a/ no quiere ser elegida priora de la Encarnación, y las de la Encarnación 'saben que no quiero ir allá' (215,3), 'no hay cosa que al presente peor me esté' que ir allá (207,4); b/ está convencida de que se ha procedido injustamente con las electoras, y así se lo confirman los letrados abulenses (211,4); c/ a las electoras, ya excomulgadas y privadas del asesoramiento de fray Juan de la Cruz, les aconseja decididamente 'que obedezcan a Dª Ana', la nueva elegida (215,3).
Toledo, Concilio de, 1582-1583
El concilio de Toledo, 1582-1583, se convirtió en noticia y acontecimiento para S. Teresa, entre otros motivos, por la presencia en él de don Alvaro de Mendoza, entonces obispo de Palencia, su gran amigo y bienhechor de siempre. La presencia del prelado palentino en la sede del concilio fue la ocasión que ella aprovechó, aparte de utilizarle como mensajero, para demostrar una vez más la gratitud de sus monjas, recomendando a las de Toledo para que le visitaran 'y muchas veces en tanto que allí estuviere, y si fuese allá todas le muestren mucha gracia, que todo se lo debemos' (cta 466). La Santa tuvo miedo de que los preparativos del viaje 'tan cargado de abaratos' (=equipaje) le hicieran olvidar su encargo, una carta para la priora de las Carmelitas, M. Ana María de los Angeles del día 26 de agosto. Para evitar que se perdiera o llegara tarde la repitió sin apenas variantes el día 2 de septiembre; las dos apenas quince días antes de la fecha de la apertura de la asamblea (cf cta 463, 1).
Este concilio de Toledo del 82 se inscribe en el contexto de la aplicación de la reforma de Trento, iniciada en el celebrado, también en Toledo, en 1565. Como era frecuente a la hora de convocar concilios, tanto particulares como generales, basta recordar a Trento, también en este caso, después de tres aplazamientos, se abrió solemnemente el día 8 de septiembre. Se concluyó el día 12 de marzo de 1583. Fue presidido por el cardenal Gaspar de Quiroga, Inquisidor General. Asistieron los siete obispos coprovinciales, entre ellos dos de los más ilustres amigos de Teresa, D. Alvaro de Mendoza, obispo de Palencia y conde de Pernía, y D. Alonso Velázquez, obispo de Osma.
El trabajo del concilio fue intenso y prolongado. Durante todos los meses desde la apertura hasta el cierre se celebraron más de cien congregaciones de estudio, la primera semana todos los días; en la segunda se redujeron a tres, los lunes, miércoles y viernes. En estas sesiones de estudio se proponían y debatían los temas y se prepararon los decretos, que fueron aprobados en las sesiones, 'acciones' según la designación de las Actas, segunda y tercera, los días 9 y 12 de marzo de 1583. Los problemas tratados y aprobados están en la línea de Trento, repitiendo y urgiendo lo ya previsto y aprobado en el concilio del 65. Un punto bien acogido por la asamblea fue la aprobación del Calendario según deseo expreso de Felipe II.
Don Alvaro de Mendoza tuvo una intervención de mucho interés para su diócesis, como eran los roces y mermas en su autoridad y jurisdicción por la Abadía de Valladolid 'inferior a mi dignidad obispal en mi diócesis desde su fundación', jurisdicción que se extiende a diversos contenciosos descritos en diez puntos. Se presentó la correspondiente reclamación en la duodécima congregación, el día 19 de octubre. En la veinticinco, 12 de noviembre, se nombró una comisión de obispos para que examinara las reclamaciones jurisdiccionales del prelado palentino. La asamblea no se pronunció; la verdad sea dicha que el asunto terminó unos años más tarde cuando fue erigida la nueva diócesis de Valladolid, prevista y gestionada desde hacía más de un siglo, en septiembre de 1595 por la bula de Clemente VIII Pro excellenti, en la que se tuvieron en cuenta algunas de las viejas reclamaciones palentinas.
El día 26 de enero de 1583 el Cabildo de Palencia por su representante, doctor Tomás López, presentó nuevas peticiones al concilio, algunas sobre intromisiones de las autoridades civiles, sobre las que la asamblea apuntó soluciones, casi todas remitidas al obispo. En el debate sobre los seminarios en la congregación séptima, el procurador de Palencia aludió a la insuficiencia de algunas prebendas que no serían suficientes para el seminario, todavía no erigido. La Asamblea, sin embargo, urgió al obispo para que se erigiera cuanto antes, como de hecho y también por apremios de Felipe II, lo fue en 1582. Este concilio fue la ocasión propicia y adecuada para la introducción del Calendario reformado, precisamente en los inicios de su celebración. La presencia de un 'legado regio' en la asamblea, tan fervientemente recibida y aceptada por los conciliares, no lo fue en la misma medida por Roma, que impuso su criterio contra las mismas exposiciones del Cardenal. A la larga esa costumbre mantenida por los reyes, acabó con la celebración de concilios en España en la época de los borbones, agresivamente regalistas.
BIBLI. Sánchez de Aguirre, Collectio maxima Conciliorum, IV, Roma, 1693; Ramiro y Tejada, Colección de Cánones, V, Madrid, 1855, 400-485.
A. Pacho
Toledo, Francisco de (1515-1582)
Virrey del Perú en el último decenio de vida de la Santa. Nació en Oropesa (Toledo, 1515), hijo de Francisco de Toledo, conde de Oropesa, y de María Manuel, hija del conde de Feria. El 20.5.1568 es nombrado virrey del Perú y adopta, como asesor religioso, a su primo el dominico García de Toledo, que en ese momento es gran amigo y consejero espiritual de la Santa. El 18 de agosto de ese año, el Papa san Pío V le envía un mensaje de congratulación. El virrey asiste a la Junta Magna celebrada en Madrid, visita el santuario de Guadalupe (16.1.1569), zarpa con la armada regia en Sevilla el 19.3.1569, y llega a Cartagena de Indias el 8 de mayo de ese año. Asesorado sabiamente por García de Toledo, nombra una comisión para indagar las usanzas de los indios peruanos, a raíz de la cual redacta las célebres Ordenanzas que dividen el país en 50 provincias y hacen compartir el gobierno con los caciques indígenas. En 1581 regresa a España, acompañado de nuevo por su primo el dominico García de Toledo. El virrey entra en la historia de Teresa por esa su relación con el gran asesor de la Santa, el mencionado p. García; porque ésta mantiene relaciones con su familia de Oropesa (cta 45,2); y porque ella misma le escribe al menos una carta, que no ha llegado hasta nosotros (cf cta 24,14). En esa misma carta pone la Santa a su hermano Lorenzo en relación con el padre García y con el virrey. Cuando Lorenzo ya está en España (1577), ella cursa al virrey una carta de su sobrina preferida la marquesa de Villena, Dª Juana Lucas de Toledo: 'Habré [de enviar] una de la marquesa de Villena para el virrey (que es la sobrina muy querida) para cuando [las cartas] vayan ciertas' (cta 185,9, escrita desde Toledo). Todavía en diciembre de 1581, escribirá al Perú a su sobrino Lorenzo de Cepeda (junior) anunciándole la feliz llegada del virrey a España: 'Ya es venido el virrey y el Padre García' (cta 427,10). Toledo, García de.
Toledo, fundación del Carmelo de
T relata la fundación del Carmelo de Toledo en los capítulos 15-16 del Libro de las Fundaciones. Es la quinta de sus fundaciones. Erigida ya entrado el año 1569. Conocía ella la ciudad desde el lejano año 1562, cuando residió en el palacio de D.ª Luisa de la Cerda (V 34). Entre sus buenos amigos toledanos se contaban esta dama, los Carmelitas, los Padres jesuitas de la ciudad y algún otro letrado. Fue uno de éstos el sugeridor de la fundación. Era el famoso padre Pablo Hernández, el mismo que en el epistolario teresiano reaparecerá con el sobrenombre de 'Padre eterno', por la eficacia de sus gestiones en la Corte de Madrid (cf Apuntes 10).
Por garantes de la fundación se habían ofrecido los herederos del toledano Martín Ramírez, el hermano de éste Alonso Alvarez Ramírez y un cierto Diego Ortiz, 'muy bueno y teólogo' según la Santa, pero tenaz en 'pedir muchas condiciones que yo no me parecía convenía otorgar' (F 15,4). Por ahí comenzaron a enredarse los hilos en manos de la Fundadora. Acogida finamente por su amiga D.ª Luisa, luego la gran dama abandona a T en pobreza total y días aciagos. Viene en su ayuda un pobre de solemnidad, el joven Alonso de Andrada (F 15,6-7; cf BMC 18, 272-273), que pronto le trae la oferta de unos humildes locales que la ayudan a salir del paso.
Pero en ese momento la diócesis toledana carecía de pastor tras la detención del arzobispo Carranza por la Inquisición, y los meses pasaban sin que su lugarteniente, el 'gobernador' don Gómez Tello de Girón, otorgase la indispensable licencia de fundación. La Santa soporta fácilmente las inclemencias de la pobreza, pero no las injustificadas dilaciones de este hombre. 'Y así escribe ella me determiné a hablarle... y fuime a una iglesia que está junto con su casa y enviéle a suplicar que tuviese por bien hablarme. Había más de dos meses que se andaba en procurarlo y cada día era peor. Como me vi con él, díjele que era recia cosa que hubiese mujeres que querían vivir en tanto rigor y perfección y encerramiento, y que los que no pasaban nada de esto, sino que se estaban en regalos, quisiesen estorbarlo'. La eficacia de T fue tal, que allí mismo consiguió la anhelada licencia (F 15,5).
'Yo me fui muy contenta, que me parecía ya lo tenía todo, sin tener nada'. Todos sus haberes eran 'hasta tres o cuatro ducados', con los que compró 'dos lienzos', es decir, dos cuadros para el altar (aún no había llegado a Toledo el Greco, Domenico Teotocopuli), y pronto, pero de la forma más aventurosa y humilde, quedaba erigido el Carmelo toledano. 'Estuvimos algunos días con los jergones y las mantas, sin más ropa, y aun aquel día ni una seroja de leña no teníamos para asar una sardina' (ib 13). Era el 14 de mayo de 1569. Había llegado a Toledo el 24 de marzo. De Valladolid había partido el 21 de febrero. Y en Toledo permanecerá todavía un par de semanas, hasta que los mensajeros de la Princesa de Eboli se presenten por sorpresa reclamando su presencia en Pastrana. Salió de Toledo el 30 de mayo de ese mismo año.
El Carmelo de Toledo le dejó dos recuerdos importantes. El primero, unas palabras de su Señor, que ella consignará en la Relación octava. El otro, la muerte feliz de una de las hermanas de la casa, Petronila de san Andrés, que luego referirá la Fundadora en un emocionante relato de su libro (F 16,4). Para T, el Carmelo de Toledo será en adelante refugio y casa de reposo (su 'quinta', dirá ella), paso obligado en sus viajes de Castilla a la Mancha y a Andalucía. En Toledo escribirá la primera parte de su Castillo Interior, el Modo de visitar los conventos, numerosos capítulos de las Fundaciones, y un sinfín de cartas.
Bibl. G. Beltrán, El Carmen y San José de Toledo: notas para la historia de ambas comunidades, 1568-1573. En MteCarm 102 (1994) 157-169: A. Rodríguez y Rodríguez, Santa Teresa en Toledo, Toledo 1923; P. Fernández, Teresa de Jesús y el Greco, Burgos 1982; Amintore Fanfani, Il Greco e Teresa dAvila, Milán 1986.
F. Domingo
Toledo, García de, O.P.
Religioso dominico, primer destinatario del Libro de la Vida. Había nacido en Oropesa y Corchuela (Toledo) hacia 1515, de la familia de los condes de Oropesa. Hijo de Luis de Toledo Pacheco, hermano de Francisco de Toledo (conde de Oropesa). Joven todavía, viajó a Méjico al lado de don Antonio de Mendoza, Virrey de Méjico, en 1535. Ahí se apartó de la política e ingresó en el convento de Santo Domingo, donde hizo su profesión de dominico y estrenó sus afanes de predicador y de apóstol. En 1545 regresó a España, donde lo hallamos actuando de suprior del convento de Santo Tomás de Avila en 1555. Sería entonces cuando entabló relaciones y confesó por primera vez a la Santa. Años después pasó al convento de Talavera, que había sido fundado por el famoso padre Juan Hurtado. Sucesivamente será prior en el convento de la Madre de Dios de Alcalá de Henares. En 1568 fue nombrado maestro de novicios (cta 12,3). Y al año siguiente, solicitado por su primo Francisco de Toledo, se embarcó con él, rumbo al Perú, donde este mismo iba con el cargo de virrey. Ya en Lima, el padre García será asesor de su primo, lo acompañará en sus visitas al virreinato, lo orientará en la elaboración de nuevas ordenanzas para el buen gobierno, y lo aconsejará asiduamente en sus empresas. El 28.6.1577, el capítulo reunido en Lima lo elige provincial de la provincia dominica de San Juan Bautista de Perú, que por esas fechas consta de dos centenares de religiosos. Con la ayuda de misioneros dominicos funda la ciudad de Oropesa (Perú) en recuerdo de su villa natal. En Lima decide el traslado de la Real Universidad a lugar adecuado e independiente (1577). Al finalizar su provincialato (1581), regresó a España, juntamente con el virrey, retirándose al convento dominico de San Ginés de Talavera (Toledo), donde murió en 1590, a los 75 de edad.
Con la Santa, el padre García de Toledo mantuvo relaciones intensas: ella misma refiere su encuentro con él en 1562, estando en el palacio de doña Luisa de la Cerda en Toledo, y cómo lo pidió a Dios por amigo de ambos: 'Señor, no me habéis de negar esta merced: mirad que es bueno este sujeto para nuestro amigo' (V 34,8). Súplica que surtió efecto, no sin un episodio delicioso entre los cuatro interesados: el Señor, Teresa, García de Toledo y el amigo de ambos Pedro Ibáñez, que es quien lo refiere gozosamente (BMC 2,149-150). La Santa referirá, a su vez, cómo, hablando con él de tema espiritual, llega a extasiarse (V 34,15). A él alude la autora como responsable de la orden de escribir el libro (10,7). A él enviará, apenas escrito, el autógrafo de Vida: 'no había acabado [yo] de leerlo después de escrito, cuando vuestra merced envía por él', es decir, por el autógrafo (ib epílogo, 2). A él suplica la Santa 'lo enmiende y haga trasladar' para enviarlo a san Juan de Avila sin que nadie conozca su letra (ib). Será el P. García quien revise la primera redacción del Camino, y quien probablemente se lo mande redactar por segunda vez, y de nuevo revise esta segunda redacción. Él mismo fue el primero en proponer a la Santa redactar la historia de la fundación de San José, que luego continuaría en el relato de las Fundaciones (F pról, 2). Pero donde más presente y determinante es la presencia del P. García es a lo largo del relato de Vida: son numerosos los capítulos escritos en diálogo o en estrecha intimidad con él: 'rompa vuestra merced esto que he dicho, si le pareciere, y tómelo por carta para sí, y perdóneme, que he estado muy atrevida' (V 16,8; y cf 10,8; 36,29...; 40,23). En ese clima de intimidad, mientras escribe, se dirigirá a él llamándolo 'hijo mío', 'padre mío', 'mi confesor', 'a quien he fiado mi alma', 'de esta manera vivo ahora, señor y padre mío' (V 16,6; 40,23). Igualmente, al elaborar para los inquisidores de Sevilla la lista de sus asesores espirituales, lo mencionará expresamente, junto a 'fray Pedro Ibáñez, que era entonces lector en Avila y grandísimo letrado, y con otro dominico que llaman fray García de Toledo' (R 4,8).
Una vez que el padre García ha llegado a Lima, la Santa lo recomienda a Lorenzo de Cepeda,también residente en Lima: 'con el padre fray García de Toledo, que es sobrino [primo] del virrey -persona que yo echo harto menos para mis negocios- podrá vuestra merced tratar' (cta 24,14, escrita en enero de 1570). Desde Perú el p. García se carteará con Teresa (cta 39,4), quien no titubeará en escribir al propio virrey (ib: 'en los envoltorios le escribía', carta perdida, de ese año 1570). Y cuando en 1581 aquél regrese por fin a España, enseguida conocerá ella su proyecto de viaje y acogerá con alborozo su llegada a Sevilla: 'en gran manera me holgué de saber estaba ahí [Sevilla] el mi buen padre fray García... Muéstrenle mucha gracia. Que hagan cuenta es fundador de esta Orden según lo que me ayudó...': se lo dice a María de San José, priora del Carmelo hispalense (cta 412,7: del 8.11.1581). 'Se espantaría si supiese lo que le debo' (ib 17). El egregio dominico no logró ver realizado su deseo de encontrarse de nuevo con la Santa: al llegar él a Avila, ésta moría en Alba.
Toledo, Juana de
Amiga ilustre de Teresa. Hija de doña Leonor de Toledo y de don Enrique de Guzmán, condes de Alba de Liste. Casada con Sancho Dávila, Marqués de Velada, de quien tuvo numerosos hijos, entre ellos a don Fernando de Toledo, duque de Alba y a don Sancho Dávila, obispo de Cartagena y de Jaén. Ingresa en el ambiente teresiano no sólo por razones de la familia ducal de Alba, sino que entre los autógrafos de Teresa, se conserva un pequeño billete, sin firma ni fecha, pero probablemente de 1572, en que la Santa, entonces priora de la Encarnación, certifica haber recibido un donativo en especie, de parte de 'la muy ilustre señora doña Juana de Toledo' (editado en versión fotográfica por H. Bayona, al final de su 'reproducción foto-litográfica' del Camino. Valladolid 1983; cf BMC 9, 288).
Toledo, Juana Lucas de
Presente en el epistolario teresiano como 'la marquesa de Villena', residente en su palacio de Escalona (Toledo). Es también duquesa de Escalona. Hija del 4º conde de Oropesa, Fernando Alvarez de Toledo, y de Beatriz Monroy. Sobrina del Virrey del Perú, Francisco de Toledo: 'la sobrina muy querida', dice T en carta a Lorenzo de Cepeda (cta 185,9). Casada con el duque de Escalona, de quien queda viuda el 2.4.1574. Gran amiga de la Santa, brinda a ésta alojamiento en su palacio: 'voyme por Escalona, que está allí la Marquesa, y envió aquí [a Toledo] por mí... Estaré medio día no más, si puedo, y esto porque me lo ha enviado a mandar mucho fray García [de Toledo, O.P.]... y no se rodea nada' (cta 8,10: del 27.5.1568; cf 9,2). En sus preocupaciones por Agustín de Ahumada (en Perú), la Santa obtiene de la duquesa una carta de recomendación para su tío el Virrey; se lo asegura a Lorenzo de Cepeda (cta 185,9). Todavía en noviembre de 1581, hace que pase por Escalona fray Juan de la Cruz y le haga de mensajero en el viaje de éste de Avila a Granada (cta 417,2). Y sigue carteándose con la marquesa (cta 426,2), si bien ninguna de esas cartas, de T a Dª Juana, ha llegado hasta nosotros. Cf BMC 19, 340.
Toledo, Magdalena de
Monja benedictina en el monasterio de Santa Isabel de Alba de Tormes. Hija de Juan de Figueroa y María de Toledo. Amiga de la familia Ovalle-Ahumada de Alba. La recuerda T en carta de 1572 a Dª Juana de Ahumada (cta 43,1).
Toledo, Teresa de
Hija de los marqueses de Velada. Hermana del obispo don Sancho Dávila. Monja en las bernardas de Santa Ana de Avila, donde la halla la Santa en 1568 (cta 9,2). Don Sancho ha escrito la biografía de la madre de ambos, Dª Juana de Toledo. En agosto de 1582 envía a T un ejemplar del libro. Lo retiene en Avila su hermana, la monja bernarda, hasta que T regrese de Palencia (cta 462,4).
Tolosa (familia Muncharaz y Tolosa)
Es la singular familia de Dª Catalina de Tolosa (Burgos). Conocida por la Santa en 1582. Dª Catalina es viuda. Tiene en Burgos a su hermano Pedro de Tolosa, que en febrero de 1582 parte para Sevilla, donde hará su declaración en el proceso de beatificación de T en 1595 (BMC 19,162). Tiene, además, seis hijos, a saber: a/ en el Carmelo de Valladolid: Catalina de la Asunción y Casilda de san Angelo; b/ en el de Palencia: María de san José e Isabel de la Trinidad, 'esos angelitos', dirá la Santa (cta 459,1); c/ en febrero de 1582, escribe ésta acerca de Dª Catalina: 'tiene cuatro hijas monjas en nuestras casas; y otras dos que tiene, creo harán lo mismo' (432,2): estas dos eran: Elena de Jesús, que ingresa en el Carmelo de Burgos; y Beatriz de Tolosa, que muere joven con vocación de carmelita y suplica ser enterrada en el Carmelo burgalés (cf ctas-A, 2, p. 641); d/ más dos hijos varones: fray Sebastián de Jesús, profeso de Pastrana; y Juan Crisóstomo (el 'mi Lesmitos', de la Santa), que toma el hábito en Palencia, a la vez que su madre Dª Catalina ingresa en ese Carmelo. En los procesos de la Santa depondrán también Casilda (Valladolid) y Elena de Jesús (Burgos): BMC 20, 326.401.
Tolosa, Catalina de (Catalina del Espíritu Santo), ocd
La presentación de Catalina por la Santa en el Libro de las Fundaciones (31,8) reza así: 'Había en la ciudad de Burgos una santa viuda, llamada Catalina de Tolosa, natural de Vizcaya, que en decir sus virtudes me pudiera alargar mucho..., de muy buen entendimiento y valor'. Era hija de Gaspar de Tolosa. Nacida en 1538. Casada con Sebastián Muncharaz, de quien tuvo nueve hijos, uno de los cuales había muerto ya cuando la Santa entabló relaciones con la familia. En Burgos el hogar de doña Catalina era una especie de monasterio casero. En él se rezaba el oficio divino a diario y se ejercía la caridad. Fue el famoso padre J. Ripalda quien puso a la Santa en relación con la familia Tolosa, cuyas hijas deseaban ser carmelitas, incluso aspirando la madre a fundar un Carmelo en Burgos. Ya el 9.12.1577 se acuerda entre aquellos dos Ripalda y la Santa esa nueva fundación (cf MteCarm 96.1988.477-486). Al llegar a Burgos en enero de 1582, la pequeña caravana de fundadoras se instala en la casa de doña Catalina, quien juntamente con la Santa hace frente a la serie de dificultades que surgen en los trámites de la fundación. Entre las dos media el episodio de la renta con que doña Catalina dota, de hecho, el monasterio, y a la que Teresa antes de partir de Burgos renunció ante notario público (F 31, 48). Rentas no, pero en cambio la madre Teresa atrajo hacia el Carmelo a toda la familia: a las cinco hijas (la sexta, Beatriz, había fallecido entre tanto) y a los dos hijos. Las dos mayores (Catalina y Casilda) habían ingresado ya en el Carmelo de Valladolid. Las dos siguientes (María e Isabel) en el Carmelo de Palencia. Y la más pequeña, Elenita, ingresó en el Carmelo de Burgos y recibió el hábito de manos de la Santa ese mismo año 1582. También los dos hijos ingresaron carmelitas: Sebastián vistió el hábito en Pastrana en 1585. Y Lesmes (mi 'Lesmitos', decía la Santa) lo tomará a la par que su propia madre en el Carmelo de Palencia, a los doce años, con el nombre de Juan Crisóstomo (1587).
Efectivamente, también doña Catalina ingresó en el Carmelo de Palencia en esa fecha. 'Tenía a la sazón 49 años' (Mte Carm 96.1988.494). 'Vino a darles el hábito [a madre e hijo] el P. fray Gregorio Nacianceno. Recibiéronle a un mismo tiempo con grandes muestras de devoción, la madre dentro de las rejas, y el hijo junto al altar mayor. Todo esto pasó en la iglesia antigua de Nuestra Señora de la Calle' (MteCarm, ib p. 494). En el Carmelo de Palencia, doña Catalina (ahora Catalina del Espíritu Santo), fue súbdita de su propia hija, Isabel de la Trinidad, priora de la Comunidad, y de su hijo Sebastián, provincial de los carmelitas de Castilla. Profesó el 13.5.1588. Y también ella ejerció el cargo de priora de la comunidad (1601-1604). Pero destacó sobre todo en los servicios humildes de hortelana y de enfermera de la casa. En su última enfermedad la asistieron cuatro de sus hijos carmelitas: las dos de Palencia y los dos hijos, entonces residentes en Valladolid. Fue el provincial, P. Sebastián, quien le administró los últimos sacramentos. Y después de haberlos recibido, 'llegaron el padre [Sebastián] y nuestra madre Isabel de la Trinidad, que también era priora, y la dijeron que por sí y en nombre de los demás hermanos que estaban ausentes les diese su bendición. Y la santa [Catalina] con gran humildad respondió: vuestras reverencias me la han de dar a mí por los oficios que tienen' (MteCarm ib p. 504). 'Desde aquella hora la acompañó su hijo [Juan Crisóstomo = 'Lesmitos'] que eran las cuatro de la tarde, hasta las seis de la mañana que expiró, sin apartarse un punto de su cabecera...' (ib). Expiró el 13 de julio de 1608. En la memoria de la Santa queda vivo el recuerdo de esta mujer, ama de casa en los días de la fundación de Burgos: 'hízolo tan bien Catalina de Tolosa, que era tan regalada, y con tanta voluntad nos dio a todas de comer un mes, como si fuera madre de cada una' (F 31,24). 'No se cansaba de proveernos' (ib 42). 'Después de Dios..., por ella se ha hecho esta casa', escribía la Santa apenas terminada la fundación de Burgos (cta 457,3). De las muchas cartas que mediaron entre ambas, en el epistolario teresiano nos quedan sólo dos: cartas 430 y 459.
BIBL. Poseemos una biografía coetánea de Catalina, escrita 'por una carmelita compañera suya en el monasterio de Palencia' y titulada Vida de la Venerable Madre Catalina del Espíritu Santo. Editada en MteCarm 96 (1988), pp. 489-507.
Tolosa, Pedro de
Hermano de Dª Catalina de Tolosa, fundadora del Carmelo de Burgos. Se halla en esta ciudad durante los difíciles trámites de fundación (enero-febrero 1582), si bien no alude a él la Santa en su relato (F 31; cf cta 454,2). Pero quizá lo tiene presente cuando, en útima instancia, ella y Gracián renuncian a todas las escrituras de favor, otorgadas por Dª Catalina (porque 'pudiera haber algún pleito...': F 31,48). El, en cambio, asegura que conoció a T 'de trato y comunicación y también la trató por cartas' (BMC 19, 162). En febrero de 1582, Pedro se traslada de Burgos a Sevilla, y la Santa lo hace portador de una carta para María de San José, con el fin de que ésta 'le muestre mucha gracia, si fuere ahí [al Carmelo hipalense]' (cta 432,2). De hecho, en Sevilla hace amistad con las carmelitas y se cartea con la Santa (cta 457,3). En 1595, testificó en el proceso de beatificación de T (BMC 19, 162-164).
Tomasina Bautista (Perea), ocd
Natural de Medina del Campo. Sobrina de la fundadora de Alba, Teresa de Layz. Tomó el hábito en Medina en 1568, y profesó en ese Carmelo el 5.8.1569. En 1570 fue a la fundación de Salamanca, y el 1571 a la de Alba de Tormes, donde ejerció los cargos de maestra de novicias, supriora y priora. En 1581 abandonó Alba para acompañar a la Santa en la fundación de Burgos (1582) y quedó de priora. En 1589 fue de fundadora al Carmelo de Vitoria, siguiendo de priora del mismo hasta que la sucedió en el cargo Beatriz de Jesús (Arceo), que había sido la primera novicia recibida por la Santa en el Carmelo burgalés. Tomasina murió en Burgos en 1603.
Muy querida por la Santa, que le asegura decirle las cosas 'como a mi alma' (cta 464,6). Apenas incorporada a la fundación de Burgos, fue reclamada importunamente por Teresa de Layz para que regresase de priora al Carmelo de Alba. Ni la Santa ni ella acceden a la demanda (cta 460). Es interesante que apenas se alejó de Burgos la Santa, Tomasina le escribe a Palencia (cta 458,1), y que la Santa en ese mes le envíe tres cartas consecutivas: dos desde Palencia, y una desde Valladolid, con recomendaciones cordiales sobre las enfermas, la pobreza de la casa, el trato con la fundadora, doña Catalina de Tolosa, con el médico Aguiar, con el doctor Manso y con los jesuitas de la ciudad. En la última de esas misivas, la Santa le dice confidencialmente que 'aunque me hace ventajas en la virtud, se las hago en la experiencia' (cta 464,6).
Tordillos
Aldea de la provincia de Salamanca ('que es dos leguas de la villa de Alba': F 20,2), de donde era oriunda la futura fundadora del Carmelo de Alba de Tormes, Teresa Layz. Los padres de ésta, 'nobles y muy hijosdealgo..., por no ser tan ricos como pedía la nobleza de sus padres', residían en la aldea (ib).
Toribia
Abulense. Probablemente fue una de las domésticas de la casa paterna de T. Ya difunta en 1560, cuando Lorenzo de Cepeda le envía un donativo desde Quito: 'A sus hijos, que los tiene pobres, ha hecho harto bien', escribe T (cta 2,10).
Torquemada, Agustín de
Vecino de Burgos, cuyas casas intentó adquirir la Santa (1581) para iniciar la fundación de Burgos (cta 388,1). Probablemente no conocido por T.
Torres, Ana de, Ocarm
Carmelita en la Encarnación de Avila. Comparece ante Rubeo, en 1567, solicitando dispensas y licencia para recibir dentro del monasterio a su propia madre (EstTer 1, 307). En 1572 participa en la Respuesta a un desafío (n. 22), alegando 'el tormento que el Señor padeció cuando le enclavaron'. De hecho, ella es cofrade de la 'Hermandad de Nuestra Señora de la Transfixión', erigida en el monasterio desde 1560 (cf N. González, El monasterio de la Encarnación 2, 349). Será una de las adictas a la M. Teresa en la célebre elección de priora del año 1577 (ib 312).
Torrijos
Villa de la provincia de Toledo, entonces de unos 750 vecinos. Muchos de ellos con familiares en América, como T. En la villa reside un primo de ésta, Francisco de Cepeda (hijo de Francisco Alvarez de Cepeda), con su familia, todos muy afectos a T. Por Torrijos pasaría ella en 1548, al regresar del santuario de Guadalupe. Y de nuevo en el verano de 1568, en el viaje de Toledo a Avila, esta vez con salud muy quebrantada (cta 9). Años más tarde le ofrecen la fundación de un Carmelo en la villa, proyecto no secundado por ella (cta 79,4: del 2.1.1575).
Tostado, Jerónimo, Ocarm
Carmelita de la Antigua Observancia, 'de los más graves de la Orden' según Gracián (MHCT 3,491). Interviene de parte del P. General y del nuncio F. Sega en la situación conflictiva de los carmelitas españoles en los años 1576-1579. Franco opositor de la obra teresiana. Es conocido en el epistolario de la Santa como 'el Tostado', o bien con el criptónimo 'Peralta'. Natural de Lisboa donde tomó el hábito carmelita, perteneció sin embargo a la Provincia de Cataluña. En ella fue provincial y prior de Barcelona. Doctor en teología y profesor de la universidad. Muy apreciado por el P. General, J. B. Rubeo, quien le confió diversas misiones en los conventos del Carmelo italiano y ante la Congregación de Mantua (cf MHCT 2,3). El Capítulo General de Piacenza (mayo de 1575) lo nombró visitador de los carmelitas de España. Elegido provincial de Cataluña en el capítulo de Perpiñán (1576), llega a Madrid en agosto de ese año. Ahí tiene un primer fuerte encuentro con Gracián, de Visitador a Visitador. Lo refiere Gracián: 'Así como [Gracián] entró en Madrid, se encontró en una calle con el Tostado, el cual le habló con tanta aspereza, ímpetu y amenazas...' (MHCT 3,592), que en lo sucesivo ambos extreman sus posiciones respectivas sin atisbos de acercamiento mutuo. El P. Tostado no obtiene el consentimiento del Consejo regio para iniciar su visita, y por insinuación del nuncio F. Sega pasa a Portugal. A su regreso, ya en 1577, el Consejo Real le retira de nuevo los poderes de visitador, si bien él cuenta con el apoyo del nuncio Sega y de la poderosa Dª Leonor de Mascareñas. El también amigo de ésta, Baltasar de Jesús, fraile intrigante y fugado del convento, se acoge a la protección del P. Tostado y éste lo recibe bajo su obediencia (MHCT 1, 401-406). En ese embrollo de visitadores y contravisitadores, de poderes recibidos y poderes anulados, nuncios y contranuncios, la Santa no puede menos de comentar en agridulce: 'no parece sino una comedia' (cta 185,14). Ese mismo año Sega lo envía a ejercer su misión de visitador en Aragón, Cataluña y Valencia. Con todo, a finales de año, el P. Tostado interviene en el penoso episodio de la 'elección machucada' de la Encarnación de Avila y simultáneamente en la prisión de Juan de la Cruz y su carcelilla de Toledo (1577-1578). Muerto Rubeo (4.9.1578), el nuevo Padre General, J. B. Caffardo, asigna otra vez al P. Tostado el cargo de 'Visitador y Reformador' de las provincias de España (18.11.1581). Pero ya los descalzos y la M. Teresa estaban fuera de su jurisdicción. Fallecía él en Nápoles el 12.12.1582.
Su presencia en el epistolario teresiano es frecuente en los años 1576-1578. Poco a poco se convierte en una de las preocupaciones digamos 'miedos': cf. cta 182,13; 244,1... de la Santa. Diríase que ella lo sigue con la mirada paso a paso. Ya en mayo de 1576 sabe que viene como 'vicario general de toda España' (cta 106,4). En septiembre, que 'se partió para Portugal' (118,2; 119,1), y 'nos ha librado Dios del Tostado' (120,2). Que 'el Consejo Real ha dado provisión para que no visite el Tostado en las cuatro provincias de España' (159,4), pero que, entre tanto, sigue el pulso entre visitador y visitador, entre Gracián y el Tostado (162,3; 181,7.9). Entrado ya el año 1577, se entera de que 'ahora torna el Tostado, según dicen' (185,14). Se lo refiere en confianza a su hermano Lorenzo. Es el momento en que se le enreda la madeja de los sucesos, y la cosa le parece 'una comedia' (185,14). Pronto sabe que el P. Tostado 'está ya en la Corte: ha cuatro o cinco días que pasó por aquí [Toledo] con grande prisa' (196,2; 200,5). Que ese mismo otoño ha intervenido reiteradamente en la elección de priora en la Encarnación (211,4; 215,4; 221,6), y también en la prisión, tan prolongada, de fray Juan de la Cruz: 'al padre fray Juan de la Cruz llevó el Maldonado que es el prior de Toledo a presentar al Tostado' (221,7). Ignora ella el paradero de fray Juan, pero ya hace más de un mes que lo prendieron 'por mandato del P. Tostado' (226,10). Por fin, a principios de 1578 reconoce 'que el Tostado tiene ya poderes para calzados y descalzos'. Y se hace eco de un falso rumor: 'que al Padre fray Juan de la Cruz ya lo ha enviado a Roma' el Tostado (232,3). Ella sigue convencida de que éste 'venía determinado a deshacer todas las casas' de descalzos (262,7; 254,10;256,7). Por eso había escrito casi desde su llegada a Castilla: 'al P. Tostado, servirle y obedecerle, mas no en esto [en contravenir a las actas del visitador apostólico, P. Fernández], que sería destruirnos del todo' (181,9).
Pese a esas y tantas otras referencias de su epistolario, la Santa no llegó a conocer ni a tratar personalmente al P. Jerónimo. Ni éste ni el nuncio Sega tuvieron la suerte de una sola conversación, cara a cara, con la M. Fundadora. Probablemente, ni la Santa ni el P. Tostado disfrutaron de un buen suministro de informes y mediaciones. En todo caso, el episodio de este carmelita puso a prueba el buen humor relacional de la M. Teresa.
Trabajo
Teresa nace en una familia considerada hidalga, en Avila de los Caballeros. Y, como es sabido, en su tiempo la distinción de clases tenía una de sus manifestaciones más graves en la ley del trabajo. El trabajo material trabajo servil, como se decía quedaba para los pecheros. ('Servil: cosa baja', escribe Cobarruvias en el Tesoro de la lengua, p. 935). La familia de T, su padre y sus tíos, contaban con pecheros en Gotarrenduda, Hortigosa y Majalbálago (provincia de Avila). Uno de los motivos del insidioso 'pleito de hidalguía de los Cepeda' derivaba de ese desajuste social. Proclamar la condición de hidalguía conllevaba una liberación de la pecha o pecho. El mismo Cobarruvias notaba: 'del pechar están essentos los hidalgos, y por el pecho se dividen de los que no lo son'. Por eso fueron los pecheros quienes contestaron la condición de 'hidalgos' a los Cepeda.
Los padres de T tenían, además, domésticos en su casa de Avila y en su finca de Gotarrendura. Ella misma advierte que su padre no admitía 'esclavos' a su servicio. Y que 'estando una vez en casa una [esclava] de un su hermano, la regalaba como a sus hijos. Decía que, de que no era libre, no lo podía sufrir de piedad' (V 1,1). Pero en casa sí había 'criadas' y 'criados' (V 2,6). En el inventario casero de don Alonso, hecho en 1507, abundan los objetos de lujo y el atuendo de caballero; mucho menos los de trabajo material y profesional. Con todo, T y su madre D.ª Beatriz, a pesar de sus 'pasatiempos' de lectura, 'no perdían su labor [casera], sino desenvolvíamonos' (V 2,1). Más tarde, muerta ya su madre, los últimos años que T vive en familia, se hace cargo del hogar como joven ama de casa, hasta resultar imprescindible a don Alonso. Pero cuando ingrese en la Encarnación (a los 20 años), mantendrá su rango de 'doña', título reconocido en el monasterio, con los consiguientes privilegios laborales. En la escritura notarial de su toma de hábito, el monasterio la recibe como 'la señora doña Teresa de Ahumada' (BMC 2,93).
En la Encarnación, con todo, estaba en vigor una expresa norma de trabajo, que al menos en la letra afectaba a Teresa como a las restantes Hermanas religiosas. Lo prescribía, ante todo, la Regla del Carmen, que no sólo proponía como modelo de trabajador a san Pablo, sino que repetía la consigna de éste: 'que quien no quiera trabajar, que no coma'. Más al detalle lo prescribían las Constituciones monásticas de la casa, cuyo texto probable poseemos y cuya rúbrica 9ª de la primera parte se titulaba: 'cómo han de trabajar [las hermanas]'. Lo prescrito se articulaba en tres puntos: a) 'Como se mande, de Regla, siempre hacer alguna cosa, las hermanas eviten y aparten la ociosidad, la cual es enemiga del ánima y nutrimento de todo vicio, y en los días en los cuales es lícito trabajar la priora provea que todas las hermanas, después del oficio divino, se ejerciten en trabajos a ellas competentes, por el provecho común a todas'. Y que 'las perezosas sean punidas o multadas...' b) No deberán trabajar en cosas 'sin provecho', meramente 'curiosas'. c) En el monasterio habrá una sala de labor, presidida por la priora o, en su ausencia, 'por una de las discretas aseñalada por la priora' (BMC 9, 490-491). Obviamente, la existencia de esa sala de labor ponía un límite a la condición de 'doña', poseída por Teresa y por todo un grupo de monjas-señoras de la casa. Ahí compartirían todas la tarea material, no fácil de precisar desde nuestra perspectiva de hoy.
En el relato de Vida, T recuerda cómo en los años de fervor se imponía a sí misma tareas materiales supererogatorias, incluso el 'barrer' la casa (V 30,20). Tarea que ella realizaba como una práctica de humildad (recordemos su condición de 'doña'), seguramente para contrarrestar el punto de honra, ya superado y anatematizado en su personal programa espiritual.
En San José. Al fundar el nuevo Carmelo, una de las opciones primordiales de la fundadora fue la pobreza. Una pobreza que implicaba, de raíz, el repudio de la honra en su implicación no-laboral. 'Los pobres no son honrados', es decir, no ostentan la condecoración de la honra: 'por maravilla hay honrado en el mundo, si es pobre'; 'honras y dineros casi siempre andan juntos' (C 2,5-6). Lo repetirá como un axioma: 'que pobres nunca son muy honrados' (Conc 2,11). Pero la pobreza trae consigo otro género de honra, que es una auténtica 'honraza' incomparable (C 2,6).
Ahora, T tiene por honra 'andar remendada' (cta 2,1). Para el nuevo estilo de vida religiosa prescribe cuidadosamente las normas de trabajo. Ante todo, se apoya en el Evangelio de Nazaret (C 2,9), en el Jesús de Belén y del Calvario. Y en el modelo de Pablo-trabajador, propuesto por la Regla: 'ayúdense con la labor de sus manos, como hacía san Pablo' (Cons 3,1). También ella repetirá a sus monjas la consigna paulina, si bien algo modificada: 'cada una procure trabajar para que coman las demás (ib 9,1). Por razones psicológicas (y en pro del ideal contemplativo de la casa), a las hermanas no se les fijará tarea a destajo: 'tarea no se dé jamás a las hermanas' (ib). La recreación comunitaria es compatible con el trabajo: las Hermanas llevarán a ella 'sus labores' (ib 8). Ella trae consigo el hilado incluso al locutorio, al menos en ciertas ocasiones. Pero cuando una hermana anda con salud precaria, que no hile. Se lo propone a María de san José, que 'bracea tanto' al hilar en recreación (cta 132, 8). Descarta de plano en comunidad el código de honras: 'la tabla del barrer se comience desde la madre priora' (ib 7,1). De sus cartas resulta claro el interés por formar a las 'niñas' postulantes en el trabajo: así, por ejemplo, a Isabelita Gracián (cta 169,1-2), y a Teresita (cta 122,11). En una cosa se aparta ella decididamente de la tradición de su viejo convento de la Encarnación; en los nuevos Carmelos no habrá 'sala de labor': 'nunca haya casa de labor' (Cons 2,9 y C 4,9). Por otro lado, intentará a toda costa que el trabajo no sea fuente de ansiedad: no se trabajará 'en cosas de oro ni plata', cuya pérdida podría generar angustia. Lo mismo en la colocación de los productos, 'no se porfíe en lo que han de dar por ello, sino que buenamente tomen lo que les dieren; y si ven que no les conviene, no hagan aquella labor' (Cons 3,2). En cambio, recomendará al Visitador que tome nota de 'la labor que se hace, y aun contar lo que han ganado con sus manos' (Mo 12).
A los descalzos de Duruelo, también les inculca ese aspecto del nuevo estilo de vida. Una de sus primeras observaciones al llegar a ese 'lugarcillo' y sorprender al P. Antonio superior y letrado barriendo el ingreso de la casa, la hará exclamar el '¿qué es esto, mi Padre? ¿qué se ha hecho de la honra?' (F 14,6). En el esbozo de Constituciones teresianas para Duruelo, persistirá la norma del trabajo.
Para el comienzo del segundo convento de descalzos, en Pastrana, ella insiste precisamente en este aspecto. Le agrada que los ermitaños del Tardón, de donde proceden las nuevas levas, se mantuviesen con el trabajo de sus manos. Al candidato número uno, A. Mariano, mostrándole la norma de trabajo prescrita por la Regla del Carmen: 'Le dije que sin tanto trabajo podía guardar todo aquello, pues era lo mismo, en especial lo de vivir de la labor de sus manos, que era a lo que él mucho se inclinaba, diciéndome que estaba el mundo perdido de codicia' (F 17,8.9). De hecho, en Pastrana será esa una de las grandes novedades que se introducen con los famosos telares de sedas y de paños. De su noviciado (1572) cuenta Gracián que se sustentaba la casa 'tejiendo sedas que llaman anafayas' (BMC 17,188). Cuando en 1576 los descalzos improvisen su primer capítulo en Almodóvar, T se lo inculca a Gracián: 'importa infinitísimo' introducir en cada casa el trabajo de manos (cta 124,8). Se lo repite a otro capitular: 'La otra cosa que le pedí mucho es que pusiese los ejercicios [de manos], aunque fuese hacer cestas o cualquier cosa, y sea [en] la hora de recreación cuando no hubiere otro tiempo, porque adonde no hay estudio, es cosa importantísima' (cta 161,8). En cuanto al 'estudio', T estima especialmente el trabajo intelectual de los letrados (V 13,20, y C 3,2).
En el plano estrictamente doctrinal, es notorio que T no concibe la comunidad contemplativa sin la alternancia de la oración con el trabajo. Lo advertirá a las lectoras de las Moradas (5,3,11). Expresamente propondrá la importancia del trabajo y su compatibilidad con la oración y la vida perfecta en las Fundaciones (c 5). Ella misma dará ejemplo: aún hoy se conservan preciosas labores de bordado debidas a su mano. La figura modélica de su asesor espiritual el escriturista Alonso Velázquez, Obispo de Burgo de Osma, adquiere especial relieve para ella, por su incansable tesón en el trabajo: 'porque no pierde día ni hora sin trabajar' (F 30,9).
Todavía al final de su vida, T tiene que combatir los prejuicios laborales y clasistas de la familia. De América había regresado su hermano Lorenzo, con dinero y ejecutoria de hidalguía. Trasladado a Avila, compra la finca de la Serna, más para holgar que para trabajar. Es probablemente el plan que somete a la aprobación de su hermana, quien le responde con una sutil distinción: 'granjerías', no; trabajar en la Serna, sí. Por 'granjerías' se entendía entonces dice Cobarruvias 'aquello en que se hace mucha ganancia, y ésta se llama propiamente granjería, y de allí se extendió a cualquier género de trato, del cual se saque alguna ganancia y provecho' (Tesoro de la lengua, p. 656). En cambio, Teresa justifica el trabajo así: 'No dejaba de ser santo Jacob, por entender en sus ganados, ni Abrahán, ni san Joaquín; que como queremos huir del trabajo, todo nos cansa...' (cta 172,11-12).
En uno de sus poemas, T se lo dice así a su Señor: 'Si queréis que esté holgando, / quiero por tu amor holgar, / si me mandáis trabajar, / morir quiero trabajando...' (Po 2).
T. Alvarez
Transverberación
Corazón
Trazanos, Isabel de
Desconocida. Era, probablemente, una dama burgalesa, amiga de Dª Catalina de Tolosa. Envía mensajes a Palencia por mediación de la Santa (cta 459,2).
Trento, Concilio de
Se puede afirmar que la prolongada duración del Concilio de Trento hizo que los casi dos decenios, 1545-1563, que duraron sus tareas se convirtiera en un tiempo especial: los años del concilio, el tiempo del concilio, y se volviera con una especial expectación la atención y la mirada hacia él, como en toda etapa de expectación. En primer lugar por la ausencia o la asistencia en él de los obispos, por la información que llegaba de Trento a través de los participantes, y porque sus actos habían de tener eco en la vida cotidiana de la Iglesia y de los fieles. De esta forma lo vivió santa Teresa. Al comenzar el concilio cumplía treinta años, es decir entraba en la plenitud de su existencia. Y en los dieciocho que duró hasta su clausura, había alcanzado la plena madurez espiritual y humana. En esas décadas se sucedieron acontecimientos singularmente importantes de su vida: dirección espiritual intensa con los jesuitas, decisión continuada por centrarse espiritualmente, 1544-1553 (V 7); conversión plena ante la imagen de Cristo llagado, 1554. En mayo de 1556 recibe la gracia del desposorio místico. 1560 es un año de fuerte intensidad espiritual: comienzo de visiones intelectuales de Cristo, gracia de la transverberación (V 29, 13); visión del infierno (V 32, 16) y primeros pasos para fundar un monasterio reformado (V 32, 10, 16). En 1561 tienen lugar los primeros actos en orden a la fundación: recibe dineros de su hermano Lorenzo desde Quito. Pasa 'más de medio año' en casa de doña Luisa de la Cerda en Toledo, mientras se recibe el rescripto de Roma, expedido el 7 de febrero del 62, para llevar adelante la primera fundación de San José. El problema de la pobreza y el consejo de S. Pedro de Alcántara, 14 de abril; 24 de agosto, nace el conventito de San José.
La tercera etapa del concilio, iniciada el 18 de enero de 1562 y culminada el 4 de diciembre de 1563, está en sincronía con los momentos decisivos de Teresa como fundadora. Es la etapa en la que el concilio remató sus decretos de reforma: la reforma de los religiosos fue el borde, no tan drástico como pudiera pensarse; al fin, el que pudiera calificarse de complejo reformista, es decir esa singular tarea a la que la Iglesia debe dedicarse constantemente, era presentada desde la cabeza, desde el Concilio. Las últimas sesiones, a partir de la XXI, 16 de julio de 1562, fueron concretando los diversos capítulos. En esta sesión y en once cánones se dictaron medidas contra los abusos diarios en la provisión de beneficios, se urgieron de forma especial diversas responsabilidades pastorales de los obispos, entre otras: regulación de las parroquias, selección de personal. La sesión XXII, 17 de septiembre, promulgó los once cánones de reforma, que es más o menos el socorrido capítulo de concilios anteriores sobre 'la vida y honestidad de los clérigos'; si bien en éste está inspirada la futura vida del clero postridentino, no constituye un diseño de su verdadera imagen. Con mayor definición en líneas generales está el modelo del obispo trazado por el decreto de reforma de la sesión XXXIII, 15 de julio de 1563, que puede tomarse como fuente donde se inspiró el episcopado de la llamada época del barroco o contrarreforma. La atención prestada a los que se preparan para el sacerdocio, y cuyo vademecum es el decreto XVIII Cum adolescentium aetas, es tenido como el origen de los seminarios tridentinos o conciliares.
La reforma culminó en las dos últimas sesiones con los decretos más extensos: 21 cánones en la sesión 24, con temas como la selección de personas en el nombramiento de cargos eclesiásticos, exigiendo previas informaciones sobre los interesados, sobre celebración de concilios provinciales y diocesanos, predicación, cura parroquial, etc. Capítulo importantísimo era la reforma de la vida religiosa, la numerosa, variada parcela de monjes, religiosos de multiformes presentaciones. En la sesión XXV, la última, 5 diciembre de 1563, se promulgó el decreto. Su valor cuantitativo y cualitativo debe ser apreciado dentro del contexto de situaciones y circustancias, y de cuanto arrastraba una larga tradición de remedios y correctivos, no llevados a su aplicación universal y satisfactoria. Las disposiciones son generales y deben ser tenidas en cuenta por todos.
Los capítulos que de forma particular podía leer santa Teresa, sintiéndose más o menos interpelada, son los siguientes: Sobre la fidelidad de los religiosos a sus leyes, a los votos, etc. En segundo lugar, las normas sobre la pobreza, apuntadas especialmente en la prohibición de toda propiedad privada, bajo ningún pretexto. En tercer lugar sobre las diversas formas de eximirse de la sumisión a los legítimos superiores religiosos. El cap. V sobre la clausura, que restablece y renueva disposiciones de Bonifacio VIII en la constitución Periculoso, urgiendo con severidad las antiguas disposiciones, bajo penas canónicas, e incluso apelando a las autoridades civiles para remediar situaciones llamativamente abusivas. Los capítulos VI y VII sobre elecciones y edad de abadesas y prioras; la jurisdicción sobre las monjas. El capítulo X sobre la asistencia espiritual de las religiosas, quienes una vez al mes se confesarán y comulgarán. Se les debe conceder por el obispo o los superiores un confesor extraordinario. El concilio prohibió la reserva del Santísimo fuera de la iglesia conventual. También era necesaria la lectura del capítulo XV sobre la edad de la profesión, la libertad para entrar en la vida religiosa, edad de la profesión, medidas contra los que fuerzan a entrar en religión.
Las referencias al concilio en los escritos de santa Teresa no son numerosas. La manera de referise a él o recordarlo es siempre unívoca, lo califica genéricamente como 'santo concilio'. Una sola vez así 'santo concilio de Trento (F 17,8). Esa reiteración lexicográfica evoca su estado de ánimo y su sentido de fidelidad y veneración a la Iglesia. Las evocaciones del concilio tienen siempre detrás un problema práctico; pertenecen al libro de las Fundaciones (9,8). Hablando de uno de los protagonistas de la reforma de los frailes, P. Ambrosio Mariano, que llegaba en la preparación de la fundación de Pastrana y refiriéndose a la medida que suprimía a los solitarios, 'reducir a las órdenes a los ermitaños', atribuye esta medida al concilio, pero de hecho se trataba de la constitución Lubricun genus de S. Pío V, con solo un año de margen para su aplicación. Esa disposición respondía a las denuncias y exigencias del concilio, cuyo espíritu está en el texto, y hasta en el mismo título.
El texto de Fundaciones (9,3) cuando se trataba de la fundación de Malagón con renta, contaba con la apoyatura del canon 3 del decreto de regulares de la sesión 25, por el que se concedía que los monasterios pudieran tener 'bona inmobilia', es decir rentas. Es bien conocida la intención del concilio sobre una garantía o seguridad para el decoroso sustento de los clérigos y religiosos, que aparece como un ritornelo en esos decretos para evitar otros males y corregir abusos. Los letrados a quienes consultó en el caso son conocidos, entre ellos el P. D. Báñez (F 20, 9). El caso se repitió en la fundación de Alba de Tormes; el ilustre consejero repite su doctrina, y hasta 'riñó' a la Santa... por su reserva en aceptarla con renta (V 36, 15).
Otra alusión a Trento en la fundación de Pastrana, cuando recuerda las limitaciones de la priora respecto de las salidas de clausura, es tenida muy en cuenta por la Santa y lo recuerda (F 24, 15). Ella misma apunta un detalle no señalado por el concilio, que la licencia debe darse por escrito (F 31, 3).
Quiso estar siempre bien informada de todas las exigencias del concilio. Cuando se trata de admitir a 'Teresica' que tenía nueve años pide consejo a los expertos, P. Enrique Enríquez, jesuita y a Baltasar de Vargas. En el caso aluden a la Congregación del Concilio, encargada de la exégesis correcta del mismo (cta al P. Gracián, 27.9.1575).
Pese a su estricto sentido de fidelidad al concilio, es decir a la Iglesia, Santa Teresa no se sentía atada cuando tenía bien claros algunos puntos para el bien espiritual de sus hijas. No interpreta de forma rígida ni lineal el capítulo X de la reforma de los regulares, sobre la asistencia espiritual de las monjas por los confesores. En este punto tiene clara una cosa que quiso dejar a salvo de limitaciones e interferencias: la libertad para tratar con letrados sus problemas interiores. La priora era la encargada de garantizar esta libertad. La fijación de su pensamiento fue laboriosa y demuestra que, respetando el concilio, quería salvar lo que creía mejor para sus hijas. Los textos son numerosos: C, 8-6; F, 8,5; ib, 8, 9; (cta al P. Gracián, 9.1.1577).
También rebasó la praxis del concilio sobre la recepción de la Eucaristía, dando una interpretación no de mínimos como el concilio... Sus Constituciones de 1567 eran más generosas y abiertas. Toledo, Concilio de.
A. Pacho
Trigueros
Población de la provincia de Huelva, donde existía un convento de carmelitas, fundado en la ermita de Nuestra Señora de la Consolación el año 1522. Gracián lo visita en 1576, y desde ahí escribe a T una carta 'tan llena de cuidados, y con mucha razón' (cta 159,1; cf 162,3: diciembre de 1576).
Trinidad Sacratísima (Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo)
1. La realidad central del misterio trinitario en la fe cristiana y en la vida de Teresa
La Santísima Trinidad es el misterio central de la fe cristiana, revelado por Jesucristo y participado por los creyentes por el don del Espíritu Santo. Lo específico del cristianismo, lo que le diferencia de todas las demás religiones (judaísmo, islamismo...), es la confesión de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
El misterio trinitario, en sí mismo, es un misterio insondable de relación y comunicación personal entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (Trinidad «inmanente»). El Dios de la revelación cristiana no es una esencia aislada, sino que por la superabundancia de su vida y de su amor se da y se comunica; es un Dios en comunión, que se da creando comunión. Al ser en sí mismo vida y amor, es para nosotros también fuente de vida y de amor. Esta es la manifestación histórica del misterio trinitario (Trinidad «económica»).
Están aquí las fuentes trinitarias de la salvación. Todo procede del Padre, por el Hijo y el don del Espíritu Santo. Y todo vuelve al Padre por el Hijo y en el Espíritu Santo, haciendo a los hombres partícipes de la vida y comunión de Dios (LG 2-4). Dentro de esta perspectiva trinitaria de la salvación, Trinidad «inmanente» (el misterio trinitario en sí mismo) y Trinidad «económica» (el misterio trinitario participado) son la misma realidad (K. Rahner).
Partiendo de esta identidad, la teología actual presta especial atención al misterio trinitario en la vida cristiana, tratando de enraizarla en las fuentes mismas de la fe. Es el compendio de la fe, recibida en el bautismo «en nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo» (Mt 28,19). Por el bautismo, el hombre recibe una participación en la vida y en la comunidad de Dios, que, lleno de su Espíritu, se hace hijo de Dios Padre. Por eso, San Pablo resume el misterio trinitario de Dios como saludo de entrada en la celebración de la Eucaristía (2Cor 13,13), que la liturgia de la Iglesia ha hecho suyo.
Desde esta perspectiva concreta, que es la comprensión trinitaria y pneumatológica de la vida cristiana, tratamos de acercarnos a la experiencia de Teresa. El misterio trinitario es fuente y culmen del itinerario espiritual de Teresa de Jesús. Su descubrimiento, por vía de experiencia (1571), supuso un cambio de rumbo en su vida. Hasta entonces Teresa había vivido el misterio de Dios, a la luz de su presencia por gracia y de su manifestación en la persona de Cristo. Ahora se le descubre como presencia trinitaria de las tres divinas personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Su experiencia trinitaria no se circunscribe al misterio en sí mismo considerado (Trinidad «inmanente»), sino que comprende también la actuación de este misterio en la historia de salvación (Trinidad «económica»). En el pensamiento de la Santa las dos perspectivas aparecen íntimamente unidas.
La primera constatación que se desprende de una lectura de los textos es el realismo y la fuerza con que se halla afirmada esta verdad central de la fe. Es ésta también la primera aportación a la vida cristiana y a la misma soteriología, necesitada de una reflexión trinitario-pneumatológica.
2. Experiencia del misterio: Relato autobiográfico
Cuando Teresa escribe el libro de la Vida (1565), no había llegado todavía a descubrir el misterio trinitario. Lo conoce por la fe, no por experiencia. Pero es una fe tan viva, que está dispuesta a defenderla en cualquier disputa teológica: «Se ve el alma en un punto sabia, y tan declarado el misterio de la Santísima Trinidad y de otras cosas subidas, que no hay teólogo con quien no se atreviese a disputar la verdad de estas grandezas» (V 27,9).
Su primera experiencia del misterio data de 1571. A partir de esta fecha, la experiencia se intensifica, como testimonia el relato de las Relaciones. Un estudio clarificador de los textos exige distinguir entre los relatos de su experiencia trinitaria, consignados en sus Relaciones y la sistematización de esa experiencia en Moradas. Las primeras representan una visión del misterio trinitario, caracterizada por su inmediatez y viveza. Aparece, además, abierta a los datos esenciales de la revelación, en los que se inspira la teología trinitaria actual. Por el contrario, en las segundas, aparece una visión más sistematizada y filtrada por las categorías teológicas de la época. Y aun, dentro del relato mismo, hay que distinguir entre lo que es simple relato de la experiencia y la explicación que ella intenta dar. Fijados estos criterios, creemos que se puede avanzar en una interpretación pneumatológica de la experiencia teresiana.
Desde la primera experiencia trinitaria, mayo de 1571, Teresa percibe con nitidez el misterio trinitario como unidad de Dios y Trinidad de personas (contenido dogmático), pero su experiencia se concentra en la distinción de las personas divinas y en la función que cada una de ellas desempeña en la vida espiritual y en la historia de la redención. Para mejor destacarlo, subrayamos las expresiones más significativas de sus textos:
«El martes después de la Ascensión..., comenzó a inflamarse mi alma, pareciéndome que claramente entendía tener presente a toda la Santísima Trinidad en visión intelectual, adonde entendió mi alma por cierta manera de representación, como figura de la verdad, para que lo pudiese entender mi torpeza, cómo es Dios trino y uno; y así me parecía hablarme todas tres Personas, y que se representaban dentro en mi alma distintamente, diciéndome que desde este día vería mejoría en mí en tres cosas, que cada una de estas Personas me hacían merced: la una en la caridad y en padecer con contento, en sentir una caridad con encendimiento en el alma. Entendí aquellas palabras que dice el Señor: que estarán con el alma que está en gracia las tres divinas Personas, porque las veía dentro de mí por la manera dicha... Parece quedaron en mi alma tan imprimidas aquellas tres Personas que vi, siendo un solo Dios, que a durar así imposible sería dejar de estar recogida con tan divina compañía» (R 16).
En parecidos términos se expresa en una Relación del mismo año, 30 de junio de 1571:
«Esta presencia de las tres Personas que dije al principio, he traído hasta hoy que es día de la Conmemoración de San Pablo presentes en mi alma muy ordinario, y como yo estaba mostrada a traer sólo a Jesucristo siempre, parece me hacía algún impedimento ver tres Personas, aunque entiendo es un solo Dios, y díjome hoy el Señor, pensando yo en esto: que erraba en imaginar las cosas del alma con la representación que las del cuerpo; que entendiese que eran muy diferentes, y que era capaz el alma para gozar mucho. Parecióme se me representó como cuando en una esponja se incorpora y embebe el agua; así me parecía mi alma que se henchía de aquella divinidad y por cierta manera gozaba en sí y tenía las tres Personas. También entendí: «No trabajes tú de tenerme a Mí encerrado en ti, sino de encerrarte tú en Mí». Parecíame que de dentro de mi alma que estaban y vía yo estas tres Personas se comunicaban a todo lo criado, no haciendo falta ni faltando de estar conmigo (R 18).
Una Relación posterior, escrita hacia 1572, compendía con exactitud y hondura la experiencia teresiana del misterio trinitario. «En sustancia se trata de una visión de la Trinidad presente en el alma en la que se le representa y declara el misterio de la vida divina: tres Personas distintas, no como un cuerpo con tres rostros nota la Santa; existe entre ellas una perfectísima comunión de vida..., y tienen una perfecta unidad de acción» (J. Castellano, en Introducción a la lectura..., p. 161).
«Un día después de san Mateo, estando como suelo después que vi la visión de la Santísima Trinidad y cómo está con el alma que está en gracia, se me dio a entender muy claramente... Y ahora veo que de la misma manera lo he oído a letrados, y no lo he entendido como ahora, aunque siempre sin detenimiento lo creía, porque no he tenido tentaciones de la fe.
«A las personas ignorantes parécenos que las Personas de la Santísima Trinidad todas tres están como lo vemos pintado en una Persona, a manera de cuando se pinta en un cuerpo tres rostros; y ansí nos espanta tanto, que parece cosa imposible y que no hay quien ose pensar en ello, porque el entendimiento se embaraza y teme no quede dudoso de esta verdad y quita una gran ganancia.
«Lo que a mí se me representó, son tres Personas distintas, que cada una se puede mirar y hablar por sí. Y después he pensado que sólo el Hijo tomó carne humana, por donde se ve esta verdad. Estas Personas se aman y comunican y se conocen. Pues si cada una es por sí, ¿cómo decimos que todas tres son una esencia, y lo creemos, y es muy gran verdad y por ella moriría yo mil muertes? En todas tres Personas no hay más de un querer y un poder y un señorío, de manera que ninguna cosa puede una sin otra, sino que de cuantas criaturas hay es sólo un Criador. ¿Podría el Hijo criar una hormiga sin el Padre? No, que es todo un poder, y lo mismo el Espíritu Santo; así que es un solo Dios todopoderoso, y todas tres Personas una Majestad. ¿Podría uno amar al Padre sin querer al Hijo y al Espíritu Santo? No, sino quien contentare a la una de estas tres Personas divinas, contenta a todas tres, y quien la ofendiere, lo mismo. ¿Podrá el Padre estar sin el Hijo y sin el Espíritu Santo? No, porque es una esencia, y adonde está el uno están todas tres, que no se pueden dividir. ¿Pues cómo vemos que están divisos tres Personas, y cómo tomó carne humana el Hijo y no el Padre ni el Espíritu Santo? Esto no lo entendí yo; los teólogos lo saben...» (R 33).
3. Explicación del misterio trinitario: Elementos teológicos
De este simple relato de las experiencias trinitarias, cabe deducir algunas conclusiones. El elemento primordial, que aparece en primer plano, es la distinción de las personas: «Me parecía hablarme todas tres Personas, y que se representaban dentro en mi alma distintamente» (R 16). Otro elemento importante es la relación personal con ellas: «Gozaba en sí y tenía las tres Personas» (R 18); se le representan las «tres Personas distintas, que cada una se puede mirar y hablar por sí» (R 33); «estas Personas se aman y comunican y se conocen» (ib). Esta relación personal se concreta en comunión de vida y de amor: «Cada una de estas Personas me hacían merced: la una en la caridad y en padecer con contento, en sentir una caridad con encendimiento en el alma» (R 16).
Juntamente con estas afirmaciones, que hablan de la distinción de personas, hay otras que hablan de la unidad: entendió «cómo es Dios trino y uno» (R 16); aunque veía tres personas, «entiendo es un solo Dios» (R 18); «no hay más de un querer y un poder y un señorío»; «un solo Dios todopoderoso, y todas tres Personas una Majestad» (R 33).
A partir de estas expresiones, algunos comentaristas concluyen que la experiencia trinitaria de la Santa no representa un ahondamiento nocional en el misterio. Son expresiones «transcritas del lenguaje usual de la teología, sin peso específico en su original experiencia constituyente... No hay una experiencia trinitaria tematizada conceptualmente» (O. González de Cardedal, en Actas, p. 849).
Esta interpretación, sin embargo, creemos que no responde al análisis detenido de los textos, ni a la progresión de la experiencia teresiana, que va del descubrimiento de la presencia de Dios y de la presencia de Cristo al descubrimiento de la presencia de la Santísima Trinidad, como una realidad que revoluciona su vida espiritual.
Ciertamente, el acento de la experiencia teresiana no hay que ponerlo en lo conceptual, sino en su fuerza expresiva y en la inmediatez con que percibe el misterio. Pero, al mismo tiempo, hay que decir que su experiencia está conceptualmente más próxima a la teología trinitaria actual, de inspiración bíblica, que a la teología de su tiempo, de inspiración escolástica. Esta explica la actividad trinitaria «ad extra» (creación, redención, santificación) como una actividad común a las tres divinas personas. Teresa acepta esta explicación no podía dar otra, al proclamar el principio de la unidad de acción de las personas, pero su experiencia es distinta; habla más bien de la diferenciación de su actividad salvífica, atestiguada por la Revelación.
De ahí, uno de sus interrogantes fundamentales, que deja sin respuesta: «¿Pues cómo vemos que están divisos tres Personas, y cómo tomó carne humana el Hijo y no el Padre ni el Espíritu Santo? Esto no lo entendí yo; los teólogos lo saben...» (R 33).
El interrogante de Teresa desborda el ámbito de la Trinidad «inmanente» y plantea el misterio en el marco de la Trinidad «económica». La respuesta, por tanto, hay que darla en el contexto de la historia de la salvación, que señalábamos al principio. Es, además, una invitación a reflexionar sobre el misterio no desde la simple especulación teológica, sino desde las categorías histórico-salvíficas de la revelación. Y es que no hay otro acceso a la Trinidad en sí más que a través de la su manifestación en la historia de la salvación.
Otro aspecto importante a destacar es la incidencia de este misterio en la fe cristiana, tal como se desprende de la experiencia teresiana. Esta capta esencialmente la comunión entre las divinas personas como comunicación de vida y de amor, en la que ella participa; es la merced que «cada una de estas Personas» le hacen (R 16). Este es el núcleo de la vida cristiana: es la vida de amor, que se nos da como participación del misterio trinitario, por Jesucristo, en el Espíritu Santo, y que se concreta en la filiación adoptiva del Padre. Este es el fundamento de la esperanza cristiana, en medio de un mundo de muerte y de odio. Gracias a ella, sabemos que la realidad última y más profunda es vida y es amor, que se nos da por Jesucristo, en el Espíritu Santo. Por esta fe y por esta esperanza lucha Teresa de Jesús.
BIBL. O. González de Cardedal, Realidad y experiencia de Dios en Santa Teresa: Contenidos específicos de esa experiencia teologal, en «Actas del Congreso Internacional Teresiano» II, Salamanca 1983, pp. 835-881; Ciro García, Experiencia trinitaria y pneumatológica en Santa Teresa de Jesús: lectura teológica, en «Burgense» 39 (1998), 375-396; J. C. Garrido, Experiencia teresiana de la vida de gracia, en «MteCarm.» 75 (1967), 345-391.
Ciro García
Troya, Obispo de
Vázquez Dávila, Rodrigo
Trujillo
Ciudad de la provincia de Cáceres. Floreciente en tiempo de T, y muy presente en los descubrimientos de tierras americanas. Sita no muy lejos del santuario de Guadalupe. T alude a Trujillo cuando en 1571 cree que los superiores dominicos 'llevan a fray Domingo [Báñez] por prior a Trujillo' y los de Salamanca insisten en retenerlo. T comenta: 'tierra trabajosa es para su salud' (cta 34,6).